/ por Fernando Riquelme /
ORIHUELA
38°05′08″N 0°56′49″O

I
Tenías la piel del color de la azufaifa iluminada
y húmeda de rocío la flor adolescente.
El amanecer sorprendió a las gárgolas
doradas
de garganta sedienta
agazapadas
a la espera de la cópula primera.
Rodaron tus anhelos por la áspera peña
hasta alcanzar la mota fluvial de nombre cortesano:
Regalizia.
En el entierro de tu amante,
envenenado con élitros de cantárida,
te aislaron rodeándote de cañas de ribera.
Él nunca te soñó.
Su sueño era el tagalo
que le descifraría la fórmula
de la dulce almojábana bañada en hidromiel.
Tu destino fue sellado.
Sólo saldrás para tu sepelio,
con permiso del mitrado.
Amén.
II
¡Limpia y clara, Señor, limpia y clara!
Guardemos silencio
para escuchar el tamborileo del pedrisco en el tejado.
Recuéstate sobre la almohada de miraguano
y sueña jilgueros y azahares.
No blasfemes
aunque veas al palomo ladrón
macular tu vestido de novia.
Blasfema si sientes la picadura del alacrán
en tu corazón carnoso.
El Magistral,
de botones rojos en su sotana,
bendecirá la unión sacramentada
rociando con agua bendita el tálamo nupcial.
Acuérdate de las consejas
y perfuma tu cuerpo con dulces jazmines.
Luego ya puedes cantar a voz en grito.
Tus pasos susurrantes
sobre perfollas de panizo
guiarán el sentido de tu vida pueblerina.
III
El Campeón, el Mane y el Torero
trabajan a jornal.
Tienen mellas en su hambrienta dentadura
e hirsutos reflejos dorados
en el mentón y en las mejillas.
Los doctores se afanan
en diagnosticar las causas de la alferecía,
en recetar remedios para la impotencia
y en recomendar colutorios de palomas de anís
contra la eyaculación precoz.
Jornaleros y galenos
recitan las mismas jaculatorias
dictadas por el mitrado
a golpe de báculo,
usado como vara de medir.
IV
Santa semana de abril
servida con gota fría.
Por el puente de Levante suenan clarines y tambores.
Anuncian a los festivos penitentes
que temerosos miran al cielo.
Por el puente de Levante
pasan las fuerzas vivas
y el Cristo muerto.
Muerto el río. Muerta la luna.
Bienaventurados los que sobreviven
porque de ellos es el reino de este mundo.
En un oscuro rincón
se perpetra un adulterio de urgencia
entre dos capirotes de sexo oculto
desertores de la procesión.
Mis amigos sonríen a los romanos de fantasía.
Sacuden sus cabezas y sentencian:
«Esto es así. No tiene remedio».
V
Al fondo,
donde crece florida la higuera infernal
junto al baladre matador,
un enjambre de moscas ebrias
ataca los restos del gato muerto.
La sarna huye de la piel reseca.
El poeta llora el hedor de la muerte
con sentidos pareados:
Dice que maldice
a los gusanos enanos,
a los insectos abyectos,
al ricino asesino,
a lo hermoso venenoso
y,
con un estentóreo grito,
se califica maldito.
La adelfa revive vigorosa
para tapizar la senda
que habrá de seguir la custodia del cuerpo de
Cristo.
PARÍS
48°51′25″N 2°21′05″E

La Capital.
La Luz.
La Revolución.
Passy.
Madame Marinette.
La República.
La Política.
¡Merde!
Desagradables hijos de la Patria
en busca de la gloriosa virtud de colmar anhelos imposibles
dando vueltas alocadas al Arco del Triunfo,
al son de hipócritas saludos matutinos
que suenan a bocinas con sordina
interpretando la Marsellesa.
El dúo de oricios
desata lágrimas espumosas e hipérboles merecidas.
Receta de un filósofo goloso
que arroja a la inmundicia
la sabiduría de Escoffier.
En el cajón de una cómoda barata
amarillean las fotos
del puente de Alejandro
y de la torre de Eiffel,
junto a un test de embarazo positivo.
La Grandeur.
La France et la Navarre.
París.
PAU
43°18′03″N 0°22′12″O

