/ por Angélica Tanarro /
Puede que, a algún lector de poesía, al ver el título del último libro de Marcelo Luján, se le hayan venido a la mente dos versos de Claudio Rodríguez, los que inauguraban su celebrado Don de la ebriedad: «Siempre la claridad viene del cielo;/ es un don: no se halla entre las cosas…». Pero ahí se acaban las similitudes. La claridad de Luján no se sabe de dónde viene; a veces de dentro de algún personaje que la irradia instantáneamente alrededor, aunque dure poco, porque en realidad esa luz, esa claridad está ahí solo para hacernos conscientes de su fugacidad, de su fragilidad frente a las sombras.
La claridad es el sorprendente título elegido por Luján, escritor nacido en Buenos Aires en 1973 y afincado en Madrid desde 2001, para reunir seis cuentos llenos de oscuridad. Con él se alzó con el ya más que consolidado premio de relatos Ribera de Duero. La pandemia retrasó el anuncio del premio y la salida del libro, pero la espera ha merecido la pena. El libro se abrió paso entre las obras de finalistas cuyos nombres eran de entrada una garantía (Magela Baudoin, Mónica Ojeda, Patricia Esteban Erlés y Ricardo Menéndez Salmón) para mostrar a un autor maduro y ya a un maestro del relato en la más ilustre tradición de su país natal, donde reinan en el género nombres a los que admira, como Julio Cortázar. Tres años de su vida afirma haber dedicado a concluir no ya el casi milagro de un cuento logrado, algo que le parece una empresa difícil, sino a la más ardua tarea de conseguir un libro con unos cuantos cuentos logrados. Lo son. No hay desfallecimientos en las historias que reúne La claridad y, aunque el lector elija sus preferidos según sus gustos, circunstancias o empatías, todos logran un equilibrado excelente nivel a la hora de mostrarnos cómo el mal puede aparecer, inocularse en el individuo, vencer su luz y desparramarse sobre las vidas a las que toca, como uno de esos malditos virus a los que por desgracia nos estamos acostumbrando.

Los protagonistas de sus relatos son gente normal que vive vidas normales y no saben que esa normalidad está a punto de caerse por un precipicio, como alguien que anduviera de espaldas a un barranco y no fuera consciente de que está a punto de no hacer pie. Serán inevitablemente atacados, abducidos por las sombras o verán cómo sus seres queridos o cercanos se verá atrapados por ellas. Pero no hay nada tenebroso o mórbido en la narración. La naturalidad es su sello. Quizá esa claridad tenga también este sentido: Luján, que ha publicado libros de relatos (Flores para Irene, En algún cielo, El desvío) y novelas (La mala espera, Moravia, Subsuelo) domina la narratividad y el tempo del relato, que en este caso no son excesivamente breves. Por el contrario, en algunas de estas historias los personajes viven en varias etapas o conocemos su pasado. Son historias que no se relacionan entre sí, salvo en el caso de «Una mala luna» y «El vínculo», en el que varios personajes están conectados, vinculados, por un pasado casi circunstancial. Y esa naturalidad para contar el mal como algo presente a nuestro alrededor, aunque no siempre evidente, puede que la haya inspirado una maestra en el arte del narrar en breve: la estadounidense Flannery O’Connor, de quien también se muestra admirador.
Desde el relato que abre el libro, «Treinta monedas de carne», el autor nos avisa de que el escalofrío será la condición que acompañe a la lectura. No es el terror, ni el suspense, ni el género negro al que también es adicto, sino esa especie de aviso de que a cualquiera nos podría pasar, que incluso lo que no está sujeto a las leyes de la lógica o la ciencia conocida podría aparecer en nuestras vidas e hipnotizarnos, como le sucede a una de las secundarias de «El vínculo». Que el mal convive con el bien y puede ponernos a prueba o imantarnos en una mala noche.
Es un libro lleno de señales que, en su alejamiento de cualquier lirismo, tiene varios cuentos que comienzan con lo más parecido a un verso: «Puede que haya sido la belleza», o, en otro: «Puede que haya sido el azar», y en el pórtico de cada relato unos versos procedentes de alguna canción junto a una cita bíblica, como quien deja rastros previos en una búsqueda que no tendrá más agarraderos para el vértigo.
El libro se cierra con un cuento que en principio no pertenecía al libro presentado al concurso, pero que fue añadido con el consenso del editor de Páginas de Espuma, Juan Casamayor, por la coherencia de su contenido con el resto de los integrados en el volumen. Se trata de «Más oscuro que tu luz», en el que Luján vuelve a jugar con la paradoja, pues es el relato más luminoso de todos y el que se abre con unos versos de Pale blue eyes de Lou Reed («If I could make the world as pure/ and strange as what I see») y una cita del Apocalipsis («Y el último enemigo que será abolido es la muerte»), como si el autor quisiera que la claridad invocada en el título reinara a pesar de todo o como para aliviar el puñetazo en el estómago de la primera historia o los estremecimientos de las que le siguen. Y, en fin, qué más decir: sólo léanlo.

Marcelo Luján
Páginas de Espuma, 2020
176 páginas
17€

Angélica Tanarro es periodista y escritora, licenciada en ciencias de la información por la Universidad Complutense de Madrid y doctora en periodismo por la de Valladolid, en cuyas aulas ejerció la docencia. Es especialista en información cultural. Ejerce la crítica de arte, literatura y cine. Ha sido jefa de Cultura en El Norte de Castilla y coordinadora de su suplemento literario, La Sombra del Ciprés. Es autora de los libros de poesía Serán distancia y Memoria del límite. Participa en jurados de premios relacionados con la literatura y las artes plásticas, como las becas de creación artística de la Fundación Castilla y León, a cuyo comité asesor pertenece. Coordina para la Fundación Miguel Delibes el ciclo Cronistas del siglo XXI, en el que se dan cita periodistas y escritores de reconocida trayectoria. Imparte conferencias y seminarios en cursos como el que organiza la Cátedra de Cine de Valladolid y es habitual de citas literarias como el Hay Festival, en Segovia.
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