/ La jaula / Javier Sánchez Menéndez /
Esa tarde acudió al zapatero para dejar unas botas. Le gustaba ir allí. El señor llevaba toda la vida en el mismo sitio, haciendo su trabajo con amor. El zapatero la admiraba, cuando la vio comenzó a recordarle a su abuela, a su madre, a sus hermanos. Había atendido a todos desde ese mostrador gastado de madera. Ella se ruborizó, pero después entró en la conversación. Le gustaba que le afloraran los recuerdos, necesitaba de ese diálogo de vida que en su día a día no podía llevar a cabo.
Todos estamos faltos de cariño, de diálogos, de conversaciones. Suplimos nuestras necesidades con errores pensando que son el mejor remedio para dejar de estar solos, pero sigue siendo un error, una gran inexactitud.
El primer detalle que debemos captar es que todo se nos muestra en su grandeza y en su integridad. Absolutamente todo. De igual forma disponemos de las capacidades para conocerlo todo. Pero todo pasa por nuestro lado sin que nos demos cuenta, y acabamos sumidos en el desconocimiento. No contemplamos, miramos. No atendemos, ni siquiera escuchamos. No entendemos, nos dejamos llevar por la banalidad.
Tal vez no estemos utilizando todas nuestras capacidades. Tal vez hayamos dejado de utilizar las capacidades que realmente necesitamos, y en su lugar, manejamos otras que no nos acercan a la verdad, a ese todo.
El segundo detalle es que estamos vacíos, somos superficiales, completamente desiertos. Y ese vacío nos lleva a enseñar, y así lo enseñamos todo: qué leemos, qué hacemos, con quién estamos, qué recordamos. Es un error contar en cada momento lo que hacemos, pero mayor error es mostrarlo, enseñarlo. Son manifestaciones de la falta de cariño, de la necesidad de conversación, de la ausencia de diálogo.
¿Estamos tan faltos de ese todo para actuar como lo hacemos? El todo está ahí, ¿no lo contemplas? ¿no puedes atenderlo? ¿no consigues entenderlo?
Vacía es la persona que todo lo enseña, que todo lo muestra, que todo lo cuenta. ¿Realmente importas a alguien? Si todos hacemos lo mismo la conclusión es que nadie importa a nadie.
El tercer detalle es que en este tiempo que nos ha tocado vivir se nos miente y se nos engaña constantemente. Y nuestro vacío hace que nos creamos esas falsedades. Por el hecho de estar vacíos, huecos. Caminamos hacia la ausencia de libertad creyéndonos libres, y es un error. Seremos libres cuando contemplemos el todo, cuando atendamos el todo, cuando entendamos el todo.
Y descubriremos que no hace falta enseñar nada, ni mostrar nada, ni dar a conocer nada a nuestros semejantes que hacen lo mismo que nosotros. Recuerde: nadie importa a nadie.
En cambio, si contemplas el cielo, los pájaros, las nubes, y aprendes de ellos, podrás contemplar, atender y entender el todo, porque ellos son ese todo que nos falta pero que tenemos delante. Y lo dejamos marchar, y se nos escapa.

Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, Cádiz, 1964) es poeta y ensayista, su último poemario publicado es El baile del diablo (Renacimiento, 2017). De su poesía se han publicado tres antologías en España y una en Colombia. Autor de varios ensayos, destacamos El libro de los indolentes (Plaza y Valdés, 2016). Ha publicado cuatro libros de aforismos: Artilugios (2017), La alegría de lo imperfecto (Trea, 2017), Concepto (2019) y Ética para mediocres (2020), y la obra Para una teoría del aforismo (Trea, 2020).
0 comments on “Detalles”