Escenario

Un ensayo descuartizado: lectura de ‘Andarse por las tramas: literatura y series de televisión’ de Javier García Rodríguez

Natalia Larrosa reseña 'Andarse por las tramas: literatura y series de televisión', de Javier García Rodríguez

/ por Natalia Larrosa /

Yo pretendía leer el pseudo-ensayo, neo-ensayo, meta-ensayo… ¿Cómo decirlo? Quizá después encuentre la forma; pero, al fin, yo pretendía leer el libro de Javier García Rodríguez del tirón. Una noche en vela, tema provechoso, aceptablemente corto. Pero el primer capítulo, «La belleza como amor propio« me dio vuelta el colchón. Aquello iba reposado hasta que de House, la serie de mi adolescencia, mi serie ―cuando algo nos gusta hablamos así―, dice:

«De House, la belleza de Mira Sorvino en el episodio titulado “Congelados” […]. Y la belleza de ver los sentimientos del doctor displicente puestos como vísceras en el mostrador de una casquería. Todo su sarcasmo y su desprecio por el género humano en general se congelan en el Polo Sur […]. La relación que se crea entre House y la doctora […] la irresistible atracción que siente House con la webcam como testigo[…]».1

Una buena retahíla sobre la belleza de un capítulo de la cuarta temporada. No podía ser. Primero, porque ni siquiera me acordaba de dicho episodio (no tan descabellado teniendo en cuenta que, como jueza de mi serie, decidí que a partir de la tercera temporada no merecía la pena); segundo, porque ¿cómo no elegir la belleza de los diálogos de «Método socrático», «Autopsia» o «Apuesto el resto»? También están los sentimientos de nuestro Greg «dispuestos como vísceras en una casquería», pero, además, los laberintos patológicos, los procedimientos Holmes, los alivios dramáticos pasando consulta. ¿Es que había elegido no mal, sino terriblemente mal, Javier García Rodríguez el capítulo bello? A continuación, menciona Doctor en Alaska, serie que yo (aún) no he tenido el placer de ver. Tampoco podía, por tanto, vomitar mis pensamientos más beligerantes en contra de lo que dijera de ella solo porque «Congelados» seguía en mi corazón como una estaca. Cerré el libro, abrí la subscripción de Prime y lo puse. Capítulo 11, cuarta temporada. Y sí. Tiene belleza. Me reencontré con los interminables créditos de Caso abierto los martes en Cuatro, allá por 2004 o 2005, cuando esperaba cinco minutos antes a que empezara el capítulo de estreno. No sé qué estaría haciendo Javier García Rodríguez a las casi tres de la madrugada, pero en ese cuartito en penumbras que entonces fue mi memoria, creo que sonrió un poco socarrón. De modo que abrí el libro otra vez, el ensayo, el meta-ensayo (ya veremos) y lo retomé. ¿Qué era esto?: «De las series, la belleza del trabajo en equipo, la muerte del autor, el adelgazamiento del yo, la reescritura. También la insoportable beldad del showrunner».2

Con ese último verso con que culmina el primer capítulo, «[…] la insoportable beldad [y levedad] del showrunner»,espectacularmente coronado con una imagen sátira-promo de El Ministerio del Tiempo, en la que Pacino, haciéndose con un guion de la propia serie, dice «debe escribirse sola, porque el guionista no aparece por ningún lado». Entendí, creo, aquello de «La belleza como amor propio [del showrunner, del guionista como creador de ficción]».

En el capítulo dos realiza un «Apunte sobre el seriespectador».3 Esta nota me supuso incomprensible sin la referencia, a la que el mismo autor apunta, del artículo sobre el concepto de poliacroasis de Tomás Albaladejo. Atendiendo a la mención, Albaladejo acuña el término como multiplicidad de oyentes, multiplicidad de interpretaciones, de un acto de habla. Así, cada vez que el discurso es oído e interpretado por diferentes oyentes, estos lo adaptarán a sus parámetros (ideológicos, políticos, éticos, estéticos…).4 Javier García Rodríguez cita, de dicho artículo: «[…] la poliacroasis puede ser aplicada a la comunicación en general, […] como […] la televisión».5 Cuando hay interpretación hay elecciones: comparaciones que dejan residuos. Yo pensaba en House, claro: los diálogos que retengo en la cabeza están mejor tejidos, los hilos son más finos, más cómicos, más detectivescos. ¿Por qué «Congelados»? Porque así funciona esa «ilocución dividida», es decir, la intención del mensaje abierta a la plurinterpretación desde la recepción situada (en una estética, en un detalle que active un circuito distinto en el recuerdo). Sin ser desplazada del entretenimiento, puedo tener una larga diatriba contra Javier García Rodríguez en un rincón de mi mente en el que él ocupe el papel de un maniquí estoico, quizá en una pose entre El pensador y un alumno desganado. Sin embargo, ¿Qué ocurre en la crítica? ¿Puede darse esa batalla? ¿Tiene sentido? El siguiente capítulo se titula, oportunamente, «Belleza (y) Crítica».

A raíz de las publicaciones sobre series de televisión ya en 2015, el autor manifiesta un propósito: «Mi propósito no es otro ahora que mostrar la variedad de registros, tonos y derivas que ya entonces ―hoy más― había alcanzado la reflexión en torno a las series y su presencia social, cultural, ideológica y estética».6

Entonces repasa las hebras que nos clavan «social, cultural, ideológica y estéticamente», así como los formatos en los que nos han llegado series como The Wire, Perdidos, El ala oeste de la Casa Blanca, House of Cards, Juego de Tronos, The Good Wife y muchas, muchas más.7 Destaco una parte: «En 1989 se estrenaba Twin Peaks [escribo esto mientras la veo]. En 1999, Los Soprano. Y nada volvió a ser igual. ¿Profundidad shakespeareana? ¿Violencia gratuita? Dice el neurólogo Antonio Damasio que “los seres humanos tenemos una fuerte inclinación hacia la violencia. Es parte de nuestro cerebro de primates, por cuestiones de supervivencia”».8

Recuerdo que hace poco leía un libro sobre la creación de guiones comerciales. Se trata de ¡Salva al gato!, de Blake Snyder. Bien, me gustó lo que apuntaba respecto a la motivación de las tramas, lo que Snyder llama ―y en lo que insiste― el impulso primario. Él habla de películas, pero pensemos en series y de la cita de Javier García de la que venimos: «[S]on los impulsos primarios los que captan nuestra atención. La supervivencia, el hambre, el sexo, la protección de los seres queridos, el miedo a la muerte… eso es lo que nos atrapa».

«Las mejores ideas y los mejores personajes con papel protagonista han de tener necesidades, querencias y deseos básicos. ¡Básico, básico! […] ¿No me crees? Pues echemos un vistazo a nuestras tres premisas, eliminemos de ellas lo que tengan de primario… y veamos cuánto decaen nuestras ganas de ver las [series].9

Con esto de las series, dice Javier García Rodríguez, «nos da igual ocho que ochenta». Otra vez, en algún rincón de mi mente, Snyder está de acuerdo, y le responde, y corea, e insiste: ¡Básico! ¡Básico!

A estas alturas de la lectura, ya creía algo. No podía afirmarlo, por eso esperaba y ―por orden de esta linealidad impostada, que tanto molestaba a Borges― también hacía esperar al hipotético lector. No obstante, creía algo y era esto: que el ensayo sobre literatura y series de televisión que Javier García Rodríguez nos proponía estaba descuartizado. Así que desempolvé la pizarrita blanca de rotulador (no es metafórico, uso una hace tiempo) y me puse manos a la letra; aunque, por cierto, en «Congelados» no aparece. ¡Qué demérito!

A la manera de David Foster Wallace reproduce el autor una entrevista telefónica con Juan Cueto, «recreación libérrima»,10 aclara por adelantado, en la que sus preguntas aparecen oportunamente omitidas y en la que Juan Cueto critica el endiosamiento del autor. Un ultra-yo que la pasión catódica enfrenta:

—Juan Cueto: Las cosas de la televisión. […] No sabemos pronunciar quién o quiénes son los autores de unas producciones culturales que dan ciento y raya en su propio terreno […] resulta que este denostado invento es el único cuyas obras pasan olímpicamente de la famosa política del autor[.]

[…]

—JGR: ¿Entonces puedo reproducir sus textos?

—Juan Cueto: ¿Usted no ha entendido nada?11

Esta porción de juego literario ensayística que nos precipita como si no tuviera importancia (me recuerda un poco al humor con el que Bradbury hablaba de las cosas más importantes de la vida) no tiene nada de sencillo. Saltando un capítulo hasta la «Belleza y la “Bocca de la veritá”», el autor reproduce la quinta estrofa de la Oda a una urna griega de John Keats. En el poema, Keats se sobrecoge por la inmortalidad del arte, de la verdad y le belleza, frente a la mortalidad del hombre. «Cuando la vejez abata la actual generación…», entonces quedará la verdad. Recuerdo la Oda a un ruiseñor, y de ella el ensayo a «El ruiseñor de Keats», donde Borges aludía al ruiseñor platónico y al pensamiento de Schopenhauer, haciéndolo clave de la poesía de Keats:

