/ Cum grano salis / Fernando Riquelme /
La falsa leyenda, repetida frecuentemente, que señala a Antonin Carême, «cocinero de reyes y rey de los cocineros» y máximo exponente en su época de la profesión, como responsable de la cocina del primer ministro de Francia, Talleyrand, durante su participación en el Congreso de Viena (1814-1815) tiene su razón de ser en la importancia que se ha otorgado siempre a los banquetes en negociaciones diplomáticas que, frecuentemente, se resolvían en la mesa de un comedor. Sí es cierto, sin embargo, que el mismo Talleyrand, al recibir instrucciones escritas de su rey, Luis XVIII, señalase que necesitaba más cacerolas que instrucciones, y que un «gran diplomático debe contar con un cocinero reputado».
La gastronomía siempre ha estado presente en el mundo de las relaciones internacionales. El protocolo la mantiene como parte integrante de la actividad diplomática. Y todo embajador experimentado considera que el éxito de su misión pasa por la mesa del comedor de su embajada.
Desde no hace mucho, se emplea el concepto de diplomacia pública para definir la acción exterior de los gobiernos dirigida la sociedad civil de otros países con el fin de promocionar su imagen de marca como país. Y, más recientemente, se empieza a manejar el concepto de diplomacia gastronómica como la parte de la diplomacia pública que incide más concretamente en los valores gastronómicos de un país como uno de los elementos culturales esenciales de su identidad.
En los albores del siglo XXI, Tailandia puso en marcha lo que se considera como la primera acción planificada de diplomacia gastronómica. Se trató de un plan de promoción de la gastronomía tailandesa en países desarrollados, incentivando la apertura de restaurantes de cocina tailandesa, subvencionando el empleo de cocineros tailandeses en el extranjero, y situando en el centro de la marca país los valores de su cocina tradicional. Después, otros países han seguido su ejemplo, apropiándose incluso del concepto diplomacia gastronómica para dar nombre a su campaña promocional, como ha sido el caso de la República Dominicana. Perú, Estados Unidos, Corea del Sur y Australia, entre otros, prestan también especial atención a las acciones de diplomacia gastronómica.
Hasta países que desde hace décadas han situado sólidamente sus valores gastronómicos en el extranjero, como Francia o Italia, se han apuntado a la diplomacia gastronómica con manifestaciones de gran envergadura mediática. Goût de France/Good France es el acontecimiento de alcance global ideado por las autoridades francesas para promocionar su gastronomía. Durante una jornada al año, tanto en Francia como en el extranjero, se organizan, alrededor de un tema gastronómico, banquetes, picnics, y talleres con la participación de relevantes cocineros franceses y la colaboración de restaurantes de más de ciento cincuenta países para promover los valores de la cocina francesa. En 2019, más de cinco mil cocineros participaron en el evento a través del mundo.
Italia lleva algunos años organizando la Settimana della Cucina Italiana nel Mondo, ejecutada básicamente por sus representaciones diplomáticas y consulares en otros países. Su objetivo, obviamente, es la promoción de la gastronomía italiana, básicamente a través de sus productos alimentarios de calidad, como exponente de la marca Italia. El proyecto ha sido ideado y coordinado por el ministerio italiano de Asuntos Exteriores y ejecutado por un grupo de trabajo que integra administraciones públicas, centrales, regionales y locales, actores públicos y privados, sectores productivos y mundo académico y científico.
España aún no se ha apuntado decididamente a la diplomacia gastronómica. No existe un plan predeterminado para desarrollar, dentro de la diplomacia pública de la que es competente el Ministerio de Asuntos Exteriores, campañas de promoción de la marca España a través de su gastronomía, en paralelo con la promoción de otros valores que componen la imagen identitaria de nuestro país. Es cierto que la promoción comercial de productos alimentarios, que se viene realizando desde el ICEX, es un sucedáneo de diplomacia gastronómica. El objetivo de la diplomacia comercial es la internacionalización de la economía y de la empresa española en general. No obstante, cuando los esfuerzos promocionales se centran en la promoción de alimentos y vinos de España, indirectamente se realiza una acción de diplomacia gastronómica. Precisamente, el ICEX ha tenido acertadas iniciativas en este aspecto, como la revista Gourmetour, y desarrollado excelentes campañas de promoción de productos agroalimentarios. En el mismo plano se sitúa la acción de Turespaña. El objetivo de sus campañas es la promoción del turismo, pero a través de ellas se promociona la gastronomía del país como parte de sus valores culturales y como elemento motivacional para visitarnos. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación hace años que viene desplegando una interesante línea editorial de promoción de los alimentos españoles. Recientemente, ha lanzado la campaña Alimentos de España, el país más rico del mundo que, sin duda, promociona nuestra gastronomía a través de la valorización de nuestra gran variedad de productos agroalimentarios y pesqueros y de todos los actores que intervienen en su consecución, desde su origen hasta la mesa.
No hay excusa ni pretexto para no poner en marcha una verdadera diplomacia gastronómica española. La competencia para el desarrollo de la diplomacia pública está perfectamente definida. La Secretaría de Estado de la España Global es el órgano superior del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación encargado de impulsar y coordinar las políticas de diplomacia económica y diplomacia pública, la defensa y la promoción de la imagen y la reputación internacional del país. El sector de la gastronomía en España cuenta con actores diversos que aportan el potencial necesario para definir una estrategia de diplomacia gastronómica potente. La clave está en la coordinación ejercida en torno a objetivos bien definidos. Administraciones públicas, instituciones, universidades, empresas, asociaciones, cocineros y restauradores, bajo el liderazgo de España Global, tendrían plena capacidad para poder difundir ampliamente los valores gastronómicos de nuestro país a través de campañas inteligentes de promoción.

Fernando Riquelme Lidón (Orihuela, 1947) es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid. Ingresó en la Carrera Diplomática en 1974. Ha estado destinado en representaciones diplomáticas y consulares de España en Siria, Argentina, Francia e Italia y ha sido embajador de España en Polonia (1993-1998) y Suiza y Liechtenstein (2007-2010). Como escritor ha publicado Alhábega (2008), obra de ficción que evoca la vida provinciana de la España de mediados del siglo XX; Victoria, Eros y Eolo (2010), novela; La piel asada del bacalao (2010), libro de reflexiones y recuerdos gastronómicos; 28008 Madrid (2012), novela urbana sobre un barrio de Madrid; Delicatessen (2018), ensayo sobre los alimentos considerados exquisiteces; y Viaje a Nápoles (2018), original aproximación a la ciudad de Nápoles.
Pingback: DIPLOMACIA GASTRONÓMICA – paladar2016