Mirar al retrovisor

Algo huele a podrido en el templo de Themis. La naftalina judicial

Joan Santacana compara la deficiente desnazificación de la justicia alemana con la inexistente desfranquistización de la española.

Mirar al retrovisor

Algo huele a podrido en el templo de Themis. La naftalina judicial

/por Joan Santacana Mestre/

Soy un lector asiduo de autobiografías, memorias y diarios personales: considero que se tratan de fuentes primarias interesantísimas para conocer el pasado. Sé que casi nadie cuenta la verdad en este tipo de documentos, pero en ellos se refleja mejor que en ningún otro tipo de registro aquello que sus autores quisieron que la posteridad dijera de ellos. No es la verdad lo que busco en este tipo de documentos, sino precisamente lo contrario, es decir, las mentiras que los humanos cuentan sobre sí mismos. Los periodos más trágicos de la historia de un país son quizás los que generan un mayor número de este tipo de documentos: muchos protagonistas de los hechos quieren autoexculparse, justificarse, atacar a los enemigos; y frecuentemente, mienten. Por ello es muy importante cruzar las informaciones con otras fuentes.

Alemania, país con una trágica historia contemporánea, al igual que España, ha generado muchas memorias, desde las del gran embustero Goebbels hasta las de Arno Kersten, el masajista de Himmler, pasando por las de la secretaria de Hitler. Muchos de ellos estaban convencidos de que el inevitable triunfo final de Reich requería tener testigos y ellos se autoproclamaban voceros de esta grandeza. Por el contrario, España no ha proporcionado tanta documentación. Nuestros dictadores y sus edecanes con frecuencia parecen ágrafos, no escriben, no se justifican. Debido a ello, nosotros tenemos pocas memorias y escasos diarios.

La cuestión es que, cuando se leen estos documentos alemanes, sorprende que hay entre ellos políticos, empresarios, economistas, clérigos, militares, periodistas o intérpretes, pero muy pocos juristas o magistrados. ¿A qué es debido esto? La razón estriba en que más de la mitad de los magistrados y empleados con altos cargos dentro de la justicia en la República Federal Alemana, es decir, después de la guerra, fueron personas relacionadas directamente con miembros del Partido Nacionalsocialista. Un informe publicado hace pocos años por el Ministerio Federal de Justicia conocido como expediente Rosenburg se refiere a la gente que trabajó para el ministerio desde 1949/50 hasta 1973 y deja muy claro que más de la mitad de los magistrados en ejercicio pertenecieron al partido de Hitler. Uno de cada cinco fue miembro de los grupos de asalto nazis y, después de un proceso superficial de desnazificación, continuaron luciendo sus togas sangrientas. En el mencionado informe se explicita que esta situación tuvo consecuencias trágicas para muchas de las víctimas, retrasó la democratización de la joven República Federal y permitió que muchos genocidas no fueran jamás condenados.

Pero no se preocupen: esto ocurrió en Alemania. En España no ocurrió esto; jamás hubo un estudio encargado por ningún ministro de justicia sobre los jueces y magistrados que aplicaron la justicia de la dictadura sin remordimientos y luego se sentaron en los tribunales; jamás hubo una asunción de responsabilidades en la justicia española. Aquí no ocurrió como en Alemania; aquí la justicia franquista ha tenido continuidad absoluta hasta el presente. Nuestra justicia huele todavía a podrido, o como mínimo a naftalina.

Cuando se mira hacia atrás, por el retrovisor, vemos cómo el sangriento Tribunal de Orden Público, también conocido como TOP, la instancia judicial especial existente durante el franquismo, encargada de la represión de las conductas que para la dictadura eran consideradas delitos políticos, se suprimió por ley el 4 de enero de 1977, pero al mismo tiempo nació la Audiencia Nacional. No, no es lo mismo el Tribunal de Orden Publico que la Audiencia Nacional, pero 10 de los 16 jueces (un 62,5%) que tuvieron una plaza titular en el TOP fueron nombrados posteriormente magistrados de la Audiencia Nacional o del Tribunal Supremo. Casi 3800 sentencias de este Tribunal de Orden Público se aplicaron contra demócratas, líderes sindicales y disidentes diversos que previamente habían sido torturados. Nunca un magistrado levantó la voz contra estas infamias. Nunca ningún organismo ni tribunal durante la posterior etapa democrática pidió cuentas a aquellos jueces. ¿Dónde está escondida Themis, la diosa de la justicia?

No, en España no es lo mismo que Alemania, ¡aquí es mucho peor!


Joan Santacana Mestre (Calafell, 1948) es arqueólogo, especialista en museografía y patrimonio y una referencia fundamental en el campo de la museografía didáctica e interactiva. Fue miembro fundador del grupo Historia 13-16 de investigación sobre didáctica de la historia, y su obra científica y divulgativa comprende más de seiscientas publicaciones. Entre sus trabajos como arqueólogo destacan los llevados a cabo en el yacimiento fenicio de Aldovesta y la ciudadela ibérica y el castillo de la Santa Cruz de Calafell. En el campo de la museología, es responsable de numerosos proyectos de intervención a museos, centros de interpretación, conjuntos patrimoniales y yacimientos arqueológicos. Entre ellos destaca el proyecto museológico del Museo de Historia de Cataluña, que fue considerado un ejemplo paradigmático de museología didáctica.

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