El runrún interior

El runrún interior (129)

Pablo Batalla Cueto registra en su dietario pensamientos propios y notas de libros leídos y cosas vistas en Internet, escribiendo sobre la muerte de Anita Sirgo o una historia que escucha sobre los barrios humildes de Santiago de Chile.

/ por Pablo Batalla Cueto /

El runrún interior (128)

Martes, 9/1/2024. El FC Barcelona recomienda a sus aficionados evitar los «comportamientos indecentes» y las relaciones homosexuales en Arabia Saudí, donde se va a disputar la Supercopa de España. Trasladar ese torneo a otro país ya sería lamentable si ese país fuera, no sé, Noruega, Canadá. Pero es que encima es la más aberrante satrapía del planeta.

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Miércoles, 10/1/2024. Limpiadoras del Parlamento valenciano comen gracias a Cáritas al llevar cuatro meses sin cobrar. Micromileísmos.

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Una curiosísima anécdota sobre Stalin, que leo a Edgar Straehle, que a su vez lo ha leído en La corte del zar rojo, de Simon Sebag Montefiore:

«La mayoría de los personajes públicos suelen compartir el hábito que tenía César de distanciarse del resto de los humanos para admirar su propia figura en el escenario del mundo, pero el distanciamiento de Stalin fue mayor. Su hijo adoptivo Artiom Sergeiev recuerda cómo gritaba a su hijo Vasili por aprovecharse del nombre de su padre.

—Pero al fin y al cabo yo también soy un Stalin —replicaba Vasili.

—¡No, no lo eres! —contestó Stalin—. ¡Ni tú eres Stalin ni yo soy Stalin! Stalin es el poderío soviético. ¡Stalin es lo que sale en los periódicos y en los retratos! ¡No tú! ¡Ni siquiera yo!».

Stalin, como el rey medieval, sentía tener dos cuerpos: un cuerpo natural falible y mortal, sometido como el último de sus súbditos a todas las penurias e insuficiencias de lo humano, y otro espiritual, majestuoso, el cuerpo místico del cosmócrator, encarnación de la comunidad inconsútil del pueblo vivo y muerto y sus energías.

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Jueves, 11/1/2024. Podemos votaba ayer —junto con PP, Vox, UPN y finalmente Junts, que ha optado por ausentarse de la votación— en contra del decreto con el que Yolanda Díaz pretendía reformar el subsidio de desempleo, acogiéndose al clavo ardiendo de una excusa —un supuesto recorte para los mayores de 52 años—  que los expertos del ramo no han tardado en desacreditar. Son unos miserables. Van a estar —dice y dice bien Ana Menéndez— «así toda la legislatura. Votando al revés en todo. Buscarán razones debajo de las piedras, incluso alguna vez acertarán, pero esa va a ser la estrategia de desgaste utilizada». Sí: rebuscar en cada proyecto que Sumar presente qué excusa esgrimir para tumbarlo y, como hacen hoy, anunciarse dispuestos a renegociar para que, si el otro pasa de legitimar a unos tránsfugas que toman a los parados del país como rehenes, el malo parezca él. Y entretanto, unas semanitas en el candelero, siendo el centro de atención. Qué asco.

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Se cuenta en La transición oculta, de Luis Miguel Sánchez Tostado —y yo se lo leo a Iker Madrid— que

«poca gente sabe que el ministro de Gobernación Rodolfo Martín Villa ordenó a finales de 1976 a todos los cuarteles de la Guardia Civil de España que trasladaran a Madrid todos sus archivos relacionados con la Guerra Civil y la Dictadura. Miles de documentos comprometedores llegaron a la Dirección General de la Guardia Civil sita en la calle Guzmán el Bueno, y allí fueron destruidos entre 1976 y 1978. En la documentación quemada se encontraba abundante información sobre personas desaparecidas durante la guerra y la posguerra que hubiera sido muy útil para localizarlas».

