Mitos y flautas

Daft Punk. Goodbye. Thank you

El dúo parisino formado por Thomas Bangalter y Manuel de Homem-Christo anunciaba el 22 de febrero su separación después de 28 años de exitosa carrera. Sergio Fernández Salvador revisa la trayectoria de uno de los grupos más influyentes de lo que va de siglo.

/ Mitos y flautas / Sergio Fernández Salvador /

Había una vez una banda de rock que grabó una canción que a un crítico musical le pareció tan mala que se refirió a ella como «punk bobo» (daft punk). El resto ya es historia. Poco caso han hecho Daft Punk de la crítica, y en eso, en ir siempre a la suya, nadie podrá decir que no acertaron. «Un artista debe tener el dominio total de su obra, al menos hasta que ésta llega al público», defendían. Pocos grupos tan sólidos y cuidadosos, con tanta inteligencia para marcar sus tiempos y gestionar su enigmática imagen.

El primer disco de Daft Punk, Homework (1997), un hito de la electrónica como lo eran por esos años los de Chemical Brothers o Prodigy, alternaba canciones de un techno tan progresivamente atrapador como inmisericorde con otras de aire funky, como las ya clásicas Da funk o Around the world (con el famoso vídeo rodado por Michel Gondry).

Con Discovery (2001), Bangalter y Homem-Christo dejaron de lado el techno y la voz pasó a tener más presencia, firmando un disco más electropop que descolocó un tanto a sus seguidores. Se criticó el aire comercial de canciones como One more tim (su hit más reconocible hasta Get lucky) y que en general se les fuera la mano con el autotune y el vocoder. En realidad la presencia de estos filtros de la voz ha sido una constante en la carrera del dúo, así como el espacio para las piezas más bailables (como Voyager, que uno se ponía tres o cuatro veces mientras se preparaba para salir) y una melancolía que tiene mucho que ver con la idea del sentimiento de las máquinas, una suerte de animismo que ellos mismos encarnaban con su imagen y sus cascos robóticos, como muestra la emocionante Veridis quo, cuyo impactante vídeo, en el que los androides-humanoides se desconectan, ha utilizado el dúo para ilustrar su despedida.    

El tercer disco de Daft Punk, Human after all (2005), es sin duda el más flojo de su carrera. Es una mezcla mal resuelta de todo lo anterior en diez cortes (contra los 16 y 14 de los discos precedentes) en la que apenas Robot rock y Emotion aguantan el tipo. Con todo, si ese mismo disco lo hubiera dado un grupo primerizo seguramente habría sido ensalzado en vez de vapuleado. Cruz y privilegio de los grandes. Antes y después de Human after all, Daft Punk editó dos directos, en 2007 y 2001 (pero 1997).

En 2010 Daft Punk firmaba la banda sonora de Tron Legacy, reto que superaron con nota,con un sonido ambient que navega sutilmente entre lo retro y lo futurista. En 2013 llegó el trabajo más exitoso del grupo, Random Access Memories (o RAM), que les permitió, sin perder sus señas de identidad, acceder a un público más amplio.A ello contribuyó la participación de padrinos de la música disco como Nile Rodgers (Chic), Giorgio Moroder (productor de Donna Summer) o Pharrell Williams. El álbum, con un sonido más orgánico, no tiene desperdicio (uno lo pondría en el podio de lo que va de siglo). Pasado el estupor de escuchar a Daft Punk y su pegadiza Get lucky en Los 40, sólo los más cazurros podrán negar que es una pieza maestra. Pero tenemos especial cariño a Instant crush, esa bendita locura para terminar que es Contact, o Within, melancólica marcianada.

Cuánto hemos bailado y bailaremos, más de cogote que de pies, con Daft Punk. Decía Borges que se enorgullecía más de los libros que había leído que de los que había escrito. Yo me enorgullezco sobre todo de la música que he escuchado, de que los discos de Massive Attack estén mezclados con los de Gillaume de Machaut, o el RAM de Daft Punk con el Acis y Galatea de Händel. Y de que mis hijas los vean así, juntos y revueltos, y vayan escuchando unos y otros buscando lo mismo, como yo he hecho. Porque si lo buscan sin prejuicios lo encontrarán.


Sergio Fernández Salvador (León, 1975) es autor de los libros de poesía Quietud (2011)y Lo breve eterno (2013), editados por La Isla de Siltolá, así como de la miscelánea Mitos y flautas (2013) selección de su blog homónimoHa sido incluido en la antología Neorrurales: antología de poetas de campo. Desde 1996 reside en Valladolid, de cuyo conservatorio de música es profesor.

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