Arte

Visibles

María Jesús Soler reseña la exposición 'Visibles', que reuniendo obras de mujeres de varias generaciones ha acogido la Sala La Capella del Antiguo Asilo de Alcoy para celebrar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Visibles

/una reseña de María Jesús Soler/

El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer. Alrededor de esa fecha, diversos actos, convocatorias y eventos se producen cada año. En relación con ello, el presente artículo reseña la exposición que se inauguró en Alcoy (Alicante) el 7 de marzo de 2019 con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, que permaneció abierta hasta el 27 de abril y presentaba diversas particularidades simbólicas que hacían pensar a quienes la visitaban no sólo en la singularidad del espacio expositivo, sino también en la diversidad de la obra presentada.

La exposición estuvo comisariada por Pilar Tébar, presidenta de la Asociación Valenciana de Críticos de Arte, y por Lucía Romero, gestora cultural del Ayuntamiento de Alcoy y específicamente de la Sala La Capella del Antiguo Asilo, además de presidenta de la Asociación Cultural Art Nostre, que cubre una serie de manifestaciones artísticas de municipios de la zona. Es de destacar el comisariado de esta exposición, pues, teniendo en cuenta el espacio expositivo, tuvieron un criterio claro y siguieron un hilo conductor que es de agradecer en eventos de este tipo. Se consiguió aglutinar a quince mujeres de tendencias muy diferentes en un espacio ecléctico como es la Sala La Capella, donde conviven el neobarroco, el clasicismo renacentista y, si se apura, algo de gótico normando en su fachada. La sala está intervenida con dos módulos que permiten una mayor versatilidad y aprovechamiento del espacio expositivo.

La Capella es un edificio singular de mediados del siglo XIX, con mármoles de diferentes clases y en los laterales dos grandes lienzos del pintor Laporta (1890). En sus orígenes estaba dedicado al culto, y hace ya tiempo que está desacralizada acogiendo eventos artísticos diferentes, cosa que ocurre en la actualidad en muchos espacios originariamente religiosos que han pasado a  otro estatus de signo civil o público. En este sentido, el catedrático de grabado de la Universidad de Salamanca José Fuentes, artista grabador él mismo, explicitó sobradamente el concepto desacralizado en una exposición, tema de mi artículo anterior.

Pues bien, Pilar Tébar y Lucía Romero han hecho una selección de mujeres artistas para esta exposición bajo el título de Visibles. Se trata de una exposición que combina diversas manifestaciones artísticas que conviven en la muestra sin ningún problema: pintura de diferente signo, instalación, happening vídeo arte, op art… Se trata de visibilizar el trabajo que permanece oculto, pero que ha sido hecho con el mismo rigor e ilusión con que el tradicional, a lo largo de la historia del arte, ha tenido como protagonista al hombre. En la actualidad, y ya desde hace un tiempo (pensemos en Louise Bourgeois), se ha abierto para la mujer un espacio antes vetado.

Es de agradecer el uso del concepto «Visibles». Importante concepto. A lo largo de la historia del arte son escasas las referencias a obras realizadas por mujeres tanto en pintura como en escultura, literatura… Recordemos el caso de Camille Claudel, escultora francesa que de alumna paso a ser amante y ayudante de Rodin, ayudándole a realizar muchas de sus obras e incluso realizando ella misma parte de ellas que, después, se atribuía a su marido, quedando ella ninguneada, según cuentan los historiadores. En literatura podemos recordar a Cecilia Böhl de Faber, que tuvo que sustituir su nombre por el de Fernán Caballero para poder publicar sus obras. Y así una larga lista que permanece oculta y que afortunadamente en la actualidad sale a la luz. La mujer ha ido emergiendo con esfuerzo para lograr esa visibilidad: de ahí que la exposición Visibles no sólo acierte con el nombre, sino también con el espacio en el que se exhibe; espacio que ha pasado a desacralizarse quedando abierto a la diversidad de muestras y actividades que se realizan en él.

Por otra parte, es de mencionar el criterio que han seguido las comisarias y que podemos leer en el texto introductorio del catálogo:

