Poéticas

Semillas en vuelo

José Luis Morante reseña 'Cipselas', de Carmen Canet, un libro de aforismos en el que lo femenino alcanza un papel sustantivo, y que busca el alimento primordial de la lectura que dignifica y expande la existencia.

/ una reseña de José Luis Morante /

La escritura es un proceso natural, sin intervalos marcados, que va dejando rastros de forma aleatoria y crea geografías literarias al paso. La publicación, en cambio, es el vuelco final de una serie de contingencias que a veces se imponen a los criterios del propio autor o del mercado. Así se entenderá, sin ningún reparo, el activo deambular de Carmen Canet (Almería, 1955), doctora en Filología Hispánica, docente de Lengua y Literatura, crítica literaria en publicaciones como Infolibre, Turia y Quimera, editora de la obra de Dionisia García, Luis García Montero y Ramón Eder, antóloga y directora de la colección de Aforismos Altoaire, de la editorial cántabra Libros del Aire, impulsada por el poeta y crítico Carlos Alcorta.

El apresurado recuento muestra la casa abierta del decir lacónico y la fuerza de una biografía creadora en continuo crecimiento que además encuentra espacio para colaboraciones con otros autores como José Luis Trullo, Elías Moro, Rosario Troncoso o Ricardo Virtanen.

Tras el paréntesis pandémico, que hizo de la literatura confinamiento, viaje interior y soledad, las novedades de la escritora almeriense se dan la mano. En los últimos meses han visto la luz Legere, eligere (2021), Interruptores (2022), trabajo en colaboración con Ricardo Virtanen, y Monodosis (2022), nuevo quehacer conciso que incorpora un liminar introspectivo de la autora. A tan significativa producción se añade Cipselas, una entrega impulsada por el quehacer editorial del escritor Juan José Martín Ramos, siempre atento a los ángulos más relevantes de la literatura hiperbreve.

El prólogo, escrito por el poeta, editor y aforista Javier Bozalongo, comenta de inmediato el carácter simbólico del título: la semántica de cipselas relaciona el sustantivo con las semillas de diferentes frutos y la levedad de su vuelo en las manos del aire, para asentarse más allá y colonizar otros territorios. Además rastrea el sentido orgánico de estos cuatrocientos aforismos y su cuidada distribución para sumar expresiones diferentes de la realidad y de su acento marcado por el asombro.

Carmen Canet abre amanecida con una cita de Fray Luis de León que deja un sosiego clásico en el pensamiento. Se trata de alumbrar la polisemia de la percepción y captar los sutiles emparejamientos entre sujeto y entorno; la realidad es poliédrica y moldea la existencia con manos imprevisibles. Por eso el pensamiento muda de itinerarios, se fragmenta, suma variaciones y reincidencias, y obliga al aforismo a balancearse con movimiento discontinuo. En esta primera parte predomina la reflexión conceptual. Como sugiere Javier Bozalongo en su entrada, los textos buscan ese alimento primordial de la lectura que dignifica y expande la existencia. También ocupa sitio argumental el itinerario de expectativas vitales y la voz de la experiencia en el tiempo, minando certezas y macerando impresiones y sentimientos.

Lo femenino alcanza en Carmen Canet un papel sustantivo. La identidad del cuerpo, el papel de la maternidad, la lógica sensata de la intuición y los roles generacionales de la mujer inspiran muchos textos. Transmiten una condición propia, ramificada y trasversal que amalgama deseos, convivencia y el combustible expresivo de lo doméstico. La escritora enaltece la condición femenina y sus significativas funciones, sin la estridencia de feminismos exasperantes que convierten al hombre en potencial enemigo. El otro es compañero de viaje existencial; puede ser un cómplice o un extranjero en los afectos, pero eso no elude la capacidad de sentir y compartir.

La cita de Peter Handke que abre el apartado «Vilanos» anuda aforismos y vuelos en un formato casi deshuesado. El texto se contrae en su mínima expresión y adquiere la apariencia de versos sueltos, que acomodan la respiración desde la pausa. Veamos algunos ejemplos de esa desnudez semántica: «Casi un sí», «Encabalgaba argumentos», «Releer es revivir», «Daba puntadas sin hilo». Desde esa esencia forzada se incrementa el papel del lector que debe completar itinerario, como si el aforismo enunciara el comienzo de una historia invisible tras «érase una vez».

Carmen Canet tiene una evidente habilidad para redactar títulos con sustantivos especiales, como Cipselas o Vilanos, que aquí no se refiere al ave sino a la coronilla con restos de una planta. Lo mismo sucede con «Bulanicos», término de uso frecuente en el vocabulario provincial de Granada por la proliferación de algodoncillos volanderos inundando las calles en la época primaveral. Así se denomina la sección final que conforma un abecedario con aforismos de definición. Inevitable recordar al leer las definiciones a un maestro del género, Miguel Catalán, impulsor de una obra clave de esta estrategia expresiva: Diccionario lacónico (2019), un proyecto que contó con la participación de la escritora y con los mejores aforistas contemporáneos. Carmen Canet insiste en el sentido de «Bulanicos. Hilos dispersadores y dispensadores de frutos y semillas que van a su albur». Selecciono algunas definiciones notables: «Cebolla. Vegetal de capas blancas que Miguel Hernández define como escarcha», «Contradicción. Ser medidos en un mundo desmedido», «Ficción. Ensayo para que lo real salga mejor», «Yo. Ombligo».      

Como estudiosa habitual del género, Carmen Canet ha dejado excelentes argumentaciones sobre su forma de entender el decir breve. En el prólogo «Prospectum vitae», de Monodosis (Trea, 2022), une confidencialidad, disposición terapéutica y sondeo del epitelio escritural: «Este libro reúne piezas en donde están comprimidas las cosas cotidianas. Son apuntes de lo diario, retazos de memoria. Se dan mini-recetas para cocinar y pespuntear la vida, ciertos detalles, pequeñas celebraciones de las cosas, algunas experiencias y sentimentalidades varias». Cipselas mantiene la misma sensibilidad anímica y amplía la perspectiva formal del mensaje conciso, «ese universo que cabe en una línea». Muda el tiempo su afán y continúa el pasar desacorde de los días, pero no hay nada que no pueda habitar en el destello de cualquier aforismo volandero.


Cipselas
Carmen Canet
Polibea, 2022
118 páginas
10 €

José Luis Morante (Ávila, 1956) es profesor, poeta, editor, ensayista y crítico literario. Su obra poética se recoge en las antologías Mapa de ruta (2010), Pulsaciones (2017) y Ahora que es tarde (2020). Ha preparado ediciones de Juan Ramón Jiménez, Joan Margarit, Eloy Sánchez Rosillo, Luis García Montero y Karmelo C. Iribarren. Como aforista ha publicado Mejores días (2009), Motivos personales (2015), la antología Migas de voz (2021) y Planos cortos (2021).

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