/ una reseña de José Fernández de la Sota /
Escribió el poeta griego Yorgos Seferis que «allí donde la toques, la memoria duele». Y es seguro que el autor de este Cuaderno de Historia que ha editado Pre-Textos habrá experimentado ese dolor en más de una ocasión al recordar este o aquel capítulo de su biografía. Pero no cabe duda tampoco de que Manuel Rico ha sabido fabricar, con ese material delicado de la memoria —tan delicado como la nitroglicerina—, un libro hermoso y grande que no nos hace daño, sino bien el contrario.
Este libro de poemas, este cuaderno cargado de historia y de historias nos proporciona, en cambio, un intenso placer literario y una serenidad moral que raramente nos es dado encontrar entre las páginas de los miles de libros que cada año inundan el mercado. Claro que el libro concebido como mercadería tiene poco que ver, nada que ver, con este cuaderno poético. Un cuaderno que Manuel Rico, como nos cuenta circunstanciadamente en el epílogo, estrenó en el año 2009 con un poema que tardaría una década en completarse. El poema iba a tener por título el nombre de la calle donde el poeta pasó su infancia. Finalmente, aquel poema desembocó en este Cuaderno de historia publicado en 2021.
Un cuaderno de Historia con mayúscula y también, sobre todo, con minúscula, esto es, con la letra pequeña de las vidas que padecen la Historia aplastante dictada por unos pocos. Porque en los poemas y textos poemáticos de este libro está la búsqueda en la memoria de una identidad personal, individual, la del poeta que recuerda y escribe para saber quién fue, quién es, quién pudo ser, y al mismo tiempo la indagación en esa identidad colectiva que nos concierne a todos.
Lo que Manuel Rico logra en este libro es que su historia se convierta también en nuestra historia. Ese difícil tránsito del yo al nosotros requiere un esmerado control de la voz poética y de las estrategias narrativas. Porque el autor no deja de contarnos cosas, de hablarnos de las cosas de este mundo en un lenguaje que rehumaniza el verso, tan alejado en muchas ocasiones de la vida.
Hay una clara decantación por la vida en la obra de Manuel Rico; por contarnos la vida y dar testimonio de ella, de «la vida manejable», como escribe en un poema de este libro: «la pequeña, la que extiende/ su tenso abecedario en lugares cercanos a la casa./ Sin escalas ni bordes, sin vacíos obtusos, llana vida/ de gentes parecidas a tus padres ya muertos».
Historia y vida de una generación que trató de abrir grietas en la noche de piedra del franquismo. Biografía, la del propio poeta, e historia, y también geografía y callejero y tiendas de una ciudad que fue y no es: Sederías Carretas o Simago o Almacenes Arias, «ciudad con lluvia y trolebuses/ calles casi centrales/ del sobrante urbanismo de las viejas mordazas». Porque también, como en Ángel González, tenemos un tratado de urbanismo en este Cuaderno. Y mañanas de frío con «los autobuses que llevaban al centro, sus costados/ anunciando universos, cancelas y lluvias improbables/ y, por ello, lejanas». «Eran los autobuses/ de las mañanas precursoras/ de la vida incompleta».
De manera que el mapa de la vida de Manuel Rico, con sus calles, sus tranvías y sus trolebuses, sus cocinas, sus colmados, sus bibliotecas de barrio (hay un precioso poema dedicado a ellas), sus mañanas de frío y sus tardes de lluvia, sus inviernos de cine y sus veranos de bicicletas alquiladas es el mapa de la vida de muchos que no son él. Su historia se convierte en colectiva. Hasta la intimidad de la muerte del padre y su larga sombra, que aparece en algunas esquinas de estas páginas, se convierte en la sombra común de la paternidad de una generación.
Y están, entre poemas y prosas poéticas a la intemperie, la casa de la infancia y las lecturas: «Tom Sawyer y el invierno. Delibes y un verano roto entre las espigas que alumbraban frágiles tirachinas y mosquitos y algún peñasco al fondo […]. El abismo en soledad nocturna de Flaubert y la respiración de madrugada mientras la casa duerme. Marsé y los escombros y la ciudad vencida y tú de niño al que nadie recuerda».
Y por supuesto el cine. Y el recuerdo del hermano pequeño. Y aquel otoño del 75 que se llevó a Pier Paolo Pasolini, pero también a Franco. Y la matanza de abogados de Atocha que se recuerda en un poema emocionante y sobrecogedor. Y hasta los «dioses intocables», es decir, los iconos del viejo siglo XX como Dylan, Jagger o Eric Clapton, que sobrellevan su inmortalidad y también aparecen en este cuaderno de Historia de Manuel Rico.
Así es que quienes recorran las páginas de este Cuaderno van a encontrar el mapa de una historia común que muy probablemente les sonará. Porque la historia de Manuel Rico es también nuestra historia. Su mérito es haberla vertido en un cuaderno que, además de un retrato moral del propio autor, es un ejercicio de memoria sin rencor —algo bien infrecuente en la literatura y en la vida—. Páginas donde el dolor reposa sin un adarme de ira. Un viaje que termina como termina el libro, con la vuelta a una casa que, seguramente, nunca se abandonó.

Manuel Rico
Pre-Textos, 2021
136 páginas
18 €

José Fernández de la Sota (Bilbao, 1960) es periodista y escritor, licenciado en Ciencias de la Información y diplomado en Estudios Europeos. Es autor de varios poemarios: Te tomo la palabra (1989), La gracia del enano (1994), Todos los Santos (1997), Lugar de paso, Aprender a irse, Travesía de Bilbao… Su bibliografía también incluye narrativa, como Informe Goliat (1989) o los libros de relatos Elefantes blancos (1997) y Suerte de perro y otras historias (2005); ensayos como Bilbao: literatura y literatos o la biografía Juan Larrea: versión terrestre. Ha ganado varios premios, entre ellos el Premio Jaén de Poesía, el Premio de Poesía Ciudad de Córdoba Ricardo Molina, el Premio de Relatos Gabriel Aresti o el Premio Internacional de Cuentos Max Aub.
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