El runrún interior

El runrún interior (88)

Pablo Batalla Cueto registra en su dietario pensamientos propios y notas de libros leídos y cosas vistas en Internet, escribiendo sobre el fútbol moderno o el fallecimiento de Francisco Abad, colaborador de EL CUADERNO.

/ por Pablo Batalla Cueto /

El runrún interior (87)

Martes, 31/1/2023. Mark Lowen, corresponsal de la BBC en Roma, comparte en sus redes sociales una foto con su pareja, Pedro Penim, y un bebé. Comenta: «Después de seis semanas en el maravilloso Canadá y el llanto de la despedida de nuestra increíble amiga, vientre de alquiler, es hora de volver a nuestra casa en Lisboa con nuestro nuevo miembro de la familia; el equipaje de mano más hermoso. Canadá: son ustedes una resplandeciente luz de democracia e igualdad. Gracias por dejarnos cumplir nuestro sueño». El horror de los vientres de alquiler concentrado en una pequeña cápsula: una madre hecha un mar de lágrimas tras separarse del niño que ha gestado, la concepción del mismo como la mercancía que de hecho es —«nuestro equipaje de mano más hermoso»—, la espuria idea de libertad con que se pretende envolver el asunto, la de que uno tenga derecho a que se cumplan sus sueños, sean los que sean. Repugnante.

*

Veo rescatar en Facebook esto de 1997 sobre Fernando Fernández Noval, delegado del Gobierno del PP en Asturias, que acababa de suspender la declaración de oficialidad del asturiano hecha en varios concejos de la región: «Noval comentó, en tono de broma, que él no se identifica con el término llingua. A sus antepasados, a sus abuelos, siempre les oyó decir “vamos a falar, no vamos a llinguar”». Los enemigos del asturiano siempre han sido profunda, esférica, rematadamente imbéciles; no es una cosa de ahora. Los actuales solo son continuadores devotos de una larga estirpe de botarates.

*

Una interesantísima reflexión de Javier Fernández Vázquez en Twitter:

«Qué imponente muralla de clase social la que levantan los documentales en primera persona que reconstruyen o fabulan con la historia familiar de sus antepasados a través de materiales domésticos: super-8, abundantes fotografías, cartas, etcétera. Vacaciones por el mundo en épocas en las que casi nadie viajaba, celebraciones en enormes casas con jardines y comedores, cartas con caligrafía exquisita y lánguidas citas a poetas. Qué exhibición impúdica involuntaria de capital económico y cultural. No niego la calidad y sensibilidad de algunas de estas obras pero qué difícil es para mí sacudirme esta sensación. Porque es insuperable. Alguien de clase obrera puede llegar a hacer cine. Es extremadamente difícil pero, con mucha —mucha— suerte, perseverancia y habilidad hay una posibilidad potencial. De hecho, podrá llegar a dirigir superproducciones o ser la próxima sensación del cine de autor. Pero lo que jamás podrá hacer es películas como esas. El subgénero cinematográfico inaccesible por definición. Cuántas vidas, cuántas historias perdidas para el cine porque no quedó constancia visual suficiente. Sencillamente porque era caro para la mayoría de la población. Un par de álbumes de fotos, poco más. Qué reto monumental para un cineasta abordar esa ausencia, esa escasez. Estoy más convencido de que, si algo bueno trae la era digital es que, dentro de cincuenta años, cineastas de casi cualquier origen podrán rastrear la vida de sus antepasados —nosotros—, su registro audiovisual, también incompleto y parcial, pero mucho más rico y variado. Por último, desearía introducir una matización al concepto de found footage o metraje encontrado. Si el material pertenece a la propia familia del cineasta, deberíamos hablar de inherited footage o metraje heredado. Creo que la diferencia es fundamental y radical».

*

«Quiero devolver al Sporting adonde se merece», dice Marsà, un central catalán, recién fichado. Yo soy del Sporting y, obviamente, quiero que el club regrese a Primera cuanto antes, cuanto más tiempo y acabando clasificado cuanto más arriba. Pero me empieza a chirriar mucho ese cliché engreído, tan nuestro, del «donde se merece», del «donde nos corresponde por historia»; esa melancolía del «con lo que fuimos», incapaz de disfrutar de un presente en el que no se sea lo que se fue. Creo que deberíamos asumir con serenidad que aquellos años dorados fueron pocos y excepcionales y que, ante todo, somos un histórico, no de Primera, sino de Segunda. Tal vez lo que nos corresponda por historia sea estar aquí. Y, por ello, tal vez debamos dejar de considerar la historia como dadora y quitadora de razones. Se hacen revoluciones cuando se piensa: si la historia dice que no se puede hacer, peor para la historia.


