/ por Roser Calaf /
Recientemente se ha escrito en la prensa local de Asturias (suplemento Cultura de La Nueva España, 25-11-2021) un artículo cuyo título era «Poesía para bárbaros» y subtitulado «Concha Jerez instala en Piedras Blancas un montaje permanente que va a durar poco». El artículo destaca la trayectoria de la artista, con énfasis en sus premios, exposiciones y su anterior vínculo con Asturias. Hay muy pocas líneas relacionadas con el auténtico significado del acto: «Una performance con participación ciudadana» para inaugurar un hito urbano que será símbolo en un parque. Existe el convencimiento del posible milagro —la poesía es sanadora— para muchas de las cuestiones que nos desagradan y especialmente la violencia. Esta idea era el corazón del acto, donde se defiende que es posible subsanar el vandalismo y la violencia desde la pedagogía que genera confiar en las personas y su participación. Siguiendo esta premisa, se sitúa una intervención en el Parque de La Libertad de Piedras Blancas (aprobada la intervención de Concha Jerez en pleno de la corporación municipal de Castrillón en 2019). Ella fue núcleo del gesto poético/artístico de las actuaciones previas y posteriores cuyo fin es inyectar sensibilidad desde la poética que reconoce al otro, promueve respeto y atenúa la violencia.
En el acto inaugural, unos escritores casi anónimos (Asociación de Escritores de Asturias) esperan que sus textos sean leídos por gente diversa, y en la espera se van escribiendo frases sobre piedras. Se iniciaba la participación cuyo concepto provocativo fue gestado por la artista Concha Jerez —Premio Velázquez de Artes Plásticas 2017—, donde se destacaba el mérito de pertenecer a la primera generación del arte conceptual en España y con renombre internacional. Para el caso que nos ocupa, interesa su identidad, «una vocación docente y su compromiso con la comunidad artística».
La gente respondió a la invitación realizada mayoritariamente desde la Red, donde se incitaba a colaborar en el acto leyendo fragmentos de textos de la producción local y sumándose al verso de poeta con mayúsculas (presentes en la instalación). Preparando la perfomance de Concha Jerez se depositaron libros de autoría local y cestas con los cantos rodados (con alguna superficie plana) para escribir en ellos una la frase con sabor poético y dejar constancia del acontecimiento vivido. El objetivo de la celebración era re-significar un lugar en el parque de La Libertad del municipio asturiano. El evento, convocado para el día 9 de noviembre de 2021 a las doce, comenzó con una situación atmosférica (brumas potentes) que parecía coincidir con el ambiente reflejado en invitación. Una fotografía con neblina presentando el lugar y las palabras «la voz de los poetas es la voz de lo profundamente humano» (José Igés, 2021) e incitando a la escucha de versos que ahora conocemos que vierten pensamiento profundo —sonoridad y silencio—. A ello aludía José Igés (artista multimedia): «En la música y en la voz el silencio es imprescindible […] cuando el discípulo está preparado llega el maestro», expresiones con las que llenó la conversación mantenida con el escultor Fernando Alba, que estaba entre los artistas plásticos de Asturias y personas vinculadas con la cultura presentes en el acto. José Igés (cómplice y compañero de Concha Jerez) es el artífice del hilvanado de versos para construir los diversos poemas sonoros contenidos en los hitos (simulan una piedra con un altavoz camuflado) dispersos en torno a la pieza donde figura la inscripción Paisaje de Poetas. Esta pieza se ubica donde antes había una pajarera a la que solo quedaba una pata de hormigón y que Concha Jerez eligió como lugar donde colocar su instalación sonora, que había sido presentada con formatos diferentes en exposiciones temporales.* El pie de la pajarera anterior se ha revestido con material marmóreo de color negro y toma forma de pegoyu, la inscripción escrita con las lenguas de uso en Asturias. En cada hito sonoro, un poema de versos entrelazados de los insignes: Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Augusto Monterroso, Octavio Paz, José Hierro, Mario Benedetti, Carlos Marzal, Juan Ramón Jiménez, Luis García Montero, León Felipe…). También los de origen asturiano, como Antonio Gamoneda y Carlos Bousoño. Los nombres de poetas aparecen adjuntos al hito sonoro como cartela del objeto. El conjunto consigue re-significar el lugar, convertido ahora en Paisaje de Poetas como bien cultural.

Concha Jerez, en la performance de Piedras Blancas, estableció consignas y creó una atmósfera capaz de envolver el comportamiento de la audiencia hacia su objetivo: captar las voces diversas que leían simultáneamente textos de poetas locales. Deambulando con atril en mano secuencialmente, ella interpretaba estas lecturas de grupo y dejaba plasmados grafismos consecuencia de escuchar las voces simultáneas en hojas en blanco del libro que custodia ahora la biblioteca del Ayuntamiento de Castrillón.

Concha Jerez, en esta performance, estaba creando un acto propio de patrimonio expandido y que implica, también, un ejemplo del proceso patrimonializar (un concepto creado por Olaia Fontal, directora del Observatorio Educación Patrimonial de España, OEPE) al implicar a las personas en procesos de creación y re-significación del patrimonio, conservando nuevos atributos en su memoria.
Entendemos el acto de Piedras Blancas como parte del proceso de denuncia de la violencia al presentar un nuevo patrimonio construido desde una iniciativa de participación ciudadana en un consistorio sensible con la educación (Piedras Blancas de Asturias posee un Plan de la Infancia desde 2010 y el reconocimiento de mención de excelencia de UNICEF como Ciudad Amiga de la Infancia). Por ello hay un espíritu de participación con asociaciones de jóvenes que promueven acciones donde la cultura tiene lugar importante. Quizás desde esta resignificación no se produzca la sentencia «la poesía para barbaros». Y es conocida la vicisitud de las actuaciones efímeras (performances): hay pérdida de elementos del gesto artístico, pero en la memoria permanece su valor patrimonial. También en la tradición oral se borran elementos con el tiempo.

* Destacamos las de San Sebastián, como «Jardín de palabras oídas» (2001) en el Koldo Mitxelena Kulturunea; en el Instituto Cervantes de Berlín como «Jardín de las Palabras Escritas» (2003); Nueva York como «Jardín de las palabras expuestas» (2003); y «Que nos roban la memoria» (2020) en el Museo Reina Sofía de Madrid.

Roser Calaf Masachs es catedrática de la Universidad de Oviedo (emérita honorífica desde 2020). Fue profesora de la de Barcelona (1986-2002). Su línea de investigación es educación y patrimonio. Dirigió el Grupo MIRAR en Oferta Tecnológica de la Universidad de Oviedo (2000-2006), con proyectos como Red para poner en valor educativo el patrimonio cultural y natural de Asturias o Evaluación cualitativa de programas educativos de museos de España, en el que participaron trece museos. Pertenece al ICOM/ CECA (Comité de Educación desde 2007). Sus publicaciones superan el centenar entre libros y artículos, con títulos como Didáctica del patrimonio: epistemología, metodología y estudio de casos (2009) o Acción educativa en museos: su calidad desde la evaluación cualitativa (2015).
Resignificar un parque con poesía en las piedras y lectura de poemas me parece una idea balsámica. La poesia siempre cura y atenúa la violència o debería hacerlo. Aquí está su fuerza, aunque se trate, como en este caso de una “performance generadora de emociones para bárbaros” entendiendo esta última palabra en sus doble significado.