Desde Pau se contemplan,
a dos zancadas de gigante,
los montes canosos del Pirineo,
cuya vista abusada
gastó los ojos,
húmedos de nostalgia republicana,
de patriotas derrotados.
Desde Pau se contemplan,
cercanas,
las colinas que, en días de tormenta,
liberan los bramidos de Gerión
y celan el temor de Pirene.
Desde Pau,
a través del cristal de Campoamor,
la actualidad es gris
y el futuro es humo húmedo
rotulado con grafito de impotencia.
Desde Pau,
los trenes van a ninguna parte.
En la estación
los horarios están nublados.
Un pitido con sordina autoriza la salida
de un tren oscuro de silbido triste.
VARSOVIA
52°13′00″N 21°02′00″E

El caballo del anfitrión es caballo ganador,
pero la mujer, trasunto de labriega de Mało Polska,
desfila con ruido de metralleta.
Metano.
El Calvo exclama:
!Qué barbaridad!
Todos relinchamos
ante la mirada esquizofrénica de Bucéfalo.
A la casa solariega se llega por la avenida de los tilos.
Hay un armario Secesión,
una silla de alivio,
del perchero modernista cuelga el sudor alopécico
que huele a centeno rancio.
¡Zapiaín, Zapiaín!
No es un gesto, es mohín
de superlativo desagrado, Proszę pani.
Había sido paracaidista.
Sabía leer el Norte en los signos naturales y despreciaba la brújula.
Era alto,
patilargo,
casi americano.
Su lucha y lecho conyugal tenían ecos de diurnos de Chopin
y efluvios de Żubrówka.
Me han dicho que murió desconsolado.
VIENA
48°12′30″N 16°22′23″E

No hay ruinas que recuerden un pasado atormentado.
Hay bailes que encandilan a viejos concupiscentes,
extasiados ante el fragor del metal de las orquestas
y los cuerpos adolescentes de las debutantes.
Me recorre el ánimo un tranvía chirriante
bajo la telaraña eléctrica de un escalofrío
al ritmo de tres por cuatro.
El profesor, sabio antiguo,
guardián de ciencia difusa,
renuncia a sus obsoletos artilugios y,
hundido en un sillón desvencijado,
se confiesa emérito.
Oriente,
encarnado en sombras perfumadas con comino y Chanel,
vaga por bulevares y comercios,
sembrando producto interior bruto
abonado con boñigas de cansina caballería.
Invitado al maridaje del Barroco con la Secesión,
camino entre los suspiros de las esfinges
desparramadas por el ecosistema,
amenazado por ávidos exploradores ignorantes
en busca de El Beso.
NOWHERE
0º 0’ 0’’ NS, 0º 0’ 0’’EO
Aquí es ninguna parte.
Estuve de paso.
No hacía ni buen ni mal tiempo y no había nadie.
No recuerdo cómo llegué al lugar.
Ni cuándo.
Ahora vuelvo a estar aquí y es el mismo lugar.
A mi alrededor no hay nada.
Ni siquiera mi sombra.
¿Estaré muerto?
No se puede morir dos veces.
Aquí debe ser un punto
de imposible proyección cartográfica.
Una virtualidad.
Es decir, existe, pero no existe.
Estoy, pero no estoy.
No voy a preocuparme por eso.
Con solo dar un paso volveré a la realidad.
¡Quizás!

Fernando Riquelme Lidón (Orihuela, 1947) es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid. Ingresó en la Carrera Diplomática en 1974. Ha estado destinado en representaciones diplomáticas y consulares de España en Siria, Argentina, Francia e Italia y ha sido embajador de España en Polonia (1993-1998) y Suiza y Liechtenstein (2007-2010). Como escritor ha publicado Alhábega (2008), obra de ficción que evoca la vida provinciana de la España de mediados del siglo XX; Victoria, Eros y Eolo (2010), novela; La piel asada del bacalao (2010), libro de reflexiones y recuerdos gastronómicos; 28008 Madrid (2012), novela urbana sobre un barrio de Madrid; Delicatessen (2018), ensayo sobre los alimentos considerados exquisiteces; Viaje a Nápoles (2018), original aproximación a la ciudad de Nápoles; un Diccionario comentaod de gastronomía (2019) y El Club de las Amazonas (2021), una novela en la que el narrador se enfrenta a situaciones conflictivas inesperadas ante el cambio de paradigma de las relaciones entre personas de distinto sexo. Es miembro de la Real Academia de Gastronomía.
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