Poéticas

Vivir en tus orillas (versos desde Null Island)

Yasmina Álvarez presenta su nuevo poemario a través de algunas de sus piezas.

/ por Yasmina Álvarez /

Esto fue todo, me digo
mientras piso la frontera de los cuarenta.
Hasta aquí lo que fuiste
Y desde aquí lo que has de ser.
Fin y principio de nada nuevo,
Salvo yo misma.

Este es el poema que cierra Los versos que nunca os dije. Unos versos que venían desde lejos en el tiempo. Poemas fruto de otras épocas, de otros momentos vitales que pudieron verse recogidos en ese libro que salió a la luz un día de noviembre de 2018 y con el que una deuda personal conmigo misma y también con mi inquietud poética quedó saldada.

Pero ya antes de aquel noviembre de 2018 hubo un mayo en el que, sin buscarlo, encontré en la boca de un aparcamiento, observando desde la distancia a dos personas que se despedían, el primer verso de este poemario, el que luego fue la brújula que me orientó en la búsqueda de todos los demás, el que me llevó al centro de todos los caminos, al punto de partida, a la intersección entre el meridiano cero y el ecuador, a la isla en la que nadie, salvo tú y yo ahora, ha habitado jamás. Desde allí, desde la intimidad de mi Null Island llega hoy, por fin, este libro, a tus orillas que son también las mías.

De cómo he llegado hasta aquí, a esta hora punta de la vida, de cómo levanto la vista y veo el presente y miro al futuro, de lo que realmente importa y de quienes me importan, te hablo desde la orilla norte.

A media vida

Cumplo años como una vieja costumbre
—otros lo llamarán manía—
y al llegar a los cuarenta de la vida
—los cuarenta en punto de la vida—
me despojo de tintes, de adornos y otras máscaras.
Ya no preciso ocultar ciertos errores
que van frunciendo zonas de mi rostro.
Para seguir, tan solo necesito del amor de los míos.
Nada más que amor será mi herencia.

También te hablo de aquellos a los que les queda todo el futuro por delante, los que, como dice González Ovies «en su brillante juventud, piensan que todo es duradero». Nos separan veinticinco años y todas mis manías. Cuando les observo en el aula me doy cuenta: yo voy caminando de forma irremediable hacia el otoño. Por eso les advierto:

Es una orden

A mis alumnas y alumnos que, sin saberlo,
tanto me enseñan.

Aún es pronto para que os deis cuenta
pero cargáis todo el futuro en vuestra espalda.
Debéis mantener
             —es necesario—
la mirada al frente,
seguir sembrando vida a cada paso.
Debéis hacer brotar en vuestros labios,
como un racimo,
                la palabra.
Propagar la sonrisa.
    Y difundir la ternura.
           Y habitar la calma.
Conquistar la humildad
y renegar del prejuicio.
Abrir las manos
y extender los brazos
como si fueran ramas.
Errar si ello es preciso.
Y dudar.
Dudar hasta que os asalte la certeza.
Debéis, es una orden,
    ser siempre primavera.

Y deben también, como debemos nosotros, aprender a no esquivar los inviernos de aquellos con quienes nos cruzamos a veces en la calle. Y no pasar por la vida de puntillas, sino detenerse, observar y devolver, al menos, la sonrisa.

Malabarista

Va haciendo malabares con la vida
día a día, puntual, ante un semáforo.
Sonríe a los que cruzan
—a cambio de nada muchas veces—
y guiña un ojo también a las muchachas.

Termina la jornada y hace cuentas:
La cena está resuelta. Tal vez hasta un cigarro.
Con un trapo andrajoso se borra la sonrisa;
arrastra los cartones (renuncias y fracasos)
hasta un banco del parque o un cajero.

Sísifo o Lázaro, ya poco le preocupa.
Tan solo tira, cae,
y se levanta y anda.

Desde la orilla norte me acerco de nuevo a marzo, como quien se acerca a la luz y a la esperanza. Con la emoción puesta en el encuentro.

Y de nuevo marzo

Qué traidores estos días.
Qué engañosa su luz alargada
alumbrándole los últimos versos a febrero
y el sol a medio camino entre este invierno
y la pasada primavera.
Qué falso este resol que hace crepitar
la piel de nuestros rostros.
Qué efímeros el rubor, los tersos pómulos,
qué leve ya también el denso aroma de la mimosa.

Todo parece mentir en el umbral de esta tarde.
Todo salvo la frágil emoción que me recorre
al saber que marzo viene de nuevo a nuestro encuentro.

Pero a veces el frío se alarga como una sombra, se expande y nos nubla la orilla Y el cuerpo se encoge, sin más tronco al que aferrarse que el de esa falsa esperanza a la que nos obliga esta mala costumbre tan nuestra de tener que respirar. De ahí el

Símil

Como el agonizante parpadeo
de una bombilla
antes de fundirse.
Así, la esperanza.

Una esperanza que se ve, una vez más y ya van muchas, anegada por una voz aséptica que en un despacho o en un pasillo nos da el

Parte de baja

Existe un lugar llamado Dolor, Tos, Fatiga
en el que germinan las malas noticias.
Las hace crecer la voz de un dios de bata blanca
y van a morir en cada cuerpo.

Y de pronto la orilla norte, esa en la que al principio habitaban la vida, la primavera, la luz y la esperanza se apaga y se vuelve definitivamente fría. Los bocados de realidad se imponen y al final una tiene una inevitable sensación de

Fracaso

Lo intenté.
Abrí las manos y todos sus versos.
Extendí los brazos y todas las intenciones.
Me vacié de pasados, de renuncias.
Hice mías todas las consignas,
aquellas que exigían entrega, piel, calor, silencio.
De nada me sirvió.
Jamás me fue devuelta la luz, jamás el tiempo.

A quien me pregunta si las orillas del título se refieren a un lugar o a un amor le respondo con los versos, con las palabras de Joan Margarit: estimar es un lloc, amar es un lugar, amar es dónde

Amar es mi orilla sur. Es tu orilla sur. El espacio íntimo y cálido en el que las pieles se encuentran y se verbalizan a través de imágenes o metáforas que se pierden en los pliegues de cada verso y bordean tus márgenes, tus contornos, tus comisuras…  Para adentrarse, para perderse más allá, es preciso un mapa del que solo nosotros seremos los cartógrafos. 

Cartografía de un mapa para perderse

¿Qué gano yo con irme atravesando mares,
cumplidas cordilleras, valles deshabitados,
si todos los senderos me acercan a tu piel?

(Juan Ignacio González)

Proyéctame a escala natural sobre tu propio cuerpo
y toma con tus dedos, palmo a palmo,
la medida de mis territorios.
Que ninguna ladera, jamás, escape
a tu mirada de cartógrafo.
Que sea tu lengua la que dibuje
cada uno de mis ríos,
     todos sus afluentes,
              sus húmedas desembocaduras.
Que sean también tus labios los que tracen mis contornos,
que se adentren en ellos y después bordeen,
una a una,
            mis saladas costas.
Apunta en el plano de tu piel las coordenadas
para que al desplegarme localices, sin esfuerzo,
las grutas que has ido descubriendo en cada viaje.
Y bautízalas a todas con tu nombre, amor,
pues solo tú serás quien las habite.

En la orilla sur convive también esa obsesión mía por llegar a destiempo a los lugares y, sobre todo, a las personas, a los brazos y a los labios. ¿Cómo hubiera sido todo si hubiéramos llegado a la vez a Null Island? ¿Si nuestras pieles se hubieran encontrado en el mismo punto de tersura?

A destiempo

Habría sido otra, sin duda, si en aquel tiempo de la nieve
hubiera escuchado tu voz llamándome desde esta hora,
diciéndome:

            —te espero aquí,
            entre los cuadernos blancos que aún no te he escrito.
            Sobre estos versos alzaré tu cintura
            y respiraré desde ella el mar y el futuro.
Habría sido otra si en el tiempo del juego y la inocencia
hubiera advertido el grito de tus años ya vividos
rompiendo las esferas de todos los relojes,
invocándome:

            —ven a mí,

Habría sido otra, sin duda, si en aquel tiempo de la nieve
hubiera escuchado tu voz llamándome desde esta hora,
diciéndome:

            —te espero aquí,
            entre los cuadernos blancos que aún no te he escrito.
            Sobre estos versos alzaré tu cintura
            y respiraré desde ella el mar y el futuro.
Habría sido otra si en el tiempo del juego y la inocencia
hubiera advertido el grito de tus años ya vividos
rompiendo las esferas de todos los relojes,
invocándome:

            —ven a mí,
Habría sido otra, sin duda, si en aquel tiempo de la nieve
hubiera escuchado tu voz llamándome desde esta hora,
diciéndome:

            —te espero aquí,
            entre los cuadernos blancos que aún no te he escrito.
            Sobre estos versos alzaré tu cintura
            y respiraré desde ella el mar y el futuro.
Habría sido otra si en el tiempo del juego y la inocencia
hubiera advertido el grito de tus años ya vividos
rompiendo las esferas de todos los relojes,
invocándome:

            —ven a mí,
pues solo en ti hallaré el fermento
para amasar tu cuerpo con mi cuerpo cada noche.
         No beberé más que el vino que emane de tus pechos.
Habría sido otra si habitando tú ya el presente y sus auroras
hubieras reclamado mi piel como un derecho

            —esta tierra fértil de tu vientre es mía
y dentro de ella levantaré para ti el poema de la vida.
Habría acelerado el pulso, los latidos.
Me habría adelantado a la llegada de cada primavera,
desgarrando las barreras de este invierno perenne
para llegar a tiempo a ti y, hecha por fin mujer,
ser el torrente de júbilo que te inundara los días
y estallar en tus dedos como las moras maduras.

Dicen que la luz del sur de Portugal ilumina esta orilla. También la luz de Lisboa, esa mujer-ciudad que yo quisiera ser.  En una fachada decadente de Rua do Alecrim destacaba una pintada que decía Aquí caberia um poema.

En tus orillas caben todos los poemas.

Inventario (ampliable) de lugares en los que cabría un poema

En el mínimo espacio
que surge cuando me ciño a tu cintura.
En la exigua distancia
que separa tu sed de mi orilla.
En la pequeña grieta
que se forma en mis labios para dejarte paso.
En la estrecha humedad
que habita entre mi último suspiro y tu bella agonía.

Ahí, justo ahí, cabría un poema.

Hace poco escuché a la bailarina Olga Mesa decir que La realidad está compuesta de cosas no visibles. Tal vez por eso no haya nada más real que los habitantes de Null Island.

Como habitantes de Null Island

Te amé como se aman
las cosas que no ocurren.

(Fernando Beltrán)

La lluvia que no cae sobre nosotros,
la que no nos empapa.
El fuego que no nos abriga,
el que no nos abrasa.
El viento que no nos sacude.
el que no nos arrastra.
Todo lo que no es:
eso somos.

Decirse. Nombrarse. Verbalizarse… Afirmo que el amor son las palabras, que no existe el amor si no se dice, declara Antonio Praena. Por eso yo

Ruego

Háblame siempre.
Mantén viva, fresca, la palabra.
Deposítala en mi piel humedecida
como un escriba en el papiro.
Háblame labios adentro.
Que llegue tu voz, savia abajo,
hasta mi vientre.
Siembra allí el poema
para que nazca a la vida tras mi vida.
Háblame,
pronúnciame aun cuando nos hayamos ido
y seamos ya apenas soplo,
                                       suspiro,
                                                      nada.

Ojalá estos versos, estos poemas, este libro, se queden desde hoy y para siempre a vivir en vuestras orillas.


Vivir en tus orillas (versos desde Null Island)
BajAmar, 2021
10 €

Yasmina Álvarez (Tineo, 1978) trabaja desde 2006 como profesora de didáctica de la lengua en la Facultad Padre Ossó (centro adscrito a la Universidad de Oviedo). En noviembre de 2018 publica su primer poemario: Los versos que nunca os dije (BajAmar, 2018). En 2019 su nombre se incluye en las antologías Voces juntas (Círculo Cultural de Valdediós) y Viento a favor (BajAmar). En ambas se recoge una selección de poemas ya publicados junto a otros inéditos. En el mismo año participa, acompañando al poeta Joan Margarit, en el encuentro Letriberia 6, organizado por la Sociedad Cultural Gesto. Ha colaborado con textos poéticos en el libro-homenaje Yo soy de Quini (Delallama Editorial) y en otras publicaciones periódicas. Vinculada al mundo del teatro desde 1995 como miembro de la compañía Teatro Pausa —dirigida por el dramaturgo Javier Villanueva—, en la actualidad forma parte del elenco actoral de Vibra (Asociación Asturiana de Audiodrama) y ejerce ocasionalmente como locutora de publicidad y actriz de doblaje.

Acerca de El Cuaderno

Desde El Cuaderno se atiende al más amplio abanico de propuestas culturales (literatura, géneros de no ficción, artes plásticas, fotografía, música, cine, teatro, cómic), combinado la cobertura del ámbito asturiano con la del universal, tanto hispánico como de otras culturas: un planteamiento ecléctico atento a la calidad y por encima de las tendencias estéticas.

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