Cuaderno de espiral

Palabras recuperadas

Nueva página del 'Cuaderno de espiral' de Pablo Luque Pinilla, 1ue diserta sobre cómo a veces «la utilización de una palabra en concreto consigue que nos abstraigamos de las corrupciones que la debilitan para devolvérnosla recuperada según el concepto que, como a un libro un hueco en su estantería, le corresponde en el anaquel de los significantes».

/ Cuaderno de espiral / Pablo Luque Pinilla /

Hubo un tiempo en que conviví estrechamente con la poesía del polaco Jerzy Liebert. El fascinante periplo hasta llegar a ella seguramente merecería entrada aparte en este Cuaderno. De momento, me conformaré con referir dos versos de su poema «El jinete» que dicen: «¿Acaso sea preciso perder las palabras, / para, junto al alma, poder reconquistarlas?». Una afirmación que me ayudó a entender mejor la necesidad de rescatar el sentido de algunos términos a la luz de sus originales denotaciones. Y especialmente de aquellos que arrostran la perversión de su significado hasta volverse irreconocibles.

No en vano decidí que los versos del polaco debían acompañar a modo de pórtico a uno de mis poemas titulado caritas (caridad, en román paladino), destacando, de esta manera, la necesidad de recuperar el significado genuino que acuña este vocablo para liberarlo así del peso de su manoseado empleo. Porque ya se sabe que, a menudo, el desgaste que sufren determinadas voces se debe a un uso y abuso que socava la hondura de las ideas que encarnan, corrompiéndolas hasta el empacho y logrando así ―¿cómo hemos llegado a esto?― que con frecuencia evitemos escribirlas.

Por eso, valoro especialmente cuando la utilización de una palabra en concreto consigue que nos abstraigamos de las corrupciones que la debilitan para devolvérnosla recuperada según el concepto que, como a un libro un hueco en su estantería, le corresponde en el anaquel de los significantes. Tal es el caso, por ejemplo, del término aurora, tan a menudo lastrado por el aroma de lo convencionalmente poético, rescatado por Lorca en su célebre poema cuasi homónimo ―el que siempre más me ha gustado de Poeta en Nueva York―, donde el amanecer no es solo un contexto bucólico e idealizado sobre la base de construcciones románticas y patosas, sino un preciso espacio en los albores del día, donde, si es en la Nueva York que él conoció ―¿por casualidad alguien ha conocido una Nueva York distinta?― se «chapotean las aguas podridas».

O el de esa «inteligente bondad del alma», con la que concluye Allen Ginsberg su «Nota al pie de Aullido», que para él es «santa», «sobrenatural» y «extrabrillante», aunque para llegar a semejantes conclusiones precisara demorarse en un sinfín de coyunturas ―quiero creer que muchas prescindibles, ay, aunque suyas al fin y al cabo―, que se explicitan en esta cuarta parte de su célebre «Aullido» y todavía más en las tres primeras.

Sucede algo parecido, aunque para ello necesitemos trasladarnos desde el suelo literario al terreno de las expresiones de moda, con una de las más empleadas en el año 2017 (y aún bastante vigente, al haber recobrado fuerza debido al tsunami de la pandemia). Nos referimos a la tan traída y llevada voz resiliencia. Fui plenamente consciente del alcance del vocablo conociendo la vida de Tim Guénard, tanto a través de su autobiografía, Más fuerte que el odio, como viéndolo en persona, hace ahora diez años, pues un buen número de amigos y conocidos tuvimos la fortuna de coincidir veraneando con él, ya que se hospedaba en casa de una de las familias del grupo. De esta forma, si la RAE entiende esta palabra como la «capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos», con certidumbre la vida de padecimientos inenarrables de este campeón de boxeo francés es un vigoroso testimonio. En la misma medida, que el uso mamarracho que de este término se hace en el ámbito laboral siempre me ha encogido los adentros. ¿Por qué llamamos resiliencia a lo que es mero compromiso ―o ambición, vete a saber―, sentido del deber o sencillamente profesionalidad? ¿Quizás en la lengua de Milton, de donde surge, resilience se emplea de manera más genérica y suave? 

O con la tan de moda expresión vulnerables, en los últimos tiempos, voz con la que la sociedad bautiza a los más indefensos. Siendo que, obviamente, el asunto y el vocablo son pertinentes sin fisuras, faltaría más, ¿por qué a veces incurrimos en un malentendido paternalismo condescendiente para con los que así denominamos, cayendo en una terrible visión simplificadora de la realidad que se nombra? ¿De verdad no estamos todos inermes frente a las vicisitudes más importantes de la existencia? Y más aún, ¿no es la fragilidad una de nuestras mayores cualidades cuando logra acercarnos a nuestros semejantes y nos empuja a la solidaridad y a la empatía? En este subvertido orden de cosas, ¿quién es ciertamente más vulnerable frente a su propia fantasía de omnipotencia? ¿Acaso no hay quien lo tiene todo y no está nunca tranquilo?

Pero como sucedía con las andanzas de los versos de Liebert poblando mis desvelos, esto merecería entrada aparte…

[EN PORTADA: Jerzy Liebert]


Pablo Luque Pinilla (Madrid, 1971) es autor de los poemarios Cero (2014), SFO (2013) y Los ojos de tu nombre (2004), así como de la antología Avanti: poetas españoles de entresiglos XX-XXI (2009). Ha publicado poemas, críticas, estudios, artículos y entrevistas en diversos medios españoles y ediciones bilingües italianas y el poemario bilingüe inglés-español SFO: pictures and poetry about San Francisco en Tolsun Books (2019). Asimismo, fue el creador y director de la revista de poesía Ibi Oculus y junto a otros escritores fundó y dirigió la tertulia Esmirna. Participa de la poesía a través de encuentros y recitales, habiendo intervenido, entre otros, en el festival de poesía Amobologna, que organiza el Centro de Poesía Contemporánea de la Universidad de Bolonia; el festival poético hispano-irlandés The Well, que se celebra en Madrid; o el ciclo El Latido, que organizara el Instituto Cervantes de Roma.

0 comments on “Palabras recuperadas

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: