Crónica

Serpientes, ‘monstra’ y esferas: el universo imaginal de Aby Warburg

Manuel Fernández Labrada reseña dos libros del historiador Aby Warburg (1866-1929) de reciente publicación por la editorial Sexto Piso: 'El ritual de la serpiente' y 'Per monstra ad sphaeram: terror y armonía de las esferas'.

/ una reseña de Manuel Fernández Labrada /

Hasta hace no muchos años, la figura de Aby Warburg (1866-1929) parecía corresponderse con la de uno de esos eruditos menores, sólidamente formados, pero condenados a representar un papel secundario a la sombra de las grandes personalidades de la historiografía del arte alemana: una densa y selecta floresta en la que, desde luego, no resulta nada fácil destacar. La situación parece estar cambiando en las últimas décadas, lo que demostraría que no solo los escritores y artistas son merecedores de esa injusta reparación a destiempo denominada «fama póstuma». Perteneciente a un adinerado clan de banqueros judíos de Hamburgo, Warburg delegó en su hermano menor la gestión de la empresa familiar, a fin de consagrarse en cuerpo y alma a sus estudios e inquietudes culturales, aunque no sin asegurarse antes los recursos que le garantizaran la necesaria independencia económica (una decisión comparable a la que protagonizara Stefan Zweig, que se apartó de la industria textil paterna para dedicarse a la literatura). La revalorización de su legado se fraguó en las últimas décadas de la pasada centuria, gracias en parte a un estudio de Gombrich: Aby Warburg. Una biografía intelectual (1986), al que siguieron, de manera casi inmediata, numerosas monografías en varios idiomas (magister dixit). Ya en este siglo, ha sido también decisiva la labor restauradora del historiador francés Georges Didi-Huberman, que le dedicó un nuevo libro: La imagen superviviente (2002). Entre las obras más reconocidas de Warburg deberemos señalar El renacimiento del paganismo: aportaciones a la historia cultural del Renacimiento europeo (publicada póstumamente en 1932), así como el denominado Atlas Mnemosyne: una extensa recopilación de imágenes que pretendía representar la historia cultural de Occidente. Dichos trabajos manifiestan el interés de Warburg por la pervivencia de la mitología clásica en el Renacimiento italiano, así como la relevancia que le concede a la iconografía como herramienta de análisis. Dos importantes campos de estudio a los que cabría añadir la astrología y el pensamiento mágico, tanto en el contexto cultural europeo como en el seno de los estudios etnográficos, que Warburg inició en 1895 durante su viaje a Nuevo México.

Aby Warburg (1866-1929)

Aunque algunos textos importantes de Warburg han sido traducidos a nuestra lengua (como también las monografías de Gombrich y de Didi-Huberman antes referidas), parece que la figura del hamburgués continúa siendo poco conocida en España; o al menos, no tanto como merecería. En el año 2010, el Museo Reina Sofía le dedicó una exposición centrada en el Atlas Mnemosyne, su legado de imágenes: Atlas. ¿Cómo llevar el mundo a cuestas? A este significativo evento, y a otro puñado de ediciones aparecidas posteriormente, se suma ahora la iniciativa de la editorial Sexto Piso, que acaba de reeditar (en una edición revisada) uno de los textos más celebrados de Warburg: El ritual de la serpiente; a la vez que lanza como novedad un título inédito en nuestra lengua: Per monstra ad sphaeram, un valioso conjunto de textos que nos va a permitir conocer de primera mano las actividades (conferencias, esencialmente) de la Biblioteca Warburg de Hamburgo. Generada y sostenida gracias a los recursos financieros de Warburg, la citada institución constituyó un importante centro de cultura, cuyos fondos (unos sesenta mil volúmenes) fueron trasladados a Inglaterra tras la muerte de Warburg, como medida preventiva ante el avance del antisemitismo nazi en Alemania, lo que daría pie a la creación del Instituto Warburg de Londres. También es preciso señalar que las actividades de Warburg se vieron mediatizadas por una afección mental que lo mantuvo recluido durante cinco años (1918-1923) en el sanatorio Bellevue de Kreuzlingen, regentado por el eminente psicoanalista Ludwig Binswanger. Este es un detalle importante para el buen entendimiento de los dos libros que ahora nos ocupan, pues todos los textos que comprenden se relacionan, en mayor o menor medida, con esta etapa mórbida de Warburg.

