Creación

La conciencia del río

Aforismos de Ricardo Martínez.

/ aforismos de Ricardo Martínez /

La memoria no siempre acude a la cita, y en ello deja vacío y ansiedad, como cualquier cita de amor.

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En la belleza reparamos confiados en hallar algo que nos identifique: la forja de la soledad.

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«Es una mera cuestión de des-amor —decía—. Yo deseo a la Fortuna, pero ella no me desea a mí».

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El poeta habrá de aguardar un poco más; habrá de ser el último, el que cierre la puerta (como hace la muerte, para nuestra armonía).

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El arte que el hombre ha ido legando a lo largo de la historia posee, ante todo, la belleza de su raro silencio. Él es quien, en realidad, primero encanta, seduce, acoge.

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Mañana es un concepto lleno de misterio; un misterio agrandado, si cabe, por la vana familiaridad con la que esgrimimos su posesión delante de los demás.

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Don Quijote ha sido un viajero que se preocupó por ese principio espiritual inherente que es la soledad del hombre. Él fue, de hecho, un gran solitario; de ahí su inabarcable sentido de la generosidad.

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Cada uno de nosotros está constituido de fragmentos de otros. Hasta tal punto que, en ocasiones, del yo verdadero no queda prácticamente nada.

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En la vida vamos a por el botín, y eso es lo que nos resta lucidez.

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Numerar los días es como poner nombre al aire. El tiempo es tiempo, el aire es aire, y lo demás, como nosotros, el objeto de su juego.

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La pereza beneficia, sin duda, la inteligencia, toda vez que le otorga el elemento principal: el tiempo.

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«Lo notas en su cara-ojos al saludarla —ha escrito Musil—. Definen a su poseedora y colman de respuesta a quien entrega-solicita». Canon de amor-sociología.

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La Historia es omnívora.

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«Querida mía, conozco/ mejor que otro/ lo que tu corazón hace latir» (Yeats). ¡El amor y sus errores!

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La experiencia lo ha puesto de manifiesto: la justicia no hace sino prosaizar la realidad (una suerte de malformación).

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No hay nadie, en esencia, que comparta el dolor. He aquí el primer principio de la racionalidad. Algunos lo han sabido, como Musil: «El yo es quien sufre, es la víctima; aquello de lo cual es víctima es la vida». Alea jacta est.

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«¡Ay, amor, cuánto amor nos robas!», exhaló, antes de levantarse y acudir a la cita.

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¿Quién posee el olvido?, se preguntaba, a sabiendas de que era él el único poseedor.

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«Habría que ponerle algún coto a la muerte», exclamó el administrador.

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Al tiempo que amamos, ¿no exigimos la implícita pleitesía de quien es amado?

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El silencio es un emblema de rigor: la soledad no podría admitir fingimientos.

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El eco es la aventura de ese solitario que, por prudencia y timidez, evoca solamente lo conocido.

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Se suceden las lunas, pero se suceden sobre todo sus símbolos, que es la fuerza verdadera que ejercen sobre nosotros.

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Si el vino no estaba ya ahí, antes que el hombre, sí lo estaban sus signos: la embriaguez, la alegría amorosa, la desolación. El vino, luego, instituyó la verdad.

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El amor contribuye a entender la Naturaleza. Después de haber sucumbido a su sugerente belleza nos damos cuenta que no nos es fiel sino en apariencia.

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¿Acaso te atreverías tú a señalar algún Régimen, algún Imperio que haya sobrevivido a la ironía?


Ricardo Martínez realizó los estudios de filosofía y letras en las universidades de La Laguna y Valladolid, concluyendo su carrera universitaria con los estudios de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Su obra como escritor es bilingüe, habiendo publicado tanto en gallego como en castellano. Como ensayista y crítico literario ha colaborado tanto en prensa (La Voz de Galicia, El País) como en revistas especializadas (Clarín, Revista de Occidente). Ha cultivado distintos géneros como autor. En poesía podemos citar: Lento esvaece o tempo (Milladoiro, 1990), Los argumentos de la tarde (A.G., 1991), De cuanto nos es dado (Calima, 2006) y Na terra desluada (Espiral Maior, 2009). Su obra Orballo nas camelias pasa por ser la primera obra de haikus en la literatura gallega. En prosa ha publicado varios libros de aforismos: Debullar (Galaxia, 1996), Cuentas del tiempo (Pre-textos, 2004), Alusión al paisaje (Calima, 2006), Ecos da néboa (Trifolium, 2012). Es autor, asimismo, del libro de relatos La luz en el cristal (Calima, 2011). Ha obtenido el premio Benasque de poesía y diploma de honor en el concurso internacional de relatos breves Jorge Luis Borges y en 1997 le fue otorgado el premio Reimóndez Portela de periodismo. Colabora en prensa y revistas especializadas. Desde el año 2014, la Fundación Jorge Guillén es la depositaria de la obra del autor. Dispone de su propia página web.

Acerca de El Cuaderno

Desde El Cuaderno se atiende al más amplio abanico de propuestas culturales (literatura, géneros de no ficción, artes plásticas, fotografía, música, cine, teatro, cómic), combinado la cobertura del ámbito asturiano con la del universal, tanto hispánico como de otras culturas: un planteamiento ecléctico atento a la calidad y por encima de las tendencias estéticas.

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