Mirar al retrovisor

El precio de la luz y el pecado original

Un artículo de Joan Santacana sobre un tema candente.

/ Mirar al retrovisor / Joan Santacana Mestre /

El precio de la luz se está disparando como nunca había ocurrido. Se atribuye el problema a los precios de los combustibles llamados fósiles, aunque el malo de la película ahora es el gas, dado que, en la forma de establecer los precios en la subasta de la energía, la más cara determina el precio de las demás. ¿Se imaginan el negocio? Es como si, en el supermercado, el incremento de precios de todos los productos se fijara por el producto más caro de la estantería. En un sistema como este, si yo fuera una empresa energética, no tendría mucho interés en innovar. Pero dejemos este tema, confuso y de difícil digestión mental, e intentemos descubrir las causas profundas, dado que con toda seguridad tienen que ser otras, dado que este sistema de subasta lo sufrimos desde hace mucho tiempo y no siempre había ocurrido un fenómeno de esta intensidad. En realidad, los problemas complejos nunca suelen tener una única causa.

Hay muchas causas que explican lo que nos ocurre. La primera es la eliminación de las centrales movidas a base de carbón. Emiten muchos gases, pero hoy, además, resultan caras, muy caras. Es mas rentable desmontarlas. Por otra parte, tenemos las centrales nucleares, que tenían costos altos de construcción, generaban residuos y provocaban el rechazo de las poblaciones, y en nuestro país optamos por ir cerrándolas. Claro: nos queda el gas. Pero no es cierto que sea una energía limpia, por más que las gaseras lo quieran vender así en sus spots publicitarios: sus emisiones de metano no son precisamente agua de rosas, pero son las más fáciles de instalar, con lo que hay países como el nuestro que dependen de ellas. Ahora, a las puertas del invierno, encendidos todos los motores de la industria pospandemia, se quiere recuperar la producción acumulada. Por lo tanto, se requiere más energía si cabe que antes. Pero, además, tenemos pocos suministradores de gas en Europa. Por una parte, está Rusia, que abastece una buena parte del continente, y por otra parte está Argelia, que, entre otros, nos abastece a nosotros. Es decir: en el fondo, estamos en manos de estos dos subministradores. Y no siempre son de fiar. Argelia está en una zona caliente, enemistada con su vecino, y nosotros estamos en medio. No es esta la mejor de las situaciones del mundo para un país como el nuestro, que depende de unos suministradores poco estables, no tiene recambio energético fácil, y encima está en manos de unas eléctricas que no son un modelo de patriotismo ni solidaridad.

La única forma de combatir la fuerte subida del precio de la energía es aprovechar las ventajas geoclimáticas que tenemos, es decir, potenciar la energía solar descentralizada en hogares, a base de placas y baterías o bien creando auténticos parques solares en las grandes extensiones yermas del país. Naturalmente, también existe la energía eólica, la biomasa, etcétera. Un ejemplo de despilfarro de recursos y oportunidades lo tenemos en los bosques y las amplias zonas forestales, que se nos queman cada verano porque nadie cuida el bosque; y no cuidamos el bosque porque no es rentable, dado que pocos han apostado por la biomasa. ¿Imaginan un sistema de cuidado de bosque que alimentara la producción de biomasa?

En fin, como pueden ver, haría falta toda una política energética diseñada hace ya algunos años, cuando aquellos insensatos que nos gobernaron antes pusieron impuestos a la energía solar. ¿Recuerdan aquel octubre de 2015 —no hace tanto—, cuando el uso de energía eléctrica para autoconsumo sufrió un frenazo a causa de un decreto que estableció el pago de impuestos a aquellos pobres consumidores que produjeran su propia energía domestica por medio de placas? Nos han faltado unas instituciones sólidas, capaces de crear las bases del futuro en vez de gastar los esfuerzos en la estéril tarea de culparse unos a otros.

Por todo ello, el precio de la energía subirá. Y si el Estado asume el sobrecoste, pagaremos igualmente la factura de una forma u otra, dado que el Estado no tiene otra forma de sacar dinero que mediante su sistema fiscal. Y es que las imprevisiones, la estupidez política, la falta de visión de futuro es como el pecado original de Adán y Eva: nosotros no tuvimos la culpa, pero pagaremos por ello.


Joan Santacana Mestre (Calafell, 1948) es arqueólogo, especialista en museografía y patrimonio y una referencia fundamental en el campo de la museografía didáctica e interactiva. Fue miembro fundador del grupo Historia 13-16 de investigación sobre didáctica de la historia, y su obra científica y divulgativa comprende más de seiscientas publicaciones. Entre sus trabajos como arqueólogo destacan los llevados a cabo en el yacimiento fenicio de Aldovesta y la ciudadela ibérica y el castillo de la Santa Cruz de Calafell. En el campo de la museología, es responsable de numerosos proyectos de intervención a museos, centros de interpretación, conjuntos patrimoniales y yacimientos arqueológicos. Entre ellos destaca el proyecto museológico del Museo de Historia de Cataluña, que fue considerado un ejemplo paradigmático de museología didáctica.

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2 comments on “El precio de la luz y el pecado original

  1. libreoyente

    Como siempre, consecuencias de un sistema injusto que solo está interesado por generar ganancias a los poderosos. Algún día la cuerda romperá!

  2. El empobrecimiento programado de la población también es un factor que tener en cuenta. Por otra parte, el consumo térmico preciso para hacer aerogeneradores es enorme y la producción de placas solares no térmicas es hipercontaminante para los lugares del tercer mundo con las tierras raras y aleaciones corrosivas . Es decir, que lo de Adán y Eva tiene más visos de historicidad fiel que las mentiras que nuestros mandones. Y si no, que se lo cuenten a Xi Jin Ping

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