Estudios literarios

Literatura inervada por la ciencia (4)

En esta cuarta entrega, Candelas Gala, profesora en la Wake Forest University de Carolina del Norte (EEUU), explora la sugerente convergencia de física y poesía en los autores del 27 con la visita de Einstein a España en 1923 como telón de fondo.

El interés que la literatura y el arte manifiestan hoy por la ciencia no es una moda sino el síntoma de una exacerbación en el intercambio de información entre los dos sistemas que llamamos «las dos culturas». Si éstas estarán abocadas a auto-organizarse y a mutar o retrocederán a sus cerrados predios aún es cosa incierta. Pero en el entretanto parece posible observar el cómo y el cuánto de sus articulaciones, y revisar algunas capas en la arqueología de las mismas. Los artículos del presente dossier, que iremos secuenciando a lo largo de un mes con dos textos por semana, entran a esta observación desde la perspectiva de la literatura. Entre sus autores hay filólogos investigadores en literatura y ciencia, pero también matemáticos, neurólogos y químicos avezados en la lectura de poesía, teatro o narrativa. Reunidos por la convocatoria del grupo de investigación ILICIA. Inscripciones literarias de la ciencia —embarcado actualmente en un proyecto sobre lenguaje, ciencia y epistemología (FFI2014-53165-P)—, sus contribuciones engarzan matemáticas, metáforas, naturaleza animal, compuestos químicos, estrategias cognitivas, teatralidad, termodinámica, intriga novelesca, percepción o poesía. Pero que esta enunciación desordenada no lleve al lector a pensar en entropía. Pues al fin y al cabo todo ello se plegará aquí al orden narrativo de nuestra lengua natural, ese operador común para todo saber y del que mucho sabe la literatura.    

En esta cuarta entrega, Candelas Gala, profesora en la Wake Forest University de Carolina del Norte (EEUU), explora la sugerente convergencia de física y poesía en los autores del 27 con la visita de Einstein a España en 1923 como telón de fondo.


 

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Verano de 1937. De izquierda a derecha: Víctor Mª Cortezo, Blanca Pelegría, Luis Cernuda, Mº del Carmen O. Leigoiti, Manuel Altolaguirre y Mª del Carmen Antón

«Formidable convergencia»: poesía, física y el grupo del 27

/ por Candelas Gala / Wake Forest University

«Formidable convergencia» fue la realidad para Jorge Guillén, y la simultaneidad, concentración de vibraciones y experiencia intensificada de la realidad que se dan en el fenómeno físico de la convergencia adquieren en Cántico su dimensión poética. Sus compañeros de la llamada generación del 27 también encontraron en la física ecos de su interés por la realidad y el cosmos en general, y ello fue causa de que secundaran a Apollinaire. Para este, los poetas eran los alquimistas del tiempo presente y el futuro de los descubrimientos científicos se presentaba infinito. Y con Aldous Huxley, los poetas afirmarían que, nos guste o no, la nuestra es la era de la ciencia. Relatividad, termodinámica, imponderables en la materia, electromagnetismo, éter, cuarta dimensión, geometría no euclidiana o incertidumbres cuánticas son algunos temas que adquieren proyección estética en los escritos de los del 27. La conexión analógica con estas teorías revela un entendimiento nuevo de los poemas y sitúa a esta generación dentro del amplio territorio cultural del modernismo europeo. [1]

Aldous Huxley smoking, circa 1946
Aldous Huxley (1894-1963)

Las corrientes culturales del siglo XX muestran una desviación de la tradición decimonónica cuyo efecto es patente tanto en las artes como en las ciencias. Si las vanguardias reaccionaron contra la tradición buscando renovar el panorama artístico, la física explora la dimensión estética del razonamiento científico. Los descubrimientos de Faraday y Maxwell en el siglo XIX dieron pie a la teoría del campo electromagnético, desbancando el atomismo y la causalidad de la física clásica, mientras poetas y pintores expandían sus medios más allá de las normas establecidas. La teoría de Einstein puso a prueba muchas de las nociones aceptadas sobre el espacio y el tiempo, y en los años veinte la evolución de la mecánica cuántica dio fin a la noción de objetividad y certidumbre.

La visita de Einstein a España en 1923 supuso uno de los acontecimientos más importantes para las ciencias modernas del país. La prensa se hizo eco con la publicación de numerosos artículos que exploraban las consecuencias de la relatividad sobre el modo de entender el mundo. Los poetas del 27 sabían que, como parte de la llamada orteguiana a una modernización del país, las ciencias eran tal vez el campo donde más avance se requería si España quería ponerse al nivel de otros países europeos. El sistema de educación implementado por la Institución Libre de Enseñanza y la Junta para Ampliación de Estudios y las actividades de la Residencia de Estudiantes fueron fundamentales en este proceso de modernización. Einstein fue uno de los muchos conferenciantes invitados por la Residencia y algunos de los poetas del 27, o vivieron en la Residencia, o la frecuentaban.

Para Jorge Guillén las dos culturas, de las que hablara C. P. Snow en 1959, se nutrían de la misma energía creativa, y su Cántico presenta el mayor exponente de lo que el poeta llamaba «las matemáticas de la imaginación» y su «pasión cifrada». Su postura ante la realidad tiene afinidades con la actitud científica, pues cuestiona creencias establecidas, propone nuevas opciones, compila sus observaciones y con ayuda de su imaginación ofrece la versión poética de las estructuras combinatorias que descubre en la realidad. Dejando atrás la subjetividad romántica, Guillén afirmó que la física era su metafísica y que el otro mundo se encuentra y vive dentro de este. Así, sus poemas responden a una mirada atenta e intensa sobre la realidad física descubriendo en ella un ámbito de interrelaciones armoniosas entre elementos diversos en un presente de plenitud. Por eso es iluminador leer sus poemas en relación analógica con Ernst Mach y sus estudios sobre las sensaciones y la ciencia visual. Mach sustituyó la noción kantiana de ‘la cosa en sí’ por la de ‘cuerpos’ como «compuestos de sensaciones complejas», y en vez de ‘causalidad’ habló de ‘función’, llamando a las sensaciones «relaciones funcionales». La interdependencia de las sensaciones en Mach se relaciona directamente con Maxwell y las teorías sobre el campo electromagnético, y son en Guillén la principal fuente de conocimiento.

Libros como Presagios y Seguro azar revelan ya en sus títulos la fascinación de su autor, Pedro Salinas, por lo que podría llamarse «el lado imponderable de la realidad». Berkeley fue quien dijo que la realidad depende de la percepción, y para Salinas transrealidad es el término que describe la naturaleza construida de lo percibido. Muchos de sus libros se enfocan hacia sombras y reflejos, revelando una realidad incierta, o hacia el «seguro azar», donde el poeta encuentra la certeza de la incertidumbre. Y estos conceptos del poeta hacen eco de la centralidad del azar en la constitución del universo establecida por C. S. Peirce en 1892 y del principio de incertidumbre de Heisenberg, que, en 1925, revelaría lo imposible de ubicar la materia y de determinar la posición y velocidad de una partícula, ya que la misma observación afecta a los resultados.

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Juan Larrea (1895-1980)

Las lecturas de Juan Larrea sobre la constitución interna del átomo le llevaron a indagar sobre el posible significado simbólico que esa realidad física pudiera tener para entender la vida. Su admiración por la estructura del átomo, de las moléculas y de los microorganismos confirmaba su creencia de que en la base de la vida y del universo hay un organismo cohesivo o «compenetración orgánica» que Larrea deseaba para el ser. La estrecha conexión entre su visión y la teoría del campo electromagnético desbanca la dualidad cartesiana entre sujeto y objeto, res extensa y res cogitans. Si la desintegración del átomo puso en duda la solidez de la materia y los absolutos newtonianos, la hipótesis y la multiplicidad de perspectivas desestabilizan las creencias establecidas. Frente al sistema apriorístico, Larrea creía en la necesidad de la hipótesis, como afirmaban físicos del prestigio de Henri Poincaré, y se lamentaba de que la poesía careciera de los medios para probar sus hipótesis. Su multiperspectivismo le facilitó la apertura a la dimensión suplementaria del espacio que concebía la cuarta dimensión —que en este principio de siglo era una idea matemática y no aún de la física einsteniana—. Esta idea penetró en las vanguardias artísticas, generando también las bases justificativas de variadas creencias esotéricas y teosóficas. El objetivo de Larrea era elaborar un tipo de poema como sistema autorreflexivo donde la interconexión de elementos pudiera alcanzar un grado de energía que acabara estallando en conocimiento.

Las contorsiones del continuo espacio-tiempo encuentran paralelismo en la «poesía de creación» de Gerardo Diego. Sus llamadas «imágenes múltiples» funcionan a modo de células con las que construir un nuevo mundo artístico más allá de los convencionalismos. Su entusiasmo por la realidad física no le impidió reconocer que en lo que concierne a la renovación material, los inventos del arte y de la poesía, incluso los más audaces, no podían compararse con los de la ciencia. Manual de espumas se centra en la energía periódica del cosmos como analogía para el proceso de creación artística. Sus poemas son microcosmos de la regeneración periódica y de la expansión de la creatividad física y poética. Aunque la complejidad de su Fábula de X y Z se presta a variadas lecturas, una de ellas es la de avanzar lo que físicos como Alan Guth propondrían en los ochenta, como la llamada hipótesis inflacionista de la cosmología. Como el cono de luz de Minkowski, esta fábula no se relaciona con ninguna realidad más allá de su estructura cristalina de obra de arte, teatro donde se desarrolla el encuentro entre el arte y la física, la palabra y el objeto, el poema y el poeta.

El estudio de la poesía y la pintura de Rafael Alberti revela analogías con la ciencia de la termodinámica y el electromagnetismo por su foco puesto en la energía. Por eso es posible situar esta obra, particularmente su Marinero en tierra, en la línea que investiga la termodinámica a partir del siglo xix y conduce hacia la noción moderna de energía y la teoría del caos. El desarrollo paralelo de la termodinámica, con el conocimiento de la luz y el electromagnetismo, creó el caos en el mundo ordenado de la mecánica clásica, donde no se incluían los factores térmicos. Sobre los ángeles surge de una catástrofe personal y artística que se articula mediante imágenes de destrucción sísmica, química y cósmica. El hablante se encuentra en lo que la teoría del caos llama punto de bifurcación, que puede terminar, o en la muerte por calor, si la energía se sigue disipando según predice la segunda ley de la termodinámica, o en un nuevo orden y modo de creación que surge precisamente del mismo caos, lo que el Nobel Ilya Prigogine llama «estructura disipativa». Sobre los ángeles es el equivalente analógico de una estructura disipativa con evolución de autoorganización, ya que articula la «disipación» artística y personal del poeta en una nueva forma de creatividad.

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Henri Bergson (1859-1941)

Bergson hizo de la energía uno de los objetivos principales de su investigación y la llamó vida. Einstein codificó esa energía en su famosa fórmula donde energía y masa son equivalentes. Y Concha Méndez parece aplicarse a sí misma y a su obra ese principio, pues sus poemas transmiten espacios amplios plenos de energía y luz en un presente dilatado. Tanto su persona como su poesía resuenan con lo que Whitehead llama «organismo vibratorio», entendiendo por tal una visión donde cada elemento primordial de la materia es una «marea vibratoria, un flujo de una energía o actividad subyacente». David Bohm habla de «totalidad íntegra en movimiento fluido», donde mente y materia son aspectos de un mismo movimiento total, y Bergson dijo algo parecido cuando habló de la vida como durée. Por su parte, Méndez comunica poéticamente una cosmovisión donde la realidad no es un conglomerado de planos o fragmentos individuales, sino un todo indivisible cuyos elementos se fusionan en intercambios de intensa energía.

García Lorca admiraba los avances de las ciencias y se lamentaba de que las artes siguieran sujetas a modelos obsoletos. En Suites y Canciones el gran protagonista es el reflejo, entendido como reflexión, como temblor, movimiento u ondulación del agua en torno a un objeto, o como la reverberación de las ondas de sonido en el aire. El reflejo es el efecto carente de sustancia de un objeto o ente. Va unido al objeto como un todo en estrecha relación con los elementos circundantes. Frente a la rigidez de los cuerpos en Newton, ahora todo, incluido el sujeto, se encuentra inmerso en la viscosidad que caracteriza el mundo de la relatividad. Verdad y reflejo se identifican, y en la Naturaleza/Narciso todo se refleja reflejándose en un entrecruzamiento que ofrece el equivalente poético de la teoría del campo electromagnético. En esta interconexión cósmica, se pierde el estatismo y la autonomía del sujeto y de las cosas, y la realidad deviene un campo dinámico donde los objetos reverberan visual y acústicamente.

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Una de las últimas fotografías conservadas de Federico García Lorca (1898-1936)

Las exploraciones poéticas de Lorca le llevan a concluir con la ciencia física que la constitución de la materia se basa en áreas espectrales, intersticiales y sombreadas. Poner el foco en el reflejo supone una empresa subversiva, pues fractura el hechizo en que las creencias convencionales han mantenido su fijeza y estatismo e introduce la evanescencia en el núcleo de la realidad, marcándola de incertidumbre.

Si la física exploró la dimensión estética del razonamiento científico, los poemas del 27 ofrecen una dimensión artística de los descubrimientos físicos. Sombras, sensaciones, caleidoscopios, convergencias, correspondencias, confluencias, energía y reflejos son algunas de las nociones claves que emergen de la exploración de la realidad de este grupo de poetas. Mediante la analogía con la física se revela una nueva forma de conocimiento sobre una producción poética que tradicionalmente se ha venido leyendo casi exclusivamente desde la perspectiva literaria.


[1] La elaboración a fondo de los puntos expuestos en este ensayo se encuentra en mi libro Sinergias: poesía, física y pintura en la España del siglo xx (Madrid: Anthropos, 2016), traducción al español de Poetry, Physics, and Painting in Twentieth-Century Spain (Nueva York: Palgrave Macmillan, 2011).

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