Experimentación y ocurrencias (en el mundo educativo)

Pedro Luis Menéndez escribe sobre su hartazgo ante cada nueva hornada de gurúes y pedagogías pretendidamente innovadoras a cuyo advenimiento ha ido asistiendo a lo largo de sus años como profesor.

/ De rerum natura / Pedro Luis Menéndez /

Con la enésima ley de educación en puertas se avecina una nueva hornada de gurús o, a veces, no tan nueva sino reciclada, reformulada, recompuesta, revendida. En especial esto último, porque en ocasiones nada sabe mejor que un buen pote de berzas recalentado y ofrecido con una etiqueta diferente, tal vez en inglés, que viste más.

Después de tantos años a pie de aula (y los que me quedan) he visto pasar oleadas y oleadas de corrientes pedagógicas innovadoras. Como resulta lógico, algunas de estas mareas dejaron algo en el poso (¿pozo?) educativo, y a otras se las llevó el viento a la misma velocidad que las trajo sin dejar rastro alguno tras ellas.

Leo un titular de prensa de hace unos días: «El innovador método de un colegio de Leganés: así dan clase 7 profesores a la vez en una misma aula». No es una broma, aunque reír me río. Uno de los problemas más serios y graves que arrastra, quizás desde siempre, el sistema educativo es que, con asiduidad, confundimos experimentación con ocurrencias. Y nuestros experimentos no se realizan con piedras, o con madera, o con nanopartículas, sino con seres humanos.

¿Se imagina alguien que, para combatir la pandemia del covid-19 hubiéramos ido probando distintos prototipos de vacuna en población real, sin estudios previos, sin evaluación de la implantación ni contraste alguno con grupos de control? ¿No se lo imagina nadie? Pues en la educación ocurre de continuo, hasta tal punto que resulta muy difícil diferenciar las aportaciones válidas, serias y documentadas con rigor de las ocurrencias que proliferan como hongos en cada centro educativo que publicita estar a la última.

Porque ahora, además, los centros también deben publicitarse, como lo hace cualquier otro producto a la venta. No es tan nuevo el asunto, pues empezó hace décadas: nosotros ofrecemos dos idiomas, pues nosotros tres, ¡oiga, nosotros cuatro! ¿Ordenadores? Dos salas, tres, todas las aulas, todo el alumnado con un dispositivo, pues nosotros con dos sin contar el móvil. ¿Dos profes en el aula? ¿Siete? Nuestro centro, quince. Pues nosotros treinta, uno por cada discente.

Hace pocos años, con un importante despliegue de medios, apareció la metodología de la clase invertida y el país se llenó de cursos de formación impartidos por ¿expertos? Gran panacea, revolución metodológica, una clase al revés. Claro que no se la nombraba así, sino flipped classroom. ¿A que suena distinto, con otra entidad, otra fuerza?, sobre todo si no se sabe inglés.

Salman Amin Kham, fundador de Khan Academy, una de las aportaciones más serias y consistentes para el estudio de las matemáticas a través de la enseñanza a distancia, recibió por su proyecto el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional en 2019. Cuando acudió a Asturias a recogerlo, la prensa destacaba en titulares: «Si hay que elegir entre tecnología y un buen profesor, elijo a este último».

Pero no sé si pasaron desapercibidas unas declaraciones más a fondo en una entrevista que también realizó por aquellas fechas:

«La clase invertida no es idea mía. En humanidades se ha practicado siempre. Tú lees en casa una obra y en clase dialogamos sobre ella. Sin embargo, en matemáticas o en ciencias la tradición ha sido que alguien te da una clase y luego te llevas los deberes a casa. Si inviertes esto, cada uno asimilará los conceptos a su ritmo y, a cambio, tendrás un apoyo de tus profesores o tus compañeros, para resolver los problemas concretos».

¡Acabáramos, tuvo que venir Salman Khan (el matemático, no el actor) para decirlo! ¿Y si en los claustros las buenas gentes de mates hubieran mirado alguna vez a las de humanidades? Igual nos hubiéramos ahorrado que un gurú (aunque este sea de los de verdad) nos lo hiciera ver.

¿Qué será lo próximo? ¿El metaverso? ¿Serán nuestros avatares o nuestros hologramas quienes acudan a las clases?

Les propongo un lema a los nuevos gurús que van a aparecer en cuestión de meses: «El futuro de la educación será ecológico y sostenible o no será». Y se lo regalo. Gratis total.

PD- Cuando cierro estas líneas, leo el anuncio del Ministerio de Educación de la supresión de las pruebas de recuperación (junio o septiembre) para el alumnado de la ESO desde ya. Pues ahí estamos.


Pedro Luis Menéndez (Gijón [Asturias], 1958) es licenciado en filología hispánica y profesor. Ha publicado los poemarios Horas sobre el río (1978), Escritura del sacrificio (1983), «Pasión del laberinto» en Libro del bosque (1984), «Navegación indemne» en Poesía en Asturias 2 (1984), Canto de los sacerdotes de Noega (1985), «La conciencia del fuego» en TetrAgonía (1986), Cuatro Cantos (2016), la novela Más allá hay dragones (2016), y el libro de prosas cortas Postales desde el balcón (2018). Recientemente ha dado a la luz en Trea el libro de poemas La vida menguante (2019) y el poema-libro Ciudad varada (2020) en los cuadernos Heracles y nosotros. Desde 2017 colabora de modo asiduo en El Cuaderno y mantiene una sección semanal sobre poesía y cuentos en el programa La Buena Tarde de la Radio del Principado de Asturias.

Acerca de El Cuaderno

Desde El Cuaderno se atiende al más amplio abanico de propuestas culturales (literatura, géneros de no ficción, artes plásticas, fotografía, música, cine, teatro, cómic), combinado la cobertura del ámbito asturiano con la del universal, tanto hispánico como de otras culturas: un planteamiento ecléctico atento a la calidad y por encima de las tendencias estéticas.

1 comment on “Experimentación y ocurrencias (en el mundo educativo)

  1. libreoyente

    Cuanta razón tiene usted, y cuanta insensatez domina el mundo!. Pero ya se sabe, destruyamos la educación, y la confusión puede ser un buen arma para ello, y así manipularemos mejor a las masas.

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