Poéticas

Desobediencia

Carlos Alcorta reseña 'Desobediencia', un volumen colectivo que reúne en sus páginas propuestas pretendidamente rupturistas de la poesía española contemporánea; pretensiones que Alcorta contextualiza en la 'tradición de la ruptura' de la que hablaba Octavio Paz y de las que considera que pierden la perspectiva de que «muchas de esas puertas y ventanas hace décadas que permanecen abiertas, dejando pasar la luz, renovando el aire».

/ una reseña de Carlos Alcorta /

Esta antología, del todo necesaria, recoge otras formas de entender el acto poético, más vinculadas a las vanguardias que a la tradición, aunque la vanguardia, como todos sabemos, forme parte ya de esa tradición y estos textos se enmarquen más en lo que Octavio Paz llamó la tradición de la ruptura que en una ruptura en sí misma porque, tal y como escribe Rafael de Cózar, «existe ya suficiente perspectiva para considerar a las vanguardias históricas como un proceso más o menos unitario, por encima del valor individual y las peculiaridades de cada uno de los ismos más importantes». No cabe duda de que las propuestas aquí presentadas rompen con la monotonía que aqueja a gran parte de la poesía actual, pero la monotonía no es, en sí misma, un lastre, ni lo es pensar que lo que se escribe en primera persona (Patricia Hampl) pertenezca a una categoría literariamente inferior, como tampoco representa un valor añadido la ruptura de esa —muchas veces presunta— monotonía. Los parámetros con los que se debe juzgar una obra deben superar esa dicotomía y centrarse en valorar otros conceptos, libres de estereotipos y de presunciones estériles, que no supongan beligerancia o confrontación, sino respeto por la diversidad. Lo contrario es, nos parece, caer en los mismos juicios de valor que se critican.

Exhibir el patrimonio de la autenticidad, aunque esta sea de carácter poético, conduce a la soberbia, a la desconfianza. Basta leer textos como éste para acrecentar esta impresión:

«Frente al agotamiento de las diversas corrientes poéticas de los años ochenta y noventa, y junto a un descafeinado eclecticismo de la primera década del siglo XXI, más una cantidad ingente de epígonos del realismo o de las poéticas del silencio mutadas sin apenas variantes, puede comprobarse —en los últimos años— el surgimiento de diversas propuestas poéticas […] La presencia de estas poéticas muestra, desde diferentes ámbitos, una profunda indagación en el lenguaje como medio para capturar el movimiento inaprehensible de la conciencia».

Descalificar todo lo precedente y negar que en el resto de poéticas, por muy conservadoras que sean —en términos poéticos, no ideológicos—, existe esa búsqueda, esa indagación en el lenguaje, nos parece una temeridad, y los ejemplos que lo contradicen son innumerables. Como decíamos, el afán por presentarse como innovadores, como los verdaderos poetas del futuro, nubla en gran medida los planteamientos que tratan de justificar esta idea, sobre todo porque basta volver la vista a un pasado relativamente reciente, por ejemplo al postismo (circunscribiéndonos a nuestro idioma, podemos citar también a los estridentistas mexicanos), para comprobar que algunas de las directrices que se proclaman en Desobediencia no difieren gran cosa del juego que el último de los ismos defendía. Volviendo a Rafael de Cózar, este afirma que el juego «se encuentra en la base de la técnica postista; el ritmo, la composición plástica, la recreación de la palabra, la rima, la asonancia, el elemento asociativo, determinadas preferencias manifestadas en la repetición insistente de formas, materiales y objetos entran dentro del plenamente en el dominio del juego, que aparece en la “espina dorsal” de toda obra postista».

La reclamada novedad de la que se hace alarde en esta antología, como se ve, resulta, cuanto menos, dudosa, más aun si analizamos, siquiera de manera breve, las aportaciones de autores de la llamada poesía experimental en nuestro país, como José Luis Castrillejo, Ignacio Gómez de Liaño, José Miguel Ullán, Felipe Boso o Rafael Gutiérrez Colomer, por citar sólo algunos nombres señeros, que practicaron los caligramas, el letrismo, el tachado, los jeroglíficos, los poemas alfabéticos, los poemas numéricos, los juegos cabalísticos, los acrósticos, etcétera, a partir de la década de los setenta del pasado siglo. Por supuesto, lo esgrimido hasta ahora en este aspecto no niega validez a los principios que defienden los autores de esta antología, pero es necesario situarla en el espacio y en el tiempo y reconocer que no ha nacido por generación espontánea. Los precedentes son demasiado visibles como para ocultar su existencia, y no solo en nuestro país: en nuestro idioma. Hemos citado las vinculaciones de estas corrientes con la poesía experimental, pero fuera de nuestras fronteras —y por la misma época, los años setenta del pasado siglo— encontramos también una influencia directa de la llamada «Poesía del lenguaje» norteamericano (Language Poetry) sobre ellas. Recordemos que, según explica Kevin Power, esta corriente

