Rescates

Mercedes Soriano: las palabras del desencanto

Álvaro Acebes Arias traza en su sección «Rescates» la semblanza de una escritora que, después de cuatro espléndidas novelas, decidió retirarse de la circulación.

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Existen escritores que buscan deliberadamente desaparecer. Los hay que se ocultan tras sus personajes, confundiendo su biografía con la de los seres de ficción que han creado; también están los que se fabrican otra identidad y se enmascaran mediante pseudónimos; otros, simplemente, optan por el derecho a callar y se disuelven en un retiro voluntario, expresando con ese gesto su deseo de que los dejen en paz. A esta última especie pertenecía la madrileña Mercedes Soriano quien, dando un portazo, se largó de la literatura y de los círculos literarios de la capital poco después de publicar su última novela, Una prudente distancia (1994). La escritora, que había nacido en 1953 en el seno de una familia burguesa, se instaló en un pequeño pueblo del Cabo de Gata donde residiría hasta su muerte, envolviendo su vida en el silencio. Hay algo extraño en esa decisión, algo que nos inquieta por lo que tiene de autoaniquilación simbólica. Y es que, cuando tomó la decisión de trasladarse a Almería, Mercedes Soriano era autora de cuatro libros que habían sido publicados en sellos reconocidos, recibiendo el favor de la crítica, pero, además, escribía habitualmente en prensa y era la directora de varias revistas de prestigio. Digamos que estaba en lo que parecía la cima de su carrera. ¿Por qué, entonces, ese portazo? ¿Fue la escritora una exiliada de su propio tiempo? ¿O es que acaso lo contempló con tal lucidez que eligió huir?

Los dos primeros libros de Mercedes Soriano, Historia de no (1989) y Contra vosotros (1991), ya fueron un aviso de su intención de estar a la contra y de la divergencia que existía entre la autora y el resto del cuerpo social. Basta, incluso, ir un paso más atrás y echarle un vistazo al primer texto que publicó, un relato titulado «La Gran Vía» y que apareció en El País en septiembre de 1987. En ese breve cuento en que se describe un paseo nocturno por las calles madrileñas ya escuchamos una voz que no es que estuviera desconectada del presente, sino que había elegido otra opción: la de abrazarse a todo aquello que en los años ochenta comenzaba a desaparecer, intentando rescatar un imaginario que había entrado rápidamente en descomposición. Léanlo: es una excelente puerta de entrada a la narrativa de una narradora que no entendía de centros ni equidistancias, como también lo es Aposento, una estupenda novela-ensayo de Miguel Ángel Muñoz que bucea en la vida de Mercedes Soriano y sitúa su obra en su contexto cultural. Y de ahí pasen, como les decía, a sus dos primeras novelas: Historia de no y Contra vosotros, títulos que narran el desencanto y el descalabro de las ilusiones de cambio que habían nacido con la Transición.

No es fácil, por cierto, definir o interpretar eso que se ha llamado el desencanto. Término ubicuo y disputado, la película que rodó Jaime Chávarri sobre los Panero en 1976 sirvió para nombrar no un concepto racional, sino un sentimiento difuso o, mejor dicho, una atmósfera afectiva que era la expresión o el síntoma de un profundo cambio histórico, el que tuvo lugar tras la muerte de Franco y el asentamiento de la democracia. Acontecimientos largamente anhelados y vividos con euforia en sus ciernes dieron paso poco a poco a una dolencia generacional que hundía sus raíces en la borradura de unos horizontes utópicos y el incumplimiento de unas esperanzas políticas y sociales. En ese contexto, la famosa frase de Manuel Vázquez Montalbán, «contra Franco vivíamos mejor», era mucho más que una ocurrencia y, como el documental de Chávarri, describía un clima emocional, pero también contribuía a dotar de sentido simbólico y político un momento histórico. A medida que progrese la década de los ochenta, el desencanto se convertirá en el reverso tenebroso de la posmodernidad y dará lugar a obras que se caracterizan por una profunda subjetividad pesimista. En esa disintonía, vamos a llamarlo así, están, por ejemplo, títulos como Muchos años después (1991) de José Antonio Gabriel y Galán y Las pirañas (1992) de Miguel Sánchez Ostiz, o las primeras piezas de Rafael Chirbes, Mimoun (1988) y En la lucha final (1991). Y, cómo no, la narrativa de Mercedes Soriano.

Ya les prevengo: no es fácil entrar en las novelas de la escritora madrileña y mucho menos sentirse cómodo ante el cuadro social que pinta. Cuando se leen las primeras páginas de Historia de no o Contra vosotros, el lector se siente perdido y confuso, desconcertado por la manera en que fluyen las voces en el relato y el modo en que se superponen eventos y sucesos. Es normal sentirse avasallado por la fuerza de esa prosa imponente, asfixiante y envolvente que bebe directamente de Musil, de Döblin, de Faulkner y, sobre todo, de Thomas Bernhard. Al principio, se tiene la impresión de no entender nada, de no ser capaz de desenredar la madeja de la historia, pero ese desconcierto inicial va poco a poco transformándose en admiración y en un rapto irresistible, haciendo imposible abandonar la lectura. No hay duda de que esa seducción es la marca de los grandes libros y, por supuesto, del magisterio de sus autores, esos que no conceden nada y no le allanan el camino al lector, sino que se dedican a aguijonearlo. Se me ocurre también que ese deseo de aturdir e incomodar desde un estilo y una estructura que se distinguen por su complejidad técnica y formal va en consonancia con lo que cuentan estas dos novelas, con su retrato áspero y crudo de una sociedad recién salida de la dictadura y que ha asumido en sus aspiraciones burguesas los valores del desarrollismo franquista. No hay un solo relato que pueda vertebrar un mundo que, a principios de los noventa, destaca precisamente por su desorientación, por la definitiva consolidación y asunción de una cultura del rendimiento en la que las verdades antes enunciadas y vindicadas se han hundido en la grisura de unas prácticas cada vez más hipócritas y mezquinas. Es por esto por lo que libros como Historia de no y Contra vosotros son todo lo contrario a obras neutras. Cada uno de ellos contiene una respuesta a la frivolidad y a la desideologización que se abría paso con el fin de siglo y, al mismo tiempo, afirman una voluntad por entenderse con ese medio y desentrañar sus claves, obligando al lector a participar en la labor de interpretación.

Historia de no contiene tres personajes cuyas voces se entrelazan a lo largo del texto sin que el lector, hasta el final de la novela, alcance a identificar exactamente quién habla. Esto da exactamente lo mismo, puesto que lo importante no es tanto revelar esas identidades como la revisión crítica (y autocrítica) que propone la autora desde la representatividad social que adquieren esas figuras. Estamos en los terrenos de la novela social y crítica; esa misma que, llegados los ochenta, había iniciado su repliegue ante la aparición en la literatura española de corrientes puramente narrativas o definidas por un subjetivismo acrítico que se ahorraba cualquier cuestionamiento histórico y político. Con su primera novela, Mercedes Soriano se rebeló contra esas tendencias enfrentando a sus personajes con su pasado y logrando así un retrato nada complaciente de la generación que hizo la Transición. Esa imagen ponía el dedo en la llaga y descubría tanto las transformaciones ideológicas y sociales como el colapso de las ideas que antaño defendieron. Pasados más de treinta años de la escritura del libro, el contacto con esa memoria preñada de desencanto duele, vaya que si duele, pues, según va demostrando el relato, a punto de cumplirse el final de la década, los temibles discursos que pregonaban la revolución y el cambio político y social habían perdido sus filos, disolviéndose en mansedumbres y resignaciones. Y así, hasta hoy. En su momento, la escritora dijo que este libro tenía que ver con la muerte y la afirmación parece justa si pensamos que Historia de no es, ante todo, el acta de defunción de una época y de unos imaginarios colectivos que, con la clausura de la Transición, quedaron reducidos a cenizas.

Contra vosotros —el único libro de Mercedes Soriano que ha sido reeditado estos años y que ha aparecido en una edición de lujo de La Navaja Suiza— es un sombrío capítulo de las claudicaciones morales que mostraba esta novela, volviendo a mezclar presente, pasado y futuro, y combinando nuevamente los riesgos formales con el tono crítico. Ahora ya no son tres las voces que desfilan por el relato, sino siete, encarnación de personas muy cercanas a la autora y que, con sus monólogos, enuncian el fracaso y la falta de compromiso y coraje que ha definido sus vidas. No es extraño que algunas de esas siete voces sean nombradas como «Memoria», «Relevo», «Control» o «Pasión». Cada una de ellas ofrece una reflexión sobre las distintas actitudes morales que había en el entramado social de los noventa, atravesado por la codicia, el afán de figurar, la deserción ideológica y la desilusión. Así, Mercedes Soriano pone en solfa el presunto triunfalismo de un país que estaba encantado de haberse conocido y miraba hacia Europa optimista y feliz. Frente a ese panorama, la autora elige contar una historia llena de personajes que no han sabido estar a la altura de sus propios proyectos y en la que nos habla de precariedad laboral, de la soledad y el desamor, de los conflictos generacionales y de una memoria reprimida y silenciada. También, cómo no, de las trampas de la cultura. La última voz del relato, autodenominada «Nadie», increpa y niega a todas las demás, al tiempo que se convierte en un durísimo alegato contra la generación que protagonizó la Transición y el sistema que ahora representa, pero llama la atención que, precisamente, el blanco de la crítica se dirija contra los intelectuales y artistas, aquellos que han hecho del arte y la cultura una forma de dominación y control, abandonando las señales de disidencia que tiempo atrás elogiaban y participando, asimismo, de la cosificación y despojamiento espiritual que define la vida moderna.

Antes de irse a Almería, Mercedes Soriano escribió dos libros más: ¿Quién conoce a Otto Weininger? (1992) y Una prudente distancia (1994). El primero continuaba la línea de las dos novelas anteriores, pero en el siguiente se aprecia un cambio de registro que, aun manteniendo el mismo compromiso, añade una dimensión ecologista al contar la historia de un destierro voluntario en el medio natural. Puede que con esta última novela la autora estuviera anticipando el giro que pensaba dar a su vida, pero lo cierto es que esa acción ya estaba prefigurada en Historia de no, donde la escritora dice que, a veces, el acto de cerrar una puerta no es tanto un gesto de arrogancia, sino de impotencia. Fue la desafección hacia una sociedad cada vez más acomodada y que había hecho de la vida un espectáculo permanente lo que llevó a Mercedes Soriano a tomar la decisión de quitarse de en medio. Ni siquiera en el campo de las letras pudo encontrar un amparo que le permitiera vivir acorde a sus ideas. Su silencio puede interpretarse, así, como la claudicación definitiva ante unas expectativas y unas potencias de vida que no tenían cabida en la realidad de los noventa.

Mercedes Soriano murió a los cuarenta y nueve años, lejos de todo y de todos. Había cumplido con el título de su segunda novela y, de hecho, estaba tan desconectada del mundillo literario que El País, el mismo periódico que la había dado conocer, tardó una semana en dar la noticia. No se sabe si siguió escribiendo en esos años y, si lo hizo, está claro que fue sin ningún afán de notoriedad. Mercedes Soriano se fue en 2002, pero cedió el testigo a otros (ahí tienen a Belén Gopegui, tal vez la autora que mejor ha seguido sus pasos) y nos quedan sus cuatro novelas, cuatro títulos extraordinarios que conviene recuperar cuanto antes. Cada uno de ellos destaca por su coraje para señalar las corrupciones y trampas de un tiempo de quiebras, y que es también el nuestro, pero, sobre todo, por ser el testimonio de una voz única cuyos ecos todavía resuenan.


Álvaro Acebes Arias (León, 1990) es licenciado en filología hispánica y profesor de Educación Secundaria. Doctorando en la Universidad de León con una tesis sobre la obra del escritor Rafael Chirbes, ha realizado además estudios sobre los distintos cauces de la narrativa española, con especial interés en figuras como Belén Gopegui, Marta Sanz, Isaac Rosa o Ricardo Menéndez Salmón. También ha participado en revistas, medios literarios y en organizaciones culturales como el Club Cultural Leteo de León o el Seminario Permanente Claudio Rodríguez de Zamora.

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