Mirar al retrovisor

Los intereses del país

Joan Santacana escribe sobre el reciente cambio de postura diplomática de España con respecto al Sáhara Occidental.

/ Mirar al retrovisor / Joan Santacana Mestre /

Basta con mirar un mapa de la costa de África Occidental para darse cuenta de lo cerca que están las islas Canarias de esta costa africana. El flujo y reflujo de personas desde la costa africana a las islas ha sido constante a lo largo del tiempo y la arqueología demuestra estas relaciones de forma evidente. Ya en 1405 el conquistador de las islas, Bethencourt, hizo una incursión en el litoral africano trayendo esclavos, camellos y algún que otro producto de saqueo. Por ello no ha de sorprender que unos años despues, en 1449, la Corona concediera al poderoso duque de Medina Sidonia una real cédula, otorgada el 8 de junio de aquel año, por la cual se cedía el derecho y propiedad «de ciertas tierras que agora se han descubierto allende la mar, a través de las Canarias, como dicen, que es desde cabo Agüer hasta cabo Bojador, con dos ríos en su término, el uno llamado Mar Pequeña, donde hay muchas pesquerías y se puede conquistar tierra adentro». Tiempo despues, en 1476, una expedición con numerosas embarcaciones procedente de las islas, a medianoche, fondeó en la costa y construyeron muy rápidamente el fuerte de Santa Cruz de la Mar Pequeña.

El objetivo de estas ocupaciones de tierras no era otro que obtener esclavos, que se utilizaban para el cultivo de caña de azúcar. Años más tarde, la Corona nombró un «capitán general de las conquistas de las Islas Canarias y de la costa africana» al que mas tarde, hacia 1501, llamaron Adelantado. Documentos de 1505 y de 1511 prueban las autorizaciones dadas por la Corona «para saltear moros en Berbería». Este territorio de Santa Cruz de la Mar Pequeña es lo que luego se llamó Ifni. Así empezaron los supuestos derechos de la Corona de España sobre la costa occidental africana. Luego, la aventura americana desvió el interés de los expedicionarios españoles por África, dado que América parecía ser más suculenta, y el sueño africano durmió por algunos siglos, hasta que, en 1898, la pérdida de las últimas colonias españolas en América volvió a resucitar el interés por Ifni y el Sahara.

Cuento todo esto porque soy de la opinión de que siempre hay que desconfiar de los derechos históricos de los países. Hoy, cuando vemos que España se halla envuelta en una polémica sobre su antigua posesión del Sáhara, nos asaltan algunos recuerdos. El primero es de cuando yo tendría nueve o diez años. En casa y también en la escuela, se empezó a hablar de la guerra de Ifni. Aquella era una guerra colonial silenciada que enfrentó el Marruecos de Mohamed V y la España de Franco. Marruecos, sin declaración de guerra alguna, empezó a patrocinar una invasión de Ifni y Sáhara mediante bandas armadas que intentaron reducir las guarniciones españolas. El conflicto se cobró entre ambos bandos un millar de bajas y en realidad no terminó hasta que España cedió el territorio a Marruecos en 1969. La cesión del Sáhara se produjo mucho tiempo después, cuando en 1975, mientras Franco agonizaba, Hasán II organizó una «marcha pacífica» con más de 50.000 civiles, a la que se unieron 25.000 soldados del ejército real marroquí, hacia el territorio colonial español. España cedió el territorio a Marruecos mientras sobre el Sáhara se levantaba un ejército saharaui, el Frente Polisario, apoyado por Argelia, aliada de Rusia, mientras Estados Unidos y Francia dieron su conformidad a que Marruecos se anexionara el territorio.

El segundo recuerdo que me viene a la memoria es la famosa y conocida frase de Lord Palmerston (1774-1865), que participó del gobierno de la Gran Bretaña durante medio siglo, cuando dijo en 1848 que «es una política estrecha suponer que este o ese país debe ser tenido como el eterno aliado o el enemigo perpetuo de Inglaterra. No tenemos aliados eternos ni enemigos perpetuos. Nuestros intereses son eternos y perpetuos, y nuestro deber es seguir esos intereses». La función de los políticos es, según esto, saber definir donde están los intereses de un país, es decir, de la gran mayoría de ciudadanos.


Joan Santacana Mestre (Calafell, 1948) es arqueólogo, especialista en museografía y patrimonio y una referencia fundamental en el campo de la museografía didáctica e interactiva. Fue miembro fundador del grupo Historia 13-16 de investigación sobre didáctica de la historia, y su obra científica y divulgativa comprende más de seiscientas publicaciones. Entre sus trabajos como arqueólogo destacan los llevados a cabo en el yacimiento fenicio de Aldovesta y la ciudadela ibérica y el castillo de la Santa Cruz de Calafell. En el campo de la museología, es responsable de numerosos proyectos de intervención a museos, centros de interpretación, conjuntos patrimoniales y yacimientos arqueológicos. Entre ellos destaca el proyecto museológico del Museo de Historia de Cataluña, que fue considerado un ejemplo paradigmático de museología didáctica.

1 comments on “Los intereses del país

  1. salvador soler

    Los paises (Estados) no tienen amigos o enemigos, siempre tienen intereses. «La pela es la pela»

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