Miércoles, 1/2/2023. Conocemos hoy que se cierra por testimonios infundados la investigación sobre una presunta conducción temeraria de Chema Jáñez, concejal de Izquierda Unida en Astorga, un gran tipo al que tengo la suerte de tratar. He ahí una historia local, pero que dice algo sobre lo universal. El sainete fue pergeñado probablemente por empresarios perjudicados por la municipalización del servicio de basura, ha durado un año y pico y le ha hecho daño tanto a Chema, como a IU. Legislar para la mayoría y plantear batallas por el procomún tiene un coste. Y aunque, como en este caso, al final los buenos ganen, ya decía Goebbels que de siempre queda algo de la mentira propagada.

*

Luis Miguel pasándose el juego de la poesía a cuenta de su relación con Paloma Cuevas, asunto del que me entero haciendo cola en una confitería con la tele encendida. Canta el cantante: «Desde entonces, Paloma querida, mi pecho he cambiado por un palomar». Crack, titán, monstruo, brontosaurio.


Jueves, 2/2/2023. Una noticia de 1991, que leo para cotejar una cosa que me ha contado Laura González, veterana militante asturiana del PCE e Izquierda Unida, que en calidad de presidenta de la Junta General del Principado de Asturias viajó aquel año a Cuba con una delegación del Gobierno asturiano presidida por Juan Luis Rodríguez-Vigil, organizada poco después de la visita de Manuel Fraga a la isla:

«La reunión que sostuvieron el sábado Juan Luis Rodríguez-Vigil y el presidente cubano, Fidel Castro, se desarrolló en un yate de pesca. Allí, entre copas de vino y pinchitos de langosta, Castro cambió su legendario uniforme verde-oliva por un bañador, y charló durante más de 12 horas con el presidente asturiano sobre muchos temas, pero fundamentalmente sobre la necesidad de adaptar la débil economía cubana a la nueva realidad internacional, surgida tras la desaparición del sistema socialista de la faz de la tierra […] Pero, para no aburrirse demasiado con estos temas económicos, entre parrafada y parrafada Castro se zambullía en las aguas del Caribe y subía las langostas, que fueron luego el menú de la jornada marinera».

Laura me confirma la anécdota: en aquella cumbre se comieron las langostas que el propio Fidel en bañador había pescado. Me divierte; es divertido. Confieso que también me chirría, me desagrada. No soy sospechoso de antipatía hacia la Revolución cubana, ni hacia Fidel Castro, pero creo que esa historia es el reflejo anecdótico de una confusión entre lo público y lo privado que no debiera estar jamás presente en un líder de izquierda, ni en un proceso revolucionario, y es una de las partes oscuras de una Revolución con partes muy luminosas. Se hace la revolución para ahondar y consolidar esa separación, no para suprimirla; se hace, si es una verdadera emancipación, en pos de la tangente ática, equilibrio entre el bien privado y el bien común. Esa separación debe, no solo existir, sino parecer que existe. El líder no debe pescar las langostas que sean comida de una cumbre de Estado, porque una cumbre de Estado no puede parecer una invitación informal a amigos a su casa. El rey debe tener dos cuerpos.

*

Transcribo la entrevista a Laura González. Me queda muy guapa, creo. Laura, locuaz, lúcida, inteligentísima, da mucho juego. Lo da desde las primeras preguntas. Cuando le inquiero por su infancia, me arroja estas estampas antropológicamente impagables, testimonio, de los que ya solo pueden quedar pocos, de quien vio llegar con sus ojos la industrialización y la destrucción de un paisaje amado:

—Laura: naces en Avilés en 1941. Tu infancia y adolescencia transcurren en el barrio de San Sebastián, donde tu abuela Mercedes tenía una tienda-chigre. Háblame de tu familia y del paisaje de tu niñez.

Antes de que llegara ENSIDESA, que fue la que nos quitó de allí, aquello era un poco un paraíso. Teníamos, efectivamente, una tienda-chigre como las que hay ahora en los pueblos, y, por detrás, salíamos a la ría de Avilés. Mi padre era mucho de bañarse, de ir al mar, pero también a la ría; a donde fuese. Y bajábamos a bañarnos a la ría, que estaba limpia en aquel momento. Íbamos mucho a la playa de San Balandrán. Probablemente hubiera entre seis y siete kilómetros, pero íbamos caminando, fíjate tú: ahora no vas caminando a ningún lado. Recuerdo a mi padre y a mi madre con el serón del pequeño en una mano, las tortillas y las empanadas en la otra y pasar el día en la playa, que es donde yo aprendí a nadar. Era una maravilla. Sobre los trece o catorce años míos, llegó ENSIDESA, y acabó con ese paraíso de la manera más dura.

