El runrún interior

El runrún interior (89)

Pablo Batalla Cueto registra en su dietario pensamientos propios y notas de libros leídos y cosas vistas en Internet, escribiendo sobre una excursión a los Picos de Europa o un apunte de Dahlhaus sobre el Lohengrin de Wagner.

/ por Pablo Batalla Cueto /

El runrún interior (89)

Martes, 7/2/2023. Me cuentan que, en el Gijón de los setenta, era entretenimiento habitual de algunos chavales de Pumarín bajar «a maricones» a la zona de San Pedro, lugar, entonces, de ligoteo gay. Llamaban así, bajar a maricones, a hacerse pasar por homosexuales, seducir a uno y, al quedar a solas con él, pegarle, y desvalijarlo. He ahí la época que algunos idealizan.

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Transcribiendo una entrevista que hice el otro día a un futbolista emblemático de Primera División —Carlos Muñoz, estrella del Oviedo de los noventa—, escucho de nuevo una pregunta y una respuesta que me parece buenísima como ilustración de algo sobre lo que yo escribía en La Marea recientemente: la novedosa y afortunada preocupación por la salud mental y cómo —al contrario de lo que piensan algunos gilipollas que dicen que, antes, la gente no se deprimía— no es que en una sociedad victimista hayan aparecido trastornos nuevos, sino simplemente que se pone nombre a los que no lo tenían. Pregunto esto a Carlos: «La retirada fue dura, ¿verdad? Me ha parecido leerte hablar alguna vez de una depresión no diagnosticada». Me responde que no…, pero, sin darse cuenta, me responde que sí:

«Noooo. No, hombre. Yo dije que una vez que te retiras, no todo el mundo asimila esa circunstancia. Hasta que te das cuenta de… Porque si tú te retiras y dices “voy a ser entrenador”, o te retiras y dices “voy a ser camarero”, o vas a ser lo que sea, pues bueno. Pero si no tienes eso claro, cuando te retiras, el primer mes o mes y medio es de maravilla, pero luego echas en falta toda tu vida anterior. Vas al campo y dices: “Hostia”. O te levantas por la mañana y dices: “Y ahora ¿qué hago?”. Te vienes un poquito abajo. Luego, te das cuenta de que no hay otra. Yo tuve suerte de dejarlo a los cuarenta, o de que me dejara el fútbol a los cuarenta, pero hay gente que con treinta y dos o treinta y tres años ya no juega al fútbol. Con treinta y tres años, o tienes muy claro tu camino, o… Y puedes tener mucho dinero, no cabe duda, pero por mucho dinero que tengas, al final es levantarte por la mañana y no saber qué hacer. Tienes que tener algo planificado. Si juegas pensando que no vas a dejar nunca el fútbol, cosa que nos pasa a muchísimos, llega un día en que ya no juegas por las circunstancias que sean —puede ser una lesión— y, hostia, es duro. Hasta que te das cuenta de que tienes que hacer otras cosas, y adaptarte a esas cosas, es complicado. No sé cómo se llama eso. Supongo que será más o menos lo que has dicho, pero no lo sé».

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Xan López: «En Florida han aprobado una ley de censura estatal académica esencialmente fascista, ya están poniendo en marcha la maquinaria para despedir a muchos profesores, y la reacción de los que llevan años clamando por la libertad de expresión es un “jodeos, es la ley”. Lo esperable. Que entiendo que en parte este tema ya cansa, pero por aquí todavía hay alguno que vive de reproducir este timo de la estampita en las columnas patrias, y todavía estamos a tiempo de evitar que ocurra». Amén.


Miércoles, 8/2/2023. Qué cosa grotesca, lo de Ramón Tamames. Qué ir de sublime aristocracia platónica por la vida cuando lo que se encarna es todo lo contrario: la hybris del indecoro, la vanidad, la ansiedad por tocar el pelo del poder, aunque sea diez segundos, hasta el último día de la vida. Ochenta y nueve años, tiene el chaval. Y yo no quiero ser cruel con la cuestión de la edad: no cabe duda, no debe caber, de que hay gente muy mayor y todavía muy válida. Pero no puedo evitar un pensamiento malicioso cuando leo que uno de los grandes referentes de Tamames es «su amigo» Pío Baroja. El tipo ya tenía, santo Dios, más años que un bosque el día que murió PÍO BAROJA.

