/ por José de María Romero Barea /
Clásicos son esos libros de todos los tiempos que son testigos privilegiados de nuestra época. Aquellos que, al apostar por lo universal, aciertan en lo particular. Se extiende a través del contenido hiperespecífico, con marcas espaciotemporales, el autor francés Honoré de Balzac (Tours, 1799-París, 1850), desdeñando la programada obsolescencia de nuestra contemporaneidad.
Nada menos que la actualidad se encapsula en el volumen XIV de la saga narrativa La comedia humana (Hermida editores, 2022; traducción de Aurelio Garzón del Camino), pandemónium donde otras almas nos rodean, narración de diversos miembros desmembrados testigos de un pasado que preludia el totum revolutum de Internet, que ha venido a llenar el vacío dejado por la literatura.
«El verdadero amor es eterno, infinito, siempre semejante a sí mismo». Sigue asombrando en El lirio en el valle (1836) la brutalidad de las insurrecciones, el omnipresente poder de la letra escrita que logra derribar estructuras que creíamos eternas. No desea quedar relegada al olvido. Para ello, se expone visceralmente en su fragilidad, construye su legado sobre una defensa contra la amnesia colectiva: «Una de las reglas más importantes en la ciencia de las costumbres es la del silencio casi absoluto acerca de nuestra identidad».
El tema principal de El médico rural (1833) es el futuro: cómo siempre hemos querido saber qué sucederá a continuación, cómo esa necesidad se vuelve mayor cuanto más miedo tenemos a lo que pasará: «Si cada uno piensa solo en sí mismo y confía solo en sí mismo, ¿cómo queremos que haya coraje civil, si esta virtud se basa en la abnegación?». Leemos la historia del comandante Genestas como el que consulta a un clarividente en busca de consejos. Consultamos las disquisiciones del médico filántropo Benassis como una tabla ouija: «De nada valen la educación, la honradez o el amor a la patria si no hay una voluntad firme de descuidar cualquier interés personal para dedicarse al bien público».
Nos rendimos al distanciamiento de El cura de aldea (1839), compensados por el buen humor: «La superioridad natural de un espíritu libre, sincero, educado como en un desierto y fortalecido por la religión, le había dado [a Véronique Graslin] una especie de grandeza sin trabas y ciertas necesidades a las que el mundo provinciano en el que vivía no ofrecía sustento». Coliden los negocios, el crimen organizado, las fuerzas del bien: «No hay lugar en un bosque que no tenga su significado […] Tiene su analogía con el laberinto del pensamiento humano».
Los campesinos (1844) no solo va de nuestras derivas poscovidianas. Retrata cómo un momento histórico dado, el del conde de Montcornet en el Château des Aigues en la Borgoña, se conecta con las inquietudes universales del campesinado, ese «Robespierre con una sola cabeza y veinte millones de armas». Las líneas que traza el Caballero de la Legión de Honor de 1845 entre entonces y ahora se conectan en un inframundo donde los cadáveres del discurso discuten entre sí: «¡He aquí el progreso! ¡Una página del Contrato social de Jean-Jacques [Rousseau]!».
Subyace a las florituras literarias una realidad veraz, a la vez que aterradora: frente a las deflagraciones de la contemporaneidad, solo es posible la justicia poética. Consciente de ello, el representante de la novela realista del siglo XIX se desplaza entre los distintos pretéritos posibles, representado por los mitos de las civilizaciones, y el porvenir, representado por nuestros temores, aislados a distancia en nuestra civilización YouTube.

Honoré de Balzac
Trad. Aurelio Garzón del Camino
Hermida, 2021
1352 páginas
46 €

José de María Romero Barea (Córdoba, 1972) es profesor, poeta, narrador, traductor y periodista cultural. Es autor, entre otras obras, de los poemarios Resurrecciones (2011), (Mil novecientos setenta y) Dos (2011) y Talismán (2012), que conforman la trilogía El corazón el hueco, primera sección a su vez del proyecto Poesía (qué si no). El primer libro de la segunda sección, Un mínimo de racionalidad, un máximo de esperanza salió publicado en 2015. Romero Barea también es autor de la trilogía narrativa Interrupciones, formada por Hilados coreografiados (2012), Haia (2015) y Oblicuidades (2016), y ha traducido los poemarios Spanish sketchbook, de Curtis Bauer (España en dibujos, 2012); Disarmed, de Jeffrey Thomson (Inermes, 2012) y Gerald Stern. Esta vez. Antología poética (2014). Además, colabora con reseñas, entrevistas y traducciones en publicaciones de ámbito nacional e internacional como El País (Babelia), Le Monde Diplomatique, La Vanguardia (Revista de Letras), Claves de Razón Práctica, Ábaco, Quaderni Iberoamericani, Quimera y Nueva Grecia, de cuyo consejo de redacción forma parte. Los volúmenes La fortaleza de lo ilegible (2015) y Asalto a lo impenetrable (2015) incluyen una amplia selección de su obra crítica.
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