Calendario (11)
Este instante insolente, hiriente, casi abominable
/por Avelino Fierro/
La luz se vuelve indecisa en sus tareas hacia finales de mayo. Lo he visto bien esta tarde al venir por la carretera vieja de los páramos tras visitar a mis padres. No sabía a qué atenerse: si a los brotes verdes de la tierra, a las horas que se entretienen y arañan más minutos de esta claridad, a un tapial desmoronado que se pinta de carmín, al agua embozada de una charca… El sol a media altura juega con las nubes, las traspasa y hace que se ruboricen de rosa en su costado. Todo parece en calma, mas a veces late por sí mismo el campo. Y escudriña el porvenir, o se inmola en el pasado. De pronto, el aire se ha espesado y todo parece aturdirse. Perturbaciones en lo sólido. A lo lejos, en la dirección de las naves industriales, una especie de humareda asciende hacia el cielo como un tornado. Gira y gira. Es densa, oscura; también traslúcida en algunos tramos, con reflejos nacarados. Sé que es ahí donde se mezclan los anhelos infantiles y el sonido de algunas canciones. Y en la zona grumosa y casi negra van las derrotas de la historia de estos pueblos tristes y pobres, revueltas con los rencores mal enterrados, las mentiras de la religión, el quejido de los animales, algunas llagas. Toda esta planicie está jadeando ahora. Hoy lo he vuelto a ver. Voy despacio. Y trato de no sentirlo, esas punzadas de los días que parecen malgastados. Porque este mundo que ahora abarco y me rodea fue mi mundo. Un milano va conmigo y por dos veces ha chillado. También capta las heridas en la tarde con su visión precisa, el encono de todas esas muertes que ahora vibran desajustando la cuadrícula de los sembrados. Digo nombres, invoco manes y otros conjuros añejos contra el tiempo idiota que no cesa de reclamar sus deudas; trato de sobornar a esos ángeles caídos que siempre lo están azuzando; y a la puta mafia del destino que sigue enredando sus hilos, como la seda el gusano. Otro gallo cantaría si yo estuviera en paz conmigo mismo… Pongo a todo volumen música que me aturda —un aria de Haendel—, que me defienda con sus notas de sierra, una navaja mellada contra el asedio de este instante insolente, hiriente, casi abominable.
Avelino Fierro (Chozas de Arriba [León], 1956), licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo y fiscal de Menores de León, es escritor de diarios, poemas, dibujante y coleccionista de libros. Sus textos diarísticos han visto la luz en tres volúmenes: Una habitación en Europa (2010-2012), Ciudad de sombra (2013-2014) y La vida a medias (2015-2016), todos ellos publicados por la editorial Eolas.
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