Me recuerda a cuando, tras perder el plebiscito de 1988 sobre su propia continuidad como dictador, Augusto Pinochet ordenó dinamitar Villa Grimaldi, el más siniestro de los centros de tortura de Santiago de Chile.

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Sigo corrigiendo Los otros guernicas, un libro espléndido de Inmaculada Real que saldrá en Trea, y descubriendo maravillosas obras de arte antifascistas, producidas durante la guerra de España, que no conocía. Por ejemplo, esta: Songez à la douleur d’Espagne, de Ramon Boix (1937).

También me impresionan estas: La mujer que se volvió loca por los crímenes que presenció y Los terribles crímenes, de J. García Narezo (1937).

Y esta: Evacuación, de José Bardasano (1938).

Y esta: L’exili, de Josep Franch-Clapers (1939).

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Se pregunta retóricamente Vincent Bevins por qué es Irlanda el país más vigorosamente propalestino de todo Occidente y por qué es Sudáfrica el país más vigorosamente propalestino del mundo entero. No es —dice— una coincidencia.

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Noruega, leemos hoy en Público, se convierte en el primer país en aprobar la minería submarina comercial para extraer de aguas profundas metales utilizados en la fabricación de baterías y otros componentes electrónicos, con enorme impacto en los ecosistemas marinos. Como dice Ernesto Díaz, «estamos literalmente rascando el churruscado de la fuente donde se asó el pollo, después de habernos jalado el pollo y las patatas y de haber rebañado todo el pan que había hasta la última gota de la salsa. Y la fuente no se puede comer».


Viernes, 12/1/2024. Leo en Los otros guernicas una historia conmovedora y terrible. Después de la guerra, Ramón Gaya extravió un cuadro premiado, que había realizado por encargo del Estado Mayor del Gobierno republicano; cuadro que, luego, reapareció en uno de los campos de concentración franceses. Se titulaba La guerra. Y él y sus amigos (Juan Gil-Albert, Antonio Sánchez Barbudo y Rafael Dieste) acabaron usándolo para aislarse de la humedad de la arena de la playa.

Estoy disfrutando, ya digo, mucho este libro, pleno de historias y referencias interesantísimas. Hoy también me guardo esta cita de Eugenio Granell, exiliado en Guatemala, Puerto Rico y finalmente Nueva York, que a buen seguro utilizaré en algún momento en alguna de las cosas que yo escribo: «Daremos vueltas y vueltas al compás de la tierra y ojalá que no nos mareemos. En menudo tiovivo nos hemos metido. Pero ya que nos metimos —o nos metieron— en él, no queda otro remedio que sonreír al compás de la musiquilla y esperar por lo menos que llegue el día feliz en que a fuerza de dar vueltas sintamos hasta el acre olor de los churros fritos».

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Decía Manuel Sacristán, le leo a Jónatham Moriche, que los anarquistas son para los comunistas como los canarios para los mineros: si no se quejan mucho podemos tener la tranquilidad de que estamos haciendo las cosas razonablemente bien.

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Divertido tuit de una cuenta anónima: «Sitios de poke, de pollagofres, gimnasios de electroestimulación, tiendas de carcasas, de vapeadores, de drones, de yogur helado, bares de cereales, talleres de patinetes, tiendas de colonias de imitación, de mochis, de empanadas, todos sucumben a modas. Solo los kebabs perduran».

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Tuitea Luis Tudanca, presidente del PSOE de Castilla y León, la noticia de que el salario mínimo subirá un 5% y que ha pasado de los 735 euros al mes con Rajoy a los 1134 al mes con Pedro Sánchez, diciendo «esto es gobernar». El consejero de Empleo de Vox, Mariano Veganzones, comenta que «esto es intervencionismo estatal comunista en la economía de mercado que consagra la Constitución. Es decir, el “Diálogo Social” comunista del PSOE. Vuestro modelo son las dictaduras, eso sí, “proletarias”». La pedrá de esta gente es espectacular. Y esto de acusar al pobre Tudanca de peligroso bolchevique sediento de sangre, bastante gracioso, cuando es un tipo apocado y a todas luces cómodo en su papel de líder de la oposición, del que yo tengo la sensación de que, por no querer, ni siquiera quiere ser presidente de la Junta.

