En recuerdo de Xosé Bolado (1946-2021)
/ por Carlos Iglesias Díez /
La bona intención fue el significativo título del último libro de poemas de Xosé Bolado. Un compendio de recuerdos donde el vuelo fugaz del tordo, la sombra que proyecta un viejo castaño, la historia que dejan los posos de una taza, la hierba que brota, siempre, entre los escombros, dibujan el itinerario biográfico y emotivo del hombre que sabe, al fin y al cabo, que sumar renuncias constituye un peaje necesario para aprender a vivir.
La misma sabiduría estoica, unida a un impulso de honda generosidad, fueron las cualidades básicas que presidieron la trayectoria literaria y editorial de Bolado, cuyas «buenas intenciones» contribuyeron a consolidar y a perpetuar la colección poética Deva durante más de veinte años. Una aventura lírica tan firmemente arraigada a la realidad cultural de Asturias como la uz, ese pequeño arbusto al cual dedicó uno de sus más hermosos poemas.
Hoy, cuando se cumplen ya ocho años desde que mi primer libro, El niño de arena, se convirtiese, sin embargo, en el último hasta ahora de la veterana colección gijonesa, no puedo sino constatar que la gratitud «sobrevive en la memoria» colectiva de quienes, a lo largo de una treintena de títulos, pudimos formar parte de un proyecto basado en un doble diálogo, tanto intergeneracional (donde las voces de Francisco Álvarez Velasco, Pedro Luis Menéndez, Ricardo Labra o Víctor Botas se combinan y entrelazan, simultáneamente, con las de Jaime Priede, Jordi Doce, Marcos Tramón o Pelayo Fueyo, entre otras muchas) como intercultural (ahí están nombres como los de la chilena Carmen Yáñez, el portugués José Viale Moutinho o los italianos Emilio Coco o Paolo Ruffilli). Todo ello, además, sin olvidar la necesaria perspectiva panorámica que arrojan compilaciones esenciales como la Antoloxia poética del Resurdimientu o La poesía lírica asturiana.
En suma, una labor arriesgada, valiente e imprescindible que Bolado, sin embargo, llevó a cabo con el rigor y la humildad de quien no pretende convertir la poesía en «un arma cargada de futuro» sino más bien, de forma mucho más discreta, en una firme «conjura contra la decadencia».

Epitafio al amigo Xosé Bolado
/ por Fernando Menéndez /
Somos el tiempo y la memoria que suena al silencio de la poesía y de la amistad, amistad que nace y vive en nuestro corazón hermeneuta del sueño y del verso.
Una vez me alumbraste una frase memorable: «los amigos viven ocultos», un pensamiento misterioso, extraño y bello que aún resuena en mí.
Rozados por lo cotidiano y el palabreo, la amistad aún no ha encontrado qué hacer con el silencio de la muerte. Ocultarse y permanecer es nuestra discreta intimidad trashumante y existencial.
Con cuántos silencios extraños y bellos soñamos y pensamos en nuestra existencia para que la muerte no nos asombre. Nuestro destino anclado a las letras se ha vuelto espacio amigo de la memoria.
Como dijo nuestro otro amigo Juan Larrea: «Si no se cree en la existencia real sensible del amor (aquí, de la amistad) vivir no merece la pena».
No te olvido, amigo Xosé Bolado. Somos del tiempo y de la memoria.

Xosé Bolado
Bartleby, 2021
Edición, selección y notas de Esther Muntañola
148 páginas
15 €
Tres poemas de Un pájaro tan ligero
Una garza
7 de marzo, 2014
En la tarde de cielos claros
pasa ante la ventana del hospital
una bandada de aves migratorias:
apenas un arco apuntado hacia el horizonte.
La mirada siente el compás del vuelo
el ritmo diseñado con memoria, con vocación
de cumplirse pronto en la tierra caliente.
Hay armonía en la marcha
pero en un destello reparo
en una garza sola; retrasada
va perdiendo el vuelo.
Una garza
7 de marzu, 2014
Na tarde de cielos claros
pasa ante la ventana del hospital
una bandada d’aves migratories:
apenes un arcu apuntáu hacia l’horizonte.
La mirada siente’l compás del vuelu
el ritmu diseñáu con memoria, con vocación
de cumplise ceo na tierra caldo.
Hai harmonía na marcha
masque nun rellumu reparo
nuna garza sola; retrasada
va perdiendo vuelu.
Único destino
Madrid, abril 2008
Justo no fue
pero salir adelante en la vida
tiene esas raras formas de término:
negarle la mano a quien te diera el fruto
cortarle las cañas más frondosas
al árbol que te guarda en la campera
no parece respuesta de armonía
aunque la humanidad previsible
tiene esos comportamientos, esa manera
de vencerse negándote el pan;
de fundirse en la tierra donde tú no estás.
Justo no fue
ni heroico pisar otra vez la hierba crecida
seguir, como si nada, la huella bárbara
del que toma la vida en contrata libre
aunque todo te diga que llegado el momento
sólo la eternidad vacía vendrá por ti
y eso nunca alcanzará a verlo otro hombre
que no seas tu mismo
ya siempre contra la pereza de la vida a secas.
Únicu destín
Madrid, abril 2008
Xusto nun foi
pero salir p’alantre na vida
tien eses rares formes d’acabación
nega-y la mano a quien te diere’l frutu
corta-y les cañes más frondoses
al árbol que te guarda na campera
nun paez respuesta d’harmonía
anque la humanidá previsible
tien esos comportamientos, esa manera
de vencese negándote’l pan;
de fundise na tierra onde tu nun tas.
Xusto nun foi
nin heroico pisar otra vez la herba crecío
siguir, como si nada, la güelga bárbara
del que garra la vida en contrata llibre
anque too te diga que llegau’l momentu
solo la eternidá vacia vendrá por ti
ya eso nunca algamará a velo otru home
que nun seyas tu mesmu
yá siempre contra’l vagar de la vida a seques.
Húmedo
Siempre en la linde del agua verdosa
donde los zapatos a duras penas guardan la pureza de la piel.
No conocían otro camino más limpio para llegar a tu casa
decías tú, con la confianza de perderse en la niebla densa o el silencio.
En tierra del común quedaba abierta a quien llegase
libre de carga
nada más las sombras confusas vigilaban.
Pudiera ser que nadie la recordase
como si naciera en la leyenda.
Antaño, padre decía
que así se comporta la vida
con pasos noche y día sin querer, amigable
aliviar el pensamiento de un corazón en la tormenta.
Llentu
Siempre na llinde del agua verdoso
onde los zapatos malpenes guarden la pureza de la piel.
Nun conocíen otru camín más llimpiu pa llegar a to casa
dicíes tu, col enfotu de perdese na borrina o’l silenciu.
En tierra del común quedaba abierta a quien llegare
llibre de carga
namái les sombres confuses curiaben.
Pudiere ser que dalguien la recordare
como si naciere na lleenda.
Antaño, padre dicía
qu’asina se comporta la vida
con pasos nueche ya día ensin querer, amigable
alliviar el pensamientu d’un corazón na tormenta.

Fernando Menéndez (Mieres 1953) es poeta, aforista y grafista de su obra. Desde su primer libro de poseía titulado Sinfonía interior (1979) hay un largo recorrido de publicaciones, entre libros de poemas y de aforismos. Su último título de poesía es Epigramas (2021), y el de aforismos, Tempo di silencio (2018). Como grafista lleva años publicando una gran cantidad de manuscritos. Parte de esta colección ha sido donada recientemente a la Biblioteca Pública Jovellanos de Gijón. En su faceta de editor emanuense, recientemente ha publicado una interesante colección de Cuadernos de aforistas italianos y franceses (2020) y actualmente tiene en marcha una nueva muestra nombrada La República de los aforismos, dedicada a autores en lengua española. Su obra ha sido galardonada con premios de la Fundación Naji Naaman’s (2012), el Premio Timón (modalidad en castellano, 2012) y la Mención de Honor del Premio Internacional Torino in Síntesi (2014).
Carlos Iglesias Díez (Oviedo, 1983) es profesor de lengua castellana y literatura. Es autor de los libros El niño de arena (Colección Deva, Ateneo Obrero de Gijón, 2013) y Pájaro herido (BajAmar Editores, 2018), con el cual obtuvo el Premio de la Crítica de Asturias 2019; ambos están recopilados en el volumen El peso del silencio: poemas reunidos, 2004-2019 (BajAmar Editores, 2020). Algunos de sus poemas han aparecido, además, en antologías como Tu sangre en mis venas: poemas al padre (Renacimiento, 2017) o Los últimos del XX (Luna de Abajo, 2020). Por otro lado, es coautor de la antología Siete mundos: selección de nueva poesía (Impronta, 2015) y editor de las Canciones completas —1980-2008— de Luis Alberto de Cuenca (Reino de Cordelia, 2019). Colabora regularmente en la revista Anáfora.
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