Maya Angelou: Poesía completa
/una reseña de Carlos Alcorta/
Las notas biográficas que he podido consultar para escribir este comentario hacen especial hincapié en la fecunda y constante actividad de Maya Angelou (1928-2014) en pro de los derechos civiles en Estados Unidos, especialmente en defensa de quienes los veían, y aún los ven, cercenados sin compasión: los negros como ella, aunque no son, como comprobamos día a día, los únicos segregados. Todo aquel que no sea de origen anglosajón corre el riesgo de verse excluido. Las leyes que implanta la administración de Trump, con el beneplácito de una gran parte de la población, abundan en ese sentido, y por eso, entre otras cosas, sigue vigente una poesía de denuncia como la de Angelou. Su entereza y su compromiso la llevaron a colaborar con figuras de la talla de Martin Luther King, Vusumzi Make o Malcolm X y a participar en manifestaciones y acontecimientos de gran relevancia que sirvieron para dar un vuelco a la injusta situación. Pero este compromiso de Angelou —apellido que tomó de su marido, un marinero griego, de quien se divorció pasados cuatro años— no es el que le ha granjeado un puesto de honor en las letras estadounidenses, sino su forma de trasladar dicho compromiso a la literatura, en sus diversos géneros —teatro, autobiografía y poesía especialmente— y otras artes como el cine o las representaciones musicales.
Por lo que respecta a su obra poética, recogida por primera vez en español en este libro, Poesía completa, traducido con su solvencia habitual por Nieves García Prados, nos vemos obligados a reconocer que, a tenor de lo leído, su fama está plenamente justificada. Su poesía, escrita con un lenguaje sencillo pero lleno de sugerentes asociaciones y, en algunos casos, aderezados con una veta irracional, es asumida como algo propio por sus lectores, especialmente aquellos que comparten el desarraigo y luchan por un derecho colectivo, pero también por quienes sufren, además de la marginación social, el embargo de su intimidad como consecuencia de la exposición pública de sus ideas, embargo íntimo que, en algunos casos, provenía de sus mismos correligionarios. Y es que muchas de sus ideas sobre la libertad de acción y pensamiento fueron, quizá, adelantadas para su época. No estará muy errado quien piense que es innecesario recalcar estos detalles autobiográficos, y otros aún más escabrosos, para comprender su poesía, pero en este caso creo que está plenamente justificado, pues la misma Maya Angelou dio cuenta de manera pormenorizada de sus avatares vitales en varios títulos de carácter autobiográfico (aunque, como ella misma reconoció, estaban salpicados de elementos propios de la ficción); títulos lamentablemente sin traducir aún a nuestro idioma: I know why the caged bird sing (1969), libro con el que obtuvo un éxito notable que narra los primeros años de su vida, hasta los dieciséis; Gather together in my name (1974), hasta los veinte años; Singin’ and swingin’ and gettin’ merry like Christmas (1976), entre los veintiuno y los veintisiete; The heart of a woman (1981), entre los veintinueve y los treinta y cuatro; All God’s children need travelling shoes (1986), entre los treinta y cuatro y los treinta y siete años; A song flung up to Heaven (2002), entre los treinta y siete y los cuarenta, y Mom & me & mom (2013), que es un repaso de carácter general a su vida.
Pronto alternaría la prosa biográfica con la poesía, un género este en el que, sin embargo, no llegó a alcanzar tanto reconocimiento. Su primer libro, Dame solo un trago de agua fría antes de morir, data de 1971 y ya posee muchas de las característica que se irán asentado con el paso de los años. Su carácter moralizador y de denuncia, la toma de conciencia de la negritud («Vino corriendo/ de regreso a la madre negritud/ dentro de la asfixiante negritud/ lágrimas blancas témpano dorado llanuras de su rostro»), el emponderamiento racial como modo de mitigar el segregacionismo («Tu belleza es un trueno») o la justicia social: «Aunque hay una cosa por la que imploro/ en la que creo lo suficiente como para morir por ella,/ la responsabilidad de todo hombre con el hombre», escribe en «Sobre los trabajadores liberales blancos». Ojalá mis alas vayan a encajarme bien (1975) es su siguiente libro. En él están presentes los mismos temas, incluido el amoroso, de su primera entrega, el erótico: «No hay palabras para lo que siento/ frente a una cara bonita/ pero si me quedo es probable que me pierda/ otro lugar más hermoso», la reflexión temporal o la metapoética: «No podría distinguir los hechos de la ficción/ o si mi sueño era real/ […] El perfumado discurso tambaleó mi realidad/ y encontré extraviados mis sentidos». El poema titulado «Solos», de la segunda parte del libro, se ha convertido en un himno solidario: «Solo, completamente solo,/ nadie, absolutamente nadie/ puede sobrevivir aquí solo». La poesía de Maya Angelou utiliza muchos de los resortes de la oralidad, como la repetición estrófica y unas estructuras fijas que ayudan a retener el poema. El vocabulario es directo y fácilmente asimilable, los sentimientos que trasmiten apelan a la solidaridad y la justicia, a la igualdad y el respeto entre hombre y mujeres y a la reivindicación racial y geográfica, con África en el horizonte.
