Poéticas

La oscuridad intacta

Carlos Alcorta reseña 'La oscuridad intacta: poemas escogidos', de Dana Gioia con edición y traducción de Gustavo Solórzano-Alfaro; una obra poética en la que resalta el compromiso y el rigor con el que se enfrenta a la construcción de un poema para lograr ese efecto de comunión entre lo pensado (lo sentido) y lo expresado.

/ una reseña de Carlos Alcorta /

Las opiniones de Dana Gioia (California, 1950) sobre la poesía y los poetas gozan de cierta resonancia, eso sí, en el limitado ámbito poético. Tanto en su poesía, muy versátil y con un uso de las estrofas clásicas —y sus interpretaciones personales— verdaderamente asombroso, como en los ensayos, sus reflexiones no dejan indiferente a nadie. En ¿Importa la poesía? desgrana ideas que repetirá, con escasas variantes, en posteriores trabajos. Los poetas, según Gioia, carecen en la actualidad de prestigio social, más allá, como decíamos, de su propio círculo; ello pese a un aumento inusitado de publicaciones y a la proliferación de talleres de escritura; talleres que se han convertido en Estados Unidos (en nuestro país, aunque menos profesionalizado en este aspecto, su propagación busca similares objetivos) en un medio de vida de poetas y escritores en general, modus vivendi compartido en un gran número de ocasiones con la docencia universitaria, si bien esta en condiciones precarias. Aun así, la importancia de la poesía en la sociedad de consumo es prácticamente nula.

Los efectos de la endogamia son evidentes. Los poetas se leen entre ellos y rara vez un libro de poemas traspasa las fronteras de su entorno (de una manera elíptica, su poema «El silencio de los poetas» aborda este asunto: «Los libros antiguos que los jóvenes no han mutilado/ aún se conservan en algún lugar,/ apilados en hileras polvorientas.// Y puede que algunos ancianos los visiten de vez en cuando/ para pasar sus manos por los lomos/ y recordar tiempos idos»). El público lector vive de espaldas a la poesía, los suplementos culturales se ocupan de ella de manera esporádica y, cuando lo hacen, suelen ser poetas, no críticos literarios generalistas, los que se ocupan de ella. Gioia recoge este texto del poeta Robert Bly:

«Tenemos una situación extraña: en la medida en que hay más publicaciones que nunca en la historia norteamericana, la mayor parte de las reseñas resultan positivas. Los críticos dicen: “Yo nunca ataco lo malo, todo cae por su propio peso” […] pero el país está lleno de jóvenes poetas y lectores que se confunden al ver que se ensalza la poesía mediocre o que nunca se le ataca, de modo que terminan dudando de sus propias percepciones críticas».

El círculo, pues, está cerrado. «Hoy —escribe Gioia—, la mayoría de las lecturas no son celebraciones de la poesía sino del ego de los autores. No en balde el público de dichos eventos está integrado por lo general casi solo por poetas, aspirantes a poetas y amigos del autor». Con respecto de la poesía, Gioia se muestra especialmente crítico con el derrotero al que la modernidad, con su desprecio de la retórica tradicional, ha conducido a la poesía: de ahí su defensa de las formas clásicas como contrapartida a ese caos estético. Sin embargo, como reputado crítico y excelente poeta que es, rehúye las categorizaciones fáciles. Así, en el prefacio al libro Líneas conectadas: nueva poesía de los Estados Unidos, publicado en 2006, Gioia escribe que resulta

«imposible caracterizar de una manera simple o monolítica las nuevas tendencias en los Estados Unidos. No hay un solo movimiento estilístico o temático o capaz de definir la mejor poesía actual. Los poetas jóvenes escriben en una variedad de formas que van desde lo tradicional hasta lo experimental. Coexisten la poesía métrica y el verso libre, el poema lírico y la reflexivo al lado de los versos narrativos. Continúa floreciente la poesía de la identidad que pone en el centro del texto la experiencia personal y los antecedentes culturales de su autor. También prosperan estilos menos subjetivos, como los poemas que cuentan historias y las formas posmodernas deliberadamente objetivadas».

