Cuaderno de espiral

Punto limpio

Hoy —reflexiona Pablo Luque Pinilla en un Punto Limpio—, ya no se repara; «ya no rescatamos para el disfrute o para la existencia ninguna de nuestras cosas y, lo que es peor, ninguna de nuestras relaciones».

/ Cuaderno de espiral / Pablo Luque Pinilla /

Salgo de casa empujado por una inercia matinal y sabática. Es fin de semana de un otoño enrarecido, no por ello menos otoñal y metafórico, donde la cadencia de la luz y los rescoldos del estío nos recuerdan que, además de la estación, también nuestra vida se encamina irremediablemente hacia el tiempo de los días serenos y las tardes solemnes, que evocara Shelley en su poema. La sensación durante los primeros metros, hasta doblar la esquina, es la que provoca la arquitectura de los viejos adosados y el surtidor agreste de la fronda que los rodea, proyectando una penumbra enigmática sobre mi caminar. Porque mi calle es un desfiladero doblemente encajonado, donde los garajes emergen de la tierra, en lugar de hacerlo del subsuelo, y la pendiente exagera la envergadura de sus riscos y paredes enladrilladas. De sus paredes como las de una garganta metamorfoseada en cárcava municipal, por cuyo ojo me introduzco, animado por los jirones de una claridad que alienta mi mirada durante este paseo acometido sin otro objetivo que el de desperezarme.

Apenas unos minutos después, llego hasta el punto limpio de la localidad, que es un lugar tan geométrico por el día como inhóspito por la noche. Lo custodian algunos vendedores ambulantes que esperan recibir de quienes allí nos acercamos cualquier especie de chatarra eléctrica o tecnológica susceptible de ser transformada en mercancía. Dentro, aguardan trabajadores del ayuntamiento dispuestos a ayudarte con la clasificación de los residuos. Vidrio, papel y cartón, ropa usada, escombros, metales, envases de plástico, madera, poda, aceite viejo, colchones, muebles y otros enseres, electrodomésticos, baterías de automóvil, pilas, medicamentos, aerosoles, fluorescentes, CD y DVD, pinturas… Una agrupación de desperdicios que conforman una urbe paralela de cachivaches y objetos descacharrados. «Reciclamos basura, / organizamos el fracaso» tengo escrito en un poema que me inspiró este lugar ―y que titulé como este lugar―, fruto de un estupor que solo conseguiría conjurar con su escritura. En él reflexiono acerca del hecho de que hoy ya nada se repara. De que ya no rescatamos para el disfrute o para la existencia ninguna de nuestras cosas y, lo que es peor, ninguna de nuestras relaciones. De esta manera, cuando unas y otras se estropean, las reemplazamos con la misma inmediatez con la que nos procuramos otras nuevas que no tardarán en dejarnos igualmente vacíos e insatisfechos. Esta sustitución a la ligera es especialmente sórdida, insistimos, cuando atañe a los afectos. Esos vínculos cuya disolución precipitada asumimos sin experimentar pavor, sin antes sopesar lo que ya hubo y lo que así perdemos. Anestesiados por las expectativas que suscita cualquier nueva persona que oteamos en el horizonte, como al niño le calma el llanto la esperanza del último juguete que pidió le regalaran. A rey muerto, rey puesto, suele decirse ―porque siempre entronizamos al último que acaba de llegar―. A compañía desgastada por el tiempo y las desavenencias (igual da que antaño nos colmara de alegrías, o que todavía sea salvable), nuevos rostros con los que seguir engañándonos. En lugar de cuidar y reparar, en suma, tirar y adquirir. Solo pensarlo coagula la sangre y despierta interrogantes a borbotones. Y es por aquí por donde creo que el círculo se va cerrando/abriendo. Ya que, sea como fuere, lo único capaz de remediar esto, donde el conservar y el recomponer constituyan siempre la primera opción, será un punto limpio, de partida o a la inversa, que es la imagen del esclarecimiento de nuestras más intimas tensiones humanas para armonizarlas. Para recuperar la conciencia del valor que otorgamos a las relaciones en nuestra vida y dotar de sentido a cuanto emprendemos. «Presa somos del hueco en el que enmudecemos, / del manto de silencio / donde añorar la vuelta al yacimiento de partida» continuaba el poema. Para concluir aseverando: «Al cerco de visiones / donde se acechan las figuras que engendra su celaje / y advertimos las formas / que se apreciaban al inicio».

Retomo el camino que me trajo hasta aquí con la intención de seguir con mi sábado recién estrenado. Seguramente haré lo de siempre que hago los sábados, con precisión inconscientemente ritual. Mal haría si, en medio de la rutina―concepto, por cierto, nunca tan desmantelado como ahora―, no dejara espacio para ahondar en el misterio que entreabre ese punto limpio ―que lo es siempre de fuga―, que, tal y como sugiere el arranque del poema que venimos comentando, «gira su rostro para acompañarnos / su racimo de nubes coral y arborescente. / En la altura aumenta, disminuye, / retuerce nuestra espera / como reloj de arena de un sueño inalcanzable».

[EN PORTADA: Sic transit gloria mundi, de Chester Arnold (2013)]


Pablo Luque Pinilla (Madrid, 1971) es autor de los poemarios Cero (2014), SFO (2013) y Los ojos de tu nombre (2004), así como de la antología Avanti: poetas españoles de entresiglos XX-XXI (2009). Ha publicado poemas, críticas, estudios, artículos y entrevistas en diversos medios españoles y ediciones bilingües italianas y el poemario bilingüe inglés-español SFO: pictures and poetry about San Francisco en Tolsun Books (2019). Asimismo, fue el creador y director de la revista de poesía Ibi Oculus y junto a otros escritores fundó y dirigió la tertulia Esmirna. Participa de la poesía a través de encuentros y recitales, habiendo intervenido, entre otros, en el festival de poesía Amobologna, que organiza el Centro de Poesía Contemporánea de la Universidad de Bolonia; el festival poético hispano-irlandés The Well, que se celebra en Madrid; o el ciclo El Latido, que organizara el Instituto Cervantes de Roma.

Acerca de El Cuaderno

Desde El Cuaderno se atiende al más amplio abanico de propuestas culturales (literatura, géneros de no ficción, artes plásticas, fotografía, música, cine, teatro, cómic), combinado la cobertura del ámbito asturiano con la del universal, tanto hispánico como de otras culturas: un planteamiento ecléctico atento a la calidad y por encima de las tendencias estéticas.

0 comments on “Punto limpio

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: