/ por Pablo Batalla Cueto /
Martes, 6/6/2023. Veo un mapa de los clubes de fútbol que estarán en Primera División el año que viene, con los escudos dibujados sobre la provincia de origen de cada cuál. Llama la atención lo poco repartidos que están por el país. Hay cuatro madrileños, dos vasconavarros, cinco andaluces, dos valencianos, dos catalanes, uno en cada archipiélago. Todo el oeste español es un inmenso espacio vacío, con la salvedad del Celta de Vigo. No hay clubes asturianos, ni cántabros, ni leoneses, ni castellanos, ni riojanos, ni extremeños. Tampoco manchegos, ni murcianos, ni aragoneses. Si uno recuerda los tiempos en que coincidían en la máxima categoría el Sporting y el Oviedo, el Racing de Santander, el Mérida y el Extremadura, el Salamanca, el Albacete, el Numancia, el Zaragoza, el Logroñés…, se da cuenta de que se ha ido dando una concentración que nos dice algo, creo, sobre el devenir general del país. «¡Mapas, mapas!», dice siempre Enric Juliana.
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Se masca la tragedia en Castilla y León, donde a instancias de Vox para agradar a los ganaderos —de cuántas maneras son estas gentes enemigas de la vida— se han relajado los controles de la tuberculosis bovina, de lo cual puede salir una epidemia dantesca: ha habido ya algún caso de contagio a seres humanos, y en Riaño ha sucedido que un ganadero sacrifique voluntariamente —lo cual indica la magnitud del problema— a más 115 de sus reses, debido al positivo de una. Cualquiera pensaría que eso sería una sentencia de muerte para el partido ultraderechista, pero circula ya el bulo salvador de que la tuberculosis es mentira, y un maquiavélico plan de la demonizada Agenda2030 para acabar con la agroganadería europea e importar carne marroquí. «Borrado de» + antineoliberalismo atolondrado, esa plantilla universal de la conspiranoia reaccionaria, aquí con el siempre resultón aderezo de unos moros aviesos. Vivimos rodeados de hijos de puta y de imbéciles.
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Se negocia la formación de Sumar, la candidatura de izquierdas que va tejiéndose en torno a la vicepresidenta Yolanda Díaz. Y se habla de vetar a Irene Montero; de imponerle a Podemos esa condición para entrar en la coalición. Personalmente, creo que es un error. En primer lugar, ha sido una ministra buena y valerosa, y ha sufrido ataques espantosos por ello. Es injusto no premiarla por ello. Pero, sobre todo, es un error, y ya decía Fouché que había una cosa peor que un crimen, y era un error. Es validar las críticas a lo hecho desde el Ministerio de Igualdad, lo cual, además de no ser justo y de desamparar a sus beneficiarios, que han sido muchos y muchas, es una muestra de debilidad que solo puede penalizarnos electoralmente. Mantener a Irene Montero tal vez reste algún voto, pero esto restará más. Si uno mismo reconoce —en una campaña que se va a basar en defender el gobierno de coalición, y en animar a reeditarlo— que designó una ministra que lo hizo tan sumamente mal como para apartarla él mismo, la gente no va a votar al siguiente que designe. No van a verlo como un partido sensato y de fiar; va a quedar deslegitimado como fuerza de gobierno, sea quien sea su candidato para gobernar. Lo del PSOE y la alcaldesa Ana González en Gijón debería enseñarnos una lección en ese sentido.
Por otro lado, leo críticas furiosas, desde la izquierda, a Irene Montero en el sentido de que «no es dialogante», de que «no está preparada», que me indignan, porque me parecen versiones suaves (y no demasiado) del estereotipo de la mujer histérica y la cajera tonta que maneja la Brunete mediática, machista y clasista, estándar (y me parece que no se harían de un hombre). Y que nos metemos un gol en propia puerta haciéndolo; que regalamos el marco al enemigo.
Hay más cosas que no me están gustando de Sumar, empezando por lo que ha pasado en Asturias, donde muchos y muchas promovíamos que el cabeza de lista fuera Juan Ponte, concejal de Cultura de Mieres. Nos parecía, no ya el candidato ideal, sino el obvio: todo lo que ha hecho en Mieres es impresionante; tiene juventud y experiencia, creatividad, una cultura oceánica que sin embargo no lo encierra en una torre de marfil, un pedigrí proletario y minero que no lo hace alérgico a las luchas de la diversidad; conoce Asturias y su problemática y, sobre todo, trabaja como un animal. Pero el candidato, finalmente, y tras negarle a IU —que es la segunda fuerza municipalista en Asturias, por encima del PP— el número 1, será Rafael Cofiño, quien fuera director general de Salud Pública con el PSOE. No es que sea un mal candidato. Pero no me están gustando nada los argumentos que se dan para defender su idoneidad, que me parece, con todo el respeto a quienes los utilizan, que revelan algo preocupante sobre Sumar. Veo, por ejemplo, un tuit de Xabel Vegas que lo ensalza en estos términos: «una buena persona y un profesional brillante que cuidó de todos nosotros en los momentos más difíciles. Encarna lo mejor de la sociedad civil. Con él vamos a Sumar Más». Una buena persona: moralismo. Un profesional brillante: tecnocracia. Cuidó de todos nosotros: paternalismo. A mí no me gusta la tecnocracia, tampoco la de izquierda. Si Cofiño es un buen candidato, no será porque sea un excelente profesional, o un excelente gestor. Ponte es un excelente profesional y un excelente gestor, pero no nos gusta por eso, sino por tener una visión completa de la polis, y sobre todo de cómo transformar —no meramente gobernar— la polis.
El espíritu de cada época se expresa mejor en las pelis malas que en las buenas, dice Žižek. Y tal vez el de la nuestra, en lo que respecta a la política, lo exprese, pese a todo, muy bien mi tocayo de apellido Luis Cueto, por más que su partido se la haya pegado; ese dantesco Recupera Madrid que hacía bandera del reemplazo de los políticos por profesionales. Sumar, de manera, desde luego, más sofisticada, va cogiendo también esos tonos; un gusto por los fichajes de altos funcionarios que no es que yo no tenga en absoluto, pero al que no quiero que se limite un partido de izquierda. Ni siquiera tengo claro que funcione electoralmente esta cosa de arrebatarle cuadros al PSOE. ¿Queremos ser un PSOE 2 (y que la gente vote por el 1, prefiriendo el original a la copia? ¿O seguimos queriendo, con respeto y disposición al pacto antifascista, una izquierda alternativa, distinta, inconformista, transformadora?
El problema, claro, es que Podemos, que podría ser la fuerza que velase con lealtad por que Sumar no tomase esa deriva, está a otras cosas. Lo resume muy bien Ramón Espinar: «En lugar de gestionar el Podemos post-Iglesias, están gestionando el Iglesias post-Podemos. Una comunidad virtual al estilo de las de los YouTubers con identidad colectiva, interacción cotidiana y paso por caja que, en lugar de hablar de videojuegos y fútbol, habla de política».
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Leemos hoy que «el PP rechaza un gobierno de Collboni y Colau en Barcelona y allana la alcaldía para Trias». La clase es la clase…
En Gijón, parece que Foro pactará con Vox para alcanzar la alcaldía. Como mínimo, están negociando. El partido de la tuberculosis llenó Asturias, hace un par de años, de carteles contra Adrián Pumares, que ha sido el candidato forista en las últimas autonómicas, por su —teórico, luego no concretado— apoyo a la oficialidad de la lengua asturiana. Uno era su cara tachada y el otro lo dibujaba besándose con el presidente socialista Adrián Barbón. Señalamiento fascista y homofobia que, ahora, no impiden el amagüestu con Vox, ello pese a que entonces se publicó que Foro «rompía puentes» con Vox por la campaña de acoso contra su diputado. Se conoce que los puentes eran levadizos.La falta de amor propio es impresionante. Debe haberla en algún grado en la política, que no es una disputa moral, sino conflicto de intereses, pero esto es otro nivel. En fin: la clase. Ojalá nosotros tuviéramos eso tan claro como nuestros enemigos.
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Propone Isaías Lafuente un eslogan estupendo para la izquierda en las próximas generales: «El 23-J, no te hagas derogar».
Miércoles, 7/6/2023. Lapidario vaticinio de Diego Díaz: en los próximos años, deberemos «organizarnos para conjurar el temor a largos gobiernos de las derechas, salpicados por efímeros paréntesis progresistas. Es decir, el modelo Oviedo». Sí: ahora, todos somos Oviedo. No voy a dormir en una semana.
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Veo, encogiéndoseme el alma al verlo, el vídeo de una mujer andaluza, Soledad, de sesenta y seis años, a la que acaban de rescindirle el contrato de alquiler de la vivienda en la que reside desde hace treinta y seis, y que se lo cuenta llorando a las cámaras de Andalucía Directo. La nueva propietaria es una empresa que se dedica a arreglar pisos para luego revenderlos. Lo que pasará o puede pasar ahora, lo enumera bien Pepo Jiménez: «Si Soledad no tiene donde ir, se quedará en esa casa. Y la llamarán okupa. Y una empresa de nazis legalizados la amenazará para que se vaya. Y acabará en la calle. Y medio país aplaudirá que ya no hay chusma okupando. Y la chusma real seguirá trabajando para que esto no cambie».
Paula Llaves hace un apunte certero:
«Pienso en la señora a la que desalojan porque, tras 36 años pagando el alquiler, le han vendido su casa a un fondo inmobiliario y pienso trambién que en esos 36 años esa señora ya ha pagado tres veces el precio de tasación de esa casa. Y de si no se deberían computar esos años para facilitar, especialmente a personas de edad avanzada, que sufren mucho más los desplazamientos de entorno tanto a nivel de salud física y cognitiva como social, el usufructo de esas viviendas que, en realidad, ya han pagado».
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Sagaz observación de Xan López: «Sigo viendo gente en mi entorno con actitudes totalmente despectivas sobre la gestión institucional pero que tienen planes vitales detallados a cinco o diez años vista que dependen de una estabilidad notable en ese ámbito. Una contradicción sintomática. Habrá que decirlo todas las veces que haga falta: la actitud por defecto y por lo tanto conformista del sujeto neoliberal es la distancia irónica y descreída. Que eso confluya a escondidas con planes de vida normativos y predecibles no es raro».
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Un lúcido párrafo de Otra historia del arte, de Miguel Ángel Cajigal, que veo compartir en Twitter. Sobre el aura del arte, del patrimonio; sobre qué lleva a las cosas a la vitrina de un museo, y sobre el arte contemporáneo:
«Admiramos sin rubor un trozo de mosaico romano en un museo como si fuese la quintaesencia de la creación humana, cuando quizás no se creó como mucho más que un vulgar pavimento sobre el que la gente caminaba. Lo hacemos porque viene del pasado y porque está en una vitrina, con lo cual los avales de antigüedad y prestigio aparecen representados. Pero si cometemos la osadía de llamar Arte (con mayúsculas) a un plátano pegado a la pared con cinta, corremos el riesgo de que nos señalen. Y si alguien se atreve a comprarlo, aunque lo haga por su propia voluntad y con su dinero, será ridiculizado como esnob, como si no hubiese lujos superfluos socialmente aceptados en los que las personas se gastan su capital».
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El Diario: «Vox en Castilla y León confía en un cambio de Gobierno el 23J para relajar los controles a la tuberculosis bovina». Qué titular. Si nos dicen hace equis años que vamos a ver en la prensa este titular… Por otro lado, tiene una siniestra gracia que estos fueran los que decían que Alberto Garzón malograba la imagen de los alimentos españoles en el extranjero.
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Avanzan, en Gijón, las negociaciones para que la derecha se haga con la alcaldía. Parece que en mi muy pagada de sí misma ciudad, que blasona de obrera y cosmopolita y patatín patatán, pero donde, para 2027, la derecha llevará gobernando doce de dieciséis años, tendremos a Vox poniendo sus miasmáticas manos sobre el erario y la vida de todos. A disfrutar de lo votado. En Somió lo disfrutarán, desde luego: para eso votaron masivamente a esta gente. Aquellos a los que en La Calzada o Nuevo Roces les parecía intolerable un Muro sin coches, y que una señora que sale en la foto de Colón no es más de derechas que el grifo del agua fría, no sé si lo disfrutarán tanto.
Se me ocurre que Gijón es, electoralmente, es una pequeña Andalucía: un lugar donde el PSOE fue el PRI mexicano y donde me parece que vamos hacia una larga hegemonía de la derecha; de una derecha, como la de Juanma Moreno en Andalucía, asturianista de pega y falazmente moderada y buenrollera, mientras perpetra tropelías nada moderadas y se entiende con el lobby de la tuberculosis. Sí, es cierto que Foro obtuvo muchos más votos en Gijón que en las autonómicas, donde votantes foristas en las municipales apoyaron a la izquierda. Sí, es cierto que entre 2015 y 2019 gobernó porque la izquierda, que había sido mayoría, no se entendió. Pero no es una cuestión de voto. Hay un conservadurismo que se ha ido adueñando sociológicamente de la ciudad y que se nota en el ambiente, en lo que se hace y ya no se hace en la ciudad, en los razonamientos de la gente, aunque luego voten a partidos de izquierda. Y que la izquierda, pudiendo pactar, no pactara en 2015, y cediera el paso a las derechas, o que haya gente dispuesta a no votarla en la ciudad aunque la vote en la autonomía, no deja de ser expresión de ese conservadurismo, del acomodo y la desidia que son su base. Si no te importa que esta gente gobierne, tan de izquierdas no eres, aunque creas serlo.
Jueves, 8/6/2023. Escribe José Antonio Zarzalejos que «Pérez Rubalcaba anticipó los graves problemas para el PSOE derivados de pactos con la izquierda radical, el independentismo catalán y con los abertzales de Otegi. El tiempo le ha dado la razón». Uno se acuerda de los denuestos que se volcaban contra Rubalcaba desde estas atalayas cuando Rubalcaba vivía y mandaba sobre el PSOE. Valle-Inclán, recuerda Jorge Dioni, tiene una escena en la que dos periodistas debaten un artículo. Uno de ellos dice: «Ese gran prohombre que fue siempre de los nuestros». El otro responde: «Era de los otros». El primero corrige: «Ese gran prohombre que ahora sería indiscutiblemente de los nuestros».
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«Entonces, Sociedad actual, no tienes nada en tu seno… sino el porvenir, sin duda», leo que decía Pierre Leroux en 1844. Me temo que hoy podríamos decir: «Sociedad actual, lo tienes todo en tu seno… salvo el porvenir, sin duda».
Leo también (en Orígenes del socialismo, una maravillosa selección de textos de los primeros socialistas, poco o nada conocidos y apenas traducidos en España, que publicará próximamente en Trea Juan José de la Fuente, y que yo estoy corrigiendo) que los sansimonianos consideraban «evidente» que el «principio de asociación», de hermandad entre los hombres, había sido «más poderoso» a lo largo de la historia que el antagonismo: «La asociación ha prevalecido en el transcurso del tiempo cada vez más… Hemos visto que en la marcha de la humanidad el círculo de asociación se ha ido ampliando constantemente y que, al mismo tiempo, el principio interno de orden, armonía y unión se ha arraigado profundamente. Es decir, que los elementos de lucha contenidos en el corazón de cada asociación se debilitan al unirse varias sociedades en una». Angelicos…
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Espero que el próximo gran movimiento destituyente sea tan despreciativo hacia nuestra generación como el 15-M lo fue, algo más injustamente, hacia las anteriores. Que nos digan «contigo no, bicho», que no nos toquen ni con un puntero láser, que se regodeen en el insulto a la generación de nihilistas, indiferentes, amargados y crudos oportunistas que va a salir, que está saliendo ya, de todo este fracaso. Y que nosotros forcejeemos un poco por darles la satisfacción, por no hurtarles el buen «matar al padre» que toda generación necesita, pero que secretamente sepamos que tienen razón y deseemos que nos defenestren.
Viernes, 9/6/2023. Otro inteligentísimo apunte de Xan López: «Muchas cosas que pasan por cinismo sofisticado en política en realidad no son mucho más que “mentalidad de consumidor”. Máximas exigencias con el producto, pero sin ningún interés en la forma en la que se fabrica, quién lo hace, etcétera».
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Leo que los sansimonianos distinguían entre épocas orgánicas y críticas. Y que, para ellos, según describía Bazard,
«el sello distintivo de las épocas “críticas”, como el de los grandes acontecimientos, es el “egoísmo”. Todas las creencias son abolidas, todos los sentimientos comunes se extinguen, el fuego sagrado ya no tiene vestales. El poeta ya no es el cantor divino, puesto a la cabeza de la sociedad para servir de intérprete al hombre, para darle leyes, para reprimir sus inclinaciones retrógradas, para revelarlelas alegrías del futuro, y para sostenerlo y incitarlo hacia el progreso. No, el poeta no puede entonar sino cantos siniestros. A veces se arma con el látigo de la sátira, su brío se exhala en palabras amargas, se desata contra toda la humanidad, empuja al hombrea la desconfianza, al odio hacia sus semejantes. A veces, con voz debilitada, canta en versos elegíacos las delicias de la soledad, se abandona a la vaguedad de los ensueños, representa la felicidad en el “aislamiento”. Y sin embargo, si el hombre, seducido por estos tristes acentos, huyera de sus semejantes, lejos de ellos solo encontraría la desesperación. Pero este lenguaje ya ni siquiera tiene el poder de seducir».
Se escribió en 1830, pero podría haber sido escrito hoy.
Sábado, 10/6/2023. Leo Tiempo de incertidumbre: los brillantes y oscuros años de la física (1895-1945), de Tobias Hürter, un libro muy interesante. Empieza con los Curie y su búsqueda del radio. Qué aterrador es leer esto conociendo el futuro de aquel presente:
«Se dice que el radio cura el cáncer, limpia los dientes y potencia el deseo sexual. No hay fiesta de la alta sociedad sin efectos luminosos producidos por el radio, y los bailarines de los clubes nocturnos actúan maquillados con pintura de radio. Aparecen fábricas de radio por todo el mundo y pronto se desencadena una auténtica batalla por el control del suministro de pecblenda. El industrial del acero y deportista estadounidense Eben Byers se toma un frasco de agua de radio al día para recuperar la energía, y sufre una muerte agónica a causa de un cáncer de mandíbula.
Los Curie también investigan los efectos fisiológicos del radio sobre la piel y documentan los efectos cutáneos de la radiación. La exposición les provoca primero rojeces, luego ampollas y finalmente úlceras. Para uno de sus experimentos, Pierre lleva una muestra radiactiva bastante débil sobre el brazo durante diez horas. La herida tarda cuatro meses en cicatrizar. Marie y Pierre presentan los primeros síntomas de lo que más tarde se conocerá como enfermedad por radiación. Se les inflama la piel de las manos, que quedan cubiertas de grietas. Pierre tiene un dolor de huesos tan intenso que apenas puede dormir. La radiactividad impregna la ropa que llevan y el papel en el que escriben, hasta el punto de que los contadores Geiger seguirán detectándolos pasados más de cien años».
Hoy me divierte —divertir no es la palabra— la peculiar defensa que Max Planck (un revolucionario sin querer, que descubre la física cuántica sin querer descubrirla, algo muy interesante) hizo en una ocasión, ante Hitler, de los físicos judíos:
«Max Planck se da cuenta de que no puede permanecer impasible ante ese éxodo y, para tratar de reducir los daños a la ciencia alemana, pide una audiencia con Hitler, que le conceden para el 16 de mayo de 1933 a las once de la mañana. Durante la reunión, Planck afirma que hay que tener en cuenta que existen diferentes tipos de judíos, que unos son “valiosos para la humanidad” mientras que otros “no tienen valor”. Así, por ejemplo, el premio Nobel de Química Fritz Haber, hijo bautizado de un matrimonio judío, había hecho posible el uso de gases venenosos durante la Primera Guerra Mundial gracias a su proceso de obtención de amoniaco, lo cual había ayudado a Alemania. Pero Hitler no piensa hacer distinciones: “¡Un judío es un judío!”, brama. “Todos los judíos se pegan unos a otros como lapas”. Con todo, obligar a los “judíos valiosos” a emigrar sería una “auténtica automutilación”, objeta Planck. Su trabajo científico se perdería para Alemania y beneficiaría a los países extranjeros. Hitler entra en uno de sus temidos estados de agitación. Empieza a darse violentos golpes en la rodilla, habla cada vez más rápido y profiere gritos contra el profesor, de setenta y cinco años, a quien amenaza con encarcelar en un campo de concentración. Planck no puede hacer más que escuchar en silencio, y finalmente se retira. “Pobre tonto”, grita Hitler a sus espaldas».
