Arte

Galerías y mujeres artistas: luces de paso en un palacio oscuro

La colectiva 'EntreArte III. El Norte' en femenino, organizada por la Asociación de Galerías de Asturias, reabre temporalmente para el arte, después de años, el Palacio Revillagigedo de Gijón.

/ por Juan Carlos Gea /

Hay ocasiones en las que, más allá de la retórica de discurso inaugural y las efusiones de titular periodístico, una exposición acredita sin exageraciones la categoría de acontecimiento. Los motivos pueden ser estrictamente artísticos o bien extrínsecos, contextuales. Y en estos últimos casos, acontecimiento significa que el acontecimiento en sí obtiene más protagonismo y emite más mensajes que la producción artística a la que envuelve, incluso al precio de eclipsarla en no pocas ocasiones; casos en los que, por ejemplo, la singularidad del contenedor, el motivo o la oportunidad con la que se organiza la muestra, el asunto que presenta o la misma naturaleza del artista o de los promotores reclama per se tanta atención como las obras que se exponen, cuando no más. Un fenómeno nada extraño, por otra parte, en un clima cultural del que forman parte sustantiva y fuertemente entrelazada la faramalla del espectáculo, el fetichismo del envoltorio o de la autoría, la propaganda corporativa, el culto al número, las estrategias de mercado o el puro y simple esnobismo que desde siempre viene a ser el reverso del prestigio social asociado a la cultura.

Por motivos muy distintos a todos estos, la colectiva EntreArte III. El Norte en femenino, promovida por la Asociación de Galerías de Arte Contemporáneo de Asturias en el Palacio de Revillagigedo de Gijón, se inauguró el pasado 22 de octubre envuelta en ese tipo de singular sobresignificación del envoltorio o del contexto: uno de estos casos de prevalencia —o al menos equivalencia— del evento sobre la obra, con independencia de la calidad o el interés de esta. Y si, en esta ocasión, el evento es el mensaje, es así por razones que creo justificadas; como creo que sería completamente injusto permitir que —incluso reconociéndolo— el envoltorio y las circunstancias solapen el valor de lo envuelto. Las razones para lo primero son diversas y creo que se imponen por sí mismas.

La primera de ellas es evidente. Para cualquiera que tenga la suerte de haber conocido y disfrutado los años gloriosos del Palacio de Revillagigedo —y no me refiero a aquellos en los que Isabel II se alojó en sus alcobas entre baño y baño de caseta en la vecina playa del Pando—, la inauguración de EntreArte III tuvo mucho de re-inauguración, de celebración de un reencuentro y a la vez de una nostalgia con retroceso, no exenta de un irreprimible cabreo retrospectivo. Hacía demasiados años que nada de lo mostrado en las salas y galerías de palacio con penosa discontinuidad permitía revivir la extraordinaria etapa que —de nuevo sin exageraciones— lo convirtió durante unos años en un potente y hasta ejemplar centro de actividad expositiva, divulgativa y documental, después de su adquisición y reforma por la Obra Social y Cultural de Cajastur a finales de la década de los ochenta y antes de la proliferación de equipamientos estelares en el norte y el noroeste del país. Y antes también de la paulatina pero cada vez más desembozada estrategia de dejación y abandono que lo ha reducido a sede de exposiciones de temporada turística, mercenarias y oportunistas, cuyo único objetivo parece ser el de cubrir gastos de mantenimiento mediante su alquiler, consumando en su equipamiento más señero el desmantelamiento casi total de la Obra Social y Cultural en el proceso de mutaciones y fusiones financieras que transformaron la benemérita —y parcialmente pública— Caja de Asturias en Liberbank y que han culminado con su fusión con Unicaja. EntreArte III es acontecimiento ya solo por permitir que se reviva esa experiencia: recorrer un Revillagigedo recuperado como contenedor de una muestra artística de calidad y comprobar qué bien siguen funcionando sus espacios cuando se los utiliza para un montaje tan limpio y acertado como el que ha concebido Ramón Isidoro.

