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«Sucede con el lenguaje algo parecido a lo que pasa con todo lo público: pocos lo respetan, casi nadie lo valora, cualquiera se siente con el derecho a manosearlo». Francisco José Faraldo se estrena como colaborador de EL CUADERNO.

/ por Francisco José Faraldo /

Sucede con el lenguaje algo parecido a lo que pasa con todo lo público: pocos lo respetan, casi nadie lo valora, cualquiera se siente con el derecho a manosearlo. Basta dar una ojeada a la prensa, conectar el televisor o la radio y comprobamos que incluso los medios más obligados a cuidarlo lo tratan a patadas; los malos tratos llegan en ocasiones a la tortura, y a nadie se penaliza por ello. El lenguaje humano es nuestro más importante patrimonio, la herramienta que nos coloca un eslabón por encima del resto de la cadena animal. Sin embargo, la incapacidad para comunicarse con un mínimo de calidad por medio del lenguaje o el desprecio manifiesto hacia su uso no merecen sanción social. Se considera mal hablado al que suelta tacos, aunque lo haga con propiedad, pero no se da importancia a la carencia de habilidad para hilvanar una descripción o verbalizar correctamente un acontecimiento.

Un ámbito donde la torpeza expresiva alcanza cotas más altas es el de la política. Se trata de un hábitat poblado por especímenes que por ser especialmente locuaces manifiestan sus carencias lingüísticas de una manera más notoria y nos abruman con discursos formados por cataratas de anacolutos, pleonasmos y cacofonías tras los cuales esconden una escandalosa carencia de ideas y propuestas. Tales individuos demuestran una preocupante habilidad para sustituir la comunicación por el ruido, las voces por los ecos. Si. Como afirmaba Orwell, la mayoría de las corrupciones sociales comienza por la lengua, estamos aviados.

Las generaciones más jóvenes parecen también haberse adherido al uso y abuso de las jergas, para evitar la trabajosa tarea de construir frases. ¿A qué edad se emite la primera oración compuesta? ¿En qué momento de su existencia el homínido alevín abandona el balbuceo y es capaz de sorprendernos con dos frases hiladas con gracia y ajustadas con precisión a lo que nos quiere decir? La respuesta a ambas preguntas es: cada vez más tarde. O tal vez nunca. La jerga oral de muchos jóvenes consiste en un amasijo de interjecciones y muletillas que mezcladas económicamente con los cuatro o cinco verbos más socorridos, sirven para la transmisión de las pulsiones del momento. Y lo dicho hasta aquí se agrava en la expresión escrita por el acceso generalizado y el uso incontrolado de las nuevas tecnologías, pues la práctica desaparición de los signos ortográficos en teléfonos móviles y ordenadores ha dado lugar a una avalancha de abreviaturas que convierte los mensajes en textos casi indescifrables para los no iniciados también llamados puretas.

Ante tanta desolación, la lectura quizá sea el único instrumento útil para devolver al personal el gusto y la estima por el lenguaje. Hay que leer para encontrarse, para conocer, para saber más del mundo y también de nosotros. Leer para compartir y descubrir visiones diferentes de los mismos fenómenos y sensaciones, para comprender la mirada del otro y así enriquecernos todos. Leer para divertirse. Leer para entender el prodigio de que unos signos sobre un papel tengan el poder maravilloso de producir emociones inolvidables, de cambiar la vida de los hombres y a veces el rumbo de la historia.

Leer también para olvidar: no todo va a ser darle al gintonic o al Prieto Picudo.


Francisco José Faraldo (Ferrol, 1947) estudió magisterio y filosofía y letras en Madrid. Ejerció la enseñanza en Asturias y, durante doce años, en el Instituto Giner de los Ríos (Lisboa), ciudad en la que residió hasta 2018. Es autor de los libros de poemas Prédica del iluso (Premio Trivio) y La mano en el fuego (2017), tres textos teatrales y los ensayos El vecino invisible (2015) y Asociación Amigos de Mieres: cultura popular y lucha por la democracia en Asturias. En 2021 publica la novela Onofre, Raymond Queneau y una mula. En 2022 ha presentado la colección de poemas «Cantos y señas (básicamente es esto)» en Bohodón Ediciones.   Colabora en publicaciones periódicas de España y Portugal y ha impartido y coordinado cursos de creatividad destinados a profesores en ambos países. Como traductor ha vertido al portugués la obra teatral del dramaturgo sudafricano Athol Fugard y al castellano la producción del pedagogo y compositor belga Jos Wuytack.

Acerca de El Cuaderno

Desde El Cuaderno se atiende al más amplio abanico de propuestas culturales (literatura, géneros de no ficción, artes plásticas, fotografía, música, cine, teatro, cómic), combinado la cobertura del ámbito asturiano con la del universal, tanto hispánico como de otras culturas: un planteamiento ecléctico atento a la calidad y por encima de las tendencias estéticas.

2 comments on “Leer

  1. Sigo leyendo a Paco Faraldo. Si ironía a la vez que su minuciosidad con el lenguaje no deja de sorprenderme
    Felicidades
    Espero el próximo relato con muchas ganas.

  2. Me parece un pensamiento muy acertado.
    Yo pienso igual, pero la juventud tiene otro punto de vista.
    ¿Por qué tenemos que seguir lo que imponen un grupo de viejos? —dicen.
    Saludos y gracias.

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