Mirar al retrovisor

Las grandes contradicciones

Un artículo de Joan Santacana sobre cómo la ideología o la religión pueden impedir la evolución de una sociedad.

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El gran arqueólogo e historiador V. Gordon Childe explicaba cómo en la lejana Edad del Bronce, cuando el único metal disponible para la fabricación de herramientas era la aleación de cobre y estaño, miles de campesinos producían excedentes agrarios suficientes para que las antiguas monarquías de origen divino, como las mesopotámicas o el propio Egipto faraónico, pudieran financiar expediciones en busca de estos metales y alimentar de esta forma sus ejércitos, su burocracia y una tecnología que producía objetos de lujo para su uso exclusivo.

Todo esto fue así hasta que fue posible disponer de un metal industrial más barato que fue el hierro. El hierro es muy abundante en la superficie de la Tierra, especialmente si se compara con el cobre o el estaño, y por lo tanto se requería mucho menos excedente agrario para financiar a los artesanos y producir herramientas de aquel resistente metal. Pero en Egipto, el sistema de producción propia de la Edad del Bronce, que se había consolidado durante mas de dos mil años, era tan rígido que no se podía modificar fácilmente. Así, cuatro siglos después del descubrimiento de hierro, los artesanos egipcios todavía seguían trabajando con martillos de piedra, herramientas de madera, mientras que el hierro no había penetrado en el País del Nilo. En esta misma época, sus colegas griegos utilizaban martillos, sierras y arados de hierro.

¿Por qué en Egipto el nuevo material no se introdujo hasta muy tarde, casi en el periodo helenístico? Porque en realidad el sistema teocrático opuso una tenaz resistencia a toda innovación, de cualquier tipo, incluida la tecnología. Ello estorbó de tal forma el uso del hierro en la sociedad egipcia que el país entró en una fase irreversible de decadencia, siendo fácilmente vulnerable para sus vecinos que sí disponían y utilizaban el hierro abundantemente. Y es que para que la ciencia y la tecnología progresen se requieren algunas condiciones previas.

Naturalmente, el caso egipcio no es el único en el cual se pone de manifiesto cómo la ideología o la religión pueden impedir la evolución de una sociedad. Es conocida la inicial oposición del islam a la imprenta o el posicionamiento de la Iglesia contra la teoría de Copérnico, dos hechos que retrasaron notablemente el progreso y el desarrollo de las sociedades musulmanas y paralizaron durante siglos el avance de la revolución científica en Occidente. En efecto, Braudel explicó ya hace tiempo cómo en los territorios sometidos a los imperios otomano, persa o mongol la reticencia al uso de la imprenta se alargó hasta principios del siglo XIX y, mientras, fiaron su producción literaria a los manuscritos.

En el caso de Copérnico, cuando en 1543 publicó De Revolutionibus, con su descripción de cómo la Tierra se mueve girando sobre su eje y dando vueltas alrededor del Sol, una de sus conclusiones más importante fue que afirmó que aquello que había escrito era efectivamente cierto y demostrable. La respuesta de la Iglesia a la obra del sabio polaco llegó por boca de Paulo V —el cardenal Camilo Borghese— y fue la absoluta prohibición a los católicos a leer esta obra y todas las de su autor, ¡negándose a autorizar su impresión hasta 1822!

Sin embargo, parece que en nuestro mundo no aprendemos nunca este tipo de lecciones y creo que en el mismo orden de cosas, podemos situar las prohibiciones a las investigaciones sobre células madre a pesar de que sabemos que pueden ser empleadas para una gran cantidad de tratamientos. En este caso, el papa que se opuso en determinados casos fue Benedicto XVI, por considerar moralmente erróneo destruir un embrión. ¡Siempre tropezamos con la misma piedra!


Joan Santacana Mestre (Calafell, 1948) es arqueólogo, especialista en museografía y patrimonio y una referencia fundamental en el campo de la museografía didáctica e interactiva. Fue miembro fundador del grupo Historia 13-16 de investigación sobre didáctica de la historia, y su obra científica y divulgativa comprende más de seiscientas publicaciones. Entre sus trabajos como arqueólogo destacan los llevados a cabo en el yacimiento fenicio de Aldovesta y la ciudadela ibérica y el castillo de la Santa Cruz de Calafell. En el campo de la museología, es responsable de numerosos proyectos de intervención a museos, centros de interpretación, conjuntos patrimoniales y yacimientos arqueológicos. Entre ellos destaca el proyecto museológico del Museo de Historia de Cataluña, que fue considerado un ejemplo paradigmático de museología didáctica.

1 comment on “Las grandes contradicciones

  1. Núria

    Quanta raó, com sempre, Joan !!! Una abraçada !

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