/ Cuadernos tragicómicos / Iván Álvarez /
Los españoles vivimos en un régimen socialcomunista. Está bien, porque yo soy comunista y llevaba tiempo esperando esto, aunque reconozco que estoy un poco decepcionado. Que el régimen español es socialcomunista se demuestra diseccionando a los integrantes de la coalición de gobierno, formada por: el Partido SOCIALISTA Obrero Español; y Unidas Podemos, cuya condición de coalición comunista se confirma observando los memes que te pasa por WhatsApp tu tío el facha, que he podido comprobar que todos tenemos uno, curiosamente. Está claro que socialismo no es sólo lo que los comunistas entendemos por tal cosa, hace tiempo que el concepto alude a grupos políticos con programas bien diferentes, desdibujando su significado original, llegando al punto de que el PSOE es socialista, y los nazis también. Un momento, ¿que los nazis eran socialistas? Sí, estimado lector, cualquiera que conozca la prolífica producción literaria e historiográfica del liberalismo sabe que los nazis eran socialistas similares a los comunistas. ¿Acaso no has caído en la cuenta de que se denominaban nacionalSOCIALISTAS? Jaque mate, estalo, o estalonazi mejor dicho, sois lo mismo. Y por extensión el PSOE es lo mismo que el Partido Nazi también. ¿Acaso sus siglas no aluden a términos similares?

Volvemos a la idea de que socialismo no solo se refiere a esa fase transitoria entre modos de producción, y podemos debatir sobre si en el nacionalsocialismo hay, efectivamente, un componente que pueda considerarse socialista; pero el problema está en que el liberal toma la especie y la equipara a todo un género (momento oportuno para recordar la jerarquía de categorías taxonómicas). Es decir, bajo el concepto de socialismo para un memoliberal cabe todo —incluso Esparta—, y todo es igualmente socialista y todo se rige por el mismo programa político y económico en última instancia, especialmente cuando hablamos del socialismo de los comunistas y los nazis. Realmente esto es una reductio ad Hitlerum muy gratuita pero eficaz para personas que no quieren pensar mucho. Se denominan de la misma manera y para ambos la propiedad privada está lejos de ser sagrada, ergo el socialismo marxista es lo mismo que el nazismo. Y a tomar por culo, tira que libras. Así decía Antonio Escohotado en una entrevista con Pablo Iglesias. Según el ilustre filósofo, Hitler tenía dos planes, y cito textualmente: «En el Mein Kampf lo dice clarísimo. Dice: primero hacemos lo de la raza y el triunfo y luego hacemos lo de la propiedad. Léase el Mein Kampf». Antonio Escohotado debería saber que abusar del peyote no es excusa para mentir tan descaradamente; aunque tal vez no pretenda mentir y estemos ante la consecuencia de una buena tarde pasado de ácido en la que don Antonio se leyó el libro de marras, alucinó —literalmente— con esas movidas, y se quedó con la copla.

—¡Coño, Antonio! No sabía que podías tocar la guitarra
—Yo tampoco
Volviendo al gobierno socialcomunista de España. Justo hace unos días era noticia que el Estado compensaría a los grandes propietarios inmobiliarios como parte de su famoso decreto antidesahucios. Unidas Podemos, los socios minoritarios de la coalición de gobierno, sentenciaron que estábamos ante un «rescate», y es cierto que nos enfrentamos a un nuevo caso de socialización de las pérdidas de las clases propietarias. Es curioso cómo nunca hay dinero para nada: no se puede pagar mejor a los médicos, no se puede reducir la ratio de alumnos por aula y no se puede financiar casi ninguna medida de protección social. Pero para compensar a los propietarios y a los banqueros, de repente, el dinero surge, aparece por arte de magia. Como la típica propina de Navidad de tu abuela. El capitalismo funciona hasta que se les acaba el dinero a los demás, o algo así era, ¿no? Resulta que también siguen adelante los planes para alargar la edad de jubilación, porque que los jóvenes podamos trabajar es mucho pedir también. No hay visos de que se vaya a derogar la reforma laboral del PP, que solo para lo más liberales se quedó corta. La Ley Mordaza ahí sigue, y la LOMLOE está lejos de frenar la tendencia a la mercantilización de la educación. Y no sigo porque tampoco me quiero deprimir. Bien pensado, no parece que estemos ante un gobierno socialcomunista, por mucho que se insista.
La oposición lleva desde 2014 contando la milonga de que se vienen los sóviets, la bolivarianización de España, el fin de la propiedad privada y el de la civilización occidental… ¿Y qué más? ¿Un vídeo porno de Leticia Sabater? Bueno, a esto poco le falta, tampoco hay que tentar a la suerte. La oposición está encabezada por el Partido Popular, que volviendo al tema de los nombres podemos deducir que podría gobernar en la República Popular Democrática de Corea. Yo qué sé ya. Resulta que el Partido Popular está como descafeinado. Siguen siendo ese partido de derecha liberal-conservadora, de pijos y de pobres que aspiran a ser pijos, que privatizarían todo lo privatizable con un decretazo si no fuera porque son conscientes de que tendría unas consecuencias catastróficas; pero están como que no están, excepto en las noticas de Madrid y la Comunidad de Madrid. Han sido eclipsados mediáticamente por Vox, cosa de la que no les podemos culpar, porque Vox tiene una estrategia política finísima.

Vaya por delante que el que aquí escribe no cree que Vox sea fascista, ya saben, dejes de historiador que para lo serio quiere ser riguroso con los términos. Creo que el uso de conceptos como fascismo, comunismo, etcétera, están banalizados al extremo y se emplean como deus ex machina para descalificar rápidamente y resolver la cuestión. «Son fascistas/comunistas, todo está permitido». Mi punto es que no por no denominarlo fascismo estoy siendo más tibio. Curiosamente los más concesivos serían los que consideran que es fascismo y no se enfrentan a ello como tal. Y además, no necesito catalogarlo como fascismo para que mi consideración de Vox sea nefasta; es una desgracia política, un rearme de los programas políticos más reaccionarios y, en general, una puta mierda.
Normalmente, ante determinadas partes del programa de Vox —abiertamente liberales—, los que están convencidos de que Vox es fascismo echan balones fuera diciendo aquello de «Bueno, son liberales en lo económico, pero es que el fascismo hoy no puede ser como lo era hace cien años», frase con la que podríamos etiquetar como fascista a cualquier partido conservador bajo pretexto de que es una modulación forzada del mismo. Y al final se acaba haciendo una pirueta similar a la liberal, pero en versión antifa: el fascismo y el liberalismo y/o conservadurismo son lo mismo. El tema es que alguien tiene que ser un puto facha al final de la conversación, parece. Desde mi punto de vista Vox es una actualización del aznarismo, que ha cobrado fuerza en una retroalimentación entre nacionalismos y en un contexto global favorable. Y poco más. No por usar términos más gruesos está uno siendo más izquierdista ni siendo una resistencia más eficaz a ese movimiento.
Y es que, efectivamente, enfrente de los que tildan de socialcomunista al gobierno de España están los que llaman fascismo a todo, entre los que se encuentran buena parte de los independentistas, que consideran que España es un Estado facha y que muchos de los que vivimos al sur del Ebro o hacia la mitad occidental del país somos fachas también. De hecho, si no te han llamado fascista alguna vez no eres nadie. Y en medio de esos dos grandes grupos estamos los que no tenemos inflamada la meninge. La cuestión es que en un estado fascista dudo que se hubieran hecho campañas de astroturfing (campañas políticas realizadas desde el poder pero que aparentan ser espontáneas y surgidas de abajo) a favor de distintos colectivos históricamente discriminados como se ha hecho, y se hace, en España. Campañas que no por estar en buena medida proyectadas up-down considero que algunas de sus reclamaciones sean menos oportunas, por supuesto.

Si España fuera un Estado fascista, desde luego, los partidos nacionalistas centrifugadores no serían legales, ni mucho menos podrían formar gobiernos y aprobar presupuestos. Pero tampoco lo serían los distintos partidos comunistas, ni el PSOE ni Podemos. Y volvemos a lo anterior: no por no considerar que el Estado español sea fascista dejo de ver la arbitrariedad, la represión o la injusticia en las instituciones. De nuevo, no por usar términos más gruesos uno es más beligerante, sino más bien lo contrario: El día que saltó la noticia sobre la intención de repetir el juicio a Arnaldo Otegi & Company mucha gente vino a reafirmarse, España es fascista. Pues si es fascista y lo único que se te ocurre es un tuit y e ir a una concentración en una plaza a pegar cuatro voces siento decirte que no eres un antifascista, eres un primo.
Sea como sea, y para concluir, podríamos decir que la avería más grave la tienen, insisto, los más fervorosos liberales y libertarios. Bajo el criterio de la intervención del Estado todo se equipara, todo es socialismo unívocamente y para ellos todos los gatos son pardos hasta cuando es de día. Es un meme conocido en internet que los liberales de habla hispana se tachen de tibios socialdemócratas entre ellos, a veces no irónicamente. Cuando este turboliberalismo se junta con la derecha sociológica española, con ciertos rasgos culturales muy reconocibles, se producen apagones neuronales que son para verlos.

¿Cuál es la moraleja de este baile de conceptos? Que no le compres libros a Jiménez Losantos. Never go full retard. Sí, sí, todos estos memes y estas parrafadas eran para que veas que no debes hacer caso a Losantos. Nada puede salir bien, el intelectual de derechas más sobrevalorado y endiosado de España. De hecho, sus mayores éxitos son sin duda en el mundillo del humor.
Iván Álvarez es historiador, licenciado por la Universidad de Oviedo.
Veo que la universidad de Oviedo ya acepta los “esquemas” sinópticos que hace mucho estaban prohibidos hasta en el Instituto al responder a las preguntas de examen de las diferentes asignaturas. Me apena la farfolla liberaloide de escasa densidad para acabar diciendo lo que parece el objetivo del artículo, tan sencillito: no lean a FJLS. Me gusta tanto la absoluta libertad de expresión, que lamento la hojarasca que envuelve un monotema, sea el que sea…siempre que se entienda expresión como algo más enjundioso que mera interjección. Por cierto, al margen de la plebeya significación de “facha”, la palabra significa faccioso, separado minoritario, en general violento, de un conjunto organizado, como algunos “fachas” escindidos del polvoriento carlismo que acabaron por autolisis.