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La forma-partido del siglo XXI, suele decir Xan López, es la secta (y la cosmovisión propia del siglo, QAnon). Me parece muy certero. Esa secta —añado yo— puede ser ascética o libertina, flagelante o adamita, belicista o pacifista, carnívora o vegana, misógina o igualitaria, pero hay una plantilla común.

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La comitiva de la primera dama de Colombia en sus viajes —leo en El País— incluye a su mejor amiga, un fotógrafo, un maquillador y vestuarista ­y una asesora, contratados por tres entidades públicas con sueldos que superiores a ministros. Qué cosa tan rancia esta figura de la primera dama, especie de entrada por la ventana del oropel monárquico sacado por la puerta.


Sábado, 13/1/2024. Me cuenta un amigo que lo ha visto con sus propios ojos una historia que encapsula el Zeitgeist: en los barrios humildes de Santiago de Chile hay una pugna en curso por controlarlos entre el narco, los evangélicos y las todavía fuertes, pero cada vez más débiles, organizaciones de izquierda. La edad de la penumbra.


Domingo, 14/1/2024. El Ayuntamiento de Gijón aprueba a propuesta de Vox colocar una bandera española de grandes dimensiones en algún lugar de la ciudad. Se debate dónde: Humedal, Náutico… Yo propongo colocarla al lado del Elogio del Horizonte, lugar privilegiado como ninguno, para que, siendo el Elogio el Váter de King Kong (tal es su nombre popular), la banderona sea la escobilla.


Lunes, 15/1/2024. Nos desayunamos con la noticia de la muerte de Anita Sirgo (1930-2024). Fue mujer de hierro en décadas caníbales: militante comunista, enlace del maquis, líder huelguista, sencilla heroína popular. Los esbirros de Franco la dejaron sorda de uno oído de las palizas que le propinaron, pero jamás la doblaron, no la domaron nunca, la domesticaron jamás. Qué honor fue conocerla. La tierra te será leve, Anita brava e imprescindible.

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Informa incorrectamente El Mundo del «fiasco de las oficinas antiokupa de la Junta de Castilla y León: sedes sin ninguna consulta en 6 meses». Sería un fiasco si el plan desde el principio no hubiera sido asignar una sinecura a unos cuantos parientes y amigos, para que se amasaran la bolsa escrotal a dos manos con cargo al erario público, que estos solo denuncian los chiringuitos cuando no sirven ellos las copas.


Pablo Batalla Cueto (Gijón, 1987) es licenciado en historia por la Universidad de Salamanca, periodista y corrector de estilo. Ha sido o es colaborador de los periódicos y revistas Asturias24, La Voz de Asturias, Atlántica XXII, NevilleCrítica.cl, Jot Down, La Soga, Nortes, LaU, La Marea, CTXT y Público; ha dirigido A Quemarropa, periódico oficial de la Semana Negra de Gijón, y desde 2018 es coordinador de EL CUADERNO. Ha publicado los libros Si cantara el gallo rojo: biografía social de Jesús Montes Estrada, ‘Churruca’ (2017), La virtud en la montaña: vindicación de un alpinismo lento, ilustrado y anticapitalista (2019), Los nuevos odres del nacionalismo español (2021) y La ira azul: el sueño milenario de la Revolución (2023).

3 comments on “El runrún interior (129)

  1. Pingback: El runrún interior (128) – El Cuaderno

  2. Agustín Villalba

    Anita Sirgo (1930-2004)…. 2024

  3. Pingback: El runrún interior (130) – El Cuaderno

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