«En el capítulo 41 se lee: “Preguntémonos con sinceridad si la golondrina de este verano no es otra que la del primero y si realmente entre las dos el milagro de sacar algo de la nada ha ocurrido millones de veces para ser burlado otras tantas por la aniquilación absoluta. Quien me oiga asegurar que ese gato que está jugando ahí es el mismo que brincaba y que traveseaba en ese lugar hace trescientos años pensará de mí lo que quiera, pero locura más extraña es imaginar que fundamentalmente es otro».12

El poema del capítulo siguiente es de Javier García Rodríguez. Habla de un constructor de barcos de la serie Vikingos. Otro personaje mira el barco y lo elogia. Floki (el constructor de barcos) lo mira y dice: «Solo es precioso si funciona»,13 que es una forma de decir que solo es bello si es verdad. Uno de los temas que ya traía en la introducción y que ha ido reiterando, también dispuesto como «vísceras en una casquería». El juego del ensayo descuartizado: como si fragmentara las ideas para componer una temporada y nos las diese desordenadas: esto es lo que estoy pensando, ¿y tú? Ahora, en el ruiseñor platónico. Y en un capítulo de House galardonado como «Tres Historias», en la que afirma esperar que esta vida «no sea una simple prueba». La verdad, la belleza, la vida y David Foster Wallace. De él dicen que veía House «en busca de enfermedades que insinuar a los demás que él podía estar padeciendo».14 La relación entre Wallace y la televisión, detallada a través de buenas referencias por Javier García Rodríguez da para ser más que exhaustos. «La trama de La broma infinita tiene que ver con un vídeo que inmoviliza a cualquiera que lo visione».15

¿Tiene espacio «el espectador consumido por el entretenimiento»16 para reflexionar? Pienso en el siguiente ejercicio que me propone el texto cuando, llegado al capítulo «La belleza de la violencia»: «se recoge […] el contenido de Teresa Lacierva sobre los distintos tipos de láseres para depilación. Se propone que, en un ejercicio de analogía y de interpretación “oblicua” y, por qué no, lúdica, este texto sea leído como una referencia a los contenidos básicos de la serie Los Soprano».17

¿Nos acordamos de la poliacroasis y de la ilocución derivada? ¿Qué es, si no es esto? En «Contra-Dicción» nos reproduce y cita nueve testimonios y/u opiniones sobre el fenómeno de las series de televisión. Una vez más, me parece que me lanza un pedazo y espera a que lo recoja: esto es lo que dicen, ¿y tú? Un ensayo descuartizado. «Este ensayo es un ensayo», dice él, «y como tal, un ensayo».18 Quizá es que ha sido mi profesor y, por eso, como también lo termino de madrugada, en el mismo cuartito de la memoria y con la misma socarronería, imagino que me está retando. «Este ensayo es un ensayo, [ya deberías tenerlo cosido en tu cabeza, ¿o no?]».


1 Javier García Rodríguez: Andarse por las ramas: literatura y series de televisión, León: Eolas & Menoslobos (Editores Descabezados), 2022, p. 18.

2 Ibídem, p. 20.

3 Ibídem, pp. 21-22.

4 Tomás Albaladejo Mayordormo: «La poliacroasis en la representación literaria: un componente de la Retórica Cultural», en Castilla: estudios de literatura, 0 (2009), pp. 1-26.

5 Ibídem, p. 22

6 Ibídem, p. 24.

7 Ibídem, pp. 24-34.

8 Ibídem, p. 33.

9 Blake Snyder: ¡Salva al gato!, Barcelona: Alba, 2021, p. 86.

10 Javier García Rodríguez: o. cit., p. 37.

11 Ibídem, pp. 41-42.

12 Jorge Luis Borges: Inquisiciones: otras inquisiciones, Barcelona: Debolsillo, 2013, pp. 290-291. La cursiva es mía, por un mero enfatizar de la noción filosófica a la que se está enfrentando Schopenhauer.

13 Javier García Rodríguez: o. cit., p. 55.

14 Ibídem, p. 47.

15 Stephen J. Burn (ed.): «Escritores jóvenes y realidad televisiva», en Conversaciones con David Foster Wallace, Málaga: Pálido Fuego, 2021, pp. 123-126.

16 Javier García Rodríguez: o. cit., p. 50.

17 Ibídem, p. 69.

18 Ibídem, p. 97.


Andarse por las tramas: literatura y series de televisión
Javier García Rodríguez
102 páginas
Eolas & Menos Lobos, 2022
12 €

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