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La sátira, ¡esa prensa!

El Instituto Quevedo del Humor inaugura la exposición "La sátira, ¡esa prensa!" en el Antiguo Hospital de Santa María La Rica (Alcalá de Henares) hasta el 29 de octubre.

El Instituto Quevedo del Humor organiza una exposición sobre la prensa satírica ilustrada que abarca desde finales del siglo XIX hasta la actualidad. Comisariada por Javier Domingo, La sátira, ¡esa prensa! supone un documentado repaso a la historia reciente de España a través de su prensa satírica y estará a disposición del público en el Antiguo Hospital de Santa María La Rica (Alcalá de Henares) hasta el próximo 29 de octubre.


La prensa satírica ilustrada en España

/ por Javier Domingo Gómez y David F. Abel /

[Extracto]

Los felices años veinte

Esta fue la auténtica Edad de oro de las revistas de humor, prescindiendo en parte del sarcasmo brutal y de la mordacidad política. Aparecieron entonces varias revistas y auténticos especialistas en esta modalidad: en 1921 nació la publicación denominada Buen Humor, que duraría hasta finales de 1931, y en la que colaboraban, además de Bagaria, Sirio, Xaudaró, Robledano, el ilustrador Rafael de Penagos, Sileno, Federico Ribas, Bartolozzi, K-Hito, Casero, Fresno o Echea, uno de los mejores dibujantes de la época. Y como escritores humoristas contaban con muchos nombres provenientes de lo que Sainz de Robles denominó la Promoción del Cuento Semanal: Pérez Zúñiga, Wenceslao Fernández Flórez, Antonio Romero y los de la nueva generación, muchos de ellos también ilustradores: Mihura, Edgar Neville, Tono, López Rubio, etc. Buena parte de estos escritores y caricaturistas se pasaron luego con todas sus armas a otra publicación de caracteres similares: Gutiérrez, que albergaba a un personaje con el mismo nombre, trasunto del españolito medio; creado por K-Hito, se trataba de un personajillo representativo de la Administración de la época (“Jefe del Negociado de Cuentas Incobrables”). Gutiérrez nació en plena dictadura de Primo de Rivera (1927) y moriría en 1934. Algunos de sus colaboradores compatibilizaron su trabajo en Buen Humor y Gutiérrez con sus labores para Muchas Gracias, revista que comenzó dentro del más puro estilo sicalíptico para pasar luego a formar trío con las dos anteriores, representativas del buen humor, los chascarrillos políticos y las caricaturas del mejor estilo. Por su lado, en Barcelona sobresalieron en estas primeras décadas del siglo Papitu y Pakitu, continuando la trayectoria generada por La Campana y L’Esquella.

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De la II República al final de la Guerra Civil

Muchas de estas publicaciones mencionadas continuaron después de la proclamación de la II República el 14 de abril de 1931. También por esos días aparecieron nuevas revistas satíricas, como suele ocurrir cada vez que se produce un cambio radical en la vida política de nuestro país. De las revistas eminentemente humorísticas de la década de los veinte, a partir de 1930 pasamos a un humor radicalizado en una dirección u otra. Todos los diarios de cualquiera de las tendencias incluyeron por estas fechas chistes de grandes humoristas; destacaron, entre otros, Bagaria en El Sol, o Robledano y Xandaró en ABC. También en este diario monárquico brillaron las magníficas caricaturas teatrales de Fresno, que inmortalizó a nuestro Premio Nobel don Jacinto Benavente, así como a actrices de la categoría de Margarita Xirgú, Lola Membrives y Tórtola Valencia. Entre los hebdomadarios, Delgado Barreto volvió a la carga, esta vez con más suerte, de la mano de la publicación conservadora y de tipo popular Gracia y Justicia, que en un momento determinado cambió de nombre tras una suspensión temporal para pasar a denominarse Bromas y Verás. Todo el proyecto nació en septiembre de 1931 y moriría en febrero de 1936, después de las elecciones que dieron el triunfo al Frente Popular. Destacaron en ella ilustradores como el ya conocido K-Hito, Soravilla, Blas, Fresno y sobre todo Areuger, que haría casi todas las estupendas portadas y algunos de los “aleluyas políticos” del interior. Esta moda de los “aleluyas” (en su origen, estampas didácticas para los más pequeños y los iletrados) la utilizó también la popular revista de información general Estampa para su contraportada, a cargo, en este caso, del siempre ingenioso Echea. Por su parte, el dibujante Menda popularizó las caricaturas de la revista de izquierdas La Calle, que nació en 1930 con marcado tinte antimonárquico.

Pero, volviendo a los semanarios de humor, en 1931 ve la luz en Valencia la tercera etapa de La Traca, revista con caricaturas contra el rey Alfonso XIII y la burguesía; pero sobre todo arremeterá contra el clero, dentro del más puro estilo del viejo Motín de Nakens. En esta línea se mantendría también en Madrid El Fray Lazo y en Barcelona El Be Negre. Con el comienzo de la Guerra Civil, desaparecieron buena parte de las revistas satíricas de un signo u otro. En Cataluña se mantuvo unos pocos años L’Esquella de la Torratxa, editada por el Sindicato de Dibujantes Profesionales. En la zona nacional aparecieron La Trinchera y su relevo La Ametralladora, y esta última consiguió un gran éxito: surgió en San Sebastián, al ser tomada por las tropas fascistas. La Ametralladora sería el semillero de los grandes humoristas de La Codorniz. Entre los nuevos diarios de batalla, destacarían las ilustraciones humorísticas en la zona republicana de Milicia Popular, opúsculo del Quinto Regimiento. También aparecieron en ambas zonas publicaciones pseudoinfantiles llenas de rabia, encubiertas de humor contra los del otro bando.

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La triste y larga posguerra

Al margen de las distintas maneras de pensar, alguien ha señalado que la posguerra más larga de la historia fue la que nos deparó el general Franco, que para muchos terminó después de su muerte. Esta época no se distingue por una gran proliferación de publicaciones: la mayoría de los humoristas españoles, después de la Guerra Civil, se vieron obligados al exilio, y los que continuaron en España se refugiaron en los diarios y en las revistas del nuevo régimen. Pero no sería justo ignorar algunos intentos, con mejor o peor suerte, de resucitar la vieja tradición de las revistas de humor. En 1941 nacía de la mano de Enrique Herreros La Codorniz, donde se refugiarían los genios del humor que habían sobrevivido a la hecatombe; nombres como los de Mihura, Tono, Neville, Julio Camba, Gómez de la Serna, Fernández Flórez y el jovencísimo Álvaro de Laiglesia, que tres años más tarde se haría cargo de la dirección, cambiando el subtítulo de la publicación por el de “La revista más audaz para el lector más inteligente”. Entonces llegarían hombres como Pablo, Chumy Chúmez, Mingote, Máximo, Serafín, Gila… Toda una bocanada de aire fresco. En esta época aparecieron otras revistas satíricas, con más rabia o más panfletarias de lo habitual, como ¿Qué pasa?. Mingote intentó suerte con Don José (1955), una especie de refrito de Gutiérrez, pero no consiguió alcanzar el éxito. Después de la Ley de Prensa de Manuel Fraga en 1966, comenzarían a publicarse con algún retraso algunos nuevos proyectos, caso de Hermano Lobo, que surgió en mayo de 1972, y que tenía siempre una frase de esperanza acerca de las libertades, que llegarían “el año que viene, si dios quiere”. En ella colaborarían Perich, Forges, Chúmez, Ops, Summers, Cesc, Máximo y Gila, entre otros. Otras revistas con nombres clásicos probaron suerte en estos últimos años de la dictadura franquista, sorteando multas y cierres; como la desgajada de Hermano Lobo de nombre Por Favor, y Muchas Gracias, que puso el acento claramente en el erotismo propio del momento que se vivía, al igual que Mata Ratos.

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… Y volvieron las libertades

Una vez más, con la apertura que llegaba con la muerte de Franco y el compromiso del rey Juan Carlos I de restablecer las libertades para los españoles, proliferaron las nuevas revistas, entre las que no faltaron las de humor. Bien es cierto que, con los nuevos tiempos, fracasaron las viejas fórmulas, por lo que, aunque con resistencia, murieron La Codorniz, Muchas Gracias, Hermano Lobo y Por Favor. Paralelamente, fueron tomando el relevo revistas de humor típicamente político. Entre todas sobresalió El Papus (1973-86), publicada en Barcelona pero con difusión nacional. Esta publicación padeció las heridas de la intransigencia de los que no se adaptaban a las nuevas formas de convivencia. Después llegarían El Jueves (que pervive con excelente salud en nuestros días, con el pertinente cambio generacional), Barrabás (publicación de humor deportivo en auge hasta 1977), La jaula (raro híbrido político creado por Emilio Romero), El Cuervo, El Cocodrilo, H Dos O, Butifarra, Jacaranda, In Fraganti, El Puro, etc. Otras, siguiendo la tónica general, serían de carácter decididamente erótico, como las viejas publicaciones sicalípticas entre las que destacó El Trompa. También se convirtió en habitual la creación de suplementos dentro de los principales periódicos y revistas de tirada nacional, centrados en este mundo del humor vitriólico. Humor de El Imparcial, comandado por Summers y Chúmez e ilustrado por gente del calibre de El Roto, supuso el pistoletazo de salida allá por 1970. Con el paso de los años, destacarían también Sal y Pimienta (gestado en el seno de Interviú) o, ya prácticamente mediados los ochenta, Al Loro, auspiciado en sus inicios por ABC.

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Por supuesto, con los nuevos tiempos y publicaciones también apareció una pléyade de nuevos humoristas: Ivá, Romeu, Sir Cámara, Peridis (genio de la caricatura), Juan Ballesta, Gallego y Rey, Ortuño y un sinfín más que aportarían nuevas visiones al mundo de la ilustración. Curiosamente, la implantación definitiva de la democracia y el fin de la transición hizo que la trascendencia de este tipo de publicaciones decreciera, manteniéndose, como hemos mentado, algunas cabeceras en activo, acompañadas de aventuras cuya trascendencia será más a nivel “de iniciados”. En 1993, por ejemplo, nació Mondo Brutto, publicación con periodicidad cada vez más variable, subtitulada “Actualidad bizarra para brutos mecánicos”, en clara referencia a un nuevo público que apenas había vivido la dictadura y el comienzo de la nueva etapa en libertad de nuestro país. Sus artículos sin dejar títere con cabeza en cualquier terreno, y la aportación de nuevos dibujantes, descubría una savia distinta en el panorama. La parodia de las publicaciones de sucesos desde una perspectiva descacharrante y cuajada de rebaba llegó de la mano de Noticias del Mundo (1994), que dio paso con el tiempo a El Mundo Today ya en pleno siglo XXI, siendo su labor reconocida por El País, que ha acabado dando cabida a su imaginativa creatividad. El mismo año arrancó la trayectoria, fresca aún hoy, de El Batracio Amarillo, apadrinado por Chúmez y por supuesto con publicaciones como Hermano Lobo en su imaginario particular. El grupo Correo dio cabida allá por 2003 a las viñetas de Zulet recogidas posteriormente en Hazañas Tétricas, trasunto en su nombre del tebeo bélico clásico Hazañas Bélicas, pero con un contenido centrado en la sátira política del momento. Por su lado, desde el País Vasco y en activo desde 2009 se edita La Gallina Vasca, recopilando textos satíricos de diverso pelaje, mezclados con viñetas que hacen de este fanzine una apuesta segura todavía en estos momentos. Aunque la palma, en la actualidad, se la lleva la infatigable Mongolia, aparecida en 2012 y presente a nivel nacional en buena medida gracias a los escándalos que ha suscitado. Heredando dibujantes de renombre de los últimos tiempos (Mauro Entrialgo, Fontdevila…), han creado polémica con su peculiar acercamiento al humor más ácido que lo mismo toma de referente a La Codorniz, El Papus o la omnipresente Hermano Lobo que a los británicos Monty Python, reflejo de una generación que toma de todos los campos artísticos para sus proyectos. De menor calado, pese a la implicación de firmas reputadas como el Gran Wyoming, Idígoras & Pachi o Abulí, ha sido el reciente intento de El Churro Ilustrado, último nombre de trascendencia. El camino está expedito, y bastantes más de cien años nos contemplan. Disfruten de esta exposición de nuestra historia desde el mejor punto de vista: el del humor.

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