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Veo compartir a Edgar Straehle una captura curiosa, de declaraciones de Franco para Le Figaro en 1958. Preguntan al dictador español si ha recibido influencias ideológicas en su formación de hombre de Estado. Responde: «No». Le preguntan: «¿Ni siquiera la de Mussolini?». Responde: «Ni siquiera. Mussolini ha resuelto como italiano los problemas de Italia. Ha moldeado una ideología original y poderosa. Pero para nosotros, los españoles, ninguna ética extranjera hubiese podido convenir. Durante la República nuestro país ha querido imitar a algunos regímenes extranjeros. El resultado fue un duro período de caos».
Luego le preguntan por Hitler. Dice: «Un hombre afectado. Le faltaba naturalidad. Interpretaba una comedia, pero de un modo discutible, puesto que se notaba constantemente».
Domingo, 11/6/2023. Germán Huici: «Hoy vivimos exceso de soledad y ausencia de silencio».
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Hoy, montando una valla de madera, empecé a hacerlo con un destornillador y un mazo de goma, pero al rato vinieron a dejarme un destornillador eléctrico y una maza. Y de pronto entendí perfectamente el misticismo maquinista por el que los campesinos rusos de hace un siglo llamaban Tractor o Ford a sus hijos. Es fácil desdeñar, ahora, la fascinación de nuestros ancestros por la Máquina, por el mito del progreso. Pero si multiplico la mía por ver girar a toda velocidad y entrar en la madera en un instante el tornillo que, antes, debía girar yo a duras penas, hasta el punto de que acabaran doliéndome las manos, si la multiplico, digo, por el mil o el cien mil de quien entonces pasaba del arado al tractor, y veía rasgarse sin dificultad, como una muselina, la recia tierra que antes solo se abría torturándola con enorme esfuerzo, solo puedo marearme; sentir aquella embriaguez de los futuristas.
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Un ejemplo elocuente de manipulación mediática. Entrevistan, en El Español a la rapera Mala Rodríguez. El titular es este: «No soy de izquierdas: he ganado dinero, no lo he repartido y no quiero pagar tantos impuestos». Lo que realmente ha dicho es esto: «En Andalucía hay una lucha obrera bien gorda y yo eso lo he mamado también, pero he ganado dinero y no lo he repartido como si fuera de izquierdas, o comunista, o socialista, y no me siento de izquierdas, no al ciento por ciento, porque si realmente fuera de izquierdas repartiría todo lo que tengo» (soberana estupidez, dicho sea de paso: ser de izquierdas no es lo mismo que ser franciscano).
Otro ejemplo. Vozpópuli: «Pedro Sánchez va a llegar a las elecciones batiendo un récord: ser el presidente que más denuncias ha tenido en el Portal de Transparencia». La trampa la explica bien Idafe Martín: el Portal de Transparencia tiene estadísticas desde enero de 2015, es decir, cero meses con Suárez, cero meses con Calvo-Sotelo, cero meses con Felipe González, cero meses con Aznar, cero meses con Zapatero, 41 meses con Rajoy, 61 meses con Sánchez. Lo raro sería que no fuera Sánchez el que más denuncias llevara.
Estas manipulaciones las he pillado, pero ¿cuántas no? ¿Cuántas nos pasan fuera del radar?
