Mirar al retrovisor

El rapto de Europa: un temor en voz alta

Joan Santacana escribe sobre la equívoca prosperidad del continente y su soledad, abandonado por el antiguo 'amigo americano'.

/ Mirar al retrovisor / Joan Santacana Mestre /

Imagen de portada: El rapto de Europa, de Rubens (1628-1629)

Sabido es que la historia no suele servir para profetizar el futuro; sin embargo, es asimismo cierto que todo cuanto ocurre hoy es más fácilmente comprensible si se conoce el pasado. Yo no sé cómo reaccionará una persona ante una adversidad, pero es mucho más fácil que lo pueda prever si conozco su pasado que si lo desconozco absolutamente. Es por ello por lo que, ante los fantasmas del futuro, me propongo hacer algunas observaciones sobre nuestra Europa y su relación con Estados Unidos a la luz de determinadas evidencias del pasado.

Despues de dos guerras mundiales en las cuales Estados Unidos intervino, los yanquis avalaron el papel de Protectores de Europa. Sin embargo, despues de la primera Gran Guerra, un torrente de oro salió de Europa hacia los bancos americanos; era el precio de la ayuda. Los grandes bancos centrales europeos vaciaron sus cajas fuertes y Norteamérica se transformó en una potencia de primer orden. La segunda guerra mundial también fue un escenario para el despliegue americano. Esta vez la intervención fue para salvar a la Gran Bretaña. El resultado fue que el dólar se convirtió en divisa universal, patrón monetario indiscutible, acordado en Bretton Woods. Y empezó un trasvase de poder de los Imperios británico y francés hacia el nuevo imperialismo americano

Luego fue la guerra fría, un largo periodo en el que hubo tantas guerras calientes que uno no sabe por qué la llamamos así. Recuerden: China, Corea, Suez, Vietnam, el Congo, Camboya, Sinaí, Yemen y un largo etcétera. Hubo más muertos en estas guerras desde 1945 que en la segunda guerra mundial. En todos estos conflictos teníamos detrás al amigo americano. Pero la mayoría de estos conflictos eran abastecidos por las grandes corporaciones armamentísticas norteamericanas. Nos decían que «Europa podía dormir tranquila» porque ahí estaba armado y vigilante su gendarme particular. Mientras, nos íbamos americanizando a marchas forzadas, convirtiéndonos en consumidores de sus productos culturales e ideológicos.

Después de un siglo de dependencia militar, económica, financiera y política el Viejo continente es hoy una estructura muy frágil. Esta fragilidad se puso en evidencia hace ya muchas décadas, pero en los últimos tiempos se ha acelerado: hoy sabemos que el amigo no es fiable. Vemos cómo se marcha de un conflicto bélico en el que de forma insensata nos embarcó, sin ni siquiera avisarnos; pacta con británicos y australianos una venta masiva de armas (en este caso submarinos) de espaldas a sus socios franceses; redirecciona sus alianzas sin notificarlo siquiera a sus antiguos amigos y aliados. No, ya no es de fiar. Cierto que el timonel Biden no es tan brusco y maleducado como el anterior; tiene mejores formas, pero en el fondo hace lo mismo. Y ahora descubrimos que nuestra dependencia energética es tal que somos como una casa llena de riquezas, habitada por una familia educada y quizás culta, pero a la que en invierno le pueden cortar la calefacción y en verano el aire acondicionado. También descubrimos que nos hemos confiado tanto que no podemos fabricar ni coches porque no disponemos de la producción de los estratégicos chips y que nuestras vías de subministro atraviesan pasos estratégicos (Singapur, Suez, Panamá…) ninguno de los cuales controlamos. Y, por supuesto, desconfiamos de su paraguas militar cuando vemos que el Oso Ruso mueve sus amenazadoras zarpas en el Báltico y en las fronteras orientales de la Unión.

Mientras todo esto nos está ocurriendo, descubrimos que la metrópoli americana está profundamente dividida en dos mitades, una de las cuales es xenófoba, racista y brutal, y no está asegurado que un bárbaro no vuelva a asumir el control. También descubrimos que ante el desafío sanitario más brutal de la historia contemporánea, nuestros socios se han comportado como unos auténticos patanes: han reaccionado tarde y mal. Ya no podemos confiar en ellos tampoco en este tema.

En definitiva, descubrimos nuestra propia debilidad. Pero lo más grave es que afrontamos esta problemática sin una conciencia clara de nuestra situación. Es  como si el mito griego del rapto de Europa se materializara hoy. En el mito griego la bella Europa recogía flores cerca de la playa, y se le acercó el toro blanco (que no era otro que Zeus disfrazado) y al ver ella que era manso le acarició los costados y se montó en él. Zeus, entonces, arrancó a correr, entró veloz en el mar y se la llevó a su isla.

Al igual que en el mito, estamos desprevenidos, confiados y profundamente divididos; Europa carece de una constitución común; carece de una diplomacia fuerte que hable con una sola voz; sus instituciones, como el Parlamento Europeo son aparatos políticos vacíos, sin un fuerte soporte democrático y con unas competencias legislativas muy por debajo de lo que un parlamentarismo moderno requeriría y, finalmente, ni tan siquiera somos capaces de disponer de una fuerza militar capaz de imponer el orden en nuestras propias fronteras. ¿Hasta cuando podremos continuar así?


Joan Santacana Mestre (Calafell, 1948) es arqueólogo, especialista en museografía y patrimonio y una referencia fundamental en el campo de la museografía didáctica e interactiva. Fue miembro fundador del grupo Historia 13-16 de investigación sobre didáctica de la historia, y su obra científica y divulgativa comprende más de seiscientas publicaciones. Entre sus trabajos como arqueólogo destacan los llevados a cabo en el yacimiento fenicio de Aldovesta y la ciudadela ibérica y el castillo de la Santa Cruz de Calafell. En el campo de la museología, es responsable de numerosos proyectos de intervención a museos, centros de interpretación, conjuntos patrimoniales y yacimientos arqueológicos. Entre ellos destaca el proyecto museológico del Museo de Historia de Cataluña, que fue considerado un ejemplo paradigmático de museología didáctica.

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