/ una reseña de Miguel de la Guardia /
Bajo el título Infinita magnitud, la fotógrafa y artista plástica Marta Fàbregas expone en Madrid sus collages fotográficos a base de trasposiciones de fotografías antiguas sobre papel. Se trata, en su mayoría, de imágenes de 130 x 100 cm, y dos más pequeñas de 100 x 70 cm. Las fotos, tomadas a partir de registros entre 1905 y 1945, representan rostros y cuerpos de mujeres de diferentes etnias en diferentes actitudes.
Las imágenes se pueden clasificar en dos tipos muy distintos. Las más antiguas y exóticas, para la mirada del observador occidental, se agrupan bajo los títulos genéricos Kairos, en el caso de las caras de hawaianas, y Colonizada, para las fotos de mujeres africanas y orientales. Por otra parte, con el título Perfecta Imperfecta se describen las producciones a partir de fotografías tomadas en Florida y California en los años cuarenta.
Las fotografías de principios del siglo tienen un halo de lejanía; de mundos extraños recuperados para el espectador. En ellas priman los rasgos de mujeres de otras etnias y sus vestimentas. En ocasiones también los caracteres de su escritura que se integran en la imagen. A pesar del título Colonizada, la sensación que transmiten es la de otras realidades lejanas, libres y atractivas.
En cuanto a la serie Perfecta Imperfecta, la mayor cercanía de los rasgos étnicos a la experiencia del espectador español y a los cánones de belleza actuales hace que estas imágenes se contemplen sin la magia de lo lejano o lo desconocido y su ambientación al borde del mar las dota de una gran frescura.
En cualquier caso, la característica general de todos los collages exhibidos es, en mi opinión, la exaltación de la imagen de la mujer y su belleza a lo que contribuyen tanto el encanto natural de las modelos como el elegante tratamiento que da Marta Fàbregas a las trasposiciones de las fotos, teñidas en tonos rosáceos y dispuestas sin distorsionar la imagen inicial. Además, los pequeños defectos de la trasposición y el toque final de la aguja hacen que cada imagen sea única, lejos de la reproducción seriada de la fotografía tradicional.
Si la idea del collage fotográfico me llevó en un primer momento a recordar las fotografías cubistas de David Hokney, debo rechazar esta idea, puesto que aquí no hay una intención de dotar de varios puntos de vista a la imagen traspuesta, sino la de realzar los contornos de un rostro o dotar de volumen a las imágenes cosidas, añadiendo esta referencia a la feminidad convencional de las tareas y los oficios.
La visita de las páginas en Internet de la autora permite reconocer una práctica similar en sus intervenciones callejeras a través de la reivindicación de las mujeres; si bien el gran formato en blanco y negro exalta algunos aspectos pero priva de intimidad a las imágenes.
En resumen, una bellísima exposición de una artista imaginativa que sabe crear belleza y añadir valor a las fotografías antiguas. Un regalo para la vista.
de Madrid
Miguel de la Guardia es catedrático de química analítica en la Universitat de València desde 1991. Ha publicado más de 700 trabajos en revistas y tiene un índice H de 77 según Google Scholar y libros sobre green analytical chemistry, calidad del aire, análisis de alimentos y smart materials. Ha dirigido 35 tesis doctorales y es editor jefe de Microchemical Journal, miembro del consejo editorial de varias revistas y fue condecorado como Chevallier dans l’Ordre des Palmes Académiques por el Consejo de Ministros de Francia y es Premio de la RSC (España). Entre 2008 y 2018 publicó más de 300 columnas de opinión en el diario Levante EMV.
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