El runrún interior

El runrún interior (43)

Pablo Batalla Cueto registra en su dietario pensamientos propios y notas de libros leídos y cosas vistas en Internet, escribiendo sobre la misión del arte según Bertolt Brecht o la lectura de un libro bellísimo escrito por Alonso Pinto Molina, católico reaccionario en sus propias palabras.

/ por Pablo Batalla Cueto /

El runrún interior (42)

Martes, 22/3/2022. Leo citado por ahí un verso del cantautor italiano Giorgio Gaber: «Algunos eran comunistas porque Berlinguer era una buena persona». La pura bonhomía de los líderes puede ser tan importante (no más, no menos) que la solidez de los programas.

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Una cita que resume toda una cosmovisión. Preguntado por el mausoleo de Mao, Deng Xiaoping decía: «Fue inapropiado construirlo, como también lo sería demolerlo».

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Una huelga de camioneros tensiona el país y desabastece los supermercados. Hay una parte de ella que es pura estrategia ultraderechista para tumbar al Gobierno; un paro patronal en la línea del que la derecha chilena emprendiera contra Allende hace medio siglo, dentro de la escalada de agresiones que culminaría con el golpe del setenta y tres, y Patricio Guzmán resumiera espléndidamente en su La batalla de Chile. Vox emprende o trata de emprender ahora el viejo sueño del PCE durante el franquismo: una huelga general revolucionaria. Y la emprende con una  animosidad de la que la izquierda hoy carece. Como comenta Jónatham Moriche, «hay algo difícil de definir pero fundamental en política que es ese ánimo, mezcla de afirmación e indignación, que alimenta toda movilización. Por horribles que sean, que lo son, las movilizaciones reaccionarias de estos días rebosan de ese ánimo que a nuestra parte hoy le falta».

Pero hay otra parte de la huelga que es sincera: los camioneros lo están pasando mal con el encarecimiento de los combustibles y utilizan legítimamente su fuerza para exigir compensaciones. Una fuerza que viene de esto que comenta Pedro Vallín en referencia al anuncio de la empresa Danone de que se verá obligada a detener su producción si la huelga persiste: «Hace cuarenta años, la distribución (de Danone y de todos) la hacían empleados. Gracias al emprendimiento consistente en págate tú la seguridad social, se extinguió el repartidor por cuenta ajena. Hoy el sector no tiene con quién repartir, y ni siquiera tiene con quién negociar».

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Un pasaje interesante de Modernismo y fascismo, de Roger Griffin. La conciencia ambivalente del ser humano (homo sapiens sapiens: un mono que no solo sabe, sino que sabe que sabe), consciente de su capacidad de transformar el mundo, pero también de la seguridad de su propia muerte, como sustrato de la invención de héroes y mitos:

«[… E]l psicólogo social Ernest Becker dedicó una enorme cantidad de energía intelectual a efectuar una síntesis a partir de un amplio espectro de teorías de la cultura humana, con el fin de ofrecer una visión cohesiva del “animal humano”. La metanarrativa que utiliza carga las tintas sobre la profunda ambivalencia de nuestra impar autoconciencia. A cambio de la importancia y el poder debidos a nuestra condición de ser la única especie capaz de construir un mundo propio y, por consiguiente, de ser a la vez un animal social y cultural, estamos condenados a la consciencia de nuestra propia mortalidad, de forma que “en la condición básica de su humanidad se encuentra implícita la desesperación y la muerte del significado del hombre” […] Becker piensa que, en un acto de creatividad único en el reino animal, los seres humanos han construido “sistemas de héroes” conforme a los cuales los mortales se convierten en actores que viven su propio destino en un orden sobrehumano y metafísico, con el fin de protegerse del miedo derivado de la certeza de la propia finitud. Como resultado de ello, a lo largo de la historia han ido apareciendo incontables sistemas mitológicos, cosmológicos y religiosos que según Becker son “ficciones” que “forman un ligero dosel que cubre este mundo desde los tiempos prehistóricos”. Por eso piensa que todas las culturas son “distintas variedades de negación heroica de la muerte”, y su propósito esencial es trascender la mortalidad. “El miedo innato y perenne a la muerte mueve [al hombre] a intentar trascender la muerte por medio de sistemas heroicos y simbólicos estándar”».

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Leo que turbaba a Jiří Karásek en 1902 el «horror de la transición, la incertidumbre de esta época que ha expulsado todo lo antiguo pero que todavía no ha creado nada nuevo […], una era que no ofrece ningún lugar de apoyo, en la que habrá que escuchar la angustia de los que se ahogan». Vigentes palabras, estas.

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Me encuentro con una encuesta de popularidad de políticos según los votantes de cada partido que arroja cifras demoledoras para los dirigentes actuales de Podemos: solo el 40% de los votandes de Unidas Podemos aprueba a la líder de Podemos, Ione Belarra, frente al 80% de aprobación de Yolanda Díaz. Lo curioso es que Alberto Núñez Feijóo recibe un 35% de aprobación de los votantes podemistas, y Pedro Sánchez, un 63%. Es decir, los votantes de Unidas Podemos prefieren al candidato socialista sobre la suya propia, que les gusta solo un poco más que el del PP. Que cada cual tome la nota que tenga que tomar.

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Dani Valdivia: «La izquierda tiene ante sí una oportunidad histórica de impartir una doctrina del shock progresista. Regulación del mercado, creación de un impuesto especial, protección de las rentas, nacionalización de sectores clave y defensa de la soberanía. Es ahora o nunca».


Miércoles, 23/3/2022. Descubro con fascinación los cuadros del pintor británico Paul Nash, tal vez el que mejor haya pintado la primera guerra mundial:

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En 1856, Karl Marx pronunció en la fiesta de aniversario del People’s Party un discurso muy célebre, pero que yo no conocía. Acabo de topármelo y este párrafo concreto se me ha quedado resonando en la cabeza, porque veo paralelismos con el momento presente (solo que, ahora, no son de carácter esperanzador, sino inquietante, trueque de los anuncios de la revolución por los de la reacción):

«Las llamadas revoluciones de 1848 no fueron más que pequeños hechos episódicos, ligeras fracturas y fisuras en la dura corteza de la sociedad europea. Bastaron, sin embargo, para poner de manifiesto el abismo que se extendía por debajo. Demostraron que bajao esa superficie, tan sólida en apariencia, existían verdaderos océanos, que solo necesitaban ponerse en movimiento para hacer saltar en pedazos continentes enteros de duros peñascos. Proclmaron, en forma ruidosa a la par que confusa, la emancipación del proletariado, ese secreto del siglo XIX y de su revolución.

Bien es verdad que esa revolución social no fue una novedad inventada en 1848. El vapor, la electricidad y el telar mecánico eran unos revolucionarios mucho más peligrosos que los ciudadanos Barbés, Raspail y Blanqui. Pero, a pesar de que la atmósfera en la que vivimos ejerce sobre cada uno de nosotros una presión de 20.000 libras, ¿acaso la sentimos? No en mayor grado que la sociedad europea sentía, antes de 1848, la atmósfera revolucionaria que la rodeaba y que presionaba sobre ella desde todos los lados».

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Leo en Twitter a Andy Asadaf comentar que «la segregación por sexo en el deporte solo sirve para reforzar los estereotipos de género y naturalizar unas diferencias social y políticamente construidas. Defender que los deportes deben estar separados por sexos es defender el sistema que oprime a las mujeres». A mí me parece bien seguir por este camino solo si llegamos a su conclusión última (que me parece bien descartar por muy utópica): lo que hay que abolir es el deporte mismo. Si nos quedamos en un punto intermedio, aquello que queremos abolir no será erosionado, sino reforzado. Decía Saint-Just que quien hace una revolución a medias cava su propia tumba. En este caso, aboliendo la segregación por sexo en favor de una categoría unisex única, los hombres coparían la mayoría de los récords, las medallas y las fotos: más patriarcado y no menos. Para que la revolución sea completa, el deporte debe ser, si no abolido, transformado radicalmente en un sentido que recupere el aspecto puramente recreativo y las reglas laxas de los juegos tradicionales (y no me refiero a la utopía reaccionaria de volver a ellos, sino a recuperar su espíritu y transformar con él los deportes contemporáneos, sin hacerlos desaparecer). Lo cual, ya digo, es muy utópico. Si decidimos que lo es demasiado, creo que lo más realista con respecto a la segregación por sexos del deporte es dejarla como está.

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Germán Huici: «Lo llaman Realpolitik porque identifican el cinismo y la crueldad con la realidad. Pero esa es una interpretación de la realidad entre otras posibles».

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Me he vuelto un flâneur de los libros: voy leyendo lo que me sale al paso, sin demasiada planificación. Ello es que ayer, por un azar, me topé uno titulado Colectánea: una cruzada contra el espíritu del siglo, y despertó mi curiosidad. Lo pedí ayer, hoy me llegó y hoy lo he leído. Y lo cierto es que me ha gustado. Su autor, Alonso Pinto Molina, es un católico ortodoxo y, en sus propias palabras, un reaccionario. Estoy lejos de sus posiciones, y algunos de los aforismos y reflexiones breves en él contenidos me han causado un rechazo grande: así, por ejemplo, los referentes al aborto. Pero he encontrado otros que me han deslumbrado. Y en todos, una inteligencia, una sensibilidad, una juiciosidad, una solidez y una honestidad muy estimulantes. Aprecio la lucidez y la autenticidad allí donde las encuentro, y aquí las he encontrado. He llenado el libro de subrayados, remarcando con un círculo los aforismos más interesantes, bien porque los suscribiera completamente, bien porque, sin suscribirlos, me resultaran agudos. Son estos:

  • La tradición no se parece a una madre repitiendo una antigua nana, sino a una madre improvisando la más idónea para su hijo.
  • Descubrir los motivos para amar es la recompensa por haber amado sin ellos.
  • Quien abandona la religión católica siendo niño acaba combatiendo contra la idea infantil que tenía de ella.
  • Los ateos hacen con Dios lo que los mimos con el cristal: imaginarlo para oponerle resistencia.
  • El fin de la fraternidad cristiana es que el amor que une a las familias invada la sociedad, para unir a todos los hombres. El de la fraternidad moderna consiste en introducir la familiaridad de los que no se aman en la sociedad doméstica, para desunir a la familia.
  • Se han exagerado las contribuciones que los eruditos han hecho a la Humanidad. En cambio, los analfabetos inventaron la escritura.
  • Los reaccionarios no pretendemos tanto restablecer lo abolido como abolir lo establecido en su contra.
  • La tradición consiste en conservar la misma educación, no los mismos modales; en conservar la misma decencia, no los mismos vestidos; en conservar la misma alegría, no los mismos chistes. Más que una canción acabada que se transmite de generación en generación, es una misma canción a la que cada nueva generación añade su letra.
  • El hombre moderno detesta al cura que afirma que su familiar ha pasado a mejor vida, solo porque lo afirma de manera explícita, y adora en camboo al ateo que afirma que ha pasado a la nulidad más absoluta, solo porque su afirmación es tácita.
  • Una paradoja es una verdad que se adelanta a su contradicción incorporándola a su coherencia.

También me resultó cautivadora esta reflexión larga:

«En las antiguas invasiones costeras, apenas los barcos enemigos aparecían en el horizonte, se encendía un fuego en la torre de vigía más cercana. De inmediato la segunda torre replicaba el fuego de la primera, la tercera la de la segunda, y así sucesivamente hasta comunicar la noticia a todo el territorio para preparar la defensa. Las torres estaban en los lugares más elevados, y a una distancia entre sí ni tan grande como para perderse de vsta, ni tan pequeña como para retardar el mensaje. La tradición tiene un modo parecido de comunicarse. Cada generación que presencia una amenaza alerta a la generación siguiente por medio de alguna señal, sin entretenerse en dar detalles de lo que ha visto ni perder tiempo con argumentaciones. Pero esta forma de comunicación es la que desconcierta a los progresistas, que se niegan a alertar de algo que no han sufrido y a da fe de lo que no han visto, y cuyo rasgo característico consiste en negarse a que la Humanidad avance mientras hablan constantemente del Progreso. Están dispuestos a condenar a las generaciones a un continuo retroceso en la historia, a que regresen para cerciorarse de lo que otros ya han visto, condenándonos así a la experiencia en vez de beneficiarnos de ella. Así como el fuego simbolizaba el peligro, y quien no lo transmitiera a la siguiente torre sería responsable de las desgracias que sufriera la ciudad, así quienes no transmiten las tradiciones cristianas en las que se previenen los peligros, por quererlos experimentar ellos mismos, son responsables de las desgracias que acaban por infiltrarse en una época. También las tradiciones están repletas de formas simples como el fuego, porque como él su misión no es dar un informe detallado de la amenaza, sino una señal de que es real. Por medio de esta simple señal, podemos aprovecharnos de la visión de quienes contemplan la amenaza sin exponernos a su peligro. “No te dejes llevar por la lujuria”. He aquí el fuego. Debe transmitirse así, simplemente, pues el tiempo necesario para convencer a todos los hombres de su verdad con argumentos es el tiempo que necesita la lujuria para invadirlos, y es eso precisamente lo que se intenta evitar. No hace falta que cada generación espere a ser invadida. Los hombres del pasado están en primera línea contemplando la amenaza: ya han sido invadidos por el hedonismo, ya han sufrido sus furores, ya ha devastado a las familias y han cundido las enfermedades. ¿Por qué esperar a que el enemigo avance tierra adentro hasta llegar a nuestra posición?».

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Veo con congoja unas imágenes de la ciudad de Mariúpol completamente arrasada. No sé si la guerra de España se parece a esta mucho o poco. Seguramente poco. Sí sé que esto y el bombardeo de Guernica son exactamente la misma atrocidad.

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Enric Juliana: «Inexorablemente, cuando estalla un gran conflicto en Europa, la respuesta española acaba siendo una espesa pelea interna».


Jueves, 24/3/2022. Una historia popular griega:

«Una religiosa cocinaba unos pescados en una cacerola cuando una voz, una voz débil, pero que venía de Dios en las alturas, le dijo:

—Deja de cocinar, buena mujer, pues la ciudad va a ser capturada por los turcos.

—Cuando estos escados vuelen, cuando salgan vivos de aquí, solo entonces entrará el turco y la ciudad será suya.

Los pescados revivieron, emprendieron el vuelo y el emir entró con su caballería».

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Mueren Madeleine Albright y Luis Roldán. Con todas las distancias que sea necesario salvar, se les podría escribir un obituario común como exponentes del mismo Zeitgeist. A uno le dio por robar y a la otra por considerar que valía la pena medio millón de niños iraquíes muertos [sic] con tal de dar una lección a Sadam Huseín, pero los dos eran vástagos de la misma exizquierda neoliberal y encantada de conocerse del todo vale de los noventa. Polvos, aquellos, que generaron los lodos en los que hoy embarramos.

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Germán Huici: «Plotino repite que “la belleza está allá”. Benjamin define el aura como “la aparición de una lejanía”. La estética tiene que ver con la distancia. En parte, por eso es peligrosa en exceso. Como casi todo».

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Titular de El País: «Cuatro indígenas de la Amazonia venezolana mueren a manos de militares por un conflicto sobre el wifi». Me pregunto qué pensaría, qué escribiría, Walter Benjamin de semejante noticia.

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Me topo por ahí con una captura de pantalla de un libro en el que el entrenador Pepe Mel cuenta cómo vivió la plantilla del Deportivo Alavés el 11-M: «Todavía recuerdo el momento en que el autobús del Alavés (equipo vasco de fútbol) entró en Algeciras. El Goierno seguía diciendo que el atentado era obra de la banda terrorista ETA. La gente nos recibió con gritos de “asesinos”. Óscar Téllez, uno de mis jugadores, no quería jugar. Llorando me decía que él era madrileño y que la tragedia también le había rozado».

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Leído en Twitter: «Ser amable es el nuevo punk».

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Descubro la historia de los amantes de Hasanlu, una pareja de esqueletos abrazados descubiertos en Irán en 1972, que se calcula murieron en torno al año 800 antes de Cristo. Al parecer, después de muchísimos años, las últimas investigaciones dictaminaron que se trataba de una pareja de hombres. Y desde entonces, muchos investigadores quisieron dejar de tratarlos como una pareja de amantes. Homofobia arqueológica.

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La creación del mundo, de Iván Aivazovski (1864):


Viernes, 25/3/2022. Stefan Zweig en El mundo de ayer (1941): «Se creía tan poco en recaídas en la barbarie —por ejemplo, guerras entre los pueblos de Europa— como en brujas y fantasmas».

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Preguntas que me hago: ¿Mariano José de Larra hacía y entregaba todas sus cosas al día, sin dejar jamás para mañana lo que podía hacer hoy? ¿O su «Vuelva usted mañanaasu «Vuelva usted mañana» fue un «consejos vendo que para mí no tengo» del columnismo-tertulianismo del siglo XIX?

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Leo por ahí que Margarita Robles anuncia que se mandará mas «material ofensivo» a Ucrania y no me queda claro si lo que van a enviar a los ucranianos son armas o recopilatorios de las columnas de Alfonso Ussía. Convendría buscar eufemismos menos confusos.


Sábado, 26/3/2022.  Leo que Bertolt Brecht explicaba así la existencia del arte:

«El tema del arte es que el mundo está fuera de quicio. No podemos decir que no habría arte si el mundo no estuviera fuera de quicio, ni que entonces habría arte. No conocemos un mundo que no estuviera fuera de quicio. El mundo de Esquilo, por mucho que las universidades hablen de armonía, estaba lleno de lucha y horror, y como él, el de Shakespeare y el de Homero, el de Dante y el de Cervantes, el de Voltaire y el de Goethe. Por muy pacífico que pareciera el relato, siempre trataba de guerras, y cuando el arte hace las paces con el mundo, lo hace con un mundo guerrero».

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Un pasaje de Joseph Roth:

«En aquel tiempo, antes de la gran guerra, […] todavía tenía importancia que un hombre viviera o muriera. Cuando alguien desaparecía de la faz de la tierra, no era sustituido inmediatamente por otro, para que se olvidara al muerto, sino que quedaba un vacío donde él antes había estado, y los que habían sido testigos de su muerte callaban en cuanto percibían el hueco que había dejado. Si el fuego había devorado una casa en alguna calle, el lugar del incendio permanecía vacío por mucho tiempo, porque los albañiles trabajaban con lentitud y circunspección, y los vecinos, a los que pasaban casualmente por la calle, recordaban el aspecto y las paredes de la casa desaparecida al ver el solar vacío. ¡Así eran entonces las cosas! Todo cuanto crecía necesitaba mucho tiempo para crecer, y también era necesario mucho tiempo para olvidar todo lo que desaparecía. Pero todo lo que había existido dejaba sus huellas y en aquel tiempo se vivía de los recuerdos de la misma forma que hoy se vive de la capacidad de olvidar rápida y profundamente».

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Leo que Santiago Abascal tuvo un bar en Vitoria —la única experiencia en la empresa privada de este hombre que ha vivido del dinero público todo el resto de su vida— que se llamó con el muy poco hispánico nombre Heineken Urban Concept. Quebró, entre otras cosas, porque no pagaba a sus trabajadores. Como se pregunta Migue LS en Twitter, ¿por qué sabemos de hasta la última beca que tuvo Errejón o los nombres de todas las trabajadoras domésticas de toda la dirección de Podemos, pero apenas ha habido eco de esto?


Domingo, 27/3/2022. Comenta Moriche que le comentan lo siguiente en Facebook: «Me gustaría que vinieras por Madrid. Y veas cómo está la gente de exaltada hasta tomando una cerveza en una terraza llamado hijo de puta y terrorista a Pedro Sánchez, mantenida a Irene Montero, etcétera. Mítines políticos en cualquier sitio». Como dice Jónatham, las derechas han conseguido instalar en sus bases una percepción de excepcionalidad política, y arrancar de ellas un compromiso vital equivalente. Cosa que hoy nos falta a nosotros.


Lunes, 28/3/2022. Leo que los ciervos que habitan los bosques entre Baviera y Bohemia nunca traspasan la antigua frontera (parte del Telón de Acero) entre Alemania y Checoslovaquia, a pesar de que ya no existe ningún impedimento: heredaron de sus ancestros el instinto de no atravesar aquella línea donde un día hubo vallas electrificadas.

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Moriche: «Lo viejo no acaba de morir y lo nuevo está naciendo muerto».

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Leemos en El País que «la primera terapia génica sobre la piel cura a niños mariposa de heridas que llevaban años sin cicatrizar». Qué tiempo tan extraño, este. Cómo se entremezclan, en el mismo caudal furioso de noticias, las más asombrosas y esperanzadoras sobre descubrimientos científicos deslumbrantes con las mayores sordideces y horrores antediluvianos del ser humano. La historia no transcurre: se ensancha. Hacia arriba y hacia abajo, hacia delante y hacia atrás.

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Que solo en Rusia haya oligarcas es un poco como lo de que solo los gitanos monten reyertas.

El runrún interior (44)


Pablo Batalla Cueto (Gijón, 1987) es licenciado en historia y máster en gestión del patrimonio histórico-artístico por la Universidad de Salamanca, pero ha venido desempeñándose como periodista y corrector de estilo. Ha sido o es colaborador de los periódicos y revistas Asturias24, La Voz de Asturias, Atlántica XXII, NevilleCrítica.cl, La Soga, Nortes, LaU, La Marea y CTXT; dirige desde 2013 A Quemarropa, periódico oficial de la Semana Negra de Gijón, y desde 2018 es coordinador de EL CUADERNO. Ha publicado los libros Si cantara el gallo rojo: biografía social de Jesús Montes Estrada, ‘Churruca’ (2017), La virtud en la montaña: vindicación de un alpinismo lento, ilustrado y anticapitalista (2019) y Los nuevos odres del nacionalismo español (2021).

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