Y aun así me levanto (1978), su tercer libro, incluye —como recuerda Nieves García Prados—su famoso poema «Phenomenal woman», que repite varias veces este estribillo: «Porque soy una mujer/ extraordinariamente./ una mujer extraordinaria,/ soy yo». El amor es el tema que vertebra la primera parte, pero la fuerza del deseo parece imponerse por encima del sentimiento. En la tercera, sin embargo, es la toma de conciencia de su lugar en el mundo la que predomina («¿Mi arrogancia te ofende?/ No te lo tomes a mal/ porque me ría como si poseyera minas de oro/ excavándose en el mismo patio de mi casa») junto con la presencia de Dios, hasta ahora casi inapreciable («Gracias, Señor/ quiero agradecerte, Señor,/ por la vida y todo lo que hay en ella./ Gracias por el día/ y por la hora y el minuto./ Sé que muchos ya no están,/ pero yo todavía me las he arreglo,/ y quiero agradecérselo»). Shaker, ¿por qué no cantas? (1983), Nada me hará caer (1990) e Incluso las estrellas están solas (1997) son sus otros libros de poesía —recordemos que su obra baraca muchos géneros—, no muy diferentes de su obra precedente. El poema «Tomando el pulso a la mañana», un canto a la paz, fue escrito expresamente para la toma de posesión de Bill Clinton, en enero de 1993. Poesía completa contiene también los poemas de encargo y de ocasión que Maya Angelou fue escribiendo a lo largo de los años. Especialmente intensos son los titulados «Su día ha terminado», escrito con motivo del fallecimiento de Nelson Mandela, a quien tuvo el privilegio de conocer personalmente; «El asombro aguarda», para las Olimpiadas de 2008; «Una mujer negra le habla a la humanidad negra», leído por la poeta delante del millón de personas que integraron la marcha de Washington DC el 16 de octubre de 1995 o «Madre», para celebrar el día de la madre. Ninguno de estos poemas, pese a ser de encargo, desmerece del resto de su obra: antes al contrario, en ellos se encuentra como mínimo la misma emoción, la misma verdad, con la ventaja añadida de que su mayor difusión ha permitido remover, estamos seguros de ello, muchas conciencias, hasta ese momento adormiladas por la indiferencia.
Poesía completa
Maya Angelou
Valparaíso, 2020
332 páginas
18,95€
Carlos Alcorta (Torrelavega [Cantabria], 1959) es poeta y crítico. Ha publicado, entre otros, los libros Condiciones de vida (1992), Cuestiones personales (1997), Compás de espera (2001), Trama (2003), Corriente subterránea (2003), Sutura (2007), Sol de resurrección (2009), Vistas y panoramas(2013) y la antología Ejes cardinales: poemas escogidos, 1997-2012 (2014). Ha sido galardonado con premios como el Ángel González o Hermanos Argensola, así como el accésit del premio Fray Luis de León o el del premio Ciudad de Salamanca. Ejerce la crítica literaria y artística en diferentes revistas, como Clarín, Arte y Parte, Turia, Paraíso o Vallejo&Co. Ha colaborado con textos para catálogos de artistas como Juan Manuel Puente, Marcelo Fuentes, Rafael Cidoncha o Chema Madoz. Actualmente es corresponsable de las actividades del Aula Poética José Luis Hidalgo y de las Veladas Poéticas de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. Mantiene un blog de traducción y crítica: carlosalcorta.wordpress.com.
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