Poéticas

Dos libros para la conmoción

'La belleza de lo pequeño', de Tomás Sánchez Santiago, y 'Cola suavidá del aire, de Xosé Bolado', son dos títulos que aún reconcilian al ser humano con la verdad de la poesía

/ una reseña de Fernando Menéndez /

Tomás Sánchez Santiago, migajas de ser y sernos

Joseph Joubert, el pensador y aforista platónico francés del siglo XVIII, nos decía en una de las memorables pensamientos de sus Carnets: «No elevéis lo pequeño, no lo expongáis a que caiga». Este pensamiento recorre todo el libro de Tomás Sánchez Santiago (Zamora, 1957), bellísimo libro en forma y contenido, que lleva por título La belleza de lo pequeño, editado, con exquisita y cuidada presencia por Eolas Ediciones.

Dicen que durante la segunda guerra mundial muchos soldados alemanes llevaban en sus mochilas el Así habló Zaratrusta de Nietzsche y los Poemas de Hölderlin. Durante la pasada Semana Santa, estando en Hoyos, en la Sierra de Gata cacereña, un pueblo mínimo y lleno de luz, donde conviven limoneros, naranjos, higueras y olivos, en mis caminatas por la naturaleza me acompañaba el volumen de Tomás con sus pequeñas y fragmentarias prosas poéticas que gozan de una intensa hondura pensante.

Tratan del mundo de las cosas pequeñas y esquinadas, que existen y nos envuelven de forma desapercibida, velada y tenue. Es un libro de pocas páginas y reducida dimensión, que cabe gustosamente tanto en un bolsillo del pantalón como en una pequeña mochila. Mientras me deleitaba con sus mínimas prosas poéticas sobre la belleza sutil de lo pequeño y sus significaciones morales, pensaba en las banalidades que, como campanadas, se repiten, dejando un gran vacío de significantes para formar parte de esta sociedad llamada del espectáculo, a la que Valle-Inclán, gustoso e irónico, llamaría, también, la sociedad del esperpento.

Digo esto porque hace años Tomás Sánchez Santiago publicaba en la revista El Urugallo un artículo significativo sobre nuestro entrañable amigo y poeta Aníbal Núñez titulado Todo, nada bajo el lenguaje. Y allí dejó anotado Tomás: «Entonces caí en la cuenta de que para Aníbal Núñez la moral era también una clase de belleza». Al leer este sereno, delicado y profundo libro es cuando percibí y entendí a qué alude esta clase de belleza de lo pequeño que nos acerca el poeta zamorano y que es también una clase de moral que se contrapone a esa otra moral artificiosa que existe en esta sociedad imberbe del ruido, la mentira y el espectáculo.

Al terminar de leer La belleza de lo pequeño me sentí feliz y alegre porque, como dijo Joubert, «la belleza toca los sentidos y la belleza toca el alma». Tomás Sánchez Santiago ha escrito un gran libro de referencia para ver las pequeñas luces y poesías de esas migajas que existen y nos visitan levemente, desvelando la fragilidad de la que somos partícipes. No intenta elevar lo que es pequeño, sino aprender que lo pequeño, a veces, nos eleva para ser y sernos, ya que «todos los seres vienen de pequeños, casi vienen de la nada».


La belleza de lo pequeño
Tomás Sánchez Santiago
Eolas, 2022
116 páginas
13 €

Xosé Bolado, más allá de la sombra de un sueño

Termino de leer con emoción la bella y desnuda poesía de Xosé Bolado (Oviedo, 1945-Madrid, 2021), publicada por Impronta, la editorial asturiana de Carlos Espina y Marina Lobo que entrega con maestría selectos libros. Este volumen, que tiene por título Cola suavidá del aire, reúne la obra en asturiano de nuestro añorado Bolado, de nuestro recordado Xosé. El prólogo del poeta y narrador Pablo Antón Marín Estrada nos acerca a uno de los autores esenciales de la segunda generación del Surdimientu, el movimiento que dignificó la literatura escrita en asturiano y eonaviego en la segunda mitad del siglo XX. Cierra el volumen el poeta y periodista cultural José Luis Argüelles, responsable de la canónica antología Toma de tierra (Trea, 2010), con una crítica cuidada en forma de epílogo y que sitúa al poeta en el contexto de desarrollo de una escritura pese al esquinamiento social y político del dominio lingüístico asturleonés.

