Cuarta entrega del cuestionario que toma como punto de partida la situación que han generado los acontecimientos políticos en Cataluña durante las últimas semanas. Además de una contextualización concreta, se propone una revisión del concepto de identidad como motor de arranque de los nacionalismos y una valoración del auge o deriva de los mismos en la actualidad.
Xandru Fernández (Turón, Asturias, 1970) Doctor en Filosofía por la Universidad de Oviedo, ejerce como profesor en la enseñanza pública, forma parte del consejo editor de la revista digital El SOMA, colabora habitualmente en diversos medios de comunicación y mantiene una trayectoria literaria tanto en asturiano como en castellano. Como escritor en asturiano ha ganado el Premio Xosefa Xovellanos de narrativa en dos ediciones. Su última novela publicada en castellano es El ojo vago (Pez de Plata, 2016).
José Luis García Martín (Aldeanueva del Camino, Cáceres, 1950). Escritor, crítico literario de gran prestigio en el ámbito de la poesía española contemporánea y profesor de la Universidad de Oviedo. Dirige la revista de literatura Clarín desde su fundación en 1996.
1.—¿Qué valoración hace del concepto de identidad como reivindicación nacionalista?
2.—¿Cuál es su análisis de la evolución de los nacionalismos en España a raíz de los acontecimientos políticos en Cataluña?
Xandru Fernández
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Me resulta difícil contextualizar esa pregunta. ¿Es verdaderamente la identidad una reivindicación nacionalista, o algo previo en lo que el nacionalismo se apoya? Históricamente es incomprensible una reivindicación nacionalista que no se apoye en una identidad colectiva preexistente. Otra cosa es que desde el nacionalismo se incentiven o se excluyan algunos elementos simbólicos de esa identidad con la intención de apuntalar unas demandas sociales o un programa político. Pero un nacionalismo ex novo, sin un sentimiento de identidad previo, no tiene mucho sentido. Por otro lado, no creo que el factor identitario cumpla un papel simbólico solamente en la ideología nacionalista, salvo que extendamos tanto el significado de “nacionalismo” que pierda su sentido. Partidos políticos e ideologías que, superficialmente al menos, se declaraban beligerantes con los nacionalismos, hicieron y hacen uso de la noción de identidad en muchas ocasiones.
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Me preocupa mucho la exhibición de nacionalismo español que estamos viviendo. Tal vez si viviera en Cataluña me preocupara también la del nacionalismo catalán, pero no es el caso. En cambio, la agresión estética que supone tanta bandera de España puesta a secar costará superarla. Estos episodios de fanatismo nacional dejan huella, y deberíamos aprender de la historia, porque esa huella no suele favorecer el progreso democrático de la sociedad sino más bien lo contrario, su involución autoritaria. Justo cuando deberíamos estar construyendo una democracia a la altura de las generaciones que no vivieron el franquismo y que por tanto no son rehenes del clima social que tuvieron que enfrentar quienes hicieron la Transición, lo que tenemos en cambio es un cuestionamiento de los principios más básicos de esa democracia por parte de quienes dicen defenderla contra no sé qué golpistas que votaron no sé qué. Es sorprendente: décadas asistiendo a la exaltación de la Corona como una institución neutral, integradora, y el mensaje del rey en este contexto tan delicado es un mensaje excluyente y desintegrador. Desolador. Y me temo que lo peor está por llegar, pero, aunque se detuviera aquí, ya hemos empezado a aceptar premisas que hasta hace dos días eran inaceptables.
José Luis García Martín
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Pues no sé qué decir. A mí las reivindicaciones nacionalistas, cuando no son reconocidas por el Estado correspondiente, me parecen muy legítimas. Menos legítimo me parece negar el nacionalismo ajeno desde el propio.
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Los acontecimientos políticos en Cataluña (que se resumen a uno: la reivindicación del derecho de los ciudadanos de Cataluña a decidir sobre cómo gobernarse) han reanimado el nacionalismo español, que parecía aletargado y reducido a la extrema derecha y a los nostálgicos del franquismo. Estamos viendo que no, que se encuentra muy presente en todos los partidos, sean de izquierdas o de derechas. El nacionalismo es siempre transversal, tan de derechas como de izquierdas, tan burgués como proletario. Y hay un nacionalismo positivo (el que defiende sus derechos y otro negativo (el imperialista que trata de imponerse a otros nacionalismos).
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