En esta exposición dialogan artistas de tres generaciones diferentes que se dan la mano para componer un panorama plástico contemporáneo, haciendo hincapié en la memoria hereditaria del camino trazado por la mujer en el arte. El recorrido comienza con un grupo de creadoras que empezaron a exponer a finales de los años sesenta y setenta sin tener un modelo femenino donde inspirarse. Polín Laporta, Mila Gómez y Mila Santonja sólo cuentan con su propio entorno para desarrollarse y presentan una limitación social, dado el momento histórico que les tocó vivir. De hecho sus estudios tuvieron lugar en academias privadas o, en el caso de Mila Gómez, su formación fue autodidacta […] De la siguiente generación se muestran obras de artistas que ya tuvieron la oportunidad de ir a la Facultad de Bellas Artes durante los años setenta y ochenta, época en la que mínimamente la mujer ya estaba presente en las aulas. Aurelia Masanet, María Jesús Soler y Fuencisla Francés conforman este grupo de creadoras a las que sus estudios les proporcionan un bagaje formativo trascendental para su posterior producción y crecimiento profesional. En el último grupo se presentan artistas de las últimas generaciones con una extensa formación académica: Perceval Graells, Gertrudis Rivalta, Paloma Blanco, Elena Martí, Mónica Jover, Concha Ros, Luisa Pastor, Ana Higueras y Constanza Soriano… Proponemos así una muestra que proporcione visibilidad a los proyectos personales de nuestras artistas desde cualquier generación y, al mismo tiempo, reivindicar su posición dentro de nuestra memoria pasada presente y futura.

Al entrar en la sala nos recibe frontalmente una obra de Fuencisla Francés; un collage de lienzo y óleo de 117×115 cm.

A la izquierda de este espacio modular podemos observar el juego de la materia con la luz proyectada en las sombras en una interesante obra de Elena Martí realizada con segmentos de cemento tratado y alambre. El resultado es una metáfora sobre lo pesado y lo ligero que en forma de sombra parece querer volar:

Elena Martí aporta también otra excelente obra realizada con óxido sobre tela 156×125 cm que se denomina Paisaje y que pertenece al Proyecto Vulnerable. Dicha tela está expuesta en lo que sería el altar mayor de La Capella:

Supone la introducción de la naturaleza con ese aspecto difuso y otoñal. La artista se sitúa en general en sus proyectos en una línea defensora de la naturaleza, haciendo hincapié en una fragilidad exponencial de la misma que se produce ya desde hace tiempo.

En la base de ese altar mayor podemos observar un módulo que presenta en su parte externa la secuencia de una performance realizada por Ana Higueras, licenciada en Bellas Artes e historiadora del arte. La pieza versa sobre la repetición de la explosión emocional que sobrecarga, pero que recurrentemente aparece, y la intención de liberarse de ella. Es así que la constancia, la fuerza y la fragilidad forman un tándem que la artista muestra en su acción.

Bajo el título de Puedo explotar, la artista realiza esta performance el dia de la inauguración con una duración de 15-20 minutos. Aquí se muestra una de las secuencias:

En la parte posterior de este panel encontramos una muestra de video art de Gertrudis Rivalta. La silla de debajo de la pantalla invita al espectador a sentarse y formar parte de la imagen proyectada. La persona queda inmersa en Tu cara ante la luz —título de la videoinstalación—, apareciendo proyectadas sobre el rostro innumerables formas que van pasando.

Es un proyecto interesante, metáfora de lo que permanece oculto de nosotros mismos en las relaciones humanas, incitando a sí a una reflexión sobre ello.

No quiero dejar de mencionar el techo central de esta Capella: un espacio plano que hace referencia a un cielo estrellado no sobre la nocturnidad, sino sobre un azul que es usado, desde mi punto de vista, como referencia católica al manto de la Virgen María que protege a la humanidad. El motivo de aludir a esto es introducir una obra que, como imagen en movimiento, hace referencia a la tierra; obra que baja desde la parte trasera del panel de la entrada invadiendo casi todo el suelo de la Sala.

De dicho panel cuelga una obra espectacular que inunda la trasera del panel y la parte central del suelo de La Capella. Corre a cargo de Constanza Soriano, premiada en el 2013 en el Salón de Otoño del Ateneo Mercantil de Valencia, y su título, Right now, plasma motivos florales aglutinados en una abstracción de marcado carácter gestual. Se trata de una pintura desplegada de 10×2 metros realizada con esmalte y acrílico sobre lienzo.

En la reproducción anterior se deja entrever, al fondo a la derecha, una obra que tiene enfrente otra y una más que permanecen ocultas en esta imagen. Las tres son de gran interés y las voy a mostrar. Realizadas por artistas ampliamente premiadas en certámenes diversos, son dignas de comentar por tener unas características diferentes a las anteriores, introduciendo un nivel de contraste en esta muestra no solo por su tamaño, sino por el tratamiento plástico empleado. En primer lugar, Mónica Jover nos muestra Del otro lado 04, acrílico de 150×150 cm. con collage de tela e hilo en su parte inferior que la dota de movimiento y rebasa los límites del cuadro:

Enfrente, nos encontramos una exquisita pintura de Percevall Graells sobre La fragilidad humana, realizada en técnica mixta sobre tela con unas dimensiones de 200x200cm. La obra está invadida por diversos matices y texturas con la poderosa impronta de la rotunda línea negra que aparece atravesada, interrumpida por tres trazos rojos que, lejos de ser pintura, son de lana roja cosida, en la misma tela. Las motivaciones de una obra quien mejor las sabe es la autora, pero veo una especie de mariposa que quiere volar por tierras diferentes, teniendo que interrumpir su vuelo.

Asimismo, Aurelia Masanet, entrando en la sala a la derecha, nos muestra un Palimpsesto retroiluminado; una obra bellísima, sugerente e hipnótica por los materiales, tratamiento e iluminación que la acompañan, de 190×90 cm. y realizada sobre tejido de papel de seda y fibras textiles sobre organza.

Avanzando de nuevo hacia el interior de la sala nos encontramos con unos registros diferentes en donde aparecen dibujos, acuarelas y pinturas: por una parte, las obras en pintura y acuarela de tres mujeres de una primera generación que, con su esfuerzo personal y por las circunstancias que les tocó vivir, adquirieron su formación autodidácticamente. Recordarlas en Visibles supone un homenaje a todas aquellas mujeres que no tuvieron la posibilidad de acceder a una titulación académica, pero obtuvieron el reconocimiento de su entorno. Tanto Polín Laporta con Mariposa con botella, simbólico lienzo de 121×81 cm y técnica mixta sobre madera, como Mila Gómez con una obra de 121x81cm que es una explosión de color, con empastes y trazos gestuales, ejecutan su obra con fuerza, delicadeza y maestría. Junto a ellas encontramos a Mila Santonja, gran acuarelista de su época.

Obra de Polín Laporta (1920-2004).
Obra de Mila Gómez (1922-2017).
Obra de Mila Santonja (1927-2004).

Pasamos a otro registro diferente al de estas tres mujeres artistas; registro que se inscribe en la contemporaneidad. Se trata de la obra de Concha Ros, que aporta cuatro delicados dibujos de gran soltura gestual en un soporte de 28×28 cm, realizados con grafito sobre papel y del que aquí aparece uno: Non chalance (2016).

Asimismo, Luisa Pastor expone un estimulante collage sobre papel de facturas, con el título Caja de zapatos. La propia composición registra la idea de movimiento por la disposición de las líneas, imágenes y elementos matéricos, como puede verse en la imagen siguiente:

Ya hemos recorrido toda la Sala de la Capella, pero al fondo, al lado del espacio donde está una de las obras de Elena Martí, hay una pequeña puerta que da acceso a lo que quizás fuera la sacristía o un espacio auxiliar. Desde lejos se ve el diálogo entre pasado y presenta mediante una escultura de la propia sala y otra de María Jesús Soler, la que suscribe, a quien se le ha invitado a participar. En la imagen inferior se pueden ver dos de las cinco esculturas con las que he participado formando la instalación de la imagen contigua:

Son cinco mujeres realizadas en DM de 5mm y lacadas de 170 cm de alto y pertenecen a la serie Mujer: el color de los días.

Junto a ellas, en una de las paredes de este espacio podemos ver la simbólica, expresiva y alegre obra de Paloma Blanco: Chiquitán que tumba que tán. Un acrílico sobre tela de 130×180 cm. que, al menos a mí, me traslada a Alicante; al Hotel Gran Sol, edificio emblemático de la ciudad, a su gastronomía, a su turismo y a la diversidad de gentes que residen en este punto del planeta.

Hasta aquí he intentado dar cuenta del contenido de una exposición de gran carga simbólica por la diversidad de obras que se muestran en un espacio fuera de lo común y con una clara intención de mostrar la actividad plástica de tres generaciones de mujeres cuyo origen está dentro del arco mediterráneo de Valencia, Alcoy y Alicante.


María Jesús Soler es una artista multidisciplinar consolidada con un amplio historial de exposiciones de pintura y grabado en España y en el extranjero. Licenciada en bellas artes en la especialidad de escultura por la Facultad de Bellas Artes de San Carlos de la Universidad Politécnica de Valencia, es asimismo doctora en filosofía y ciencias de la educación por la Universidad Literaria de Valencia, catedrática de filosofía y licenciada en filología hispánica. Recibió formación en grabado calcográfico en la Escuela de Artesanos de  Valencia y en la Facultad de Bellas Artes de Urbino (Italia), así como cursos especializados de fotograbado solar no tóxico en PMP Grafix, de grabado en color al carborundo y de grabado sobre pulpa de papel impartidos por José Fuentes Esteve. Ha participado en talleres sobre libros de artista y encuadernación con Albertina Tafolla. Ha estado presente en importantes ferias de arte, como las de Shanghái o Estampa. Ha realizado proyectos escultóricos como El Hilo del Tiempo, ubicado en la plaza Julio M.ª Orozco, en Elche. En el ámbito literario ha publicado las obras Meninas: mito, invención y realidad (2004), Rigoberto Soler de cerca (2011) y Sanzsoto: de roca y espumas (2013). Ilustra con sus grabados la obra Els camins i la mirada, del poeta valenciano Marc Granell.

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