/ Cuaderno de espiral / Pablo Luque Pinilla /
Cerrábamos el último artículo del presente Cuaderno con la siguiente pregunta: «¿qué puede conseguir que se suscite un interés que imante al creador y lo impulse al canto?», interrogante al que se sumaba una afirmación en la que se exponía que la poesía «al final, es siempre un fuego que arde con palabras necesarias en torno a algo que nos provoca y conmueve», y se determinaba que el asunto es si existe «un factor capaz de convertir ese instante de rapto y admiración en un suceso recurrente y perdurable». Aseveración, aclararemos, que venía a propósito de lo referido, en el citado texto, acerca de la mención baudeleriana de la necesaria sublimidad ininterrumpida en el quehacer, transformando la vida en obra y esta en expresión de la primera, lo que colegíamos era imposible con las fuerzas del propio afán. De hecho, se contrapesaba la observación con la idea de que los poetas no suelen ser sublimes sin descanso, pues, tarde o temprano, las inercias creativas decaen, cuando no se tornan fofas y reiterativas, ante el ablandamiento con que lo cotidiano somete a los empeños. Sin ir más lejos, el propio Baudelaire expone en El pintor de la vida moderna (1863), donde traza su dibujo del dandi como horizonte de autoestilización y aristocracia intelectual y emocional en el que ha de inspirarse el artista, que el dandi «aspira a la insensibilidad», mientras que el retrato que va trazando en dicho escrito del artista ideal ―su célebre pintor, el Sr. G.― «está dominado por una pasión insaciable, la de ver y sentir» (ibídem) que «se aparta violentamente del dandismo» (ibídem). Esto se apuntala con una reflexión subsiguiente que esclarece las anteriores sin ambages: «Amabam amare [Amaba amar], decía san Agustín. “Amo apasionadamente la pasión”, diría de buen grado el Sr. G. El dandi está hastiado, o finge estarlo, de política y razón de casta. El Sr. G. siente horror por las gentes hastiadas» (ibídem). Porque, al final, el modelo de artista que traza el autor de Las flores del mal debe extraer lo eterno de lo transitorio ―¿acaso es otra la propuesta del mencionado ensayo?― De ahí, en mi opinión, la modernidad y vigencia del poeta francés, precursor del simbolismo.
Sea como fuere, la cuestión ahora sería plantearse una vez más, tal y como venimos recordando, si hay algún aspecto de lo real que nos acierte en el blanco de nuestras demandas estéticas y morales, hasta el punto de hacer que estas se estremezcan una y otra vez. Si es posible, en definitiva, hallar un lugar de la experiencia que no esté guiado por el inevitable desfallecer de los originales impulsos, para evitar que cunda el escepticismo. Porque, de encontrarlo, la propia energía creativa arrancaría de tales profundos y satisfactorios hontanares humanos. De hecho, lo pintemos como lo pintemos, el vigor artístico está regido por las mismas tensiones que se establecen entre nosotros y las verdades últimas, y es preciso hacer las cuentas con estas demandas y expectativas ―¿acaso alguien conoce algunas más ambiciosas?― y sus hipótesis de respuesta, que nos conforman como especie.
Como he comentado en otros foros con parecidas palabras ―o quizás con las mismas― la tensión entre lo personal y lo poético coincide, hasta el punto de que esta se resuelve en la convergencia entre afecto y mirada; entre el acercamiento a la existencia y a la poesía guiados por un empeño de la visión que responda a nuestros más íntimos deseos. Feliz confluencia que, por otro lado, genera frutos de unidad y construcción en la obra y en el ser que de ella participa. Cuestión que me hace reparar en esos versos de Dante hacia el final de La comedia para referirse a la unidad que genera la contemplación del Misterio, como imagen que bien nos podría valer para subrayar esta sinfónica y afortunada consecuencia: «En su profundidad vi que se encierra, / cosido con amor en un volumen, / todo lo que despliega el universo».
[EN PORTADA: Clarividencia, de René Magritte (1936)]

Pablo Luque Pinilla (Madrid, 1971) es autor de los poemarios Cero (2014), SFO (2013) y Los ojos de tu nombre (2004), así como de la antología Avanti: poetas españoles de entresiglos XX-XXI (2009). Ha publicado poemas, críticas, estudios, artículos y entrevistas en diversos medios españoles y ediciones bilingües italianas y el poemario bilingüe inglés-español SFO: pictures and poetry about San Francisco en Tolsun Books (2019). Asimismo, fue el creador y director de la revista de poesía Ibi Oculus y junto a otros escritores fundó y dirigió la tertulia Esmirna. Participa de la poesía a través de encuentros y recitales, habiendo intervenido, entre otros, en el festival de poesía Amobologna, que organiza el Centro de Poesía Contemporánea de la Universidad de Bolonia; el festival poético hispano-irlandés The Well, que se celebra en Madrid; o el ciclo El Latido, que organizara el Instituto Cervantes de Roma.
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