—En plan La aldea perdida de Palacio Valdés, ¿no?

Sí, exactamente igual. Empezaron a llegar con grandes tubos y todo aquel paisaje detrás de mi casa, todo lleno de praos hasta la ría, donde lavaban las mujeres, empezó a cubrirse de barro, porque había que rellenar. Una vez, mi hermano Iván, que es el segundo, y vive en Lanzarote desde hace muchos años, se resbaló, porque no paraba, y cayó como en unas arenas movedizas: nos costó sacarlo. Nunca se me olvidó aquel susto tan grande que llevamos.

*

Marco Aurelio: «El verdadero modo de vengarse de un enemigo es no parecérsele».


Viernes, 3/2/2023. Lanza la Central Lechera Asturiana una campaña contra las leches que llama fake: de avena, de arroz, etcétera. Se han puesto muy de moda. Los veganos están que trinan: dice uno que «el verdadero fake fue hacer creer a la población durante décadas que necesitamos consumir un alimento destinado al crecimiento de un ternero». Yo comparto lo que dice un tuitero anónimo: «Muy a tope con denunciar los problemas de la industria ganadera y sus triquiñuelas publicitarias, pero las vacas se domesticaron hace miles de años para dar leche, mucha más de la que puede tomar y necesitar un ternero, y los seres humanos nos adaptamos a este alimento». En general, pienso yo, cójase con pizas cualquier discurso que base su prescripción o proscripción de algo en que es o no es lo natural. Lo natural en el ser humano no es hacer esto y no hacer lo otro (y, desde luego, no estamos «destinados a»: Dios no existe, no existe el destino): es poder hacer esto y también lo otro. La adaptabilidad.

*

Leemos que, en Colombia, emerge la propuesta de que las mujeres con muerte cerebral, puesto que pueden llevar embarazos a término, sean utilizadas para gestar niños para parejas sin hijos. Leemos que Massachusetts propone reducir la condena a presos que donen un riñón, parte del hígado o médula ósea. La relación entre estos dos hechos la expresa bien la cuenta de Twitter de Capitán Swing: «Convertir a mujeres en muerte cerebral en incubadoras o a empobrecidos encarcelados en reservorios de órganos. Despojado de cualquier límite ético, el orden neoliberal expone sin pudor su mercantilismo deshumanizador».

*

Hay otros escritores ungidos por la Cultura de la Transición que me caen bien o no me caen mal, pero Fernando Aramburu (aunque no me disgustó Patria) me da una pereza tremenda.


Sábado, 4/2/2023. Pierde el Sporting en Leganés, y el nuevo entrenador, Miguel Ángel Ramírez, explica que «en la primera parte ellos cambian la salida de balón y teníamos que ajustar la presión, justo cuando lo hacemos sufren la expulsión y el partido pasa al campo contrario, espacios laterales, se intentó unir a los centrales para recibir en una posición más adelantada y te cambia la hoja de ruta porque no preparas el partido contra uno menos». Sic. Perdimos contra jugábamos contra un equipo que cometió la insolencia de jugar con uno menos, y estropearle el esquema a Trainer McCoach. No puedo con estos entrenadores ultrateóricos, alonsos quijano o ivanes redondo balompédicos con el seso sorbido por una flipadura de pizarras garabateadas de flechazos de tiza, aferrados a un esquema dogmatizado, estrategas de videojuego, científicos pretendidos del balón pateado. Recuperar una cierta naturalidad, espontaneidad e improvisación en el fútbol empieza a ser un clamor. Nos reímos del Rajoy que, en sus columnas sobre la España de Luis Enrique, decía, con esa sentenciosidad de perogrullo tan suya, que mejor que el balón esté en el área del rival que en la tuya. Pero tenía toda la razón; la tiene, en general, cuando expresa ese desconcierto del aficionado que no entiende estas reinvenciones de la rueda, estos rizamientos del rizo. Vivimos tiempos en que hay que decir las cosas de perogrullo, porque no lo parecen. Fútbol es fútbol, gol es gol; aquellas tautologías de Boškov.

