Del murmullo del mundo registra en esta ocasión Tomás Sánchez Santiago una mujer que canta absorta y desmandada por la calle, un hayedo rojizo y espectral o la partida de Zagajewski.
Tomás Sánchez Santiago sigue registrando el murmullo del mundo bajo los auspicios de «un forcejeo de nubes en el cielo, que toma otras vestimentas que se van superponiendo azarosamente. Es como si se estuviera probando las primeras indumentarias para asistir, más adelante, a la fiesta amarillenta del otoño. Finales de agosto».