Nada, por otra parte, distinto de lo que ocurre en otros lugares, en nuestro país sin ir más lejos. Con antecedentes teóricos como los expuestos, no resulta difícil colegir que la poesía de Dana Gioia será cualquier cosa menos uniforme, como podemos comprobar en La oscuridad intacta: poemas escogidos, una antología preparada y traducida por Gustavo Solórzano-Alfaro que cuenta con el beneplácito del propio autor. No sé si para degustar esta poesía es preciso rotularla con enunciados más o menos definitorios, como poesía de realismo visionario, poesía matafísica, adscrita al nuevo formalismo, o bastará con acercarse a estos versos con el ánimo dispuesto a compartir una experiencia poética, no especulativa.

No es Gioia un autor excesivamente prolífico. Desde su primer libro, publicado en 1986, Daily horoscope, hasta 99 poems: new & selected de 2016 —libro en el que se basa la presente antología— han visto la luz The gods of winter (1991), Interrogations of noon (2001) y Pity the Beautiful (2012). Desde el comienzo, si no de forma exclusiva, la predilección de Gioia por los metros clásicos le ha granjeado una buena respuesta entre cierto público probablemente cansado de los excesos del experimentalismo, algo que el propio poeta no ha buscado deliberadamente (no hay más que comprobar la perplejidad con la que observa la soterrada beligerancia que encierran la clasificaciones y las descalificaciones entre estéticas opuestas), pero que le sigue como un sambenito. Además, como hemos anticipado, conviven en su escritura —seguimos a Gustavo Solórzano-Alfaro— desde el poema con metro y rima hasta el discurso narrativo y el poema breve, ambos en verso blanco o libre.

«Desde este punto de vista —escribe Solórzano-Alfaro—, es necesario enfatizar que si bien Gioia ha funcionado, a su pesar, como el “padrino” del nuevo formalismo, también ha sabido ser crítico con dicha tendencia. Para él, muchos nuevos formalistas no pasan de ser antimodernistas o meros imitadores. De igual manera, su crítica de la poesía confesional o autobiográfica no el ha impedido ofrecernos algunos de los poemas íntimos mejor logrados».

Es del todo relevante esta precisión porque, en ocasiones, se ha pretendido hacer de Gioia, con ese afán reduccionista al que somos tan propensos, el adalid, el azote de las vanguardias. Lo que sí debemos resaltar de su poesía es el compromiso y el rigor con el que se enfrenta a la construcción de un poema. Consciente como es de las limitaciones inherentes a la palabra y de la inefabilidad del proceso por el cual determinada experiencia sensitiva, o imaginativa, se ve obligada por una fuerza arrebatadora pero invisible a dejar su rastro en la página, pule el poema para lograr ese efecto de comunión entre lo pensado (lo sentido) y lo expresado; y la forma que le resulta más grata es, como hemos reiterado, la de las estrofas y ritmos tradicionales —no siempre, por otra parte—. «Con relación a sus temas —afirma Solórzano-Alfaro— y puntos de vista, podríamos bosquejarlos de este modo: el amor perdido y el amor ganado, el misterio de la voluntad y el espíritu humano, la muerte, la naturaleza y California».

Con respeto de la muerte, hemos de hacer notar que un hecho tan luctuoso, una experiencia tan imborrable como la muerte de un hijo no podría pasar desapercibido, es muy notable la influencia anímica, sobre todo, en el libro The gods of winter («La muerte deja un vacío que las palabras no llenan», escribe en el extenso poema «Regreso a casa», quizá porque, como escribe en el poema hamletiano «Palabras, palabras, palabras», una suerte de poética: «No es solo el dolor que esperamos que acabe./ viejas heridas cuya sangre aún se filtra entre líneas./ Las palabras más auténticas nos traicionan./ No traen consuelo./ El costo siempre es más de lo que podemos gastar».

Como le ocurre a otros poetas, es durante el proceso de escritura, y no antes, de modo preconcebido, cuando se va descubriendo lo que se quiere decir, lo que hasta entonces es una mera intuición, sólo inspiración, el origen del poema. La oscuridad intacta nos muestra a un concepto de poeta lo más alejado de la torre de marfil; un poeta que, a pesar de todos los inconvenientes y de la marginación de la poesía en la sociedad actual de la que hemos hablado al principio de este comentario, sigue confiando en su poder regenerador, en la benéfica influencia que puede producir en el lector. Ojalá ese aliento profético se extienda y acabemos por darle la razón.


Selección de poemas

Insomnio

Ahora escuchá lo que la casa tiene que decir.
Tuberías que crujen , el agua que corre en la oscuridad,
las paredes hipotecadas que se desplazan incómodas,
y voces que se amontonan  en un interminable zumbido
de pequeñas quejas, como los sonidos de una familia
que año tras año has aprendido a ignorar.

Pero ahora debés escuchar las cosas que poseés,
todo aquello por lo que has trabajado en estos años,
el murmullo de la propiedad, de objetos en mal estado,
las partes flojas a punto de quedar desechas,
y retorciéndote entre las sábanas recordá todas
las caras que no pudiste llegar a amar.

Cuántas voces se te han escapado hasta ahora,
la caldera que humea, el piso de madera bajo tus pies,
las constantes acusaciones del reloj
que cuenta los minutos que a nadie importarán.
La terrible lucidez que este momento trae consigo,
el entendimiento inútil, la oscuridad intacta.

Insomnia

Now you hear what the house has to say.
Pipes clanking, water running in the dark,
the mortgaged walls shifting in discomfort,
and voices mounting in an endless drone
of small complaints like the sounds of a family
that year by year you’ve learned how to ignore.

But now you must listen to the things you own,
all that you’ve worked for these past years,
the murmur of property, of things in disrepair,
the moving parts about to come undone,
and twisting in the sheets remember all
the faces you could not bring yourself to love.

How many voices have escaped you until now,
the venting furnace, the floorboards underfoot,
the steady accusations of the clock
numbering the minutes no one will mark.
The terrible clarity this moment brings,
the useless insight, the unbroken dark.

Lo no dicho

Cuánto de lo que vivimos sucede dentro.
Las penas escritas en secreto, los callados dolores
de un amor no reconocido no son menos reales
por haberse quedado sin ser dichos. Lo que ocultamos
siempre es más de lo que nos atrevemos a expresar.
Pensá en las cartas que escribimos a nuestros muertos.

Unsaid

So much of what we live goes on inside–
The diaries of grief, the tongue-tied aches
Of unacknowledged love are no less real
For having passed unsaid. What we conceal
Is always more than what we dare confide.
Think of the letters that we write our dead.

El ángel con el ala rota

Soy el ángel con el ala rota,
la gran estatua en esta habitación callada.
Pensaron que era temible, y por eso encerraron
el fervor de la fe en esta tumba ventilada.

Los guías del museo alaban mi elegante diseño
por encima del bullicio de la galería.
Quizá yo sea una especie de obra maestra,
el emblema perfecto de la fruslería.

Mendoza me esculpió para una iglesia de campo.
(Exceptuándome a mí, todos lo han olvidado.)
Estaba junto a un altar de oro en el que
ofrecían su miseria a Dios los desesperados.

Escuché a sus mujeres susurrar a mis pies
oraciones por los muertos, los moribundos y los perdidos.
Sus candelas alargaban mi sombra en la pared
y en el hambriento que alimentaban quedé convertido.

Me rompí el ala izquierda durante la revolución
(hasta un santo puede saborear la ironía).
Cuando las tropas fueron enviadas a destruir la capilla
casi disculpándose solo una vez me golpearían.

Porque incluso los impíos sienten algo en una iglesia:
¿Una punzada de esperanza, miedo? ¿Quién sabe lo que es?
¿Un temblor no contemplado en sus leyes,
un antiguo recuerdo del que no se pueden deshacer?

¡Hay tantas cosas que debo decirle a Dios!
No puede llegar tan alto el aullido del condenado.
Pero me sostengo como algo muerto clavado en una percha,
un santo paralítico contra un cielo pintado.

The Angel with the Broken Wing

I am the Angel with the Broken Wing,
The one large statue in this quiet room.
The staff finds me too fierce, and so they shut
Faith’s ardor in this air-conditioned tomb.

The docents praise my elegant design
Above the chatter of the gallery.
Perhaps I am a masterpiece of sorts—
The perfect emblem of futility.

Mendoza carved me for a country church.
(His name’s forgotten now except by me.)
I stood beside a gilded altar where
The hopeless offered God their misery.

I heard their women whispering at my feet—
Prayers for the lost, the dying, and the dead.
Their candles stretched my shadows up the wall,
And I became the hunger that they fed.

I broke my left wing in the Revolution
(Even a saint can savor irony)
When troops were sent to vandalize the chapel.
They hit me once—almost apologetically.

For even the godless feel something in a church,
A twinge of hope, fear? Who knows what it is?
A trembling unaccounted by their laws,
An ancient memory they can’t dismiss.

There are so many things I must tell God!
The howling of the damned can’t reach so high.
But I stand like a dead thing nailed to a perch,
A crippled saint against a painted sky.

Dinero

«El dinero es un tipo de poesía»

Wallace Stevens

Dinero, la blanca harina,
efectivo, chuminos, mosca, el güevo
o simplemente la plata.

Hacelo circular, dale
vuelta, desechalo. Miralo
hacerle huecos a los bolsillos.

¡Estar hecho de billetes! Tenerlos
¡para quemar! Un tucán, un rojo,
el biyuyo, la monifai.

Te pica en la mano, va y viene,
aparece de vez en cuando y te salva.
Te deja llegar a fin de quincena.

La plata genera plata.
Gana intereses, capitaliza a diario.
Siempre está circulando.

Dinero. No sabés dónde ha estado
pero te lo metés en la boca.
Y habla.

Money

«Money is a kind of poetry»

Wallace Stevens

Money, the long green,
cash, stash, rhino, jack
or just plain dough.

Chock it up, fork it over,
shell it out. Watch it
burn holes through pockets.

To be made of it! To have it
to burn! Greenbacks, double eagles,
megabucks and Ginnie Maes.

It greases the palm, feathers a nest,
holds heads above water,
makes both ends meet.

Money breeds money.
Gathering interest, compounding daily.
Always in circulation.

Money. You don’t know where it’s been,
but you put it where your mouth is.
And it talks.

[EN PORTADA: Noche con su tren de las estrellas, de Edward Robert Hughes]


La oscuridad intacta: poemas escogidos
Dana Gioia
Ed. y trad. de Gustavo Solórzano-Alfaro
Pre-Textos, 2020
212 páginas
19€

Carlos Alcorta (Torrelavega [Cantabria], 1959) es poeta y crítico. Ha publicado, entre otros, los libros Condiciones de vida (1992), Cuestiones personales (1997), Compás de espera (2001), Trama (2003), Corriente subterránea (2003), Sutura (2007), Sol de resurrección (2009), Vistas y panoramas(2013) y la antología Ejes cardinales: poemas escogidos, 1997-2012 (2014). Ha sido galardonado con premios como el Ángel González o Hermanos Argensola, así como el accésit del premio Fray Luis de León o el del premio Ciudad de Salamanca. Ejerce la crítica literaria y artística en diferentes revistas, como ClarínArte y ParteTuriaParaíso o Vallejo&Co. Ha colaborado con textos para catálogos de artistas como Juan Manuel PuenteMarcelo FuentesRafael Cidoncha o Chema Madoz. Actualmente es corresponsable de las actividades del Aula Poética José Luis Hidalgo y de las Veladas Poéticas de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. Mantiene un blog de traducción y crítica: carlosalcorta.wordpress.com.

1 comment on “La oscuridad intacta

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