El ritual de la serpiente recoge una conferencia impartida por Warburg ante los médicos y pacientes de la clínica Bellevue: «Imágenes de la religión de los indios pueblo de Norteamérica» (21 de abril de 1923). La ponencia, que venía acompañada de la exhibición de un álbum fotográfico de gran atractivo e interés etnográfico, recolectado por el propio Warburg, relataba su visita a la tribu de los indios pueblo, efectuada con ocasión del viaje a los Estados Unidos de 1895. Casi tres décadas después, Warburg desempolvaba los apuntes, recuerdos y materiales recogidos en aquella casi olvidada singladura para preparar una conferencia que le iba a servir, entre otras cosas, de herramienta terapéutica; es decir, constituiría la prueba definitiva de que la crisis nerviosa que lo inmovilizaba había sido ya superada, y estaba preparado para retomar sus actividades culturales en Hamburgo. La conferencia, que tenía como núcleo más llamativo la descripción y análisis de la famosa danza de las serpientes de Nuevo México, da testimonio de la amplia variedad de saberes humanísticos de su autor, que a su interés por el Renacimiento, la iconografía y la mitología clásica sumaba ahora la etnografía, y más concretamente, el pensamiento mágico. El trabajo de Warburg, que se fundamentaba en la creencia de que el estudio de la religiosidad pagana de los pueblos primitivos podía esclarecer el origen y desarrollo de la mitología antigua, reservaba sus últimas páginas a la figura de la serpiente ―verdadero símbolo intercultural― en el contexto de la tradición europea, tanto en la referida al Antiguo Testamento y a la teología medieval como a la Grecia antigua, subrayando el protagonismo de la serpiente en el culto orgiástico, así como el significado contrapuesto que adquiere en las imágenes escultóricas de Laocoonte y de Asclepio.

Tras analizar algunos símbolos relevantes en la cultura de los indios pueblo, como el pájaro o la escalera, Warburg se centra en la figura de la serpiente, identificable con el relámpago de la tormenta, en un contexto climático de escasez hídrica que solo es posible remediar mediante procedimientos mágicos. La serpiente se convierte, pues, en protagonista de la mediación mágica que se opera a través de la danza, a la que Warburg considera máximo exponente del «razonamiento simbólico»; una práctica cuyo principal fin consistía en garantizar el sustento de la comunidad, ya fuera el promovido mediante la caza o por la agricultura. Con la actividad cinegética se relacionan aquellas danzas en las que los participantes se mimetizan con el animal que se desea capturar, tal como sucede en la danza de los antílopes, que Warburg contempló en el pueblo de San Ildefonso. Pero son las danzas denominadas kachinas (o de demonios), con las que se pretende influir sobre el medio inanimado, las que despiertan el mayor interés de Warburg, y dan lugar a las páginas más sorprendentes y apasionantes de la conferencia, que le han granjeado el valor de verdadero texto de culto. Es el caso de la danza de la serpiente, extensamente descrita y analizada por Warburg, en la que el peligroso animal (una serpiente de cascabel), sometida a un complejo ritual mágico previo a la danza, se identifica con el rayo de la nube de tormenta llamada a paliar la sequía. La danza de la serpiente, con la presencia viva de numerosos ejemplares (que los bailarines aprisionan con la boca mientras bailan), constituye para Aby Warburg un testimonio excepcional, el de una primera fase en la transición del «simbolismo corpóreo y tangible» hacia otro de carácter «meramente espiritual y mental».

La conferencia se completa con un denso epílogo de Ulrich Raulff, gran especialista en la figura de Warburg, que nos desvela importantes detalles biográficos del hamburgués, como los referidos a la enfermedad mental que padeció y a su tratamiento en la clínica neurológica de Kreuzlingen (en cuyo contexto se gestó la conferencia). También nos aporta interesantes pormenores del viaje de Warburg a los Estados Unidos, así como nos informa del estado en que se encontraban los estudios antropológicos en aquel país. La influencia de Ernst Cassirer en el pensamiento de Warburg o su relación con el arte contemporáneo (con el primitivismo, en concreto) son otros de los temas desarrollados por Raulff, que nos ofrece también importantes ampliaciones y precisiones sobre el culto a la serpiente y su simbología. El epílogo incorpora además un valioso álbum fotográfico que completa el aportado por Warburg, ya de por sí dotado de un interés y atractivo extraordinarios.

Pero la mayor novedad de la propuesta editorial de Sexto Piso la representa, sin ninguna duda, la publicación de Per monstra ad sphaeram: terror y armonía de las esferas: un denso y sugerente libro, admirablemente anotado y comentado por Davide Stimilli y Claudia Wedepohl, en el que se recogen seis textos de Warburg inéditos en nuestra lengua, y que nos permitirán conocer importantes detalles de las actividades programadas por la Biblioteca. Durante la estancia de Aby Warburg en el sanatorio neurológico de Kreuzlingen, la Biblioteca quedó en manos de Fritz Saxl, un joven estudioso contratado por Warburg que iniciaría, motu proprio, un ambicioso programa de conferencias. Internado en Bellevue, Warburg no podía asistir a los eventos, pero se mantenía informado de su desarrollo y ―lo más importante― le servían de estímulo para escribir. Los tres primeros textos recogidos en el libro se refieren a una conferencia dada por Alfred Doren el 23 de marzo de 1923, «Fortuna en la edad media y en el Renacimiento», y son los siguientes: a) una carta dirigida a Doren (31 de marzo), en la que planteaba ciertas objeciones al tratamiento que le había dado a la Fortuna; b) un post scriptum a la misma, donde informaba de la medalla aludida en la carta anterior; c) un texto inacabado, escrito al hilo de los anteriores: Las fuerzas del destino reflejadas en el simbolismo antiguo. Contrastando con estos tres documentos, que testimonian el aprecio y confianza de Warburg hacia Doren, la carta a Wilamowitz (23 de abril), no obstante su exquisita elaboración literaria, trasluce la frialdad de su relación con el insigne filólogo alemán (uno de los firmantes del vergonzante «Manifiesto de los 93»), que dio su conferencia sobre Zeus en la Biblioteca sin contar con el beneplácito de Warburg, que reprochó a Saxl el haberlo invitado. Un cuarto documento, muy breve, marca ya el regreso de Warburg a Hamburgo: una presentación a la conferencia de Karl Reinhardt (14 de octubre de 1924) sobre las Metamorfosis de Ovidio.

Pero el texto más importante y extenso de Per monstra ad sphaeram es una conferencia del propio Warburg: «El efecto de la sphaera barbarica sobre las tentativas de orientación cósmica en occidente». Una ponencia que tuvo lugar el 25 de abril de 1925, y que también podemos encuadrar, como la referida a los indios de Nuevo México, en su proceso de restablecimiento en la clínica Bellevue, que había abandonado a finales del año anterior. La conferencia, que venía encabezada en el manuscrito de Warburg por el lema Per monstra ad sphaeram, estaba dedicada a la memoria del filólogo alemán Franz Boll, gran amigo suyo cuya muerte repentina había frustrado su participación en el ciclo de conferencias de la institución. De hecho, el texto de Warburg principia reconociendo sus deudas a un libro de Boll, Sphaera (1903), que le había dado las claves necesarias para despejar algunas incógnitas de su trabajo de investigador del arte, como el desciframiento de los frescos astrológicos del palacio Schifanoia de Ferrara. El lema de la conferencia, Per monstra ad sphaeram, señalaba para Warburg una evolución hacia la luz, una apertura de pensamiento que se operaba en el tránsito de la Antigüedad tardía (contaminada de elementos orientales) al Renacimiento pleno, y que obraba en el sentido de liberar «a la personalidad moderna del hechizo de la práctica mágica helenística».

En el contexto general de la astrología, dicha contaminación se manifestaba de manera transparente en la sphaera barbarica de Teucro (c. I a. C.), descubierta y expuesta por Franz Boll en la referida Sphaera: una carta astrológica que incluía en su figuración elementos extraños a la tradición occidental, tomados en préstamo de la astrología egipcia y babilónica. A este respecto, resultan muy ilustrativas para Warburg las representaciones astrológicas de Perseo (primer decano de Aries), que en su tránsito hacia el Renacimiento pleno desfila bajo extrañas y anómalas apariencias (como la del turco que esgrime una cimitarra) que traicionan su significado más genuino, y cuya victoria final (la restauración de su valor como símbolo de la victoria sobre el monstruo) representa para Warburg la suerte del príncipe «encantado por poderes malignos» que es finalmente liberado. Este proceso dialéctico tiene otro de sus correlatos simbólicos en la figura de la Fortuna, que evoluciona modulando su carácter de fuerza ciega e irreductible a otro susceptible de ser dominado, o al menos, atemperado por el pensamiento y la acción humanas. Es el caso de la Fortuna agarrada por el cabello (como figura en la medalla de Camillo Agrippa, extensamente comentada por Warburg). Otra figura mitológica analizada es la de Palas, que emerge del «monstruoso complejo agonal de la antigüedad» (representado en su enfrentamiento con el monstrum, ya sea la Medusa de Urbino o el Centauro de Botticelli) aspirando a encarnar un «simbolismo espiritualizado», como el que se manifiesta en La escuela de Atenas de Rafael.

El texto de la conferencia se sustenta, como cabe esperar de Warburg, en un extenso y variado muestrario de imágenes, cuidadosamente escogidas, que van hilvanado un discurso en el que se tocan aspectos tan interesantes como la astrología oracular, el hombre zodiacal o el augurio de los sacrificios paganos (concretado en el hígado de bronce de Piacenza, que incluye signos astrales grabados en su superficie), con interesantes aportaciones a la evolución de la aruspicina a la medicina anatómica (que tiene su plasmación iconográfica en el motivo de la visita de Hipócrates a Demócrito). A diferencia de la conferencia de Warburg sobre la serpiente, la referida a la sphaera barbarica constituye un texto mucho más complejo y denso, a veces abigarrado y de desarrollo quizás un tanto tortuoso. Según relató su propio hermano, Warburg improvisó libremente durante la exposición (que se extendió durante dos horas y agotó un tanto al público), por lo que no debemos extrañarnos de que algunas páginas del texto (cuidadosamente reconstruido por los editores a partir de la compleja documentación conservada) parezcan casi un guión: una apoyatura para que el ponente expresara todo cuanto sabía, inspirado por las imágenes que iba mostrando a su público. Seguramente Warburg actuaba así, por lo que, en realidad, la conferencia como tal (su particular performance, que quiero imaginar de un atractivo sobresaliente) nunca la recuperaremos del todo. Una notable ayuda para el lector será, sin duda, el minucioso aparato crítico que acompaña la edición, así como el documentado posfacio de Davide Stimilli, una guía imprescindible para orientarnos en este complejo pero sugestivo laberinto de imágenes, en el que resulta todo un placer perderse, y en el que se cumple como pocas veces aquel dicho popular, generalmente mal aplicado, de que una imagen vale más que mil palabras.


Extractos de los libros

«Porque los indios paganos, al igual que las demás culturas paganas de este mundo, se enlazan con el mundo animal ―mediante aquello que solemos llamar totemismo― empujados por un temor reverencial, bajo la creencia de que los animales de las distintas especies son los ancestros míticos de sus tribus. Su explicación del mundo como un conjunto de relaciones inorgánicas no se distancia tanto del darwinismo: mientras que nosotros imputamos una ley natural al proceso autónomo de la evolución, los paganos intentan explicárselo mediante una arbitraria conexión con el mundo animal. Por decirlo así, encontramos aquí un darwinismo por afinidad electiva, basado en la concepción mítica que domina la vida de estos seres considerados primitivos».

«Está claro que este es el significado de todo el ceremonial. Las sucesivas ceremonias demuestran que estas serpientes iniciadas y consagradas, en mágica comunión con los indios, son las mediadoras solicitantes y provocadoras de la lluvia. Son, por tanto, como santos de la lluvia vivientes y zoomórficos».

(El ritual de la serpiente, traducción de Joaquín Etorena)


«Lo que encontramos más difícil de comprender de la religiosidad pagana es el estilo de su vínculo imaginario entre hombre y cosmos natural. Lo que llamamos magia es, en el sentido de la Antigüedad tardía, solo cosmología aplicada, es decir, una aplicación del principio de identidad entre sujeto y mundo que finalmente conduce a la práctica de la manipulación; esta idea del microcosmos humano encontró su expresión más familiar para nosotros en el “Eso eres tú” de los hindúes».

« A los psicólogos de la religión no les resultará sorprendente esta posición privilegiada del mito si la consideran con más detenimiento. Este [el mito de Perseo] encierra casi por entero aquellos elementos primordiales que se hallan en la base de casi todas las religiones: la exigencia de superar el sacrificio humano para apaciguar la ira de un demonio. La espiritualización de esta sangrienta magia bárbara es la meta íntima y la aspiración de toda religión superior».

(Per monstra ad sphaeram, traducción de Joaquín Chamorro Mielke)


El ritual de la serpiente
Aby Warburg
Sexto Piso, 2022
124 páginas
19 €
Per monstra ad sphaeram: terror y armonía de las esferas
Aby Warburg
Sexto Piso, 2022
184 páginas
21 €

Manuel Fernández Labrada es doctor en filología hispánica. Ha colaborado con la Universidad de Granada en el estudio y edición del Teatro completo de Mira de Amescua. Es autor de diversos trabajos de investigación sobre literatura española del Siglo de Oro. Entre sus últimos libros de narrativa publicados figuran: El refugio (2014), La mano de nieve (2015) y Ciervos en África (Trea, 2018). También escribe en su blog de literatura, Saltus Altus (http://saltusaltus.com).

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