Entrevistas

Entrevista a Hiram Barrios

Una conversación con Hiram Barrios sobre 'Disparos al aire: antología del aforismo en Hispanoamérica' (desde sus precedentes en el siglo XVI hasta nuestros días)

/ una entrevista de José Luis Morante · fotografía de Luis Sandoval /

Hiram Barrios (1983) es escritor, traductor, editor y catedrático. Estudió Letras y es especialista en literatura mexicana por la UAM. Conviven en su propuesta creativa relatos, poemas, ensayos y traducciones. Este itinerario plural tiene sitio en publicaciones de México, Italia, Colombia, Venezuela, Argentina y España. Desde el italiano, ha traducido al español a Edoardo Sanguineti, R. Roversi, Donato di Poce y Fabrizio Caramagna. Preparó Voces paranoicas, antología bilingüe de Eros Alesi (2013) y trabajos como El monstruo y otras mariposas (Ensayo, 2013) y Apócrifo, entrega de aforismos de 2014. Un año después editó Lapidario, balance de aforistas mexicanos, y en 2019 Aforistas mexicanos actuales. En Disparos al aire: antología del aforismo en Hispanoamérica (Trea, 2022) reúne las voces esenciales de la escritura abreviada en América central y América del Sur.

La estrategia expresiva del aforismo constituye un venero esencial de su ensayística. ¿Qué razones impulsan su inclinación a un género aparentemente ocasional y secundario?

La naturaleza fronteriza del aforismo, a caballo entre la reflexión filosófica y la observación poética, lo ha situado en una suerte de limbo que obstaculiza la sistematización de su estudio, su debida justipreciación e incluso su difusión. Para la filosofía académica, por ejemplo, el aforismo carece de método, de sistema, luego entonces, no forma parte de sus inquisiciones; para la crítica literaria más conservadora, la ausencia de ficcionalidad es equivalente a la ausencia de una dimensión estética que ponderar. En todo caso, me parece que se debe a prejuicios. Prejuicios en torno a las posibilidades literarias de la brevedad, pero también cierto descrédito por su ascendente filosófico o su marcada línea moralista.

Con excelente tino, usted ha definido el habla lacónica como una suerte de épica postmoderna. En una época tan mudable en sus certezas, ¿todavía son posibles ideales y héroes? ¿Tiene sitio el aforismo en la conciencia social y en el compromiso solidario?

En esta época, mudable en sus certezas, como comentas acertadamente, son posibles, en todo caso, las contraideas, los antihéroes. El aforismo tiene una conciencia social y un compromiso solidario que no expresa de términos positiva, o condescendientes: rehúye de didactismos, aleccionamientos o intenciones edificantes. Su proceder suele ser humorístico: ironías, sarcasmos, parodias o inversiones de valores conforman un aprendizaje subversivo, a contracorriente. El aforismo denuncia sin ser panfletario, crítica lo mismo preconcepciones que sistemas de creencias. Juega a exhibir ideas deliberadamente polémicas o ensalza situaciones o conductas antiheroicas con la finalidad de observar el mundo con otros ojos.

Disparos al aire comienza con el análisis de un problema inconcluso, ya convertido en lugar común: la proverbial indefinición del aforismo. ¿Es posible solventar esta cuestión teórica? 

El asunto encierra dos cuestiones concomitantes: 1) la posibilidad de definir un objeto de estudio tan lábil como el aforismo, y 2) la pertinencia de hacerlo. Con respecto al primero, creo que es justo recordar, en un momento en el que se acrecientan las posturas de lo indefinible, que no hay objeto que nuestra razón no pueda circunscribir con la palabra. Si un objeto ofrece dificultades para ser asido, tales escollos son de quien intenta definir, no del objeto tratado. En todo caso, la definición que propongo tiene una función más bien modesta: orientar la selección de textos de la antología. Intenta ser un punto de partida para evitar una confusión de términos, como ocurre con la narrativa breve, que aún hoy en día confronta vocablos como microrrelato o minificción. No soy el primero, ni único que ha emprendido esta tarea. Dudo que mi propuesta de definición pueda solventar el problema teórico, pero espero que pueda, al menos, ser pertinente para la investigación, como un asidero para los lectores que se adentran a esta modalidad de escritura.

¿Existía una tradición hispanoamericana originaria de los enunciados sentenciosos?

Existe una tradición marginal, poco estudiada y atendida. El aforismo arriba a la Nueva España con los tratados médicos, se transfiere en los siguientes siglos a la tratadística militar, en la que nace su vertiente ético-moral. En el siglo XIX, surgen los idearios políticos en los que el aforismo ocupará un lugar preponderante. Con la experimentación de la vanguardia irrumpen los modelos analógicos, el aforismo se apropia de la poesía. Vendrá después una apertura, un momento de regularización aún en proceso. Mención aparte merecen las paremias tradicionales de los pueblos originarios, como los machiotlatolli en lengua náhuatl, o los libana en diidxazá.  La antología menciona de algunos de estos ejemplos, pero no los compendia, pues está centrada en la tradición hispana.

La crecida aforística continental ha dejado magisterios referenciales como el colombiano Nicolás Gómez Dávila o el italoargentino Antonio Porchia. En el ahora ¿hay nombres comparables?

Una pregunta compleja. Porchia y Gómez Dávila ocupan un lugar privilegiado en el desarrollo de la aforística escrita en español. Sus nombres son ya una historia: son un antes y un después. Inauguraron cada uno a su manera una forma de practicar el género. En la actualidad, es cierto, hay aforistas en Hispanoamérica que llegan a igualar la pregnancia de Porchia o la contundencia de Gómez Dávila, pero continuar las líneas trazados por aquéllos irremediablemente los convierte en epígonos. Creo, sin embargo, que sí se puede hablar de nombres comparables, en tanto que representan una apuesta novedosa. Hay otras voces que comienzan a trazar su propio recorrido, pero solo el tiempo dirá si sus apuestas se concretan.

Con un paisaje geográfico tan diverso, ¿existen similitudes formales entre los distintos practicantes? ¿Se podría hablar de una codificación definitiva del género, como sucede en España e Italia?

Es posible trazar líneas de interés, recurrencias estilísticas y temáticas. Hay aforistas que indagan con el pensamiento analógico, con la elipsis: hijos de la greguería que buscan las asociaciones visuales o sonoras; otros más, enarbolan una crítica de costumbres, nietos de los moralistas que se rebelan contra el pensamiento hegemónico y lo cuestionan en todo momento; también los hay festivos, escritores lúdicos que apelan a la sensibilidad a través de humor, como los hay reflexivos, que vuelcan la mirada al interior para poetizar las intuiciones del día a día. El aforismo, en tanto género, posee una variedad de subgéneros conocidos y practicados en ambos lados del Atlántico.

Cada antología trata de convertirse en memoria unitaria, más allá de la voz individual. Aspira a ser una caja de resonancia en el tiempo. ¿Qué intensidad y qué afán de continuidad se perciben en este muestrario de los sesenta y cinco practicantes?

La antología acoge distintas vertientes de la escritura aforística en Hispanoamérica; se trata de un trabajo inaugural que muestra por primera vez un panorama, acaso en esto radique su principal aportación. Disparos al aire intenta compendiar los hitos, puntos de inflexión, herencias y virajes de una práctica escritural apenas reconocida en la tradición literaria.

La vigencia de lo sucinto en este trecho cronológico se asiente sobre un contexto de multiplicidad causal. ¿Qué evidencias han fortalecido su desarrollo?

Las tecnologías de la palabra han contribuido significativamente a modular una enunciación breve: la prensa periódica, a principios de siglo pasado, permitió el auge de la concisión, lo fragmentario, el mensaje telegráfico; con la comunicación digital, en este siglo, se avizora un cambio de paradigma en la lectoescritura, y el aforismo ya juega un papel protagónico.

Una de las novedades más reseñables del decir breve en Europa es la emergencia de la voz femenina, orillada y al margen durante siglos. ¿Sucede lo mismo en el corpus hispanoamericano?

Infortunadamente, no. Apenas he podido rastrear a un puñado de voces femeninas que los han escrito. Es cierto que cada vez hay mujeres escribiendo aforismo en Hispanoamérica, pero siguen siendo una excepción. En los últimos meses he podido ubicar a otro puñado más de aforistas, pero no pudieron ser incluidas en este compendio. La labor de compilar, dice un colega, está siempre a un paso de la infamia…

En la hibridación textual de los seleccionados, ¿sigue estando presente el desplazamiento pendular entre el pensamiento filosófico y la experiencia poética?

Sí. Se trata de una forma colindante, pero, aunque es posible distinguir una aforística de corte filosófico (ya sea de inclinación ético-moral o gnoseológica) de otra de corte poético, los límites no siempre son claros. Ese carácter pendular entre dos maneras de acercarse al conocimiento radica también una de las virtudes del aforismo.

La ausencia de una única codificación admite constelaciones formales. El texto se libera del soporte único. ¿Hacia dónde tiende el aforismo hispanoamericano?

A la fusión genérica.  Cada vez es más común hallar textos que integran el aforismo en proyectos de otra naturaleza, como novelas, relatos, teatro, prosas poéticas, poesía visual, etcétera. A diferencia de España, donde la edición de colecciones aforísticas se consolida notablemente, en Hispanoamérica el aforismo sigue buscando su camino por vías un tanto aleatorias.

 Me ha parecido muy interesante que asocie la renovación del aforismo con la pérdida de raíz geográfica, la emigración, el exilio y el peregrinaje. ¿Solo desde la carencia, es posible percibir, como enunciara José Antonio Ramos Sucre, los «disparos al aire» del aforismo?

Las escrituras fragmentarias, señaló Maurice Blanchot, rechazan sistemas porque su búsqueda está ligada a la movilidad, a la trashumancia, son «pensamientos viajeros». Así, el aforismo es un pensamiento que viaja, que se confronta con lo otro. La carencia, tal vez, es la bala perdida.

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Disparos al aire: antología del aforismo en Hispanoamérica
Hiram Barrios
Trea, 2022
576 páginas
22 €

José Luis Morante (Ávila, 1956) es profesor, poeta y crítico. Su itinerario lírico se recoge en las antologías Mapa de ruta (2010), Pulsaciones (2017) y Ahora que es tarde (2020). Cultiva la prosa en los libros Reencuentros, Palabras adentro y Protagonistas y secundarios. En su quehacer crítico destacan las ediciones Arquitecturas de la memoria, Ropa de calle e Hilo de oro, en Letras Hispánicas. Su escritura aforística comprende Mejores días (2009) y Motivos personales (2015), además de Planos cortos. Aforismos y cine (2021). En 2018 preparó la edición Aforismos e ideas líricas de Juan Ramón Jiménez, y en 2020 la antología 11 Aforistas a contrapié.

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