El runrún interior

El runrún interior (107)

Pablo Batalla Cueto registra en su dietario pensamientos propios y notas de libros leídos y cosas vistas en Internet, escribiendo sobre la entrada de Vox en el Ayuntamiento de Gijón o la lectura de ‘La construcción del Estado en España’, de Juan Pro.

/ por Pablo Batalla Cueto /

El runrún interior (106)

Martes, 13/6/2023. Por lo visto, en Gijón, Foro, que instrumentalizó el tema medioambiental durante la última legislatura, hasta el punto de encandilar a algún amigo mío de la plataforma anticontaminación, le va a dar Medio Ambiente al PP, de quien ya podemos imaginarnos cuál va a ser su política medioambiental. A disfrutar de lo votado, y tal.

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Dice Feijóo que «si el PP gana, habrá una oportunidad de reconstruir el PSOE que existía antes de Sánchez», pero en Twitter veo recopilar estos titulares de El Mundo, ABC y Vozpópuli: «El felipismo es el pecado original de la democracia española»; «Zapatero, lastre para el PSOE»; «El problema del PSOE se llama Rubalcaba»; «Sánchez ya es el principal problema del PSOE». Así que no sabe uno si Feijóo se refiere al PSOE de Llopis, al de Largo Caballero o al de Pablo Iglesias.

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César Rendueles:

«La inteligencia teórica, la habilidad comunicativa, la capacidad organizativa y la astucia política raramente coinciden en la misma persona. Gente muy lista en lo teórico roza el defecto cognitivo en la práctica política, grandes comunicadores aniquilan organizaciones… Y al revés. Personas sin un gran bagaje teórico tienen una impresionante capacidad para leer la realidad política y proponer movimientos audaces. O bien son la argamasa personal de vínculos organizativos sólidos. Los medios de comunicación, la academia, la política institucional son imanes para el tipo de personalidad narcisista que prefiere arrancarse la lengua a mordiscos antes que reconocer esa división del trabajo. El rey filósofo pero a escala de presidente de la comunidad de vecinos. Que hayas escrito un ensayo interesante o lo hagas muy bien en una tertulia de la tele o en un mitin no hace que tus comentarios sobre la estrategia de una organización resulten particularmente inteligentes. Ni siquiera interesantes. Y esto es todo lo que tengo que decir sobre la enorme cantidad de declaraciones autodestructivas que, no me cabe duda, vamos a seguir escuchando en estos cuarenta días en los que la mayor coalición de izquierdas de la historia de la democracia se juega tanto».

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La moderación política es un cuento chino; una radicalidad defensora del orden existente, que ya decía Brecht que no es ningún orden. Pero hacen gracia los ataques «desde la moderación» a Sánchez. Si ha habido un presidente moderador en los últimos cuarenta años (más que Suárez, más que Felipe), ha sido él. Si el conservadurismo de esos críticos fuera honesto y altruista, estarían, literalmente, besando el suelo que pisa Sánchez; le harían estatuas, bautizarían aeropuertos y polideportivos con su nombre. Lo digo sin ningún atisbo de hipérbole ni de boutade. Bajo su mandato se ha apagado el Procés (hasta el punto de que el PP ya se plantee pactar, la clase es la clase, la alcaldía de nada menos que Barcelona con el partido de Puigdemont), la izquierda abertzale se expresa como un apacible partido socialdemócrata, la española como otro… Podrá perder las elecciones porque los teóricos moderados, ahora, son en realidad revolucionarios que, como explicaba Steve Bannon cuando se declaraba «leninista de derechas», quieren, no conservar, sino demoler el orden existente. Y porque los famosos relatos tienen su fuerza y son capaces de hacernos ver las cosas al revés de lo que son. Pero hasta la puñetera economía va bien, y hasta las relaciones con el puñetero Estados Unidos son mejores que nunca. ¿Qué más quieren?

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Leo que Orlegi planea crear un Sporting de Gijón C, cuya plantilla «esté formada por una mezcla de jugadores extranjeros y nacionales de entre 18 y 23 años. 10 de ellos serán “futbolistas de pago”, que abonarán unos 38.000 euros por ser miembros del tercer equipo y a su vez residentes de la Academia Internacional». Por si dos sportings no significaran suficiente desolación en el mundo, ahora otro en el que jugar previo pago de treinta y ocho mil mortadelos, que no son dinero si lo que compran es el lujazo de que te lesione el menisco un aguerrido central del Urraca FC o el TSK Roces. Ay, Señor.

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Se anuncia que PP y Vox acuerdan gobernar juntos la Comunidad Valenciana. Van menudeando ya los Pactos de la Tuberculosis. De nosotros depende que del 23-J salga otro o sea una nueva coalición katejónica en la que quepan desde Tomás Guitarte hasta Oskar Matute.

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Leo que el ecologista Juantxo López de Uralde considera «muy grave» la decisión de Yolanda Díaz de no otorgarle un puesto de salida: considera este buen señor que lo es que no haya «nadie representando este perfil». No sé si el relegamiento me parece bien o mal, porque no sé a quién ha beneficiado, pero hay que joderse con estos argumentos luiscatórcicos que van dando los relegados y las relegadas. Le féminisme, c’est moi; el ecologismo soy yo. Si yo no estoy, no está el feminismo; si yo no estoy, no está el ecologismo.

A tenor de esto he recordado, de la breve época en la que cubrí política local como periodista, en Gijón en los tiempos de Asturias24, lo que me llamaba la atención cierto edil que, en las ruedas de prensa y en los plenos, leía sus intervenciones en un papel. Carecía de carisma, no tenía estudios superiores, venía de la fábrica. Pero era un buen concejal. Cuando veo la Kings League de fichajes de relumbrón en que vamos convirtiendo la política, y también la de izquierdas, me acuerdo de él y de lo bonito —lo áticamente democrático— que me parecía escuchar sus intervenciones torpes y monótonas tras las chácharas salerosas de político profesional de otros, viendo en ellas una expresión de igualdad, de justicia social. Cualquiera puede ser, cualquiera debe poder ser tribuno, y, sobre todo, cualquiera puede ser un buen tribuno.

La democracia griega se diferencia de la moderna en que su gran preocupación, que determinaba la adopción de mecanismos de compensación encaminados a ello (como el sorteo), era evitar las derivas oligárquicas. Lo que procura la moderna, en cambio, es precaverse, no de las élites, sino de las masas. En teoría, la izquierda va de helenizar en ese sentido (no en otros como la exclusión de las mujeres, claro) la democracia moderna. Pero mucho me temo que estemos abandonando ese afán. Nos van gustando demasiado los fichajes de preparaos y demasiado poco la igualdad radical en la que en otro tiempo creíamos, y yo personalmente sigo creyendo; esa igualdad que —como explica César Rendueles en su último libro— no es la igualdad de oportunidades, no es la igualdad de partida, sino la de llegada. La del ideal ateniense del presidente por sorteo, que justamente por no estar preparado y conocer sus carencias va a ser más prudente, a escuchar más, a dejarse asesorar por esos expertos a quienes no hay por qué despreciar, sino solo refrenar, no satisfacer sus ínfulas de élite obligatoria.

Lo apunta bien Víctor Reloba: antes se hablaba de corrientes ideológicas (trotskista, eurocomunista, ortodoxo, socialdemócrata…); luego pasó a hablarse de corrientes representadas por personas, pero ideológicas pese a todo (anguitismo, llamazarismo…); y ahora ya de personas, sin debate ideológico explícito siquiera. Bien es cierto que también tiene razón Jónatham Moriche: «A mí también me desagrada —y en otras circunstancias me opondría a— este monocultivo de la aristocracia de Estado. Pero que la cantera alternativa a esta de cuadros políticos para la izquierda, que son los movimientos sociales, esté casi totalmente agostada o demenciada, no es culpa de Díaz».


Miércoles, 14/6/2023. Madrid —se anuncia— acogerá la playa urbana de olas artificiales más grande de Europa. Proyectos disparatados inspirados en países de nuestro entorno como los Emiratos Árabes, con sus pistas de esquí en medio del desierto y demás.

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Entrevistan en El Español a una chica, Inma, que ha sacado un 13,97 sobre 14 en la EBAU murciana. Cuenta que le encanta leer, jugar a videojuegos y, de vez en cuando, salir con sus amigos, pero que este no es su pasatiempo favorito. «Depende mucho de la persona, yo no soy una que salga mucho de fiesta especialmente. Sí que me gusta estar con mis amigos, pero ahora con los estudios era más difícil, así que prefiero estar sola, conmigo misma, hacer las cosas que a mí me gustan por individual, en mi casa, a salir de fiesta por ahí». Y hay quien se mete con ella, diciéndole que está desperdiciando su vida, pero yo que, en esos años, me sentí absurdo muchas veces, obligándome a hacer planes que realmente no me apetecían, solo puedo felicitarla por que lo tenga tan claro. Llega a ser fastidiada la presión de la fiesta, del salir, del considerársete un muermo si no quieres; o si sí quieres, pero a sentarse en una cervecería a charlar en lugar de a una picadora de carne humana a infraligotear, drogarse y atolondrarse el tarro con pseudomúsica. Tan mal está que te corten las alas como que te obliguen a desplegarlas; a volar el vuelo decretado por otros. Olé tú, Inma.

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En el diario La Gaceta, alaban a Silvia Orriols, la nueva alcaldesa ultraderechista de Ripoll, militante de un pequeño partido independentista catalán, Aliança Catalana, pero de discurso neofascista e islamófobo. Escribe Miquel Giménez: «Si algo se debe agradecer a la señora Orriols es que, aunque desde el separatismo más intransigente, haya puesto el paño al púlpito con un problema que afecta gravísimamente a la sociedad europea en su conjunto». España, antes rota que marrón.

La inefable Pilar Rahola, por su parte, rechaza el cordón sanitario contra la Orriols: dice que «plantea problemas reales que preocupan a los ciudadanos» y que «el fascismo es otra cosa». Cabe recordar que Rahola es una gran admiradora y defensora de Israel, como casi todas las ultraderechas contemporáneas. Una de las diferencias entre el fascismo de hace un siglo y el actual es que aquel era antisemita, pero islamófilo, y hoy sucede al revés. Netanyahu como modelo, los musulmanes como pueblo maldito al que exterminar.


Jueves, 15/6/2023. En un bonito pasaje de mi próxima entrevista biográfica para Nortes, David Guardado, gijonés, pero que pasó su infancia en Piloña, me habla de la labor de rescate de militantes socialistas durmientes durante la Transición, abordada, entre otros, por Xuan Xosé Sánchez Vicente, entonces director del instituto local y militante del PSP: «Xuan, de aquella, hacía lo que mi padre, cuando iba por los chigres de los pueblos a hacer clientes del banco, pero para recuperar militantes socialistas. El PSOE prácticamente no existía, pero ibas a un chigre a tomar un vasu y… “oye, tal; oye, ¿cuando la guerra…?”, y de repente escuchabas a lo mejor: “joder, ¡el padre d’esi llevó unes hosties…!”. Iba buscando durmientes a partir de lo que le contaban en los chigres, y así recompusieron mucho de lo que había antes».

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Dice el delegado del Gobierno en Madrid sobre Bildu que «han hecho más por España que los patrioteros de pulsera». Tiene más razón que un santo, y hay que decirlo más y sin el menor complejo.

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Entrevistan en El Confidencial al politólogo Tarik Abou-Chadi, que hace un apunte interesante: España no es una excepción en Europa en lo que respecta a los pactos entre derecha y extrema derecha, que ya se van dando, poco a poco, en todas partes. La diferencia es que, en otros países, el proceso de aproximación tomó años, fue progresivo, renqueante, titubeante; pero aquí se produjo de inmediato. En cuanto la ultraderecha apareció en escena, la derecha ya estaba pactando con ella. Cosas de ser un país philipkadickiano, en el que el Eje ganó la guerra en lugar de perderla.


Viernes, 16/6/2023. Nueva encuesta del CIS con números despampanantemente buenos para la izquierda. La gente lo comenta con entusiasmo. A mí, esta especie de pacto ficcional colectivo de seguir dando credibilidad a estas encuestas me parece ridícula.

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En El País:

«EL GATILLAZO DE LOS “POLLOFRES”: LA TIENDAS DE DULCES CON FORMAS SEXUALES SE EXTINGUEN.

 En 2021 abrieron en España decenas de locales que vendían uno de los productos de moda: el gofre con forma de pene. Hoy estos dulces eróticos no causan furor, y la gran mayoría de los establecimientos han cerrado. [… T]odo este furor por los pasteles inspirados en los países bajos —sí, en minúsculas— resultó ser una moda gastronómica más. Como ocurrió con los locales de empanadas argentinas o los que servían boles de cereales, la mayoría de estos también perdieron clientes de forma progresiva. Así, en los últimos meses han cerrado tiendas de gofres eróticos en Vigo, Algeciras, Toledo, León, A Coruña, Murcia, San Sebastián, Pamplona, Girona, Las Palmas de Gran Canaria, Vitoria, Santiago de Compostela, Zaragoza, Valladolid, Madrid o Sevilla, entre otras localidades».

Pienso que estos negocios absurdos que fracasan a los dos meses de abrirse porque son, a todas luces, una simple e idiota moda hípster también son una exhibición de estatus. No creo que jamás los monte un sufrido currante que ha ahorrado durante años. Son caprichos de rico, que si fracasan, pues fracasaron.

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Finalmente, Foro pacta con Vox y habrá un concejal ultraderechista en Gijón, al mando de los Festejos. Horrible. Pero leo a un tuitero decir que «Gijón es mucho más abierta y plural que todo esto». Y disiento. Gijón es exactamente esto: una ciudad envejecida, aburguesada y autocomplaciente, que fue rebelde hace mil años y vive de esas rentas, pero se ha vuelto mezquina y conservadora sin darse ni cuenta.

La alianza incluye, entre otros puntos, asfixiar la promoción del asturiano. Y también cabe recordar que a este partido asturinista, denme cursivas más inclinadas, estaban algunos en la izquierda dispuestos a pagarle el precio de abolir el impuesto de sucesiones, a supuesto cambio de la oficialidad. Hay gente que no es más pardilla porque no se entrena. A Moriyón, esa señora tan maja, tan entrañable, tan dulce, tan moderada, que estuvo en la foto de Colón pero se conocía que fue porque se había perdido, la votaron algunos miles de votantes de izquierdas a los que habría que correr a gorrazos hasta Castropol. El Cascayu hacía feo. En fin.

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Un pasaje de Santos Juliá que rescata hoy Edgar Straehle:

«Había más monárquicos colaborando con El Pardo que peregrinando a Estoril; había más católicos, democristianos o no, en los ministerios que en los partidos de Giménez Fernández, Gil Robles o Ruiz-Giménez juntos; había más falangistas en el Movimiento que entre los seguidores de Ridruejo. La capacidad de cooptación de personalidades de esas familias por parte del régimen era tan ilimitada como reducida era la capacidad de crecimiento de una verdadera oposición al sistema en torno a dirigentes procedentes del interior del sistema».


Sábado, 17/6/2023. Un buen análisis de Xandru Fernández de lo de Gijón:

«Vivo en Xixón desde 1999. Mentiría si dijera que me sorprende este “giro de los acontecimientos”. No hay ningún giro. En esta ciudad se ha constituido una masa de propietarios que ya era políticamente decisiva hace ocho años y a la que solo frenaba la incapacidad de las derechas para sobreponerse a sus guerras intestinas. También influía la robustez de unas estructuras de gestión creadas y fortalecidas por la izquierda hegemónica en los años ochenta y noventa. Pero hace ya tiempo que esa hegemonía no es tal y esas estructuras ya no funcionan como solían.

En 2011 ganó Foro y a más de uno se le vino el mundo encima: parecía que se hubiera violado una ley no escrita según la cual Xixón tenía que ser de izquierdas. Tenía que seguir siéndolo y daba lo mismo que hubiera dejado de ser una ciudad industrial y que los dirigentes de las izquierdas locales y sus principales beneficiarios constituyeran una de las camarillas más elitistas y antipáticas del planeta. En 2015 hubo la oportunidad de revertir cuatro años de Foro sin caer en las brasas del PSOE, pero la ineptitud de Podemos y de su candidato a alcalde aniquiló las expectativas (altas y realistas) de un tejido activista aún muy oxigenado y comprometido con el futuro de la ciudad. La soberbia del PSOE cuando volvió al poder en 2019 radicalizó a esa masa de propietarios que todavía dudaba entre su histórico representante en el Ayuntamiento (ese mismo PSOE) y los nuevos aspirantes a gestores del IBI (léase con atención el punto del acuerdo de Foro con Vox). Por lo demás, no es ningún secreto que el mapa de las derechas en España corre parejo con el de los conciertos educativos, y Xixón es un buen ejemplo de ello: entre jesuitas, inmaculadas y ursulinas, aquí no hacen falta sotoivares ni anarrosas que hagan el trabajo sucio.

“Si hay esperanza, está en los proles”. Algo que la izquierda de Xixón parece haber olvidado es que los grandes damnificados de las mutaciones de esta ciudad son los barrios del oeste y del sur. Todo se disputa en el centro. Y se olvida que, junto a los prejubilados de HUNOSA y ENSIDESA, en los años noventa y dos mil llegaban inmigrantes de todo el mundo, pero la gerencia socialista solo miraba por los primeros, porque eran los que hacían que aumentara el valor del suelo, para regocijo de las élites locales. Pues bien, aquí la tenemos, a esa masa rentista que cuando yo llegué a la ciudad todavía estaba en formación, pero no ha dejado de crecer y asentarse sin grandes sobresaltos. Ganaron Bimba y Lola y ahora van a gobernar como siempre lo hacen los señoritos: sin hacer prisioneros».

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La historia de España es una intermitencia de torpes vicalvaradas y caóticos sexenios revolucionarios, sucedidos por una larga Restauración.


Domingo, 18/6/2023. Como leo decir a Lucía Tolosa, nadie ha llegado a definir tan bien el amor como lo hizo Ortega: «Amar una cosa es estar empeñado en que exista; no admitir, en la medida que depende de uno, la posibilidad de un universo donde aquel objeto esté ausente».


Lunes, 19/6/2023. Creo que estoy de acuerdo con esto que leo decir a Gabriel Albiac:

«Lo primero que tiene que hacer todo aquel que quiera ser libre es tirar la esperanza al cubo de la basura, ahora y siempre. Spinoza decía, y ese es uno de los grandes hallazgos del Barroco, que hay dos mecanismos blindados de servidumbre: el miedo y la esperanza. Se somete a la servidumbre a los hombres poniéndoles un temor insuperable o induciéndolos una esperanza para controlarles. De los dos procedimientos de Spinoza, el primero puede ser roto. El segundo es el más terrible, el más difícil de romper. Si alguien quiere ser libre lo que debe hacer es actuar sin esperanzas».

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Germán Huici: «A las culturas que nunca han creído en un paraíso después de la muerte también les angustia la muerte, pero no les angustia haber dejado de creer en un paraíso después de la muerte».

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Leo que, en una nota de final del siglo XIX, que nunca fue publicada y que conocemos gracias a Pruden Gartzia, autor de una tesis doctoral sobre Menéndez Pidal, este esbozaba así un programa ideológico de estudio y posterior eliminación del asturiano:

«Acábase la introducción haciendo votos por la desaparición en breve del dialecto mediante el servicio militar obligatorio y la universalidad de la instrucción primaria castellana; que se sumen los 600.000 habitantes que hablan asturiano al caudal de los que hablan la lengua de Cervantes y Lope sin que como a los catalanes nos ciegue el prurito infantil de crear una lengua literaria. Teniendo la hermosa de Castilla, a qué agregar más literaturas pobres y efímeras que no han dado a la literatura universal obra ninguna. Estos dialectos lo mejor que podemos desearles es que sean bien estudiados por la ciencia y luego que desaparezcan».

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Leemos hoy que Carina Mejías, que pasó del PP a Ciudadanos, será ahora la número 2 de Vox por Barcelona. Hay un episodio de Los Simpson en el que, en una feria, la comida de todos los variados stands de gastronomía étnica sale de una misma marmita subterránea, a través de unos tubos: es exactamente el mismo rancho, sazonado con especias distintas, y diferentemente etiquetado. La derecha española es exactamente así. La marmita subterránea es la victoria del treinta y nueve. El rancho genérico, la vocación de preservarla. Y las especias, lo que esté de moda en cada momento, o la marca que a cada cual le apetezca asociarse: el sabor yuppie, el tecnócrata o el rancio.

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Voy terminando el monumental La construcción del Estado en España, de Juan Pro, donde hoy leo pasajes interesantes sobre la inextricabilidad de la construcción de los Estados-nación y la del capitalismo. Pro explica bien esto que, no por sabido, es menos conveniente recordar periódicamente:

«El concepto de Estado nacional surgido de las revoluciones liberales […] venía ligado a una nueva concepción de la vida económica, que era el sistema capitalista o de economía de mercado. Esto fue así también en la Revolución española. Desde el comienzo, la construcción del Estado-nación avanzó en paralelo al desarrollo económico capitalista, albergando los procesos de industrialización. En muchos casos —como en la desamortización, por ejemplo—, resulta difícil deslindar cuánto tenía de político y cuánto de económico: si estaban más inspiradas por el objetivo de construir un Estado nacional o el de construir un mercado, que también era nacional. Porque, efectivamente, una primera constatación que hay que hacer es que Estado y mercado se reforzaron mutuamente a medida que se iban definiendo, siempre ligados a un mismo espacio geográfico y mental, que era el de la nación.

El capitalismo empezó desarrollándose en un ámbito estrictamente nacional, que el Estado debió unificar y proteger, creando un mercado nacional; y solo cuando ese ámbito se quedó pequeño y la globalización llevó la lógica del capitalismo a una escala mundial, se superó aquel marco económico del mercado nacional. Pero cuando eso ha ocurrido, desde finales del siglo XX para acá, también el Estado nacional ha entrado en crisis, desafiado su poder soberano por otras instancias, en lo que podríamos denominar la crisis actual del Estado-nación.

Más allá de esta primera constatación histórica, hay que pensar que el propio concepto de sistema económico como el marco o las reglas del juego en las que se desarrollan las actividades de producción, distribución y consumo de los recursos, es una creación estatal. La economía no se desarrolla en un espacio neutro, de carácter natural, sino en espacios regulados y estructurados desde el poder político, que en la Edad Contemporánea ha adquirido la forma del Estado-nación. El Estado es el constructor y el garante del sistema económico, al mismo tiempo que la economía condiciona las posibilidades de desarrollo y de acción del Estado, en un proceso de influencias mutuas. Por tanto, nada de lo que pase en la economía de un país es ajeno a las características de su Estado. Es importante aclararlo, porque las corrientes teóricas hegemónicas en la actualidad apuntan en otra dirección. Para empezar, el liberalismo económico tiende a dar por supuesto que existe algo así como un orden económico natural, que actúa tanto más eficazmente cuanto más se abstengan las instituciones políticas de intervenir en la economía. Esta fe liberal, que el neoliberalismo actual ha convertido en ortodoxia, choca con la evidencia histórica de que no hay vida económica en abstracto, sino ligada a unos determinados derechos de propiedad, mecanismos de herencia, regulaciones mercantiles y crediticias, moneda, delimitaciones de lo que es legal y lo que no, etc.; y que todo esto es definido y sostenido desde el Estado. [… E]l estado regula los derechos de propiedad, legisla sobre la organización de las unidades productivas, crea y administra los medios de pago, vigila el orden público, reglamenta los mercados, controla la movilidad de los recursos por el territorio, pone límites a las relaciones laborales, prohíbe determinadas actividades y subvenciona o promueve otras, contribuye a la formación de la fuerza de trabajo, etc. No hay vida económica posible sin una institucionalización del marco en el que se desarrolla».

Es muy bueno también este apunte sobre el catastro y su dimensión cultural:

«El catastro parcelario, que se empezó a levantar en 1906, es una de las manifestaciones más depuradas de la intervención del Estado sobre el territorio: implica la voluntad de controlar desde el Gobierno cada palmo de terreno de la nación, controlar en el doble sentido de conocer en detalle —con una descripción de las características físicas, económicas y jurídicas de cada porción de suelo— y de dar al Estado capacidad para apropiarse de una parte de esos recursos —por la vía del impuesto— o actuar sobre ellos. Pero, al mismo tiempo, el catastro es un producto cultural, que refleja una concepción del territorio como un mosaico de propiedades: la nación es una suma de parcelas que necesariamente tienen que estar asignadas a un propietario particular, o en su defecto al Estado mismo, sin que se conciban otras situaciones más complejas o indefinidas; de ahí los portentosos trabajos de medición de los términos municipales haciendo que su superficie total fuera exactamente equivalente a la suma de todas las superficies detectadas y medidas en el pueblo, sin dejar fuera ni caminos, ni cunetas, ni cauces de ríos ni terrenos baldíos, ni playas ni calles, ni edificios ni solares… De alguna manera, el catastro parcelario conllevaba una concepción del territorio como mercancía que se podía medir, contar, valorar y apropiar».

El runrún interior (108)


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Pablo Batalla Cueto (Gijón, 1987) es licenciado en historia y máster en gestión del patrimonio histórico-artístico por la Universidad de Salamanca, pero ha venido desempeñándose como periodista y corrector de estilo. Ha sido o es colaborador de los periódicos y revistas Asturias24, La Voz de Asturias, Atlántica XXII, NevilleCrítica.cl, La Soga, Nortes, LaU, La Marea, CTXT y Público; dirige desde 2013 A Quemarropa, periódico oficial de la Semana Negra de Gijón, y desde 2018 es coordinador de EL CUADERNO. Ha publicado los libros Si cantara el gallo rojo: biografía social de Jesús Montes Estrada, ‘Churruca’ (2017), La virtud en la montaña: vindicación de un alpinismo lento, ilustrado y anticapitalista (2019) y Los nuevos odres del nacionalismo español (2021).

3 comments on “El runrún interior (107)

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  2. guillermoquintsalonso

    En la Comunidad Valencia alguna mayoría absoluta se ganó o fundamentó por parte de Camps sobre el concierto con los centros de bachillerato. Ese apunte que haces podría y debería ser considerado en toda la piel de toro. Guillermo

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