Mientras leía Cola suavidá del aire me vino a la memoria un libro sabio y conmovedor del maestro Giorgio Colli titulado Natura ama nascondersi (La naturaleza ama esconderse, Siruela, 2008) que busca captar el pensamiento de los presocráticos a través de sus propias palabras. Leí la poesía completa en asturiano de Bolado con el mismo afán: captar para ahondar y sentir el silencio y la desnudez con que trabajó y vivió su poesía. También la obra de Bolado en su esencia gusta de esconderse y ser discreta a la naturaleza poética, no griega, en este caso asturiana. Esta esencia es el sentimiento, la melancolía (la señardá asturiana) y la firmeza que tiene por norte su geografía emocional e intelectual. Al leer Cola suavidá del aire nos llega la nostalgia que transmiten sus versos llenos de latidos y silencios y, no digamos, si nos encontramos lejos de su verde país.

Casi toda la poesía en asturiano de Bolado navega en esta alborada de luz y música con tanta discreción y desnudez que nos dibuja cómo fue su vida y su poesía, un dibujo de desnudas y trenzadas metáforas que dan pulso y fuerza al poema. Cuando recuerdo al poeta y amigo rememoro al Platón que nos decía que existían dos mundos, el de las ideas y el de las apariencias y que el mundo de las ideas era el verdadero. Cuando hablamos de la poesis, en sentido concreto, también existen otros dos mundos: el mundo de los poetas un espacio que es todo ruido, espectáculo, artificio frente a ese otro mundo de la poesía, la geografía de la verdad y la lucidez lleno de silencio, discreción, hasta del bello aburrimiento y la hermosa inutililidad, pero repleto de una verdadera blancura, desnudez, sencillez y esencialidad.

A este mundo de la poesía no pertenecen todos los poetas; solo son unos pocos los elegidos que han optado por ser los trabajadores de la obra, de la poesía, entre los que tuve la suerte de conocer y tratar a Bolado, a Victor Botas, a Aníbal Núñez… etcétera. Porque su obra poética y creativa nos señala otras realidades cercanas al corazón y a la soledad de los hombres en la que existimos y a veces pensamos para no ser sólo sombras de un sueño, como dejó dicho Píndaro.


Cola suavidá del aire
Xosé Bolado
Impronta, 2023
248 páginas
20 €

Fernando Menéndez (Mieres, 1953) es autor de varios libros de poesía y de numerosos manuscritos caligrafiados e ilustrados, donde se muestran a poetas y aforistas de diversas latitudes. Gran parte de sus manuscritos han sido objeto de exposiciones artísticas. En el género del aforismo Tempo di silencios es su octavo libro, antecedido por Biblioteca interior, que recoge una muestra de aforistas europeos, Dunas, Hilos sueltos, Tira líneas, Salpicaduras, Artificios y Los sueños de las sombras. Sus aforismos han recibido las menciones de honor de la Fundación Naji Naaman’s (2012) y del Premio Internacional Torino in Sintesi (2014).

4 comments on “Dos libros para la conmoción

  1. Agustín Villalba

    «Joseph Joubert, el pensador y aforista platónico francés del siglo XVIII, nos decía en una de las memorables pensamientos de sus Carnets: «No elevéis lo pequeño, no lo expongáis a que caiga». Este pensamiento recorre todo el libro de Tomás Sánchez Santiago…»

    El problema es que Joubert no habló de «lo pequeño» sino de «lo frágil», lo cual hace más lógica la segunda parte de la frase (hay cosas pequeñas muy duras):

    «N’élevez pas ce qui est fragile, c’est-à-dire ne l’exposez pas à tomber.»
    (Joubert. Carnets, Vol.1, Gallimard, 1994, p.151)

    • Fernando Menéndez

      Sr. Agustín Villalba su apreciación es correcta. La versión fiel es la que dice usted. Intenté equiparar lo pequeño con lo frágil. Si usted entra en Facebook en mi dirección verá de dónde sale la cita a la que usted menciona. Lo que ocurrió aquí es que se obvió de dónde sale tal cita.
      Atentamente
      Fernando

  2. Sr. Agustín Villalba, me olvidé decirle, que la cita esté fermentada como dice Joubert y puedo interpretar: “ Tout ce qui se corrompt fermente” ( Joubert. Carnets, Vol.1. Gallimard, 1994, p.151)

  3. Fernando Menendez

    Perdone, la página es la anterior, p.150

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