Poéticas

«Respiración del laberinto», libro de homenaje a Mario Santiago Papasquiaro

Artículo de Juan Villoro incluido en "La respiración del laberinto" (Ediciones Sin Fin, 2018).

Se cumplen 20 años del fallecimiento de Mario Santiago Papasquiaro, cuyo verdadero nombre era José Alfredo Zendejas Pineda, nacido en Ciudad de México el 25 de diciembre de 1953.  Fue uno de los fundadores del movimiento infrarrealista mexicano y se convirtió en leyenda del malditismo bajo un tercer nombre, Ulises Lima, en la novela Los detectives salvajes de su compañero de viaje Roberto Bolaño. Murió atrpellado en la misma ciudad que lo vio nacer el 10 de enero de 1998. Ediciones Sin Fin le dedica un libro homenaje, Respiración del laberinto, con prólogo de Raúl Silva y textos, entre otros, de Juan Villoro, que reproducimos a continuación.

El libro se presentará el próximo martes 29 de mayo en la Llibrería Calders de Barcelona con la intervención de Rubén Medina, Bruno Montané, Rubén Arias Rueda y Ana María Chagra.


Ardió en su propia luz

/ por Juan Villoro /

Conocí a Mario Santiago a principios de los años se­tentas en el piso 10 de la torre de rectoría de la UNAM, donde había dos talleres de literatura. Uno era de cuento y lo impartía el escritor ecuatoriano Miguel Donoso Pareja, el otro era de poesía y lo impartía Juan Bañuelos. En aquel en­tonces Mario se llamaba José Alfredo Zendejas y era uno de los más brillantes alumnos del taller de poesía, pero también se interesaba mucho en el cuento. Solía aparecer en nuestro taller y sus opiniones eran fulminantes; estaban provistas de una crítica totalmente dinamitera, un humor negro y corro­sivo. Al mismo tiempo, tenía un sentido muy riguroso de la literatura. Recuerdo sus primeros poemas, dotados de gran sentido del humor y de ironía. Él se acordaba siempre de una frase que yo le dije cuando tenía 15 años. Al leer uno de sus poemas, descubrí que la poesía podía hacer reír. En mi ignorancia adolescente, pensaba que la literatura era algo muy pomposo y la poesía, algo excelso. En esto también in­fluía la cultura mexicana, que es muy solemne y apuesta más por la desgarradura y la herida abierta que por el humor o el ingenio.

Mario Santiago combinaba recursos de la cultura popu­lar, albures y frases callejeras con las zonas más rigurosas de la poesía. Fue un escritor que padeció la vida literaria mexi­cana, incapaz de aceptar al irregular, al radical. A diferencia de otros países de América Latina, donde vanguardias como el Nadaísmo, el Techo de la Ballena o La Mandrágora pudie­ron prosperar, en México la rebelión que no sólo se ocupa de las formas poéticas e implica una forma de vida rijosa, bronca, desmadrada, se relega a la zona de lo asocial, una periferia casi delictiva, el espacio exterior donde nadie puede oír tu grito. En Venezuela, Perú o Colombia, Mario hubiera sido un poeta peculiar, pero no se le hubiera escamoteado su condición de artista; en México se le regateó ese sello. Cuan­do murió, escribí un obituario titulado «Un poeta». Era un encabezado provocador para alguien expulsado de las filas aceptadas de la poesía. Recibí una carta de un poeta en la que elogiaba mi atrevimiento «viril» por referirme de ese modo a Mario Santiago; es decir, elogiaba mi supuesta valentía por considerar poeta a alguien que, en su opinión, no lo era.

Mario fue mucho más temerario que yo. Era una de esas personas que sueltan amarras y no te atreves a seguirlo. En ese sentido soy más convencional. La mayoría de las veces me quedé en el muelle. Mario fue un viajero en todos los sentidos. Se fue a Israel sin dinero; tuvo una vida de azares nocturnos y murió así, en una calle de la ciudad de México, como un ser anónimo, una sombra en esta ciudad.

PoeMario

Creo que estamos ante un poeta de dimensiones incal­culables, en el más literal de los sentidos, porque aún no se conoce su obra completa. Yo leí textos luminosos de él. También leí textos pésimos. Creo que Mario renunció delibera­damente a una noción de autocrítica, porque eso era parte de su rebeldía. Como toda gente que se sabe marginada, a partir de cierto momento continuó en una especie de fuga hacia delante, diciendo «si me marginan porque escribo co­sas que les parecen intolerables, pues las voy a escribir más intolerables todavía». Había en él un sostenido sentido de la provocación. Recuerdo haber estado discutiendo sus textos en una taquería. Una situación incómoda porque es difícil juzgar un poema mientras los demás hacen bromas y piden cervezas. Mario siempre estaba cargado de papeles. Los lleva­ba en una mochila inmensa. En ocasiones era muy generoso, te los dejaba y los olvidaba, pero en otras ocasiones quería que los leyeras delante de él y le dieras tu opinión, como pasó en aquella taquería. Si lo elogiabas de manera simplona, se enojaba muchísimo y te empezaba a insultar. Si te ponías fá­cilmente de su parte, le parecías un tipo blandengue, alguien sin sentido crítico, que no sabe que la poesía es combate, lucha, polémica, intensidad, algo convulso. Entonces te in­sultaba por elogiar sus poemas. Pero si te distanciabas del texto y no le prestabas atención, también arremetía contra ti.

Mario Santiago era un iluminado, y como tantos ilumi­nados ardió en su propia luz. Era un hombre de una pasión extrema, que se sometió a exploraciones personales fuertes y dejó muchas cosas en el camino. Dejó su propia piel en la búsqueda de la poesía. ­


Dos poemas

Coito pautado

Caldera de diablos eléctricos / mi piel a la caza de tus hornos
Entrada la noche en mis latidos
la fiebre levanta pirámides de agujas capaces de aparecer
montañas en mi oleaje
Tu cuerpo es mi solazo : mi sótano negro / mi Rosa Mayor
& mi pandero
la perrera de éter & cadencias que me vuelve 1 bruto pípila
latigueador de camas
& lecho de Grijalvas sexo en selva
& nave florida & rinoceronte con arpón de plata
En la calle o en cuartitos
Enterrado en arena o en tus besos
Astros de esperma : martillos vivos escupo empujo
lanzo al frente
a la calle o labio menguante en que te arrulles
Ni 1 dedo perderé / ni 1 mano de mis naipes
Tu rocío : tus terremotos son mi hostia / son mi droga
el pez de sangre que derrama con su danza a mis océanos
Desde estas alburas ya no sé
si herré tu silla de montar o tus pezuñas
La cama / que heredaste de tus tías aún me tienta
La Maga de Oliveira & de Cortázar la encuentro
bajo el grifo goteante de tus aullidos blancos
Caldera horneada en la lira de sátiros sudados
Paisaje que en su ojo / elige los pinceles & el activo en los
que ha de bañarse el Action Painting
Caldera de diablos eléctricos
tu piel contra mi piel hace milagros

NO ACEPTARÉ SINO SÓLO AQUEL BESO AL QUE ASPIRO
(CONVERSACIONES CON LA BANDA GINECEO-ROBERT DESNOS)

En la noche la vialáctea es 1 canal del desagüe
llave abierta / respiración de plata derramada
su pellejo hinchado provoca silencios abrazos
cunnilingus con cincel de esos con los que les vibra cantar
a las piedras rodantes
Rociado con vino Sansón Generoso de Málaga
maracaneando lo mismo adoquines que vasos de plástico
hasta que el adoquín & el vaso de plástico se abren
como espasmos o brotes de sismo
Rociado con vino Sansón Generoso de Málaga
jugueteo con mi tronco / me caliento en mi sombra
les doy clases de risaloca a mis lágrimas
hasta que juntos nos ponemos a parir respuestas sin zanjas
tarots descifrados : colores con los que el loco se viste de loca
& los desemboca en sonidos
En la noche la vialáctea es 1 abuso viviente
transfusión de vida asombrada
trapecio de energía desbocada
que se acerca cínicaencueradamente a tentarnos
invitación que es 1 dardo en el blanco ardiente / en el horno
submarino que somos
& al son de este látigo de seducción evidente
& alrededor de esta fuente que acrisola & pone besables
nuestros más dispersos desechos
es que nosotros movemos nuestras manos planchadas
nuestros ciegos motores
& bañados ya en este fresco chorreante respiramos / gozamos
nos llamamos compadres / ornitorrincos-desmadre
delgados eslabones de 1 puente que es semen
& hotel-claroscuro que desaparecidas sus puertas
nos es amplio juguetón sabrosísimo albergue
caricia que ya no te dejará de hacer eco en noches gemelas
& será 1 baño de música moviendo sus dados en casino flotante
& el símil que tú escojas & quieras
Ése & no otro / el símil que tú escojas & quieras

Lou Andreas Salomé saluda a Federico Nietzsche

La mente es 1 flor de tentáculos sin freno
pero el cuerpo es la reina
la sultana del swing
la condesa desnuda de las abejas reinas
la maja que vibra & a sí misma se da cuerda
el chapuzón de burbujas hasta el fondo
el brebaje de estrellas que se tocan
la quemadura del triángulo cuando tira sus puertas
& latidos & calambres se mojan en lo lúbrico
La Chapulín besa al Escorpión
& viceversa / & etcéteras


 

Respiración del laberinto
Mario Santiago Papasquiaro
Prólogo de Raúl Silva
Textos de Raúl Silva, María Guadalupe Ochoa, Bruno Montané, Diana Bellesi, Juan Villoro, Tulio Mora, Erika Bruzonic, Horacio Carvhalo, Joseantonio Suárez, Pedro Damián Bautista, Sergio Schmucler e Ignacio Bajter.
96 páginas; Ediciones Sin Fin, Barcelona, 2018

Respiración del laberinto resucitó desde el mundo virtual, adonde pocos lograron internarse, para convertirse en algo tangible, en una acción colectiva que desde Buenos Aires, Lima, Santiago de Chile, Bolivia, Paraguay, Brasil y México hicieron posible una suma de ediciones cartoneras, la primera vez que estas acciones culturales casi subterráneas se hermanaron en una misma dirección. Luego, casi como una inercia a la que invitan los proyectos que navegan a contracorriente, apareció el pen­samiento de que cada edición tuviera un prólogo distinto y que ese prólogo fuera obra de autores cercanos a la vida y a la obra de Mario Santiago Papasquiaro. Todos ellos se incluyen en este libro.

Mario Santiago Papasquiaro nació en el barrio de Mixcoac, de la Ciudad de México, el 24 de diciembre de 1953. Estudió sociología y filosofía en la UNAM. Trabajó como corrector y editor para las editoriales Limusa, Trillas y Joaquín Mortiz, la Dirección de Contenidos y Métodos de la SEP, la Dirección de Literatura de Bellas Artes de Jalisco, el suplemento La Cultura en México y la revista El Correo de la UNESCO en París. Fue maestro de literatura hispanoamericana en el Colegio Suizo y la Preparatoria Popular. De 1973 a 1974 formó parte del taller de poesía que coordinaba Juan Bañuelos. En 1974 fundó y coordinó la revista Zarazo. En 1976 fundó en la Ciudad de México el movimiento infrarrealista con los chilenos Roberto Bolaño y Bruno Montané y los mexicanos Cuauhtémoc Méndez, Rubén Medina y José Peguero. Aparece en Muchachos desnudos bajo el arcoíris de fuego (11 poetas jóvenes latinoamericanos), Editorial Extemporáneos, 1976, antología hecha por Bolaño. En 1977 viajó por España, Francia, Israel y Austria.

Propuesto por el pintor Rodolfo Zanabria, fue candidato en 1984 a la beca en poesía de la Fundación John Simon Guggenheim. Sus poemas, traducciones y reseñas de libros aparecieron en las revistas Zarazo, Tercera Imagen, Punto de partida, Pájaro de calor, Correspondencia Infra, Le prosa, Calandria de tolvaneras, La zorra vuelve al gallinero, Deriva, Versus, Colibrí, La 2ª de Ovaciones, Revista Mexicana de Cultura, Plural, Cambio, Casa del Tiempo y El Financiero (México); La Cebolla púrpura (El Salvador), Crisis (Argentina), Hora de poesía, Berthe Trépat (Barcelona), Hora Zero y La Sagrada Familia (Perú). Publicó los poemarios Quién eres/ Soy 1 extranjero/ para Dios/ para la policía/ para mí mismo en la revista Le prosa (1981) y Beso eterno (Al Este del paraíso, 1995), y el libro Aullido de cisne (Al Este del paraíso, 1996). De manera póstuma han aparecido: Jeta de santo (Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2008, edición de Mario Raúl Guzmán y Rebeca López), Respiración del laberinto (simultáneamente en 8 editoriales cartoneras de América Latina, en un proyecto encauzado por La Cartonera de Cuernavaca, Morelos, México) y la edición en Chile de Beso eterno (Ediciones Lanzallamas, Santiago, 2010).

En 1995 fundó y coordinó la editorial Al Este del paraíso. El poeta peruano Tulio Mora lo antologó en Hora Zero, la última vanguardia latinoamericana de poesía (Colección Ateneo de Los Teques, Venezuela, 2000) y en Hora Zero: Los Broches Mayores del Sonido (FECP, Lima, 2009).


 

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