/ por Pablo Batalla Cueto /
Martes, 14/6/2022. Horror por los destrozos causados por Kim Kardashian a un famoso vestido de Marilyn Monroe: el que llevaba aquella ocasión en que cantó un tórrido «happy birthday» al presidente Kennedy, su amante, en 1962. El museo en el que está expuesto accedió al capricho de la Kardashian de ponérselo para una gala, pero la celebrity es más corpulenta y voluptuosa de lo que era Monroe (hace unos años se sometió a cirugía estética para aumentarse el trasero), y, pese a ponerse a régimen para caber en él y adelgazar siete kilos, cuando llegó el día no abrochaba del todo. Se lo puso igual, disimulando la cremallera abierta con un abrigo suplementario, y al hacerlo se conoce ahora que le ha provocado varios desperfectos graves: estirajamiento de la tela por la parte del cierre trasero, pérdida de algunos de los cristalitos que la decoraban… Ello ha generado una gran indignación, clamor contra la agresión a un pedazo de historia, pero yo me pregunto una cosa. ¿Hay que restaurar el vestido en tanto que objeto histórico, o dejarlo tal cual? Si aceptamos que un vestido pueda ser un bien patrimonial a proteger por que un día lo usara, lo tocara con su pellejo sacralizado, una celebridad (lo que me parece discutible; suscribo al Jon Baldwin que dice que «por mí como si Kim Kardashian lo quiere usar de alfombra de ducha, es que me la bufa», pero aceptemos pulpo como animal de compañía), que el pandero elefantiásico de la Kardashian lo diera de sí, ¿no es ya tan historia como que Marilyn Monroe lo utilizara?
Miércoles, 15/6/2022. En El Cuaderno nos ha brotado un follonero que se dedica a dejar comentarios en algo así como dos de cada tres artículos que se publican, soltando largas parrafadas antipáticas o enumeraciones de lo que considera errores. Supongo que a todo medio digital le pasa: yo ya me lo he encontrado antes, en otras revistas con las que colaboré. Pero no me inspira irritación, sino compasión: qué miserable tiene que ser la vida de alguien para que su cruzada cotidiana sea esa; para ese dedicar sus días a gritarle a las nubes, sin que las nubes le respondan.
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En Andalucía, los trending topics de la campaña electoral en este momento son la masturbación infantil y las torrijas. El primero se debe a un bulo de Vox que, por supuesto, los demás partidos han corrido a rebatir y discutir, impermeables a la sabiduría gramsciana de lo suicida de jugar en a lo que el enemigo quiere que juegues, charlar sobre lo que quiere que charles, colocar sus neuras y sus trampas en el centro del tablero. Lo de las torrijas, a un chascarrillo de Juan Marín, de Ciudadanos, en el debate, que replicó a un ataque de la voxista Macarena Olona, de Vox, preguntándole con sorna si sabía cocinarlas. En la estólida línea de los community managers y los expertos en marketing políticocontemporáneos, eso que no debería pasar de una anécdota ante la cual esbozar una sonrisa y de la que olvidarse a los diez segundos se ha convertido en un chicle estirado hasta el paroxismo, las torrijas de Olona para arriba y las torrijas de Olona para abajo, Marín fotografiándose con un táper de torrijas, la izquierda publicando memes sobre torrijas antifascistas, etcétera, etcétera. Yo me imagino a escolares del futuro estudiando en sus libros de historia que en nuestro tiempo, mientras el mundo se precipitaba por el sumidero de mil aterradoras maneras, dedicábamos campañas electorales a charlar sobre gayolas y picatostes.
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Leo a Edgar Straehle que la damnatio memoriae contra Trotski por parte de Stalin fue tan implacable que incluso censuraron algunas imágenes de Kalinin en las que se le parecía. En Memoria del comunismo, uno de los libelos de Federico Jiménez Losantos, de hecho se los confunde: una foto de Lenin, Stalin y Kalinin es presentada por el radiopredicador como de Lenin, Stalin y Trotski.
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José García Domínguez: «Cada vez que oigo la palabra relato echo mano de mi pistola». Secundo.
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Leo con placer El vaso medio lleno, un libro de aforismos de Enrique García-Máiquez, uno de esos reaccionarios cultos por los que siento una vieja debilidad. Subrayo algunos:
«No se puede ser frívolo sin nada hondo que tomarse a la ligera».
«Ese perfeccionismo espeso, sólido, quisquilloso, criticón, inmóvil y retórico de los perezosos…».
«El amor es ciego y el matrimonio tiene los ojos abiertos como platos, pero el cariño guiña».
«A menudo lo mejor de nuestro día es algo que hicimos hace muchos años».
«La tristeza como trampantojo de la profundidad de espíritu es un truco triste».
«El remordimiento me amarga la nostalgia».
«Los objetos también se domestican».
«PERDER Y GANAR. Y del alivio de que ciertos trenes que perdimos pasaron solo una vez, ¿no decimos nada?».
«En el “Oh”, la “O” pone el asombro y la “h” una nota mínima y silente de sano escepticismo».
«CHÁCHARA. Las conversaciones más insustanciales se tienen con uno mismo».
«Misántropo, sí, pero por todo lo contrario. Por miedo a decepcionar a los demás».
«La falsa modestia no será sincera, pero dice la verdad».
«IMPORTANCIA. Quien la tiene la da».
«La luna sabe que las estrellas son más grandes. Y qué poco le importa».
«Ojalá un tipo de comillas para indicar que la cita no es literal, pero exacta».
«La felicidad es una carrera de fondo. La alegría, un sprint».
«La calidad de nuestras distracciones es directamente proporcional a la del centro desde el cual se dispersan. Las que se producen durante la oración y la misa y también las del estudio son de mucha más enjundia que las distracciones que producen los entretenimientos».
«EFECTO ÓPTICO. Celebramos que al fin empiezan a llegar jóvenes a los puestos de decisión y a las instituciones. Pero llegan a la misma edad de siempre».
«PAR DÉLICATESSE Si somos enanos en hombros de gigantes, no deberíamos ser nunca muy pesados, pobres gigantes».
«Solo te quitan la paz que no tenías».
«RESENTIMIENTO. Infección de la herida».
«CAMINO. Horizonte transversal».
«Detestar lo que está de moda está de moda».
«Los que repiten mucho una anécdota quisieran convertirla en categoría, y no saben cómo».
«Solo, sé que no se nada».
«El romanticismo es una sobrevaloración del amor que se queda corta».
«Nadie te cae verdaderamente mal hasta que sus mismos elogios te fastidian».
«El problema de la soledad es organizar el barullo que convoca: recuerdos, citas, pensamientos y visiones».
«CONTEMPTUS DEL CONTEMPTUS MUNDI. Renunciar al mundo no es vituperarlo».
«Soledad, la de los niños. Con los años, la nuestra está sobrepoblada».
«Esa cicatriz de la que no recuerdas la herida es el monumento al dolor desconocido».
«El viajero ve en el paisaje los caminos; el sedentario, las casas».
«Los pájaros hacen sus nidos en los árboles porque los vuelos más altos necesitan raíces muy profundas».
«La otra cara de la moneda de la vocación es la abocación. Cuando uno está abocado a ese oficio o arte es porque es lo único que hace bien. Una torpeza casi total es una parte muy valiosa de cualquier talento».
«La mejor manera de consolar a un niño que llora es no consolarlo, sino hacer que ría por otra cosa. Con los mayores, igual».
«El túnel es un pozo con luz en vez de agua».
«La verdad es una virtud aristotélica entre dos vicios: por defecto, la mentira; por exceso, la obviedad».
«La certeza puede ser o la semilla o el fruto, pero nunca el tronco ni las ramas ni las hojas ni las flores del pensamiento».
«Abundan los que se escuchan hablando, pero él era un vanidoso majestuoso: se escuchaba escuchando a los demás».
«Los turistas que entran en la iglesia durante la celebración de una misa se azoran y tendrían que exultar. Es entrar en El Prado y que Velázquez esté dando los trazos definitivos a Las Meninas».
«De nacer no terminamos».
«Los fantasmas se aprovechan de que no existen para asustarnos más».
«Busca asombros que te duren toda la vida».
«ADVERSATIVOS. El “mas”, el “empero”, y el “no obstante”… ¿La decadencia y caída de los adversativos será porque estamos en una sociedad cada vez más acomodaticia?».
«La cicatriz mira por encima del hombro a las arrugas».
«El éxito pasó de ser algo adjetivo —de aquello importante que era lo que te aplaudían— a ser sustantivo —el logro de que te aplaudan por lo que sea—».
«Muchas veces (si lo sabré yo) contamos tanto nuestra vida porque estamos tratando de darle así un sentido, siquiera sea narrativo».
Jueves, 16/6/2022. Ironiza César Rendueles sobre la generación Conan y sus comentarios antipáticos sobre la presunta flojera de los adolescentes de hoy, a la que acusan de ser una generación de cristal por sus exigencias de respeto y sensibilidad hacia las mujeres, las minorías sexuales y raciales, etcétera; un puñado de snowflakes (copos de nieve), dirían en Estados Unidos. «Las dos infancias más duras de la historia se han dado en Esparta y en la imaginación de unos cuantos cuarentones resentidos con el mundo. Que no has pasado la guerra, José Luis. Que te tiraste la infancia delante de la tele viendo Oliver y Benji, comiendo bollicaos con la calefacción echando chispas». En realidad, no hay generación más de cristal que la que usa la expresión generación de cristal. Varones criados en una época ya básicamente próspera, pero descepillada aún en cuanto a igualdad entre sexos, y que ahora se derrumban si les pides freírse un huevo o fregar media baldosa. Se acostumbraron a disfrutar de todos los privilegios de la masculinidad en una sociedad con problemas, pero ya desarrollada, garantista y consumista, sin la contrapartida de la miseria y la vida dura de generaciones de hombres anteriores. Lo tuvieron todo y ahora les aterra cualquier mínima exigencia. No, amigo Joseluís quinta del 68 pachanga con los colegas mientras la máquina de reñir espera con la mesa puesta te casaste la cagaste yo fui a EGB y me hacía pajas con las tetas de Sabrina: el snowflake no es la chavala que te insulta por silbarla, el snowflake eres tú.
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Leo que «Toni Cantó pide normalizar los gobiernos con la extrema derecha: “Vox es bueno para España”». Más resellado que el pasaporte de Willy Fog, ¿Toni prepara ya el próximo cambio de chaqueta?
Viernes, 17/6/2022. Creeríase que los negacionistas del cambio climático viven dichosos, disfrutando serenamente del mundo que están seguros de que no se acaba, pero suelen ser en cambio gente amargada, iracunda, aunque sea contra los progres. Suerte de maldición: tendrás las emociones correctas, aunque sea por caminos torcidos.
Sábado, 18/6/2022. Jónatham Moriche: «Los despachos y salones en que se especula y se desahucia están mejor acondicionados para el frío o el calor extremos que los hospitales o las escuelas. En esencia, el capitalismo es eso». También Moriche: «Los días después de las olas de calor tienen algo como de pequeñas posguerras».
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Alberto Lavín: «Esa piscina que hoy llenas a rebosar, para lo cual estás vaciando la acequia de la comunidad de regantes, mañana estará seca y muy probablemente reconvertida en un huerto en el que sembrarás hortalizas que, por escasez de petróleo, te será difícil encontrar en el supermercado».
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Veo en la librería, juntos por casualidad, dos libros de dos autores distintos que se titulan Gengis Kan y la creación del mundo moderno y Revolución: Indonesia y el nacimiento del mundo moderno. Tentado de escribir una primera parte de esta trilogía involuntaria que se titule Homo habilis: los pulgares prensiles y el nacimiento del mundo moderno. «El ídolo de los orígenes» que decía Marc Bloch.
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Llego al pueblo después de un par de días en Gijón y noto que el aire huele muy agradable: el frescor seco de la brisa arrastra una delicada fragancia a pino. Me dejo envolver en él, pero entonces —a la vista del cielo velado por lo que no me parecen nubes, sino humo— me doy cuenta de algo: tiene que ser el terrible incendio que devasta, en Zamora, la sierra de la Culebra, a ciento veinte kilómetros de aquí. Pequeña ontología capitalista: debajo de cualquier bienestar, siempre hay un infierno distante.
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Leo en El icono y el hacha: una historia interpretativa de la cultura rusa, de Billington, sobre la represión enloquecida que la aristocracia aterrorizada desató en la Rusia de Catalina la Grande tras la Revolución francesa. De pronto comenzaron a perseguirse las obras de los ilustrados a los que la zarina había, primero, prestado acogida: Catalina llegará a destruir un busto de Voltaire que, años antes, había encargado esculpir. Y algunos policías —cuenta Billington—, al extremo de quemar los libros contiguos a aquellos que se les había encargado destruir, aunque no tuviesen contenido subversivo, por temor de que los que sí lo tenían los hubieran contaminado con su mera yuxtaposición.
Domingo, 19/6/2022. Diego Ruzzarin: «Le puedes dar a una persona un pescado y después enseñarle a pescar. Es mucho más fácil aprender cuando no te estás muriendo de hambre».
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Esa estrategia ganadora y transversal —de Juanma Moreno a Miguel Ángel Revilla, pasando por Alberto Núñez Feijóo o Adrián Barbón— que consiste en ser el PNV de tu sitio. Envolverse en un identitarismo vistoso pero básicamente inofensivo, cultivar la simpatía del empresariado local y tocar las cuatro teclas que bastan para encandilar a esa izquierda a la que le vale con que alguien no sea un neonazi cadenero para aplaudirlo.
Lunes, 20/6/2022. Primero Ángel Gabilondo, luego Luis Tudanca y ahora Juan Espadas. Esto del PSOE de presentar candidatos más sosos que un acuario de mejillones empieza a ser tan recurrente como para pensar que es deliberado. Moriche me dice que lo es: «La lógica subyacente es: mejor perder elecciones que desordenar el partido. Lo acojonante es que PS, que lo ganó todo precisamente desordenando el partido, sea ahora el paladín de esa estrategia suicida».
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Luis Ordóñez: «La derechona que pierde cae en la conspiración, la izquierdona, toda ella, en la melancolía. No saldrá de ahí en meses o años: ensimismarse en la hermandad de flagelantes, la turra, el coñazo».
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Hay un cierto efecto burbuja que ha sido históricamente devastador para la izquierda: confundir las aspiraciones revolucionarias de un entorno militante hermético con las de la sociedad. Probablemente ahora esté pasándole también a Vox, y de ahí el gatillazo de Olona. La mujer está demasiado ida de la olla hasta para no pocos simpatizantes potenciales del partido, y los berridos fascistas de la Meloni tampoco han ayudado. No espantas a los que ya te votaban, pero no creces más allá. Por nuestro bien, ojalá sigan equivocándose así.
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Escuchando en pódcast la serie El desafío: ETA, me doy cuenta de una cosa: en mi mente se mezclan de manera curiosa el caso Alcàsser y el de Lasa y Zabala. Era pequeño (seis años en 1993, siete en 1995, cuando se hallaron los cuerpos de las dos víctimas del GAL) y mi cerebro infantil embarullaba ambas noticias, oídas sin comprenderlas en la tele y mi entorno, de cadáveres torturados y encontrados. Los noventa: años salvajes.

Pablo Batalla Cueto (Gijón, 1987) es licenciado en historia y máster en gestión del patrimonio histórico-artístico por la Universidad de Salamanca, pero ha venido desempeñándose como periodista y corrector de estilo. Ha sido o es colaborador de los periódicos y revistas Asturias24, La Voz de Asturias, Atlántica XXII, Neville, Crítica.cl, La Soga, Nortes, LaU, La Marea, CTXT y Público; dirige desde 2013 A Quemarropa, periódico oficial de la Semana Negra de Gijón, y desde 2018 es coordinador de EL CUADERNO. Ha publicado los libros Si cantara el gallo rojo: biografía social de Jesús Montes Estrada, ‘Churruca’ (2017), La virtud en la montaña: vindicación de un alpinismo lento, ilustrado y anticapitalista (2019) y Los nuevos odres del nacionalismo español (2021).
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Dice usted que hay en este sitio “un follonero que se dedica a dejar comentarios en algo así como dos de cada tres artículos que se publican, soltando largas parrafadas antipáticas o enumeraciones de lo que considera errores.” Yo que veo casi todos los artículos sin ningún comentario, me pregunto si tengo un problema con el navegador (Firefox), que no me dejaría ver la mayoría de ellos. Yo los que veo son muy escasos y muy cortos. Si alguien conoce la solución al problema…
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