Manzano en flor, de Alba Escayo

Enlazando con el pasado

Pero hay más argumentos que, del mismo modo, enlazan con el pasado. Como ese ordinal romano de su título indica, hubo otras dos EntreArte —1998 y 2007, año uno ante Lehman— con la misma estructura de muestra colectiva organizada por galerías asturianas; una iniciativa en la que el Revillagigedo y las salas privadas de arte remaban juntos, en plena sintonía con la labor de vindicación y difusión del arte y los artistas asturianos que ocupó una parte esencial del programa expositivo de aquellos años; sumando, en este caso, la promoción de las propias galerías como agentes cada vez más destacados en el conjunto de la actividad cultural en Asturias.

Mucho —y muy recio— ha llovido en los 16 años transcurridos desde la segunda EntreArte. Las galerías han sobrevivido al temporal; la histórica labor cultural de la entidad financiera asturiana, no. Lo que, por un lado, no ha conseguido llevarse por delante el encadenamiento de crisis económicas y pandemias globales en un sector a la intemperie, enormemente vulnerable, lo han conseguido, por el otro, los flujos subterráneos del capital financiero en su búsqueda del cauce más fácil hacia un beneficio que ya ni se preocupa de dejar que algo afluya de regreso a la superficie, siquiera por simple, y por lo visto obsoleta, estrategia corporativa de imagen.

Por eso resultaron tan intempestivas —y tan elocuentes a la vez en su subtexto— las palabras inaugurales del director general de la Fundación Bancaria Cajastur, Carlos Siñeriz, quien, accusatio non petita, arremetió en un tono demasiado desabrido para un anfitrión verdaderamente hospitalario contra la supuesta campaña mediática de desprestigio y acoso contra la Fundación; más o menos como si la cesión del Palacio (gastos de mantenimiento aparte) para EntreArte III constituyese una prueba del presunto compromiso con el arte y la cultura asturianos que —aseguró con una vehemencia igualmente delatora— sigue manteniendo la entidad que dirige aunque no haya liquidez suficiente en las cuentas corrientes de la Fundación para ello, según recalcó él mismo. Por fortuna, los artífices mediáticos de la conjura no se hicieron demasiado eco en sus crónicas y los titulares no eclipsaron el protagonismo de quienes debían de tenerlo: galerías y artistas.

A las palabras se las llevan los pájaros, de Flavia Robalo

Comparecencia y autoafirmación

Para las primeras, EntreArte III ha venido a ser un acto corporativo de comparecencia pública y de autoafirmación ante la sociedad como sector empresarial organizado y como parte muy activa del ecosistema cultural asturiano. La reciente refundación de su Asociación y la renovación de la directiva, con el impulso de la joven galerista Diana Llamazares a la cabeza, viene a ser la traslación de lo que ha sucedido en el sector en estos años de obligado reajuste y replanteamiento, cuando no reinvención; un tránsito a veces muy arduo y arriesgado en el que se han reforzado su profesionalización y su consolidación como empresas, se ha diversificado y ampliado el perfil de coleccionista y se ha ensanchado el mercado con una proyección al exterior que hace que la presencia habitual de salas asturianas en grandes certámenes nacionales e internacionales siga siendo noticia, pero ya no el titular casi exótico que era hace apenas unos años. Desde 2007 —por tomar como referencia la segunda EntreArte— ha habido, por supuesto, naufragios y cierres, pero también aperturas y consolidaciones, y las galerías que han echado el cierre lo han hecho casi siempre con sus ciclos de vida plenamente cumplidos e incluso dejando sucesión y legado, de manera que en la actualidad, Asturias sigue disfrutando de una ratio de salas de arte por habitante excepcionalmente alta.

Pero, simultáneamente, en ese proceso se ha depurado cualquier vestigio de diletantismo o de un proteccionismo que fue también una estrategia oportuna de promoción del arte asturiano y de las propias galerías, y se han ido definiendo de forma bien diferenciada las tendencias y artistas por los cuales ha apostado cada galerista. Del mismo modo, al abrir de forma considerable la procedencia de sus creadores, las galerías están asumiendo la función de puerta de entrada y divulgación en Asturias que en otro momento correspondió a centros como el Revillagigedo y que hoy parte de la agenda cotidiana de las galerías regionales. Es un equilibrio no siempre fácil (y no siempre bien comprendido ni tolerado) entre el compromiso con el producto local y las exigencias del mercado a las que es preciso atender. La terminología mercantil es, por supuesto, deliberada en este caso: se habla de empresas. Pero lo cierto es que los roles se han invertido y no es en los centros públicos sino en las galerías privadas donde el espectador local puede entrar en contacto de forma más continuada con el arte que ahora mismo se está haciendo fuera de Asturias, sin perder el contacto con lo más destacado de lo que sale de los talleres locales.

A base de ser continua y privada, y aún mayoritariamente ignorada por la ciudadanía por mucho noctámbulo que muevan las Noches Blancas, esa labor de promoción y mediación cultural llega a pasar desapercibida. Hasta cierto punto, también para las instituciones, que fuera de alianzas tan concretas como esas soirées nómadas en las que a veces también el evento silencia la obra, no disponen de una estrategia de colaboración sostenida con unos socios potenciales y agentes culturales de primera línea. Por lo que —además de una llamada de apoyo institucional que, por otra parte, es común a tantos otros sectores empresariales— no resulta ni gratuito ni inoportuno que EntreArte venga a ser también un pequeño ejemplo de la colaboración institucional que merece y reclama un servicio cultural como el que se está prestando. Y un ejemplo, también, de que, dado el bajo presupuesto de la exposición, patrocinada por el Principado y la Dirección General de Igualdad municipal, se trata menos de recursos económicos que de verdadero entendimiento estratégico, de complicidad y continuidad.

Fuerza y talento

El acierto añadido de este acontecimiento ha sido transmitir todos esos mensajes como corresponde: mostrando buen arte. Y el acierto final, el de haber convertido EntreArte III en una exhibición de fuerza y talento de las mujeres artistas escogidas por las propias galerías, cuyas titulares son también mujeres en un porcentaje mucho más que significativo. No se trata, pues, de una muestra comisariada que sustente otro relato expositivo o un discurso —de género en este caso— que no sea otro que el que da testimonio de la abundancia, pujanza y variedad del arte hecho por mujeres y de su presencia en las galerías asturianas, presentado a través de una muestra muy atractiva, envolvente y disfrutable.

En una selección de veinticuatro artistas —dos por cada una de las doce galerías asociadas— hay diversidad sobrada de formatos, técnicas y propósitos, y también de criterios de selección, como para que resulte forzado y seguramente ocioso buscar en EntreArte III algo más que esa certificación material de lo que valen e importan el talento y los recursos de las artistas (lo cual es y debería ser siempre también un recordatorio de que casi nunca, ni siquiera ahora, ha tenido su correlato en reconocimiento, presencia o cauces para hacer ver su trabajo). Supongo que no faltará quien se sienta además tentado a plantearse esta colectiva como una invitación para reflexionar sobre si existe algo que pueda ser genéricamente femenino en la creación plástica; personalmente creo que es un camino que promete más riesgos que conclusiones —sobre todo en una muestra tan aleatoria como esta— y que poco puede dar de sí salvo vaguedades interpretativas, reduccionismos poco fundados o estereotipos que reproducen consciente o inconscientemente, incluso estimándolos como valiosos, los argumentos que se han usado para postergar a las creadoras a lo largo de la historia. Si algo queda claro en EntreArte III, es más bien lo contrario: las mujeres artistas transitan con soberanía y firmeza todos los registros posibles del arte contemporáneo, cada una con sus propios intereses, discursos y recursos.

¿Un buen presagio?

Queda otra tentación que, como sucede a veces, es más bien la consecuencia de un deseo que la causa que lo activa. ¿Es posible ver también EntreArte III como un buen presagio sobre la resurrección del Revillagigedo como centro de arte, un punto de refracción en su lamentable letargo de las últimas dos décadas? No creo que haya que hacerse excesivas ilusiones al respecto, incluso después del anuncio de que el Ayuntamiento de Gijón ha alcanzado un acuerdo con la Fundación Cajastur para la cesión del palacio como sede para una exhibición de los fondos artísticos del municipio. Será durante un año, recuperando así de forma parcial —limitada en el tiempo y sin asumir la gestión del centro— una propuesta de 2018 del grupo municipal del PP, rechazada entonces por el Pleno que también presidía Carmen Moriyón. Foro sí parece ahora tener claro que el Revillagigedo es una pieza clave en su estrategia para trenzar una malla de equipamientos que incluiría también, en el mismo entorno, el proyecto de Tabacalera —sea cual fuere finalmente— y la Casa Natal de Jovellanos.

Otra cuestión, como de costumbre cuando el contenedor precede a su posible función, es con qué uso, a qué precio y con qué programa museístico que permita recuperar el importante papel dinamizador, divulgativo y documental que engrandeció al palacio en sus tiempos venturosos. Seguramente no sea conveniente ensimismarse demasiado en el recuerdo porque aquellos ímpetus, aquellas sinergias y aquellos presupuestos son, en efecto, de otro tiempo; a efectos presupuestarios, casi del tiempo de las catedrales. Parece obvio que, por mucho que Carlos Siñeriz predicase con tanto énfasis lo contrario ante un auditorio tan sorprendido como descreído, la Fundación propietaria no está dispuesta a mojarse más allá de cesiones de conveniencia, como es el caso; y que, incluso en el supuesto de que persista en su laissez faire en el Revillagigedo (con gastos de mantenimientos pagados) cualquier iniciativa para dignificar el equipamiento con un uso verdaderamente cultural tendrá que provenir del exterior. Como también los dineros.

Mientras tanto, el hecho, el acontecimiento, es que durante un mes los egregios fantasmas de Chillida, Paladino, LeWitt, Schnabel y tantos otros huéspedes ilustres del edificio vuelven a estar acompañados por inquilinos —inquilinas, en este caso— de su digno gremio que han vuelto a llenar el Revillagigedo de la vida, el brillo y la luz de otros tiempos. Sería deseable que EntreArte III fuese el final de esa época espectral, el principio de un palacio de Re-villagigedo, pero de momento se queda en un gozoso y oportuno entreacto.


Lista de galerías y artistas

Decero Creativo: Eugenia Tejón, Elisa Cuesta
Galería Caicoya: María Álvarez, Consuelo Vallina
ATM: María Vallina, Susana Rocha
Estudiopablodelillo: Elise Florentino, Julia kepperler
Llamazares Galería: Marina Vargas, María Jesus Rodríguez
Galería Lucía Dueñas: Alba Escayo, Flavia Robalo
Galería Amaga: María Braña, Covadonga Valdés Moré
Dos Ajolotes: Laura Rodríguez, Sonja Mijajlovic
Galería Arancha Osoro: María Iglesias, Paula Blanco
Galería Bea Villamarín: Leticia Felgueroso, Candela Miniozguren
Aurora Vigil-Escalera: Rosa Brun, Isabel Muñoz
Espacio Líquido: Breza Cecchini, María Cobas


Juan Carlos Gea (Albacete, 1964) es escritor, poeta y periodista especializado en arte. Se licenció en filosofía en la Universidad de Valencia y reside en Gijón desde 1993. Es autor de los poemarios Trampa para niebla (1990), El temblor: Sábado de Santos de 1755 (2005), y Occidente (2008) y la plaquette Rompehielos (2008), así como de varios otros textos sobre su ciudad de adopción, —tales como Gijón, con mirada oriental (en colaboración con Yip Kam Tim, 2005), Café Dindurra (con Jaime Poncela y Luis Argüelles, 2006) o Viajero en Gijón (2010)— y una biografía de Gaspar Melchor de Jovellanos: Jovellanos, o la virtud del ciudadano (2011). Como periodista, se ha desempeñado sobre todo en medios asturianos, tales como La Nueva España, Asturias24 o La Voz de Asturias.

1 comment on “Galerías y mujeres artistas: luces de paso en un palacio oscuro

  1. Ana González García

    Muy bien explicado todo, muy clarito, que llegue a quien procede.

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: