Crónicas ausetanas

Janacek, Smetana y Dvorak: los músicos de una nación

Xavier Tornafoch escribe sobre cómo durante el Tercer Reich y la segunda guerra mundial tres grandes compositores checos se convirtieron en símbolos y acicates de la resistencia nacional al nazismo.

/ por Xavier Tornafoch /

Cada país tiene su forma de reivindicarse, pero cuando éste es pequeño y está situado entre grandes Estados, algunos de ellos con ansias expansivas, la forma de hacerlo puede ser bien original. Este es el caso de Chequia, esa discreta nación formada por los territorios históricos de Bohemia y Moravia, atravesada por el Vltava, un caudaloso rio afluente del Elba, y cuya capital, Praga, es una joya arquitectónica repleta de edificios art déco, antiguas catedrales medievales, templos protestantes e iglesias ortodoxas. Los checos han vivido peligrosamente entre Alemania, Polonia, Hungría y la antigua URSS durante buena parte de su historia. Fueron un pedazo del Imperio austrohúngaro, en el que los eslavos estaban en una posición subalterna, hasta el punto de que el proceso de aculturación —especialmente en relación a la potentísima cultura germánica que irradiaba la gran Viena, ya que la cultura magiar que provenía de Budapest no fue capaz de competir con los austriacos en su lucha por la hegemonía dentro del Estado austro-húngaro— estuvo a punto de reducir la lengua y la tradición checa a un elemento residual y folclórico, sin ningún atractivo para las élites de Bohemia y Moravia. Pero fue justamente el contacto con la alta cultura alemana, con el nacionalismo musical alemán, lo que hizo que tres grandes compositores (Bedřich Smetana, Leos Janáček y Antonin Dvořák) inauguraran una corriente musical que puso al país checo en el mapa cultural de Europa. Los checos, habitantes de Bohemia y Moravia, católicos, protestantes, ortodoxos o judíos, empezaron a considerar que su país, que su cultura, no debía acomplejarse frente a sus poderosos vecinos. La derrota de las potencias centrales en la primera guerra mundial, la descomposición del Imperio y la creación del Estado checoeslovaco dieron nuevos bríos al proyecto nacional checo.

Se consolidó un país construido por la agregación de tres territorios (Bohemia, Moravia y Eslovaquia) que navegó por las agitadas aguas del periodo de entreguerras con una importante vía de agua: la cuestión de los Sudetes. Los bordes de la nueva república estaban habitados mayoritariamente por población de origen alemán, que no aceptaba su incorporación a un país dominado por eslavos y que reclamaba ser anexionada a la República austriaca. El desenlace de este conflicto se produjo en 1938, ya con Hitler en el poder, cuando los Sudetes fueron ocupados por las tropas del Reich alemán, preludio de la anexión de toda Checoslovaquia. Fue justamente durante la ocupación que la música de los tres grandes compositores checos se convirtió en un elemento de resistencia frente al opresor. Se organizaron audiciones clandestinas para escuchar la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvořák, el poema sinfónico Vltava de Smetana y la ópera Jenufa de Janáček.

La vorágine represiva de los nazis se empleó a fondo contra cualquier manifestación cultural o folclórica checa, la música culta no se libró de esta persecución y las piezas de los compositores proscritos por los nazis y los tres virtuosos checos estaban en esa lista; no podían ser interpretadas. Las audiciones o las representaciones operísticas no autorizadas desafiaban al régimen y que podían tener graves consecuencias para los que las organizaban o promovían. La resistencia checa al nazismo tuvo muchos frentes. Se sabotearon los suministros industriales que se exportaban al Reich alemán, se ejecutó a líderes nazis, el más sonado de los cuales fue el del protector de Bohemia y Moravia Reinhard Heydrich, se produjeron huelgas y otros actos de desobediencia civil, pero también se enfrentó al ocupante con la música. Por toda la República, ahora bajo ocupación, se llevaron a cabo veladas clandestinas donde se escuchaban las obras de Smetana, Janáček y Dvořák. Los que asistían a ellas lloraban de emoción y se juramentaban para continuar la lucha. La música producía un rotundo efecto psicológico sobre los asistentes y se promovió para mantener una moral de victoria en unas circunstancias de mucha dificultad. Tras la segunda guerra mundial, cuando Checoslovaquia recuperó su soberanía, las nuevas autoridades comunistas dieron a la música de los tres compositores el carácter nacional que el pueblo checo ya hacía tiempo que le había otorgado. Los insignes compositores se convirtieron, además, en la tarjeta de presentación de las relaciones exteriores del Estado comunista checo, que tejió lazos culturales por todo el planeta gracias a su obra.

Así fue como esta pequeña nación centroeuropea convirtió en héroes nacionales a tres compositores de música clásica. Dos de ellos, Bedřich Smetana (1824-1884) y Antonin Dvořák (1841-1904) eran de Bohemia, mientras que Leos Janáček (1854-1928) era de Moravia. A pesar de su talento, el éxito les llegó tarde, especialmente tarde en el caso de Janacek, cuyas obras empezaron a triunfar cuando él ya tenía más de cincuenta años. Todos ellos tuvieron que marchar de su país para forjarse un nombre: Smetana dirigió un coro en Göteborg (Suecia), Janacek pasó largas temporadas en Leipzig (Alemania) y Viena (Austria) y Antonin Dorak vivió en Inglaterra y en los Estados Unidos de América, donde compuso su monumental Sinfonía del Nuevo Mundo. Su interés por estudiar y divulgar el folclore musical del país checo e incorporarlo a sus obras les permitió conectar con el sentir popular de una nación a menudo asediada por vecinos poderosos, y también fue lo que los hizo universales. Los tres vivieron los últimos años de su vida en su país: Janáček en Ostrava (Moravia) y Smetana y Dvořák en Praga (Bohemia). 

[EN PORTADA: Retratos de Janáček [izda.], Dvořák [centro] y Smetana [derecha])


Xavier Tornafoch i Yuste (Gironella [Cataluña], 1965) es historiador y profesor de la Universidad de Vic. Se doctoró en la Universidad Autónoma de Barcelona en 2003 con una tesis dirigida por el doctor Jordi Figuerola: Política, eleccions i caciquisme a Vic (1900-1931) Es autor de diversos trabajos sobre historia política e historia de la educacción y biografías, así como de diversos artículos publicados en revistas de ámbito internacional, nacional y comarcal como History of Education and Children’s LiteratureRevista de Historia ActualHistoria Actual On LineL’AvençAusaDovellaL’Erol o El Vilatà. También ha publicado novelas y libros de cuentos. Además, milita en Iniciativa de Catalunya-Verds desde 1989 y fue edil del Ayuntamiento de Vic entre 2003 y 2015.

0 comments on “Janacek, Smetana y Dvorak: los músicos de una nación

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: