Cine, control y paranoia
/por Jorge Praga/
Con el impulso de la Semana del Audiovisual Contemporáneo de Oviedo (SACO), Ediciones Trea ha sacado a la luz La paranoia contemporánea. El cine en la sociedad de control, un conjunto de nueve análisis cinematográficos coordinados por José Francisco Montero. Como señala Samuel Alarcón en el prólogo, en ellos se trata de explorar «cómo el relato audiovisual se ha contagiado de los miedos provocados por la acción del liberalismo económico en esta etapa de nuestra historia». Una pretensión un tanto generalista, que podía haber dejado trabajos divergentes o desconectados entre sí, peligros que siempre afronta un libro de autoría múltiple. Pero despejemos dudas desde el primer párrafo: estamos ante una obra tejida con entregas rigurosas que atienden a un principio clásico: el eco que el cine presta a la sociedad en la que se inscribe y a la que va a retornar influyendo como interpretación o relato. Una sociedad que además está penetrada por la imagen con una intensidad nunca experimentada. Imágenes de información, de disfrute en la esfera individual, pero también, en la orilla opuesta, de control político y social, y de mercadeo comercial. Un forcejeo entre lo público y lo privado con características completamente nuevas que replantean viejas paranoias conspirativas.
Hay una serie de puntos de anclaje que se repiten, inevitablemente, en varios trabajos: la doble base literaria de las novelas 1984 y Un mundo feliz, antecedentes de la opresión y la sumisión que están en los relatos y vivencias contemporáneas. El suelo filosófico de Michel Foucault y Gilles Deleuze. Las películas que anticiparon la vigilancia y el control desde poderes desconocidos, con lugar destacado para La conversación de Francis Ford Coppola. Los vacíos y agujeros de la narración fílmica a partir de los años sesenta, con Michelangelo Antonioni siempre en posición de vanguardia. La convergencia actual en personajes que sacaron a la luz ciertas cloacas del poder político, los inesquivables Julian Assange y Edward Snowden. Pero más que esas coincidencias nominales y de arranque hay que subrayar la posterior deriva de cada autor, diferente y enriquecedora sobre un núcleo social y político que está por fuerza en el centro de nuestras preocupaciones. Y la excelencia y brillantez que, con pequeños matices, comparten y alcanzan (casi) todos los análisis.
El que abre el libro, Los límites del control: cine y vigilancia, de José Francisco Montero, traza una historia de la paranoia cinematográfica que parte de los terrores que deja la segunda guerra mundial, sigue con el vacío del asesinato de Kennedy y culmina con los poderes invisibles de las nuevas tecnologías. El cine que lo soporta tiene que atenerse a la contradicción insalvable de que el aumento de visibilidad e información trae la consecuencia de la opacidad y el miedo al control. Otros trabajos se suman también a esa vía estructural que se apoya en el cauce de la historia. Así, La paranoia americana, de Christian Franco Torre, estudia parcelas del cine inducidas por temblores de la sociedad: la Caza de Brujas desde las huelgas sindicales de la posguerra, las obras de sospechas y peligros desconocidos desde el malestar atómico de Hiroshima, el cine de espías desde las tensiones de la guerra fría. En Los problemas del mainstream estadounidense en la era de la vigilancia Álvaro Peña e Ignacio Pablo Rico exploran las sucesivas oleadas del cine estadounidense ligado al fondo argumental del control estatal, desde el Nuevo Hollywood de los setenta a los blandos thrillers actuales. Violeta Kovacsics busca en Universos múltiples e identidades fragmentadas las rupturas individuales y las distopías colectivas con las que el cine refleja los tiempos de cambio e inseguridad del comienzo del siglo XXI.
En alternancia con estos capítulos de cierto corte académico, el libro ofrece otros en los que la impronta personal, los materiales menos trillados y las semillas de ideas arriesgadas fertilizan en textos creativos de excelente nivel. Es el caso de Paula Arantzazu Ruiz, que en Engranajes del Gran Hermano: documentando la sociedad del control se propone responder a la pregunta siguiente: «¿Por qué, de qué manera, y cómo es que la producción de imágenes participa de la vigilancia de los seres humanos?». Para ello aporta sorprendentes referencias a obras compuestas con materiales extracinematográficos: de cámaras de vigilancia, lo que le da pie a evocar el «solemne adiós al hombre de detrás de la cámara» que ya había entonado Paul Virilio en 1998. O de selfies y filmaciones privadas, «imágenes sinópticas del yo», que contrapone a las panópticas de la vigilancia exterior. Luis Pérez Ochando se embarca en Panópticos de bolsillo: vigilancia, terror y ciencia ficción en el cine contemporáneo en una escritura cuya libertad se palpa desde el arranque: «Imaginemos hoy al Gran Hermano como una colonia de pólipos transparentes que anida en nuestros ojos», para continuar su singladura de la mano de Philip K. Dick y las películas que surgieron de sus relatos, Minority Report y Blade Runner. Diego Salgado y Elisa McCausland desarrollan con acierto lo que el largo título promete, Imágenes para la gran recesión: pactar con el diablo o la mano (no tan) invisible del mercado, buscando en las obras lo que los autores llaman el doblepensar: ver maquinaciones y conspiraciones a nuestro alrededor, mientras nos sentimos inocentes y excluidos de su origen y mantenimiento, aunque vendamos nuestra privacidad al diablo, o al mercado. Carlos Losilla elabora para su Memoria de la zona: cine, control, simulacro una original hipótesis de trabajo que extrae de los vacío y desapariciones de los personajes de Antonioni. Dónde van, qué fue de su rastro y cómo emerge esa zona de exclusión fantasmagórica en autores posteriores: el último Kubrick, el Bergman del silencio, Gus Van Sant, Olivier Assayas. Con un telón de fondo común: «El paso de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control no hace otra cosa que agudizar los conflictos». Por fin Xaime Martínez traza en Un Gran Hermano del espíritu: mutaciones del entretenimiento en la era de las nuevas tecnologías un recorrido más bien disperso por obras que pretenden subvertir y cuestionar lo que el autor denomina «mecanismos de control del capitalismo tardío».
No cabe anotar aquí lo que tantas veces encontramos en la bibliografía cinéfila, circunscrita a anecdotarios, biografías y chismografías. Por el contrario, estos textos rigurosos devuelven la fe en el análisis extenso, minucioso y organizado, adentrando al lector en obras y referencias teóricas que no hacen sino ampliar y proponer nuevas proyecciones y lecturas. La palpitante actualidad de su problemática, esa paranoia contemporánea que está dentro y fuera de la pantalla, incrementa el valor y la necesidad de esta excelente obra.
Jorge Praga Terente (Sama de Langreo [Asturias], 1952) es matemático de profesión y crítico de cine. Como escritor ha publicado los libros Biografías del tiempo (1999) y Cartas desde Omedines (2017), y participado en libros colectivos de orientación predominantemente cinematográfica. Sus colaboraciones en prensa y revistas culturales son muy numerosas. En la actualidad publica regularmente en el suplemento cultural de El Norte de Castilla, La Sombra del Ciprés. También imparte seminarios en el Curso de Cinematografía que organiza la Cátedra de Cine de la Universidad de Valladolid.
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