«Convierte al lenguaje en el texto y al lector en el protagonista, distanciándose deliberadamente de la voz y de las preocupaciones psicológicas que dominaron gran parte de las poéticas de lo sesenta […] La poética del lenguaje es un híbrido de géneros y recursos retóricos: en parte teoría y filosofía del lenguajes, en parte crítica, en parte poesía, y en parte perfomance verbal por derecho propio. La teoría del lenguaje es un espacio contextual de escritura cuyo énfasis está puesto en el texto concebido de manera opuesta al sentido del texto de la generación anterior…».

Ciñéndonos a la antología, cuatro son las corrientes en las que se agrupan los poetas seleccionados, cuatro corrientes no estancas, sino con muchos puntos en común. «Poesía non finito», como su propio epígrafe señala, es aquella que defiende la estética de lo inacabado y en la que el proceso creativo «se convierte en Ser, en el resultado y, asimismo, en el inicio», y está representada por poetas como Julio César Galán (Cáceres, 1978), Lola Nieto (Barcelona, 1985) y Rubén Martín (Granada, 1980). «Intrapoesía» es la poesía como «proceso de interpretación y de ruptura desde dentro de otros discursos […] Esta intrapoesía enlaza el pensamiento crítico con el pensamiento creativo». Los poetas que lo representan son María Salgado (Madrid, 1984), Vicente Luis Mora (Córdoba, 1970) y Jimena Alba (Bilbao, 1986). «Poesía especular». Aquí «el poema consiste en un relato estratificado de una serie de textualidades que se van encajando unas con otras. Una narración en abismo: identidad y texto literario entrelazados». Pertenecen a este grupo algunos de los poetas ya citados, como Julio César Galán o Lola Nieto, pero también Juan Andrés García Román (granada, 1979) y Marcos Canteli (Bimenes, Asturias, 1974). Por último, la llamada «Poesía de la otredad», en la que «el poema colectivo, el poema coral, el poema en el que se da cabida a otros creadores, a lectores, a editores, a otredades». Entre sus practicantes, encontramos a los ya citados Canteli, García Román y María Salgado. Parece ser que esta es la intención de los autores seleccionados en esta antología: distanciarse no solo de las generaciones anteriores, sino establecer diferencias con la poesía que se está escribiendo en la actualidad. Una intención, obvio es decirlo, legítima, aunque no conviene perder la perspectiva. Es legítima pero, como hemos visto, no tan novedosa como se pretende. Reunidos bajo esta declaración de intenciones: «Creemos que una reunión de poetas debe ser algo más que una selección al uso, la mayoría están creadas junto a la cercanía del gusto del antólogo, del amiguismo o del aburrido redil generacional, tan pasado de moda por inoperante. Creemos que es el momento de entreabrir algunas puertas y ventanas», estamos seguros de que este grupo de poetas sabe que muchas de esas puertas y ventanas hace décadas que permanecen abiertas, dejando pasar la luz, renovando el aire.

Desobediencia
Varios autores
Eds. Marco Antonio Núñez y Óscar de la Torre
El Sastre de Apollinaire, 2020
198 páginas
19,23€

Carlos Alcorta (Torrelavega [Cantabria], 1959) es poeta y crítico. Ha publicado, entre otros, los libros Condiciones de vida (1992), Cuestiones personales (1997), Compás de espera (2001), Trama (2003), Corriente subterránea (2003), Sutura (2007), Sol de resurrección (2009), Vistas y panoramas(2013) y la antología Ejes cardinales: poemas escogidos, 1997-2012 (2014). Ha sido galardonado con premios como el Ángel González o Hermanos Argensola, así como el accésit del premio Fray Luis de León o el del premio Ciudad de Salamanca. Ejerce la crítica literaria y artística en diferentes revistas, como ClarínArte y ParteTuriaParaíso o Vallejo&Co. Ha colaborado con textos para catálogos de artistas como Juan Manuel PuenteMarcelo FuentesRafael Cidoncha o Chema Madoz. Actualmente es corresponsable de las actividades del Aula Poética José Luis Hidalgo y de las Veladas Poéticas de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. Mantiene un blog de traducción y crítica: carlosalcorta.wordpress.com.

1 comment on “Desobediencia

  1. Pingback: DESOBEDIENCIA. POESÍA NON FINITO. INTRAPOESÍA. POESÍA ESPECULAR. POESIA DE LA OTREDAD. | carlosalcorta

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