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Una premonición: el día que Vox lance una moción de censura chorra en Asturias, propondrá ser su candidato a Juan Luis Rodríguez-Vigil. Y Vigil aceptará.

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Una nueva liada del incorregible Froilán, nuestro infante desencadenado. Lo detienen en una redada en lo que la policía describe como un after con jacuzzi, duchas y habitaciones. Hay un nombre bastante más corto para ese tipo de establecimiento…


Jueves, 9/2/2023. Jónatham Moriche: «Los Estados Unidos de Biden no responden a la pauta narrativa y moral de un guion de Sorkin, en que los muy buenos ganan de largo porque no podría ser de otro modo, sino de uno de Simon, en que excepcional y esforzadamente una tortuosa alianza de buenos y menos malos va ganando un poquito».

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Andan los de la merma putinista diciendo que el terremoto de Turquía y Siria ha sido provocado por la OTAN con no sé qué artilugio propio del profesor Bacterio. Esta gente está como las putas maracas de Machín.


Viernes, 10/2/2023. Un titular de La Nueva España: «El Rector viaja a México para “estrechar lazos” con las universidades aztecas». Parece que la Universidad de Oviedo, a la vanguardia de la técnica, dialoga ya con civilizaciones antiguas a través de un agujero de gusano intertemporal pergeñado, supongo, en la Facultad de Física. ¿Se trabajará ya en el estrechamiento de lazos con las universidades sumerias y las minoicas?

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Anuncia Spotify la última de Aramburu como «nueva novela sobre gentes vascas del autor de Patria». Novela sobre gentes vascas, ese género. Una sátira de la ETA, una Bildungsroman sobre Andoni Zubizarreta, una fantasía épica con Aitor y Túbal… Un mundo de posibilidades.

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Genial corrección de Moriche a la célebre cita del Manifiesto: «Todo lo sólido se desvanece en el aire y además hay muchísimo hijo de la gran puta suelto».

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Se ufanan los cristianos de que se ha hallado intacta una imagen de la Virgen María, encastrada bajo un arco, tras el derrumbe de una catedral en Turquía. Comenta un tuitero anónimo: «Estas gilipolleces me fascinan, porque lo primero que pienso es: “vaya, qué sorpresa que a las cosas protegidas por un arco les vaya bien”. Pero lo segundo que pienso es: “vale, supongamos que es un milagro. ¿Qué mierda de dios protegería antes una estatua de yeso que a quince mil personas?».

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Alberto Santamaría: «Cada vez que Marx trata de explicar la estructura del dinero recurre a Goethe, Shakespeare o Dante. Da igual el texto que sea de Marx. Y no lo hace por lucimiento o culturalismo, sino porque la poesía es el único mecanismo desde cual hacer expresable la forma fantasmal del dinero».


Sábado, 11/2/2023. Día de monte; marcha con amigos por las alturas nevadas del Cornión, camino —con raquetas— del agreste edén de Vega de Ario, desde el helado lago de la Ercina. Es la primera vez que vengo a Picos de Europa en invierno. El paisaje es alucinante; a ratos, se siente uno como en un documental del Himalaya. Qué maravilla extraña es la nieve. Durante la mayor parte de la ruta, seguimos huellas de otros; pero en la última, desde la placa circular con explicación de las vistas colocada por el Club Vetusta en 1975 hasta la majada de Ario, somos nosotros quienes quebramos la virginidad de esta sablera blanca; quienes la pisamos por primera vez desde la última nevada. Me recreo en ese pensamiento del camino abierto; de cómo en la nieve abrimos derrotas efímeras que la propia nieve borrará, y luego será la nieve la que se borre, disuelta por el sol de la primavera. Nada quedará, ni el recuerdo, de estas sendas trazadas con esfuerzo. Las piedras que la nieve licuada lave no advertirán diferencia alguna entre el lametazo de la nieve virgen y la peregrinada. «Aquí yace uno cuyo nombre fue escrito en el agua», reza, recuerdo, el epitafio de Keats.

Comemos los bocatas al abrigo de una de las cabañas de la majada. No hay nadie en este lugar que, en verano, es un zurriburri de visitantes del segundo Parque Nacional más visitado de España; zurriburri que sí nos abrumará cuando acabemos la ruta, en la Ercina, congestionada por un atolladero de coches que suben y coches que bajan, pitándose, insultándose, saturando cada recoveco del pequeño aparcamiento; que vomitan pandillas de chavales que, siendo la hora que es, vienen —deducimos— a ver el atardecer —el sánset, dicen ya algunos petardos— o más bien a fotografiarlo; a retratarse con él (alguna chica sube maquillada y peripuesta, caminando esforzadamente en tacones) para ganarse el fútil jornal de megustas en Instagram. Pero eso será más tarde. Ahora, en Ario, triunfa la paz silente de una atalaya para elegidos, y con goce nos entregamos a una sensación como de tregua. Nada pasará, el mundo no se hundirá, todo estará bien, mientras permanezcamos aquí.


Domingo, 12/2/2023. Entrevistan a bombo y platillo en El Mundo a un tal David Mingo, muy preocupado por la cooficialidad del asturiano y que ha escrito un libro de entrevistas en contra de ella a gente como Rafael Arenas o el inevitable Vigil. «Quien se opone a la oficialidad de la lengua en Asturias es visto como mal asturiano», dice este señor que no parece tener nada que decir de quienes somos vistos como malos españoles por desearla, ni comenta en su libro que una fuerza política llenó Asturias de carteles señalando personalmente como traidor a Adrián Pumares, diputado de Foro, por mostrarse dispuesto a posibilitar la oficialidad con su voto. Carteles con su rostro tachado o un montaje en el que aparecía besando al presidente socialista Adrián Barbón.

En La Nueva España, por supuesto, se hacen eco entusiasta de ello. Leemos allí un pequeño perfil biográfico del tipo que es como de caricatura pergeñada por un asturianista malicioso: «David Mingo (Madrid, 38 años) es profesor de Ciencias Sociales de secundaria en Aranjuez, […] le gusta el surf y ama Asturias, […] destino de las vacaciones familiares en Poo, Llanes. Ahora trata de pasar por la región al menos una vez al mes [… y] ejerce de embajador del Principado por todo el mundo». ¿También tiene este surfero madrileño cosas que decir sobre el PGOU de Caravia o la política de fichajes del Titánico?

Qué gente pelma y grotesca. Todos los fundamentalistas son ateos de las religiones de los demás, y en la historia hay muchos ejemplos de devotos que escribieron contra otras fes esgrimiendo criterios racionalistas que valían para desacreditar la suya: «Qué cosas tan sin pies ni cabeza cree esta gente. Bueno, os dejo, que me voy a misa a comer el cuerpo de Cristo y beber su sangre y rezar a una Virgen madre, sin pecado concebida», y así. Lo de estos es un poco así: nacionalistas españoles que son también nacionalistas lingüísticos clamando contra la construcción de una identidad nacional a partir de una lengua, porque eso es una barbaridad. Esa correlación lengua-nacionalismo no tiene por qué existir en absoluto, pero ellos no conciben que no exista, porque existe para ellos: en su proyecto de construcción de una identidad nacional española, la lengua es fundamental. Vienen a decir estos ateos de lo nuestro y devotos de lo suyo: «Qué cosa tan horrible y peligrosa es el nacionalismo, qué irracionalidad. Rebelémonos contra él con el espíritu de Pelayo y de los Tercios, como buenos españoles dignos de sus ancestros».

Y qué odio despierta nuestra reivindicación. Con los introvertidos suele pasar que caen muy bien a los extrovertidos, porque, como no hablan, como no replican, se convierten en una cámara de eco de la voz de los segundos. Ocurre un poco eso con Asturias. Cae muy bien en el resto de España porque no habla, ni replica. En cuanto empieza a hablar, a replicar, empieza rápidamente a caer fatal. En el imaginario nacionalista español, Asturias es la «madre de España». Y una madre, en ese imaginario que también es patriarcal, es abnegada: todo lo da por sus hijos, nunca pide nada para sí. Si se levanta, se levanta por ellos, para salvarlos: Covadonga, pero también Octubre del treinta y cuatro (salvar a España del fascismo) para una izquierda que pergeñó su propio covadonguismo, coloreando de rojo el tradicional. Cuando una madre no es abnegada, es el peor ser humano que existe. Lo que se dice siempre de que, a poco que haga un padre, ya es un «padrazo», pero como una madre incurra en un pequeño traspié, aunque por lo demás sea ejemplar, se le afea con dureza. La reivindicación lingüística asturiana molesta tanto, y recibe tanto rencor y tanta mofa, y estos cantamañanas que conocen Asturias de venir a surfear a Llanes se toman la molestia de hasta escribir libros contra ella, por eso. Cómo osa mamá pedir algo para sí. Cómo osa no ser como Javier Fernández, ese «socialista de verdad» según La Razón, que se pasó cinco años de presidencia clamando contra el Procés y haciendo gala de no pedir nada en los cónclaves autonómicos de reparto de inversiones, porque había que ser responsables.

Yo soy español. Mi identidad española no me produce ningún conflicto: al contrario. Me gusta este país con respecto al cual no albergo la menor apetencia rupturista. Incluso creo, sin ser centralista (qué buena ilustración de los males del centralismo el asunto, candente estos días, de los trenes que no caben en los túneles, cosa que ha pasado en Asturias y Cantabria, pero no en el País Vasco), que el Estado autonómico ha significado algunos excesos disgregadores que convendría corregir. Pero también creo, con respecto a Asturias, en aquello de Blas Infante sobre Andalucía: «Andalucía por sí, para España y la humanidad». El para España y la humanidad es bueno y necesario. Pero el por sí también. Y que rabien todos los David Mingo de este país.


Lunes, 13/2/2023. Certero apunte de Moriche: «Las diferencias entre cómo evolucionó el debate Siria/Nicaragua/Ucrania en el internacionalismo o el debate trans en el feminismo en estos últimos años y cómo va a evolucionar el debate molinillos en el ecologismo en los venideros son apenas de detalle, la estructura es idéntica».

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Leo que decía Dahlhaus del Lohengrin de Wagner que, en él, «mutuamente exclusivos, mito e historia, cuento de hadas y tragedia, están unidos forzadamente sin que ninguno de ellos sufra». Y no sé qué comentar al respecto, pero la frase se me ha quedado retumbando en la cabeza.

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Lanza Jano García la siguiente encuesta en Twitter: «Suponga que en un río se está ahogando su perro y una persona que no conoce de nada. Sólo puede rescatar a uno de ellos, ¿a quién rescataría?». He aquí el nivel de los jóvenes intelectuales orgánicos de la derecha española: un trilladísimo dilema tercerodelaésico —que se plantea en Twitter una vez cada par de meses— sobre si salvar a un golden retriever o a un primo segundo de Arias Cañete, situación que se ha dado la friolera de cero veces en la historia desde que el primer australopitecus bajó del primer guindo. Qué ansia viva de inmolar perretes la de esta gente, chico. Qué odio furibundo al género canino. ¿Salvarías tú antes a Carles Puigdemont que a tu bodeguero, filántropo de los cojones? Y esa cosa de: buah, os voy a petar la puta cabeza con esta encrucijada inédita, jamás planteada. La clase de gente que dice «a mí me gustan las pelis que te hacen pensar» señalándose la sien con el dedo índice. Cracks, titanes, brontosaurios.

Apetece responderle a Jano: AL PERRO, SALVO AL PERRO, AL PUTO PERRO SALVO, Y AHORA SUÉLTAME EL BRAZO, POR DIOS BENDITO, QUE LLEGO TARDE A DESPEÑAR POR UN ACANTILAO A UN CARTERO Y UN BEDEL PARA SALVAR A UN MASTÍN Y UN GALGO, SITUACIÓN EN LA QUE ME VEO UN DÍA DE CADA DOS. Porque es que no sé, vamos a ver: ¿y si el perro es Pancho, el de la Lotería? ¿Y si el desconocido es el monstruo de Amstetten? ¿Y si el desconocido no ha torturado a nadie, pero es bajista del grupo que toca el hilo musical de La Ruleta de la Fortuna? El debate tiene VERICUETOS. ¿A quién salvas antes: a Rex, un policía diferente, o a uno de los Morancos? Uf Rick, no lo sé, maldita sea, no lo sé. Llevo el cielo estrellado en mi corazón y la ley moral sobre mi cabeza, lo sabes bien, pero… Los Morancos, joder, Los Morancos.

Me confieso: quiero a mis perros, y si una riada se los llevara a ellos y, a la vez, al tesorero del CDS, me daría más rabia que dejaran de fumar ellos, y entre ellos y mi madre me daría más rabia mi madre, y entre un perro desconocido y el tesorero del CDS, supongo que me daría más pena del tesorero del CDS. Y si Occidente perece porque a mí me caiga mejor mi perro que el tesorero del CDS, pues que perezca.

El runrún interior (90)


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Pablo Batalla Cueto (Gijón, 1987) es licenciado en historia y máster en gestión del patrimonio histórico-artístico por la Universidad de Salamanca, pero ha venido desempeñándose como periodista y corrector de estilo. Ha sido o es colaborador de los periódicos y revistas Asturias24, La Voz de Asturias, Atlántica XXII, NevilleCrítica.cl, La Soga, Nortes, LaU, La Marea, CTXT y Público; dirige desde 2013 A Quemarropa, periódico oficial de la Semana Negra de Gijón, y desde 2018 es coordinador de EL CUADERNO. Ha publicado los libros Si cantara el gallo rojo: biografía social de Jesús Montes Estrada, ‘Churruca’ (2017), La virtud en la montaña: vindicación de un alpinismo lento, ilustrado y anticapitalista (2019) y Los nuevos odres del nacionalismo español (2021).

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  2. Agustín Villalba

    Sobre «la cooficialidad del asturiano»:

    Lo que más llama la atención a un español que vive en el extranjero, a propósito del debate sobre las lenguas en España, es el tiempo, la energía y el dinero que gastan los españoles en defender algo que está condenado, que es imposible de salvar (una vez más la genial intuición de Cervantes haciendo del quijotismo la característica principal del español).

    En Irlanda hace un siglo (desde la independencia) que el gaélico irlandés es lengua co-oficial. Y hoy sólo es usado por el 2 % de los irlandeses (algunos viejos agricultores).

    Las pequeñas lenguas que viven al lado de una grande están condenadas a medio y largo plazo. Lo están incluso las lenguas medianas, como las escandinavas (todos los escandinavos hablan el inglés, nuchos de ellos trabajan en inglés, la gran mayoría ven las películas y las series en inglés y consultan internet en inglés).

    «El lingüista y matemático húngaro András Kornai lleva años investigando este fenómeno, que define como la «muerte digital de los idiomas». Internet tiene sus claras favoritas. Son las lenguas que dominan el escenario virtual y que Kornai llama «hiperconectadas». Hay una docena de ellas, como el inglés, el español, el japonés, el árabe y el portugués. Y, sobre todo, el chino mandarín -con sus mil millones de hablantes-, cuyo uso en el mundo digital superará al del inglés. El universo online, con sus miles de millones de páginas web, está creando toda una revolución idiomática potenciada por el uso de nuevas tecnologías en nuestra vida diaria, como el GPS o el uso de comandos de voz en el celular. Ha llegado incluso a imponer un nuevo lenguaje plagado de tecnicismos informáticos y anglicismos.Y el desarrollo de nuevos dispositivos y tecnologías que no reconocen todos los idiomas agudiza el problema.»Muchos de los idiomas que se hablan en el mundo no sobrevivirán a la sociedad de la información digital globalizada», explica la Alianza Tecnológica Multilingüe de Europa (META, por sus siglas en inglés) en su informe «Europe’s Languages in the Digital Age» (lenguajes europeos en la era digital), de su serie de investigaciones «Libros Blancos», en la que trabajaron 200 expertos. «Se calcula que al menos 2.000 idiomas se enfrentan a la extinción en las próximas décadas», dicen los analistas. «La brecha entre las lenguas ‘grandes’ y las ‘pequeñas’ es cada vez mayor». Solamente en Europa encontraron «más de 20 lenguas en riesgo de extinción digital». Entre ellas, el croata, el gaélico irlandés, el letón, el maltés o el lituano. También el euskera, el catalán, el rumano, el búlgaro y el islandés, entre otras.

    Del artículo: «Cuáles son los idiomas que están en peligro de extinción por culpa de los smartphones.»
    https://www.bbc.com/mundo/noticias-39695256

    «Lenguas como el islandés podrían estar en peligro, y la causa sería Internet. Su poca presencia en la web podría llevar a la desaparición de las lenguas. […] Pero el islandés no es la única lengua en peligro. Según un estudio, hasta 21 idiomas europeos están en riesgo de desaparecer por este mismo fenómeno. Lenguas como el vasco, el catalán, el griego, el polaco o el búlgaro no tienen una presencia suficiente en Internet. Y esto podría llevar a que se usen cada vez menos, terminando en una desaparición con el paso del tiempo. Sólo se librarían de este fenómeno lenguas como el alemán, el holandés, el francés, el italiano y el español. Aunque no llegasen a estar a la altura del inglés, tendrían una “presencia moderada”, fortaleciendo su posición. […] Y este efecto se va a intensificar en cuanto lleguen los asistentes de voz. Siguiendo con el ejemplo del español, lo más probable es que Google Assistant y Alexa ignoren el catalán o el vasco cuando lleguen a nuestro país. Si las personas se acostumbran a usar el español o el inglés para interactuar con ellas, contribuye a que se usen menos y sean desplazadas.»

    Del artículo «Internet y la desaparición de las lenguas: el islandés en peligro»
    https://www.elespanol.com/omicrono/20180308/internet-desaparicion-lenguas-islandes-peligro/290472338_0.html

    Esa amenaza sobre las pequeñas lenguas en España se está viendo ya. En Cataluña, por ejemplo. A pesar de los esfuerzos que hacen los nacionalistas y el dinero que gastan en subvencionar el catalán, el uso del catalán disminuye:

    Libros publicados en España en catalán en 2017: 9.702. En 2019: 6.978.
    Libros publicados en España en castellano en 2017: 71.530. En 2019: 72.921.
    (Panorámica de la edición española de libros 2019).

    «El 70% de los libros comprados en Cataluña están escritos en castellano, mientras que el catalán se queda con el 30% restante» (Datos de ventas difundidos el 29 de abril 2021 por el Gremi de Llibreters).

    Imagina uno sin masivas subvenciones de la Generalitat cómo serían esas cifras.

    Y es lógico, porque el catalán es una lengua inútil al lado del español y es una ley de vida que lo inútil desaparezca. Todo lo que se puede hacer en catalán se puede hacer más eficazmente en español, desde consultar internet hasta entenderse con cientos de millones de hispanohablantes (el español es la segunda lengua, tras el inglés, más enseñada en el mundo). Y no hablemos ya de cultura en general y de literatura en particular. ¿Dónde están los grandes escritores catalanes que prefieran escribir en catalán que en español, los Marsé, Mendoza, Goytisolo, Barral, Gil de Biedma, Ana María Matute, Vázquez Montalbán, Vila-Matas, Javier Cercas, Rafael Argullol o los hermanos Moix, entre muchos otros, que hayan decidido escribir en catalán? ¿Y cuántos catalanes ven dibujos animados, cine o series de TV en catalán?

  3. José Manuel Ferrández

    El español, tal y como lo conocemos, sufrirá cambios a lo largo de los años precisamente debido a que la mayoría de los hablantes son americanos y a éstos cada vez los entendemos menos los peninsulares

    A mí me resulta casi imposible comprender a los sudamericanos que me llaman por teléfono para ofrecerme cualquier cosa

    Por otro lado, autores como Borges, en aquellos de sus relatos que cuentan historias locales, utiliza de una manera impecable la terminología criolla y no sólo no nos suena mal sino que muchos de esos cuentos están entre lo mejor de su obra, como Hombre de la esquina rosada, Historia de Rosendo Juárez, etc, en donde la terminología propia del Buenos Aires malevo y cuchillero y arrabalero hace ganar mucho a esa escritura poética y de una eficacia ejemplar

    Sin embargo algunas obras de autores actuales que emplean el vocabulario y los giros nacidos allí resultan frustrantes, para mí al menos, ya que no encuentro la armonía sonora que había en los autores del pasado, lo cual atribuyo a mi desconocimiento de su manera de hablar

    Como lengua viva que es, el español evolucionará como lo hizo el latín y como lo harán todas las lenguas vivas, por el hecho de serlo
    Con el inglés pasará lo mismo y el habla de los miles de millones de personas que lo practican mal introducirá cambios inevitables en cualquier dirección de la rosa de los vientos

    Es también posible que internet se convierta en algo distinto a lo que es ahora ¿quién conoce el futuro? todo cambia, nada es, según Heráclito el oscuro

    Los lingüistas distinguen entre lengua y habla, distinción que refleja la que hay entre un ideal y la realidad

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