Lunes, 12/6/2023. Escribe hoy Juan Luis Cebrián en El País que «el paso del PSOE a la oposición podría facilitar su retorno a la centralidad, a ser indispensable en las políticas de consenso, a su abandono del clientelismo y el alejamiento de la cultura narcisista de su jefe». Y en CTXT, un tal Samuel Witteveen Gómez que «por crudo que parezca, la izquierda —y especialmente los movimientos sociales que la cimientan— se recompondrá mejor frente a un gobierno PP-Vox que con un débil gobierno progresista». Cuánta gente diversa deseando, desde la teórica izquierda, que la izquierda pierda. Hay como una tríada de promotores de nuestra derrota; de la victoria de los malos: 1) los propios malos; 2) los activistas del activismo, la mística de la calle y el soreliano advenimiento de la revolución; 3) la circunspecta letiziada que en sus casitas del barrio alto con rejas y antejardín suspira por la Gran Coalición. Yo espero que el 23-J todos se lleven un chasco.
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Muere Silvio Berlusconi, el gran pionero de la política moderna; de su criatura más característica: el partido-empresa ligero, flexible, personalista, televisivo, obsesionado por los sondeos, desvergonzadamente mercadotécnico. Se hablará mucho estos días, supongo, del último Berlusconi, el de las orgías y las operaciones de cirugía estético, y se dirán ligerezas sobre su «populismo». Pero el interesante es ese, el primero, el que salió ganador de la crisis de Tangentopoli, cuando la Democracia Cristiana y el partido socialista se disolvieron al desvelarse su corrupción sistémica, pero tampoco el limpio PCI se benefició de esa caída. El régimen se cayó en su anverso y su reverso y el triunfador fue la Forza Italia de Berlusconi.
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Leo en El Diario que «el obispo Munilla acusa al colectivo LGTBI de “desfigurar” el “símbolo bíblico” del arcoíris con ideas “contra la naturaleza”». Tiene gracia, estas acusaciones de innaturalidad de un señor célibe que dice, cito, que «la masturbación es una especie de violencia sobre el cuerpo» (pruebe a quitarse el anillo, monseñor…) mientras un león le sopla la nuca a otro en algún confortable apartadero de la sabana keniata.
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Santiago Alba Rico: «Cada día me interesa menos la política, pero cada día me importa más».

Pablo Batalla Cueto (Gijón, 1987) es licenciado en historia y máster en gestión del patrimonio histórico-artístico por la Universidad de Salamanca, pero ha venido desempeñándose como periodista y corrector de estilo. Ha sido o es colaborador de los periódicos y revistas Asturias24, La Voz de Asturias, Atlántica XXII, Neville, Crítica.cl, La Soga, Nortes, LaU, La Marea, CTXT y Público; dirige desde 2013 A Quemarropa, periódico oficial de la Semana Negra de Gijón, y desde 2018 es coordinador de EL CUADERNO. Ha publicado los libros Si cantara el gallo rojo: biografía social de Jesús Montes Estrada, ‘Churruca’ (2017), La virtud en la montaña: vindicación de un alpinismo lento, ilustrado y anticapitalista (2019) y Los nuevos odres del nacionalismo español (2021).
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Tiene razón Miguel Ángel Cajigal al afirmar que quien considere arte moderno a un plátano pegado con cinta adhesiva a una pared será tenido por snob y señalado en la calle, así como a quien lo compre o lo adquiera a buen precio y se lo lleve a su casa, si es necesario con pared y todo, con el consiguiente peligro que para el edificio conlleva la adquisición, pero el arte a veces exige este tipo de sacrificios colectivos
También es verdad que habitualmente se admiran los mosaicos romanos estando de viaje turístico, es decir, cuando uno está predispuesto a emocionarse con lo que sea, con tal de amortizar el coste del viaje
A nadie en su sano juicio se le ocurre, hallándose en Sicilia o en Roma, decir, bah, esto es una chorrada, después de aboquinar mil o dos mil euros de vellón
Pero una parte importante del arte actual merece tener los espectadores y compradores que ese arte ha promovido, ya que, como vio claramente no sé quién, cada autor crea su propio público, y ningún público será nunca más generoso y heroico que el que un lienzo en blanco o cinco balas de heno, por poner dos ejemplos del MOMA (que para mí siempre será el MOMA) ha gestado tras un parto que comenzó en un urinario y que posiblemente acabe en algún mausoleo o terraza de verano
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