*

Entrevistan en El Confidencial a Ramón Tamames, sobrevenido candidato, casi nonagenario, de la esperpética moción de censura que pretende lanzar Vox. Le preguntan por el inconveniente que representa esa ancianidad y dice: «Mi maestro Juan Velarde tiene 95 años y está como una rosa. Está mejor que yo en algunas cosas, en movilidad por ejemplo. Yo tengo una edad, pero todavía tengo pensamientos y me gusta transmitirlos». Añade el redactor una nota: «El economista Juan Velarde, premio Príncipe de Asturias en 1992, falleció en la tarde del 3 de febrero, horas después de la realización de esta entrevista». Impagable.


Domingo, 5/2/2023. Me entero con pesar de que ha fallecido Francisco Abad, uno de los colaboradores más queridos de El Cuaderno. Tuvimos una relación curiosa, Paco y yo, que iba más allá del puro envío de textos para publicar en la revista. Nos mandábamos largos e-mails. Él me comentaba su parecer sobre alguna cosa que yo había escrito, o su indignación por lo que habían escrito otros. Era un hombre conservador y creyente, creo que ambas cosas en grado sumo, a quien algunas de mis cosas debían de horrorizar, pero culto y sumamente educado, dialogante y prudente, como ojalá lo fueran, y no lo son, tantos de mis correligionarios. Creía en algo que no cree una época, esta nuestra, en la que es típico presumir de «visceral», de «sincero», de «no callarse», de «decir las cosas a la cara»: somos civilizados cuando no somos viscerales, cuando no somos mentirosos pero sí piadosos, cuando no arrojamos el golpe de una sinceridad bruta al rostro de los demás, sino que se la allegamos procesada, pulimentada, alisada en sus aristas hirientes.

Me resultaba agradable, por inusual, aquella cortesía clásica. A veces me contaba anécdotas personales, me transmitía algún dato o historia interesante relacionado con algo que me había leído, me recomendaba alguna lectura. Si me hacía alguna crítica, o se la hacía a algún otro colaborador, yo le respondía con una epístola digital también larga, razonándole con respeto mi parecer. A veces me acababa dando la razón, a veces se la daba yo. Una vez le rechacé un artículo, cosa que he hecho muy pocas veces, por unos comentarios contra el aborto que me parecía que cruzaban demasiado la raya de nuestra línea editorial. Comprensivo y generoso, como no suele esperarse que lo sea alguien a quien se le rechaza un artículo, no se lo tomó para nada a mal.

Me da pena pensar que ya no nos mandaremos ninguno de esos e-mails y que ya no disfrutaremos, en El Cuaderno, de los confines peculiarmente extensos de su sabiduría, del repliegue ibérico de la borraja europea a Lao Tsé, de la gastronomía sefardí a la novela renacentista. Séale, serále, la tierra leve. Ojalá tuviera razón el cristiano que fue, y no la tenga el ateo que yo soy, y habite ahora, descansando en paz, la vida eterna, libre del dolor y los pesares de este valle de lágrimas, en las estancias firmamentales del Dios en el que creía. Creo que se pudo decir de él lo más sencillo y mejor que puede decirse de alguien que falleció: era un buen hombre y un caballero.

El runrún interior (89)


Lunes, 6/2/2023. Una propuesta de Gonzalo Torné: «Encerrar a todos los partidarios de que la literatura cura con los partidarios de que la buena literatura duele Y que solo puedan salir los que maten a los otros, y nos libramos del 50% de pelmas de golpe a manos de los otros pelmas». Suscribo.


La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es lnuevodr-1024x682.jpg

Pablo Batalla Cueto (Gijón, 1987) es licenciado en historia y máster en gestión del patrimonio histórico-artístico por la Universidad de Salamanca, pero ha venido desempeñándose como periodista y corrector de estilo. Ha sido o es colaborador de los periódicos y revistas Asturias24, La Voz de Asturias, Atlántica XXII, NevilleCrítica.cl, La Soga, Nortes, LaU, La Marea, CTXT y Público; dirige desde 2013 A Quemarropa, periódico oficial de la Semana Negra de Gijón, y desde 2018 es coordinador de EL CUADERNO. Ha publicado los libros Si cantara el gallo rojo: biografía social de Jesús Montes Estrada, ‘Churruca’ (2017), La virtud en la montaña: vindicación de un alpinismo lento, ilustrado y anticapitalista (2019) y Los nuevos odres del nacionalismo español (2021).

2 comments on “El runrún interior (88)

  1. Pingback: El runrún interior (87) – El Cuaderno

  2. Pingback: El runrún interior (89) – El Cuaderno

Deja un comentario

Descubre más desde El Cuaderno

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo