El runrún interior

El runrún interior (115, especial sobre Israel)

Pablo Batalla Cueto registra en su dietario pensamientos propios y notas de libros leídos y cosas vistas en Internet, escribiendo en esta ocasión, monográficamente, sobre la guerra en curso en Israel.

/ por Pablo Batalla Cueto /

El runrún interior (114)

Martes, 3/10/2023 – Lunes, 9/10/2023. No escribí la semana pasada y no tenía previsto escribir esta, en la que he volcado cada hora que estado despierto al trabajo inaplazable y a un proyecto que tengo entre manos y que exigía toda mi atención. Pero ha estallado una sorprendente guerra en Israel y no quería dejar de registrar algunas opiniones sobre lo que allá sucede.

*

La guerra, cualquier guerra, siempre es atroz por arriba y por abajo, por dentro y por fuera, en un frente y en el otro, pero los propalestinos no podemos aceptar lecciones de alta moralidad de aquellos a los que nunca les han horrorizado las atrocidades que Israel perpetra contra Palestina.

*

Se ha de estar con Ucrania y con Palestina. Y a partir de ahí, afinar, matizar, complejizar, emitir condenas quirúrgicas de atrocidades concretas, defender la dignidad humana inquebrantable de cualquier víctima inocente de cualquier lado, partir pelos por la mitad.

*

Hay que salvar distancias, por supuesto, pero lo de Gaza da una sensación como de resistencia desesperada y crepuscular; como de cuando los insurrectos del gueto de Varsovia decían: «Sabemos que moriremos, pero ahora sabemos cómo vamos a morir».

*

Santiago Gerchunoff tiene razón en esto: «El apoyo o la justificación de la “resistencia palestina” entran dentro de lo discutible con argumentos, pero el regodeo y hasta gozo de mucha de la izquierda española con asesinatos y violaciones a civiles mientras las víctimas sean judíos tiene su siniestro origen hace siglos».

*

Obviamente no toda crítica a Israel y sus crímenes es antisemita, como propalan sus lobbies. Pero algunas sí lo son. A veces es muy sutil. Una prosodia, un tono, un acento. La idea de crimen colectivo, cierto énfasis, cierto extra de inquina, cierta facilidad, cierta contundencia. No tiene nada de extraño: el antisemitismo tiene raíces muy hondas en la cultura europea y eso no desaparece así como así. Queda en estado latente, evanescente, queda la facilidad de un regreso, de un desentierro, de un salir de nuevo a la superficie por las grietas de su sarcófago de Chernóbil. Marruecos perpetra el mismo apartheid execrable contra los saharauis, pero no despierta la misma animosidad, el mismo énfasis, la misma saña. No es que no despierte ninguna, no es que no pueda despertar mucha, pero no despierta tanta. Se carga contra el régimen marroquí, contra Mohamed VI, etcétera, pero se tiene buen cuidado de no lanzar un anatema general contra todo el pueblo marroquí, ni tratar con sospecha y exigencias de posicionamiento claro y tajante a cualquier ciudadano marroquí. La base de esa diferencia de trato es la que es.

*

Israel es hoy para las derechas del mundo entero lo que Alemania era en los años diez (y Netanyahu, lo que el Kaiser); el caudillo geopolítico de sus valores: militarismo, nacionalismo romántico, etnocracia, armonización de valores conservadores y vanguardismo tecnológico… Los neonazis, ahora, aprenden Krav Maga.

*

La islamofobia es a su vez el nuevo antisemitismo. Dice las mismas cosas, escribe sobre los mismos renglones. Gente que vive entre nosotros, pero conspira contra nosotros; que no «se integra» El fascismo de hace un siglo era antisemita, pero islamófilo; la extrema derecha actual es judeófila e islamófoba. Ahora bien: eso no quiere decir que el antisemitismo haya desaparecido. La gran pervivencia del antisemitismo clásico es la idea del crimen colectivo. Acusar en un grado u otro a todos los israelíes, o incluso a todos los judíos, del asesinato de Cristo/Palestina; exigirles, y solo aceptarles, un propalestinismo absolutamente rotundo (la conversión). Que el único judío bueno sea el judeoconverso enfático: Finkelstein, Pappé, esos críticos tajantes, valiosos y apreciables sin duda, pero que lo que se hace con ellos es usarlos de ariete contra los considerados tibios, por meritoria aunque no total que sea su disidencia.

*

Tal vez ninguna metáfora mejor de nuestra época que una rave al borde de la frontera de la franja de Gaza.

*

Leo que «los muertos en Gaza por los bombardeos de Israel aumentan a 413, entre ellos 78 niños, según el ministerio de Sanidad». Cuantísimo horror en esas cuatro palabras: «entre ellos 78 niños». Y qué cotidiano es ese horror en Palestina. Algunos son muy dados a decir que si les mataran a un hijo, desollarían vivo personalmente a quien lo hiciese. A ver si hacen una sencilla regla de tres.

*

Da miedo lo sórdidamente claro que está en algunos, también en la izquierda, que el posicionarse del lado de Israel obedece lisa y llanamente a buscar el bando más blanquito.

*

Israel mata más que Palestina, y por lo tanto más civiles, más inocentes, más sangre de niños corriendo por las calles simplemente, como sangre de niños, y dejando madres, padres, amigos destrozados para siempre. Posicionarse de un lado u otro no es una mera cuestión numérica, no es una competición, no es un medir hectolitros de sangre, pero si se quiere que lo sea, el lado correcto de la historia es Palestina.

*

Escribe Antonio Maestre, y por supuesto tiene razón, que

«La vida de un civil israelí vale más que la de un palestino. Nadie lo dirá abiertamente, pero es lo que se piensa. Por eso solo hay reacción internacional cuando hay víctimas de Israel. Los civiles muertos de Israel provocan portadas en occidente y edificios institucionales con la bandera de Israel. Los muertos palestinos son una nota a pie de página. Conocemos el nombre y la vida de las mujeres secuestradas y asesinadas por Hamas, sus fotos en Instagram, quien es su familia, sus biografías completas, a qué se dedicaban. Los niños palestinos asesinados no tienen ni nombre, son solo estadística. El relato sionista necesita humanizar a un colectivo de víctimas mientras deshumaniza otras haciendo de ellas solo números».

Yo recuerdo cuando, de pequeños, coleccionábamos los cromos de la Liga, y al cambiarlos («sipi, nopi…») algunos valían más que otros: un Raúl tres jugadores corrientes, un Ronaldo cinco… A la comunidad internacional le pasa exactamente eso con las víctimas israelíes y palestinas.

*

En la vida vive uno momentos muy bonitos. Toda esta historia me ha hecho acordarme de uno de los de la mía: visitar la Basílica de la Natividad en Belén y que el guía, un palestino cristiano (hay muchos), nos cantara, creo recordar que en una cripta o una capilla, con dulzura cautivadora y los ojos cerrados, el padrenuestro en arameo.

*

El Ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, declara: «He ordenado un asedio completo de la Franja de Gaza. No habrá electricidad, no habrá comida, no habrá combustible. Nada entrará y nada saldrá. Estamos luchando contra animales y actuaremos de manera acorde». En la Edad de la Penumbra, un señor con vocación de genocida puede anunciar tranquila y literalmente la Solución Final mientras las capitales europeas proyectan su bandera sobre edificios institucionales.

*

Primero las leyes diferenciadas, luego la guetización (aquí franjización) y finalmente el exterminio. Un drama en tres actos que conocemos muy bien. No me gusta abusar de las equiparaciones con los nazis, casi siempre frívolas, pero el régimen israelí pone cada vez más difícil no esgrimirlas.

*

Los crímenes de guerra palestinos son tan horrendos como cualquiera y deberán ser juzgados, pero si la violación masiva de mujeres alemanas por el Ejército Rojo o las víctimas abrasadas de Hiroshima y Nagasaki no nos hacen equidistar entre los Aliados y el Eje, con estos genocidas tampoco podemos.

*

Hay gente honesta a la que la visión de las imágenes del ataque palestino ha horrorizado y hecho alinearse con Israel y desalinearse con Palestina y hay que argumentarle por qué no hacerlo, pero no despreciarla. Nunca hay que despreciar a quien se horroriza del horror. El mundo es un lugar duro y sórdido en el que el bien tiene que construirse a veces con herramientas malignas. No se derrotó a los nazis siendo quirúrgicos en el empleo de la violencia contra Alemania. Pero del horror hay que horrorizarse siempre; no podemos insensibilizarnos. Esto vale para todo; para Palestina, para Ucrania y para cualquier guerra. Hay que estar con Ucrania, pero también con el desgraciado soldadito ruso reclutado para convertirlo en carne picada; y hay que estar con Palestina, pero también con la madre israelí que llora a un hijo. Debemos entender también, de aquellos israelíes que no emitan condenas del proceder de su Estado tan contundentes como quisiéramos, que cuando tus ancestros fueron masacrados en campos de exterminio de maneras inconcebibles, tu opinión del Estado cuya festividad más importante es un homenaje a esos muertos no puede no ser compleja; si al menos hay un esfuerzo de disidencia, hay que aplaudírsela incluso más que a aquellos para quienes es fácil la disidencia tajante. Comprender no es equidistar. No hay equidistancia posible entre un Estado que dice que quiere matar de hambre a dos millones de gazatíes y los cohetes que esos gazatíes disparen para evitarlo. Pero nunca puede perderse la humanidad; nunca puede dejar de ser el objetivo final.

*

Alguno se posiciona del lado israelí porque Occidente y cree que con eso, con invocar el tetrasílabo mágico, te hace el jaque mate, como si Occidente no hubiera estado organizando zoos humanos hasta hace cuatro días. En Bruselas, en 1958, todavía se exhibía a niños negros en jaulas. Eso, por no dar otros ejemplos más sobados.

*

«La Autoridad Palestina es una carga, Hamas es un activo», dice el ministro de Finanzas de Israel y gobernante de facto de Cisjordania. Salvando distancias, algo así como lo que le pasa a la ultraderecha española con el nacionalismo catalán: están encantados con su existencia, gasolina permanente de su fuego.

*

La UE planeaba suspender las ayudas humanitarias a Palestina. Por si Israel atizara poco a los palestinos, sumarse a pegar algún puñetazo más. Tremendo. Pero lo han impedido cuatro países miembros: Dinamarca, Irlanda, Luxemburgo… y España. Con todas las carencias y limitaciones que se quiera, tenemos un Gobierno digno y valiente. Ni gota de duda de que Feijóo hubiera votado por matar a los palestinos de hambre.

*

Escribe Jónatham F. Moriche que «dadas las revelaciones sobre la performance militar y de inteligencia de Netanyahu, cabe pensar que uno de sus motivos para apostar por la escalada ilimitada es evitar el momento Expediente Picasso/Informe Rattenbach que acabaría para siempre con su carrera política, o algo peor». Muy bien tirado: el Annual de Israel. Un calamitoso Desastre en una guerra colonial. Y luego, un salto en la vesania de los colonizadores, para evitar que se juzgue y se condene su negligencia: lo que vino después de Annual fue el primer uso de gas venenoso contra población civil de la historia.

*

Yo podría decirme judeófilo. He leído toda la historia judía que ha caído en mis manos, venero a Benjamin, a Spinoza, a Vasili Grossman, me emociona todo lo relacionado con los sefardíes, venero, también, al Américo Castro que reivindicaba su legado en España, me conmueven el En tierras ajenas y el Hatikva, me fascina la historia de Shabtai Zvi, el sísmico y frustrado mesías que revolucionó el mundo judío en el siglo XVII; admiro la tenacidad histórica de los judíos, su devoción por los libros, Templo portátil que se inventaron cuando les destruyeron el de Jerusalén; agradezco todas aquellas cosas valiosas que les debemos en parte grande, empezando por el socialismo. He estado dos veces en Israel; las dos me cautivaron el Muro de las Lamentaciones, que visité con respeto, y el Museo de Israel, con su exposición de sinagogas reconstruidas de distintos tipos. Ni siquiera soy antisionista en puridad: creo que, si bien es rigurosamente cierto que Israel es un Estado postizo levantado sobre la exclusión y el exterminio de sus pobladores originarios, eso podría decirse de muchos otros países cuya existencia no cuestionamos. No cuestionamos la existencia de Estados Unidos, Chile o Argentina, pese a lo que hicieron y hacen todavía con sus indígenas: exigimos una solución realista que reparta esferas de autonomía. Y hay una parte de la épica nacional israelí por la que sé no dejarme cautivar si la racionalizo, pero de la que comprendo su embrujo: el pueblo al que se había negado durante siglos la posibilidad de cultivar la tierra y que, cuando por fin la tuvo, se aferró a ella como un sabra, planta del desierto, de exterior espinoso, interior tierno y sabor dulce. La cuestión es que creo que la conclusión moral lógica de esa admiración, de todo ese legado civilizatorio, es apoyar a Palestina. Si uno admira a una comunidad que ha padecido horrores indecibles y que ha sido tenaz, ha resistido, ha recordado, junto a los canales de Babilonia se ha sentado a llorar con nostalgia de Sion y ha llevado a Salónica o Teherán la llave de su casa de Sefarad, no puede no admirar también a otra.


La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es lnuevodr-1024x682.jpg

Pablo Batalla Cueto (Gijón, 1987) es licenciado en historia y máster en gestión del patrimonio histórico-artístico por la Universidad de Salamanca, pero ha venido desempeñándose como periodista y corrector de estilo. Ha sido o es colaborador de los periódicos y revistas Asturias24, La Voz de Asturias, Atlántica XXII, NevilleCrítica.cl, La Soga, Nortes, LaU, La Marea, CTXT y Público; dirige desde 2013 A Quemarropa, periódico oficial de la Semana Negra de Gijón, y desde 2018 es coordinador de EL CUADERNO. Ha publicado los libros Si cantara el gallo rojo: biografía social de Jesús Montes Estrada, ‘Churruca’ (2017), La virtud en la montaña: vindicación de un alpinismo lento, ilustrado y anticapitalista (2019) y Los nuevos odres del nacionalismo español (2021).

2 comments on “El runrún interior (115, especial sobre Israel)

  1. Agustín Villalba

    Erratas:

    cada hora que HE estado despierto

    Alguno se posiciona del lado israelí porque Occidente [?] y cree que con eso

    *
    Excelente reflexión sobre el tan complejo problema palestino-israelí (tengo un amigo judío que cuando alguien quiere discutir con él de ese tema, le dice: – ¿Tienes 4 horas libres para que te explique mi posición?). Estoy de acuerdo con casi todas las opiniones de su autor. Pero echo de menos un hecho fundamental para comprender la situación: el Hamas es Daesh financiado por Irán. Es decir, gente que utiliza el pretexto de los palestinos, para continuar su lucha contra Occidente en general e Israel en particular. Lo que sucede en Gaza hoy no es más que una nueva etapa de la guerra de los islamistas contra los occidentales y los judíos. La tragedia de los gazatíes es, pues, doble: son rehenes del Hamas encerrados por Israel en una gigantesca prisión a cielo abierto.

    El verdadero problema es Irán, que no soporta que Israel firme tratados de amistad con países árabes en general y con Arabia Saudita en particular, cosa que estaba haciendo. Hay gente que dice que todo lo que sucede desde el sábado en Israel (y de lo que el Mossad y Tsahal es imposible que no estuvieran informados) es la excusa para hacer por fin la guerra contra Irán. El hecho de que los americanos estén ya enviando armas a Israel y uno de sus mayores portaviones, puede indicar que ése es el veradero objetivo.

    Veremos…

    PS.
    Otra prueba del antisemitismo de buena parte de la izquierda que critica a Israel por su actitud con los palestinos : nunca se la oye criticar al Líbano, que mantiene desde hace muchos años a 130.000 palestinos en campos de refugiados y les prohibe ejercer 130 profesiones y trabajos. Ese apartheid no parece interesarles en absoluto.

  2. Pingback: El runrún interior (116) – El Cuaderno

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: